Breve acercamiento al estilo de redacción del Che: una vía para profundizar en el conocimiento de su personalidad.

Autores:

Lic. María Elena Díaz Ávila

Lic. Luis Dimas Leal Acanda

lacanda@hlg.rimed.cu

MSc. Aracelis Bruzón González

Lic. Amado Vega Gutiérrez

 

Resumen

Los autores, mediante algunos elementos de la metodología de la investigación estilística, presentan un breve análisis del estilo de redacción empleado por el Che en algunos de sus más relevantes escritos, “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”, cartas a sus padres y a su hija Aleyda, a Enrique Oltuski y a Haydeé Santamaría. A partir del inventario de los recursos expresivos y su frecuencia de uso en los escritos antes mencionados, determinan las peculiaridades estilísticas de este autor y ofrecen explicaciones que permiten apreciar rasgos inherentes a la personalidad del Guerrillero Heroico.

Palabras claves: Ernesto Che Guevara, escritos, estilo de redacción.

 

Summary 

The authors, by means of some elements of the methodology of the stylistic investigation, present a brief analysis of the writing style used by the Che in some of their most outstanding writings, "Passages of the Guerra Revolutionary", letters to their parents and their daughter Aleyda, to Enrique Oltuski and to Haydeé Santamaría. Starting from the inventory of the expressive resources and their use frequency in the writings before mentioned, they determine this author's stylistic peculiarities and they offer explanations that allow to appreciate inherent features to the Heroic Guerilla's fighter's personality. 

Key words: Ernesto Che Guevara, writings, writing style.

 

La imagen del Che ha dejado de ser solamente una figura humana de extraordinaria relevancia, para llegar a convertirse en un símbolo para muchos hombres en diferentes latitudes del mundo.

Junto a sus dotes como médico, estratega militar, dirigente activo y ferviente defensor de la educación del hombre nuevo, se destacan también su fina sensibilidad literaria y sus dotes de narrador.

La Revolución Cubana tiene en este revolucionario cabal, no solo a uno de sus más abnegados protagonistas y el símbolo más alto de altruismo, sino también a uno de sus cronistas más fieles de los acontecimientos históricos, cuidadoso hasta el detalle, exhibiendo un enorme respeto por el tratamiento objetivo de los temas que aborda.

En diferentes momentos y por diferentes vías, el Che dejó constancia de sus vivencias y realizó diversas reflexiones acerca de la épica de la gesta libertaria en la que participó junto a los cubanos, lo que constituyó un valioso legado para el estudio y comprensión de una etapa importante de la construcción del Socialismo en Cuba.

El estudio de las peculiaridades estilísticas del Guerrillero Heroico permite apreciar facetas, matices y características individuales de su personalidad que nos corroboran las cualidades de su intelecto y espíritu que ya antes conocíamos, y nos aclara otros aspectos interesantes de su carácter e intenciones.

Cuando se hace un análisis de su obra, el investigador se percata que en este autor no hay una voluntad de estilo en el sentido estilicista, sino más bien un afán pertinaz y decidido de ser comprendido, de hablar claro y sin posibles tergiversaciones, de que su mensaje sea bien interpretado, llegue al fondo y, consecuentemente, surta efecto.

Desde los primeros años de la Revolución Cubana, él dedica parte de su tiempo a hacer reflexionar a los ciudadanos acerca de temas importantes de la vida social y cultural. Ya desde 1961 y hasta 1972 publica en la revista Verde Olivo una serie de narraciones con el seudónimo de “El Francotirador”. Estos escritos estaban dirigidos directamente al “lector popular”, a esos hombres y mujeres del pueblo revolucionario interesados por conocer el contexto histórico-social dentro del cual se movían; que deseaban saber interpretar el momento, pero que tenían un nivel cultural elemental, a veces únicamente el de la alfabetización.

En estas narraciones, que en 1997 serían reagrupadas bajo el título “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”, se puede observar el empleo de algunos recursos con el interés de dar explicaciones que sirvieran para aclarar o definir un concepto, lo que demuestra su espíritu didáctico. En este sentido, cuando se lee el prólogo de dicho libro se aprecia en el último párrafo el empleo de un recurso conocido en la estilística como amplificación, dado en que al referirse a la colaboración de los que habían participado en la guerra para elaborar los relatos plantea como condición necesaria ”…que sea estrictamente veraz el narrador”, ”que nunca … diga algo incorrecto …” que “haga una autocrítica lo más seria posible” con el fin de “quitar allí toda palabra que no se refiera a un hecho estrictamente cierto o de cuya certeza no tenga el autor plena seguridad”.  (Guevara, 1997:1-2)

La concisión, la sencillez y la naturalidad son también características propias de sus escritos. Partiendo de su intención de hacer comprensible lo que escribe, se observa que dentro de los recursos expresivos a los que se ve obligado a recurrir, hay un moderado uso de la metáfora como expresión de síntesis que ayuda a la expresividad, a la concisión de la expresión, por lo que va más de acuerdo con el estilo directo, cortante, preciso y llano de este autor.

A veces el empleo de este recurso expresivo le permitía concretar en sólo dos o tres palabras, ideas de las que hubiera necesitado una larga explicación en lenguaje  directo, tal es el caso de:

·         Complejo de extranjero, en “El refuerzo”. (Guevara, 1997:64)

·        Todo olía a emboscada.

·        Ver la columna a retazos.

El humor seco y espontáneo, en ocasiones rayando en la ironía, dirigida frecuentemente contra sí mismo, es otra de las cualidades propias y peculiares del Che. Refiriéndose a un momento singular de su vida, su ascenso a Comandante del Ejército Rebelde, del que en este año se conmemora su 50 aniversario, recuerda que “...se firmó la carta en dos columnas y al poner los cargos de los componentes de la segunda de ellas, Fidel ordenó simplemente: ponle Comandante, cuando se iba a poner mi grado. De este modo informal y casi de soslayo, quedé nombrado Comandante de la segunda columna del Ejército Guerrillero, la que se llamaría número cuatro posteriormente.”  (Guevara, 1997)

Con frecuencia el propio autor es víctima de ese humor. En una oportunidad, al verse precisado a salvar su vida en un enfrentamiento con el enemigo lo llamó: “retirada estratégica” y que “alguna vez corrió con velocidad que nunca he vuelto a alcanzar”, en el relato “Sorpresa en Altos de Espinosa” (Guevara, 1997:49), lo que es una muestra del reconocimiento de la posibilidad que tiene cualquier ser humano de sentir miedo ante una situación de peligro.

En una ocasión en el relato titulado “A la deriva”, contando acerca de los efectos que produjo en la tropa el exceso de comida ofrecida por los campesinos de la zona, escribió que “Almeida iniciaba el fuego de la diarrea”. (p. 20)

Otra peculiaridad de su estilo, que dice mucho de su entereza y respeto a los demás, está dada en el hecho de que nunca empleó el sarcasmo contra sus enemigos. A estos supo llamarlos por su verdadero nombre: “ladrones y asesinos”, “gusanos”, en “El refuerzo” (Guevara, 1997:65); sin embargo, fue pródigo en el uso contra los indecisos, oportunistas, cobardes, hipócritas y farsantes, coincidiendo con Martí en la actitud hacia este tipo de personas.

Su estilo de redacción es también un reflejo de su preparación cultural y de la facilidad que poseía para asimilar lo popular. En este sentido están al alcance del lector común, expresiones como “odisea”, “latifundio”, “oligarquía” y “demagógico”, en “Combate de la Plata” (Guevara, 1997:26), las que eran fácilmente comprendidas porque eran conocidas por el pueblo debido a su uso frecuente en la prensa de la época.

El empleo de estos términos posee una distribución bastante desigual en los relatos que contiene este libro. Abundan fundamentalmente los que enjuician personajes y procesos de la Revolución, como en “El refuerzo”, “Llegan las armas” y “Se gesta una traición”.

En este último, el vocabulario empleado por el Che presenta una mayor elaboración, precisamente por el tema que trata; en él aparecen vocablos de difícil comprensión para el lector común, tales como: “latrocinio” para referirse al hurto; “peculado”, refiriéndose al hurto al fisco; “impoluto”, por incorruptible, en “Se gesta una traición”. (Guevara, 1997: 116). “Elucubrar”, con el sentido de trabajar arduamente y velar por él, e “intangibilidad”, por invulnerabilidad, en “Se gesta una traición”. (Guevara, 1997: 117-118)

El empleo de expresiones propias del cubano es una muestra de la rápida integración del Che con el medio en que se desenvolvía y su capacidad de adaptación. En los escritos que recoge este libro se puede encontrar: “poner la tercera”, para referirse en el lenguaje guerrillero a la huida, en “Sorpresa en Altos de Espinosa”. (Guevara, 1997: 50). “Ser un bicho”, ”guataquería”, “gusanos”, “chivatos”, en varios de sus relatos, como en “Un año de lucha armada”. (Guevara, 1997: 197). También, “comevacas” y “radiobembas”, (p.193).

Otro de los recursos expresivos empleados por el Che es la hipérbole. Se puede encontrar en el caso de describir un combate para dar la impresión de violencia: “un huracán de balas”, “un aguacero de tiros”, en “Alegría de Pío”. (Guevara, 1997: 11). Con sentido humorístico para referirse a la distribución de una butifarra entre varios: “banquete opíparo” y para dar a conocer la pérdida de una lata de leche: “crimen de lesa guerrilla”, en “El refuerzo”. (Guevara, 1997: 64)

Otras de las característica de la personalidad del Che son la sencillez y la modestia; por eso es frecuente encontrar en sus escritos un recurso llamado atenuaciones, sobre todo para referirse a su propia persona. En la carta a su hija, haciendo alusión a su participación en la lucha por un mundo mejor y restándole importancia a lo que hace, le expresa que “no es que sea gran cosa, pero algo hago” y que “está haciendo lo que puede para luchar contra los enemigos”.

Esta característica también se aprecia en la carta a sus padres cuando le escribe que “mejor soldado y mejor médico” y que como “soldado no soy tan malo”.

En una carta a Enrique Oltuski (3 de noviembre de 1958) escribe: “me pides un recibo con mi firma, cosa que no acostumbramos a hacer entre compañeros. Soy absolutamente responsable de mis actos y mi palabra vale más que todas las firmas del mundo. Si exijo firmar a alguien es porque no estoy convencido de su honestidad”.

En carta a Haydeé Santamaría, directora de Casa de las Américas, escribió ante la solicitud de ella para disponer del dinero por la publicación de un libro “… lo único importante es que no puedo aceptar un centavo de un libro que no hace más que narrar las peripecias de la guerra. Dispón del dinero como te parezca”. (Junio 12 de 1964)

Mucho queda aún por explorar en los escritos del Che, pero lo valorado hasta aquí resulta suficiente para concluir que los ejemplos son pertinentes para asegurar que es posible continuar conociendo su personalidad a través de un mayor acercamiento a sus escritos, lo que permite en ocasiones penetrar en aspectos insospechados de la vida y la obra de uno de los más grandes hombres de la humanidad en la época contemporánea.

Adentrarse en el estudio de su obra posibilita ahondar en el conocimiento de la rica personalidad que poseía, de su firmeza de convicciones, de su entrega sin límites, de su humanismo, de su confianza en Fidel y demás dirigentes de esos primeros años de la guerra necesaria y de inicio de la Revolución en el poder; por tanto, constituye un inmejorable instrumento para contribuir a la educación del hombre del siglo XXI, de manera tal que se convierta en un mejor ser humano.

Teniendo en cuenta el ascendente valor que posee para los jóvenes cubanos la figura del Guerrillero Heroico, nos parece interesante que en la escuela se incentive a los estudiantes del bachillerato la lectura de sus escritos, en los que no deben faltar las obras analizadas en este artículo.

 

BIBLIOGRAFÍA

GUEVARA DE LA SERNA, ERNESTO. Obras; 1957-1967. La Habana, Casa de las Américas, 1970. T. II.

-----. Pasajes de la Guerra Revolucionaria. Ciudad de La Habana, Editora Política,1997.