Luz
y Caballero: por una economía floreciente y autónoma en Cuba.[1]
Autores:
Dr. C. Falconeri Lahera Martínez
M. Sc.
René Suárez Cabrera
Resumen
En este artículo es tratado el
contenido y la significación del plan previsto por José de
Palabras clave: José de
Abstract
Through
this article the contents and signification of José de
Key
words: José de
José de
Para promover el desarrollo
económico y social general del país, Luz y
Caballero elaboró una estrategia que tuvo como base la idea de implantar un
sistema de educación más práctico y comprometido con las necesidades sociales
del país. Uno de los objetivos de su programa educacional era capacitar la mano
de obra que utilizaría la nueva tecnología exigida por los cambios previstos,
en virtud de lo cual apuntó: “a la
educación se le ha de dar cada vez más una tendencia práctica y aplicable a
nuestras necesidades, en términos que sea lo más corto posible el paso de lo
que se aprende en el colegio a lo que se practica en el mundo”.[2]
Como su objetivo principal era adecuar
la educación a las exigencias sociales, en el plan de estudio propuesto para la
enseñanza técnica incluyó las siguientes asignaturas: geografía, náutica,
dibujo, mineralogía, ciencias morales, economía política de A. Smith, mecánica
y delineación aplicadas a las artes y la agricultura. Luz y Caballero asintió
que una educación moderna exigía situar la enseñanza de idiomas en un lugar
preferencial; así creyó conveniente privilegiar el conocimiento del francés,
alemán e inglés. También señaló que el dominio de esas lenguas permitiría
estimular el auge de las relaciones comerciales con Europa y los Estados
Unidos, y recordó que “nada contribuye
más eficazmente a la educación mercantil, ni nada llena más cumplidamente las
necesidades diarias de un negociante que la posesión de los idiomas más usuales
en el tráfico y correspondencia.”[3]
De esa manera defendió la idea de
formar comerciantes bien entrenados, con amplios conocimientos de aritmética
mercantil, teneduría de libros e idiomas para garantizar un buen desempeño en
su labor profesional.
Luz manifestó abiertamente
su intención de favorecer el crecimiento de la actividad comercial, pues para
él esta era una de las bases de la unidad cultural de los pueblos, sus palabras
así lo indican: “el comercio estrecha al hombre,
y ensancha a los hombres.”[4] Además,
planteó dar luz verde al quehacer mercantil porque lo concibió como el “vapor de la moderna sociedad.”[5] Es decir, estimó
que para poder aspirar a instituir una nación próspera económicamente, culta e
independiente, era preciso incentivar el comercio. Pero para alcanzar ese
propósito era necesario formar hombres de negocio, mediante una sólida
educación mercantil que estimulara el progreso fabril y cultural general del país.
A Luz y Caballero
corresponde la autoría de un audaz proyecto, presentado públicamente en 1840,
que incluía el propósito de equilibrar las finanzas internas para facilitar las
transacciones comerciales y financieras con la revalorización de la peseta sevillana,
de la cual existía un exceso de circulante. Como solución al problema recomendó
establecer sucursales del Banco de Fernando VII en las principales ciudades del
país, para en un plazo de tres meses cambiarla por un equivalente en papel
moneda, fabricado según las experiencias de Inglaterra y los Estados Unidos, y
así evitar los efectos negativos de posibles falsificaciones. Pasados los tres
meses, las pesetas en circulación serían admitidas por un valor menor y el
banco podría ofrecer las suyas por ese mismo valor, lo cual representaría una
pérdida de un 25%, pero los intereses de los préstamos cubrirían el déficit y
el costo de la operación cuyo objetivo era:
1. Devolver a las pesetas sevillanas
su valor original sin gravamen alguno.
2.
Reducir las tasas de interés de los créditos para estimular el desarrollo de
planes industriales y agrícolas.
3. Activar otras fuentes de prosperidad económica.[6]
Luz y Caballero consideró
oportuno ofertar premios a quienes fomentaran industrias que exigieran inicialmente
elevados capitales. También hizo referencia a la conveniencia de aplicar un
nuevo arbitrio para cubrir el déficit resultante de la rebaja de los derechos
de introducción de los productos manufacturados del extranjero. Su objetivo era
proteger el desarrollo gradual e independiente de la industria y la producción
en el país, y así lo hace constar cuando afirmó que las medidas propuestas
tenían el propósito de “amparar y
defender nuestra naciente industria contra la de otras naciones más adelantadas
que nosotros en todos los ramos.”[7]
El eminente intelectual
cubano apuntó que con la adopción de las medidas propuestas, crecería
sustancialmente la producción y circularía una cantidad de dinero en
correspondencia con la oferta de productos en el mercado, así podría lograrse
un equilibrio financiero y productivo que devolvería a la peseta sevillana su
valor original, lo cual representaría un respaldo confiable para el
cumplimiento de los planes previstos.
Como las transformaciones en
la agricultura constituyen una premisa fundamental para la promoción de cambios
sustanciales en la superestructura económica de cualquier país, Luz declaró
imprescindible introducir mejoras en ese sector y aconsejó el desagüe y cultivo
de algunas zonas bajas y cenagosas localizadas en las cercanías de
Convencido de la gran
importancia del cultivo de la caña y la producción de azúcar para el desarrollo de la vida social del
país, reprochó a los intelectuales que coqueteaban con el espiritualismo, a los
cuales instó a dedicar sus energías a la búsqueda de soluciones a los problemas
económicos más urgentes, y al respecto señaló:
”Nuestros maestros, nuestros filósofos, nuestros
sabios, que deberían enseñarnos, han olvidado que en esta Isla vive el hombre
por el azúcar, que antes era, y es más fácil, analizar el guarapo que el hombre
mismo; y que las cuestiones sobre la descomposición de las meladuras nos darían
más provecho que las del sensualismo y espiritualismo; que el hombre es como
Dios lo ha hecho, y el azúcar será como
la podamos hacer nosotros.”[8]
El maestro, quien consideró la química como una
poderosa palanca impulsora del desarrollo científico, señaló la necesidad de
reforzar el carácter experimental de su enseñanza, promoviendo la utilización
de procedimientos novedosos y medios que propiciaran un aprendizaje más
dinámico e independiente. Para alcanzar ese propósito proyectó un laboratorio
de química dotado con todas las sustancias necesarias y el más moderno
instrumental de trabajo. Además, encargó
la orientación de los estudios de la misma al mejoramiento del proceso de
elaboración del azúcar de caña. También recomendó la preparación de abonos para
optimizar los suelos de labranza y encargó a los profesores de dicha asignatura
la promoción de cuantas investigaciones condujeran “a resolver todos aquellos problemas de cuya solución depende
directamente la prosperidad, o al menos el alivio del laborioso cultivador.”[9]
El notable pedagogo fue
partidario de educar a los jóvenes en el principio de la necesidad de establecer
relaciones armónicas con la naturaleza, para utilizar racionalmente sus
recursos y, al mismo tiempo, dar más garantía al desenvolvimiento de la vida
humana. También expresó el interés por adquirir medios de transporte eficientes
y seguros, entre ellos el ferrocarril, y optó por el uso del carbón mineral
como fuente energética principal en
las fábricas y talleres, pero siguiendo
determinadas normas de seguridad para evitar daños al ambiente y a la salud
humana.
En uno de los artículos
polémicos sobre el tema “Los caminos de hierro”, Luz afirmó que el desarrollo de algunos
países del norte de América estimulaba la necesidad, entre sus naciones, de
dedicarse al ocio y al lujo en el tiempo libre. Bajo ese principio,
defendió la idea de animar las visitas
de los viajeros de esas regiones, pues Cuba les ofrecía la oportunidad de
esparcimiento por la calidez del clima y la belleza de su naturaleza, razón por
la cual propuso la ampliación de las redes ferroviarias para obtener nuevas
fuentes de ingresos económicos para el país. Estos postulados quedaron
plasmados pera la posteridad como expresión de una incipiente promoción del
turismo en Cuba; leamos sus palabras:
“Es verdad que nosotros carecemos de ciudades
populosas, célebres monumentos y otras curiosidades del arte, pero nos sobran
las curiosidades de una naturaleza siempre viva y esplendente, tras la cual se
van los ojos a nuestros vecinos los norteamericanos, habitadores de esas
frígidas regiones, de donde huyen en el invierno para venir a solazarse y respirar
el aire más benigno de nuestro clima. ¡Cómo no afluirán a centenares con
fáciles comunicaciones en pos del lucro, del recreo y de la salud, que podrán
buscar entonces no sólo en nuestro aire, sino en nuestras aguas!”[10]
Como el ferrocarril constituía
el medio de transporte más eficaz para el trasiego de azúcar, mieles y otros
productos, Luz reflexionó detenidamente ante el anuncio de la puesta en venta,
por
De acuerdo con el relevante
educador, independientemente de que las zonas atravesadas por las líneas
ferroviarias no estaban muy pobladas, como ocurría en los tramos de
ferrocarriles construidos en Inglaterra, Alemania, Francia y otros países de
Europa, donde el traslado de pasajeros era muy amplio, en Cuba las grandes
ganancias eran obtenidas por concepto de transporte de variados productos
agrícolas; así lo hace constar en uno de sus artículos: “Es de asombrar el número de millones de arrobas de diversas cargas de
uno solo de dichos partidos. ¡Por sólo el camino de Sabanilla y Piedras pasan
anualmente cerca de cinco millones de arrobas de carga, solamente en los ramos
de azúcar y miel!”[11] Los elevados
ingresos que aportaba el ferrocarril y las posibilidades reales de
incrementarlos, provocó que muchas personas pusieran sus ojos en el control de
ese medio de transporte, entre ellos accionistas extranjeros. Por esa razón el
gran maestro realizó un análisis minucioso del tema y ello le permitió
descubrir que el remate no fue consumado solamente con el mejor postor, sino
que el mismo resultó ser un solo hombre, un capitalista extranjero, que
aprovechó muy bien la oportunidad para ofrecer más que los otros licitadores,
lo cual hizo peligrar el cumplimiento de la gran tarea de desarrollar
relaciones económicas independientes.
Por consiguiente, al decir
de Luz y Caballero: [
Evidentemente, nuestro gran
pedagogo logró comprender fehacientemente la importancia de mantener los
ferrocarriles en manos de inversionistas del país, para imponer un carácter
nacional al proceso de desarrollo
económico y social del mismo.
Lo revolucionario del
proyecto Lucista radica en que con él fue sustentada la necesidad de implantar
una industria, una agricultura y medios de transporte modernos, financiados con
capital interno y sin depender de los grandes bancos de Occidente para forjar
una economía diversificada y genuinamente cubana, sobre la cual pudiera
erigirse una cultura verdaderamente autónoma. Así quedó abierto el camino hacia
formas superiores de organización de la producción y el comercio en Cuba,
y fueron
sentadas las bases para el nacimiento de un modelo de pensamiento
defensor de los intereses nacionales contra la penetración foránea.
-----. Elencos y Discursos Académicos.
LUZ
Y CABALLERO, JOSÉ DE LA [ET. AL].
-----.
[1] Este artículo fue publicado por los autores en la edición 26 de
[2] Luz y
Caballero, José de la. “Sobre
[3] -----. “Informe sobre
[5] Luz y Caballero, José de la.
“Aforismos y Apuntaciones”, p. 301.
[6] -----. “Voto particular en el
expediente sobre pesetas sevillanas”. En Escritos Sociales y
Científicos, p. 135-136.
[7] -----. -----, p. 142.
[8] Luz y Caballero, José de la. “Al Señor T. por una nota agregada a su traducción del interesante artículo sobre La composición de la caña de azúcar de Martinica, publicado en el diario de hoy”. En Escritos Sociales y Científicos, p. 162.
[9] Luz y Caballero, José de la. “Informe sobre
[10] -----. “Caminos de hierro”. En Escritos Sociales y Científicos, p. 10-11.
[11] Luz y Caballero, José de la. “Caminos de
hierro”. En Escritos Sociales y Científicos, p. 127.
[12] -----. -----. -----, p. 61.