Cuba y Puerto Rico, las dos alas de un pájaro.

Autores:

MsC. Rudy Ávila Figueredo

rudyaf@hlg.rimed.cu

Lic. Liset Guillén Prieto

Lic. Leticia Guillén Prieto

 

Resumen

El controvertido tema de la situación actual de Puerto Rico posee numerosas aristas para su análisis, y tal cuestión se presenta a los cubanos, más que como un hecho internacional, como una cuestión propia. Partiendo de un enfoque martiano, en el presente trabajo se abordan algunas coincidencias y se perfilan ciertas reflexiones en torno a los procesos históricos de ambas islas, dada su similitud en cuanto a la formación de la nacionalidad en los períodos de dominación hispana y norteamericana. Se refuerza la idea de que el caso de la independencia de Puerto Rico, a la que el Maestro concedió importancia capital, está pendiente de resolver.

Palabras claves: Independencia, Cuba, Puerto Rico, José Martí, dominación norteamericana, identidad nacional.

 

Abstract

Puerto Rico's current situation is a controversial issue many sides for analysis. For cubans it is more than an international fact: it is something that touche us closely. Following Martí's perspectives, this work discloses coincidences and reflections about the historic processes of both countries, so similar in the formation of their nationhard during the Spanish and the Northamerican rules. The work also emphasies that the independence of Puerto Rico a matter to which Martí gone top   priority   is still incomplete

Key word: Independence, Cuba, Puerto Rico, José Martí, Northamerican dominance, national identify.

 

“Puerto Rico, ala que cayó al mar,

que no pudo volar,

yo te invito a mi vuelo

y buscamos juntos el mismo cielo.”

                                   ( Pablo Milanés)

 

Es suficientemente conocida la relevancia que concedió el Héroe Nacional cubano a la independencia de las islas de Cuba y Puerto Rico, dada la importancia capital que estas poseían desde el punto de vista geográfico, así como estratégico, tanto para España como para los Estados Unidos. En algunos de sus escritos se referiría el Maestro a este asunto, en los que se patentiza su extrema preocupación por el destino de las dos islas del Caribe. Sin embargo, las ideas de Martí expresadas en el siglo XIX en torno a dicha problemática, infelizmente cuando el mundo se halla en los albores del siglo XXI, no se han llevado a feliz término; el caso de la hermana isla de Puerto Rico no ha sido resuelto, pues este querido pueblo, hermano de sangre y de lucha, aún no ha logrado desprenderse de las ataduras del coloniaje norteamericano.

Por la importancia y entera actualidad que reviste a la luz de estos días el tema, no sólo para Cuba, sino para todos los que anhelan ver libre a  ese valeroso pueblo, cuyas raíces independentistas se consolidan cada día más, es que el presente trabajo tiene como propósito esencial abordar algunas hechos cruciales en los procesos históricos de ambas islas, que las hermanan mucho más, y que hacen mucho más válido el criterio sobre la importancia de que la independencia de ambas naciones era, en el instante en que le tocó vivir al Maestro y también en el acontecer más inmediato, una cuestión medular que aún debe ser resuelta, en momentos en que el continente americano libra arduas batallas en pro de la independencia y de la unidad de todos los pueblos de América Latina y del Caribe.

Para el pueblo cubano resulta un tema de extrema sensibilidad el caso de la hermana isla de Puerto Rico. En diversos períodos del transcurrir histórico se han entrelazado los destinos de estos pueblos, desde la conquista y colonización, transitando por el proceso de surgimiento y consolidación de las identidades nacionales, el inicio de las luchas por la emancipación nacional y el logro de la independencia, donde La Demajagua y Lares se diferencian tan sólo en veinte días en el tiempo.

En la primera guerra grande de los cubanos, la sangre de los patriotas de ambas naciones se fundió como el mejor abono para la semilla de la libertad. Desde Betances, Padre de la patria borinqueña, hasta el último soldado anónimo que ofreciera su esfuerzo para el logro de la causa de Cuba, calaron en lo más hondo del sentimiento patriótico nacional, transformándolo en sentimiento latinoamericano Eugenio María de Hostos, Juan Rius Rivera, Semidey y los hermanos Marín, entre otros. Fueron muchos los que se alistaron en aquella gesta liberadora en la manigua redentora cubana, sin olvidar a los que desde la emigración, a través de su incorporación al Partido Revolucionario Cubano, apoyaron con valiosos recursos y defendieron la dignidad de la mayor de las Antillas, desde las mismas entrañas del monstruo que miraba con ojo calculador a las dos islas que garantizaban el equilibrio del mundo, y con pérfidas intenciones, muy bien disfrazadas en lenguaje amistoso, las invadiría en 1898.

José Martí, conocedor profundo de la historia universal y de la historia americana, desarrolló una  ardua y  extensa labor preparatoria  de la guerra que había concebido para alcanzar la definitiva independencia de su Patria; para ello creó el Partido como elemento político cohesionador y dejó plasmado en algunos de sus escritos el lugar principalísimo que concedía al problema de la independencia de la isla de Puerto Rico. Tal es así, que en el programa de dicho Partido se declaraba que “se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de Cuba, y auxiliar y fomentar la de  Puerto Rico.” (1)

En carta dirigida a Federico Hernández Carvajal, con fecha 25 de marzo de 1895, expresa el Apóstol de la independencia cubana: “Pero aún puedo servir a este único corazón de nuestras repúblicas. Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo.” (2)

Y en el tercer año del Partido Revolucionario Cubano, publicado en el periódico Patria, en Nueva York, 17 de abril de 1894, refiere Martí: "(...) la independencia de Cuba y Puerto Rico no es sólo el medio único de asegurar el bienestar decoroso del hombre libre en el trabajo justo de los habitantes de ambas islas, sino el suceso histórico indispensable para salvar la independencia amenazada de la América libre, y la dignidad de la república norteamericana. ¡Los flojos, respeten: los grandes adelante! Esta es tarea de grandes." (3)

Al  realizar un análisis de estas palabras de Martí, se comparte el criterio expresado al respecto por Antonio Martínez Bello, cuando manifiesta que

 “... la independencia de las Antillas podría evitar que la ‘América inglesa’ se abalanzara sobre los países latinoamericanos, evitaría por lo tanto que esa ‘América europea’ incurriese en el deshonor de robar a la América hispana su independencia política y económica, y al frustrar esa faena inmoral de despojo, se impediría el choque entre los Estados Unidos y las potencias rivales que aspiraban a extender su influencia a las costas cubanas. Así, al evitar tamaña pugna entre colosos por el ‘reparto del mundo’, o de esta parte del mundo, mediante la guerra, cuyas consecuencias pudieran ser catastróficas, se aceleraría y fijaría el ‘equilibrio del mundo.’” (4)

La previsión martiana expuesta en su carta inconclusa a Manuel Mercado del 18 de mayo de 1895, horas antes de su caída, demuestra la validez de su análisis del fenómeno que se gestaba en Norteamérica: el imperialismo. De este, que conocía profundamente, y, con tales presupuestos, consideraba que con la independencia de Cuba y de Puerto Rico, se evitaría que los Estados Unidos se extendieran por las Antillas y cayeran con arrolladora fuerza sobre las tierras de América, como en realidad ocurrió al frustrarse el proceso, por una política hábil, fría y calculadora del Imperio.

En el año 1898, con el pretexto de la explosión del acorazado “Maine”, penetraron en Cuba y frustraron el proceso que se había iniciado tres años antes; ya no se encontraba Martí al frente de los cubanos para alertar sobre los peligros que se cernían sobre la Isla y sobre el resto de los países de América. Pero los Estados Unidos también penetraron en Puerto Rico. Si Martí poseía claridad meridiana del papel que jugarían las dos islas en el equilibrio del mundo, el Imperio conocía que para lograr sus apetencias, ambas le eran estratégicamente imprescindibles; todos sus esfuerzos se centrarían entonces en truncar el desarrollo de ambos procesos, presentándose como los salvadores y los únicos capaces de hacer transitar a estos pueblos por las sendas del “progreso y la prosperidad”.

En el caso de Cuba, los Estados Unidos impusieron la Enmienda Platt, que lastraba  su  independencia; pero se aceptaba esta o, de lo contrario, se soportaba la presencia de las tropas de ocupación. En este sentido, en Cuba, por una parte se desarrolló una conciencia plattista en un segmento de los cubanos, en tanto que en otra se hizo evidente la virtud doméstica; en otras palabras: “deben portarse bien, si no quieren que entren los norteamericanos”. En la hermana isla caribeña emplearon otros mecanismos de dominación: lograron confundir a la clase obrera, a través de una serie de medidas que afectaban a la burguesía agraria incipiente. Por ejemplo, se realizó un canje de moneda que la afectaba en grado considerable; se cerraron los mercados europeos; engañaron a la clase obrera, cuya conciencia de clase recién comenzaba a formarse, con una serie de prebendas y de logros que eran ya viejos en los Estados Unidos. En ambos países se produjo un desmontaje en el terreno de la conciencia y en todo lo referente a la ideología de las masas, lo que menguaba la capacidad de resistencia y de lucha de los pueblos por sus verdaderos intereses y derechos. Se abrió un período que se conoce en la historia como adormecimiento de la conciencia nacional. Sólo en medio de esas circunstancias se puede comprender que los hombres que fueron capaces de exponer sus vidas al peligro, que enfrentaron con un valor a toda prueba a las huestes hispanas en los campos de batalla, se convirtieran en defensores de los intereses yanquis y de su sistema ideológico; y mucho más allá de esto, que llegaran a convertirse en tiranos de sus pueblos.

El Imperio estaba y está consciente de que

 “… la identidad nacional resulta premisa, proceso, resultado y síntesis de la nación y, como tal, fuente de proyectos y alternativas de desarrollo de la nación. De aquí se explica el por qué a un pueblo al cual se le mistifica su lengua, su cultura y sus formas de vida cotidiana, ya sea por imposición directa o por una dominación cultural más sutil, es un pueblo en fase de desnacionalización, pues se le adulteran los elementos en los cuales puede reconocerse. Si el colonialismo y el imperialismo constituyen la causa fundamental de la negación de la nación, la lucha contra ellos es la reafirmación primaria de la nación y la expresión más fuerte de identidad.” (5)

En Cuba se produjo un despertar en la década del siglo XX, y a partir de entonces, no hubo tregua para el enemigo hasta ver realizados sus anhelos de independencia con la Revolución del primero de enero de 1959; Puerto Rico, en cambio, transitó del ideal independentista, a su condición actual de “Estado Libre Asociado”, hasta retomar en la década del 50 el ideal independentista, objetivo aún por lograr.

La historia ha querido hermanar la estoica trayectoria de lucha de estos dos pueblos: recuérdense las marchas de solidaridad en apoyo a cinco jóvenes patriotas, presos políticos puertorriqueños: Lolita Lebrón, Irving Flores, Andrés Figueroa, Cancel Miranda, apresados en 1954, y Oscar Collazo, en 1950, quienes padecieron las más crueles torturas y vejámenes en las prisiones del Imperio durante más de dos décadas, tan sólo por el “delito” de luchar por la independencia de su patria. Hoy, en las mismas cárceles, cinco jóvenes cubanos sufren por el delito de defender a su pueblo y al de los propios Estados Unidos del terrorismo que justifica y ampara el propio gobierno norteamericano que invade a otros países, bajo la falsa acusación de realizar acciones terroristas.

Durante los años que duró la dominación imperialista en Cuba, el pueblo tuvo que sufrir todo tipo de humillaciones; similares condiciones ha tenido que enfrentar el borinqueño, y similares han sido también las muestras de valentía y de dignidad demostradas por ambos pueblos. La Masacre de Ponce fue protagonizada por el poder neocolonial en el año de 1937, bajo las órdenes del general norteamericano Winship en contra de una manifestación pacífica del pueblo, en justo reclamo a la excarcelación de sus líderes. Allí, en medio de aquella apoteósica matanza, un joven nacionalista, ya moribundo escribió con su propia sangre: “¡Viva la República! ¡Abajo los asesinos¡”. Algunos años después, en Cuba, cuando se produjo el bombardeo a los aeropuertos, otro joven, al caer su cuerpo abatido por la metralla, estampó en una pared con su preciosa sangre: “Fidel”, como símbolo de libertad para todos los cubanos.

Actualmente, la isla de Vieques se emplea como plataforma de ensayos de las tropas norteamericanas; en Cuba, a pesar de haber alcanzado la independencia, en la Base Naval de Guantánamo se realiza toda clase de prácticas, donde de igual forma se violan de manera sistemática los derechos humanos de los presos que son llevados allí, incluso sin habérsele celebrado juicio, lo cual ha sido condenado por varios organismos internacionales.  

Hoy, cuando han transcurrido 108 años de la funesta intervención de los Estados Unidos en la isla de Puerto Rico, los anhelos del Apóstol de la independencia de Cuba de ver libres a ambas islas no se han realizado Por lo pronto, se sigue con preocupación el destino de un pueblo que se niega a perder sus valores y su identidad como nación; a pesar de las fuertes presiones de toda índole que se ejercen sobre él, continúa luchando por la defensa de sus más elementales derechos, aunque se mantiene como enclave colonial en una época en que tal forma de dominación se dice abolida en el mundo. Sin embargo, existe la certeza de que no será fácil para ese pueblo, en las complejas circunstancias del mundo de hoy, alcanzar su independencia, pues el Imperio se aferra  a su política de dominación mundial.

 Si “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas”, cántese hoy a los hermanos de lucha  los versos del  poeta: “siguiendo el mismo camino/ nos volvemos a encontrar/ para juntos reclamar/ que se cambie tu destino/ y si acaso le negaran/ lo que por fuerza es de usted/ yo le invito a volar esta vez/ con el machete en las alas”.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

 (1)   Bases de PRC, artículo II. T. I, p .118.

(2)    Epistolario martiano en cinco tomos . T­V, p. 118.

(3)    Martí, José. Obras Completas. T. III, p. 143.

(4)    Martínez Bello, Antonio. José Martí antimperialista y  conocedor del imperialismo, p. 91-92.

(5)    Pupo Pupo, Rigoberto. Identidad, emancipación y nación cubana, p. 41.

 

BIBLIOGRAFÍA:

CENTRO DE ESTUDIOS MARTIANOS. Epistolario Martiano en cinco tomos. Ciudad de La Habana, Editorial de  Ciencias Sociales, 1993. Tomo V.

MARTÍ, JOSÉ. Obras Completas. Ciudad de La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975. Tomo I.

-----. Obras Completas. Ciudad de La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,  1975.  Tomo III.

MARTÍNEZ BELLO, ANTONIO. José Martí, antimperialista y conocedor del imperialismo. Ciudad de La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1986.

PUERTO RICO. Editado por el Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. La Habana, 1973.

PUPO PUPO, RIGOBERTO. Identidad, emancipación y nación cubana. Ciudad de La Habana, Editora Política, 2005.