Editorial


Un cuarto de siglo está cumpliendo, este 19 de mayo, la Cátedra Martiana del Instituto Superior Pedagógico “José de la Luz y Caballero.” Veinticinco años fructíferos con el propósito esencial de estudiar profundamente la vida y obra del Apóstol José Martí Pérez, así como propiciar la mayor participación dable de docentes y estudiantes con el acertado fin de que su ideario sea de amplio conocimiento, y comprendida su vigencia revolucionaria en la Cuba socialista que hoy se construye y se defiende.
Se vive en un mundo donde fuerzas retrógradas pretenden llevarlo a un holocausto y es a ese venero martiano a donde debe concurrirse para establecer la idea y la praxis del equilibrio entre las formas del decir y el hacer. Quiso José Martí que las escuelas fueran laboratorios útiles para la ciencia teórica y para la ciencia práctica; anheló la formación y conformación perfecta de los educandos; que los títulos fueran llaves que abrieran la vida a los profesionales recién salidos y no recetas de conocimientos para recitar de corrido haciendo gala de elementos vacíos de saber; quiso, en fin, una cultura útil, piadosa, sabia y universal, pero injertando el mundo de las dolorosas repúblicas latinoamericanas.
Hoy Latinoamérica se levanta y se conexan los pensamientos del Apóstol con los de Bolívar, Sandino, Alfaro y Tupac Amaru porque “La América ha de promover todo lo que acerque a sus pueblos y abominar todo lo que los aparte”, para que los gigantes con botas de siete leguas sean detenidos por la marcha inexorable de los pueblos nuevos de “La América India, Negra y Mestiza”.

Lic. Dennis Rabell Cruz