El contenido actitudinal en el aprendizaje.  

Autores:  MsC. José Soler Silva

                jsoler@isphlg.rimed.cu

                Lic. Rafael C. Hernández Infante

 

Resumen

En este trabajo se abordan aspectos psicológicos y didácticos que son importantes en la formación  y tratamiento de las actitudes, necesarios para  la activación del proceso enseñanza-aprendizaje y para otorgar al estudiante el protagonismo que requiere. Se brindan recomendaciones metodológicas, sustentadas en la Teoría Materialista Dialéctica y supuestos epistemológicos de otras corrientes contemporáneas.

Palabras claves: actitudes, aprendizaje, pensamiento, necesidades.

Summary  

In this work psychological and didactic aspects are approached that are important in the formation and treatment of the attitudes, necessary for the activation of the process teaching-learning and to grant the student the protagonism that requires the same one, for that which, methodological recommendations are offered, sustained in the Theory Materialistic Dialectical, and supposed epistemologicos of other contemporary currents.

Key words: attitudes, learning, thought, necessities.

 

La revolución científico‑técnica impone condiciones, dado el enorme incremento del volumen de información  científica y su renovación rápida que agudiza la contradicción entre la creciente información y su asimilación.

Ante estos retos, los sistemas educativos de diferentes países han respondido con la activación del proceso de enseñanza‑aprendizaje. Por esta razón, el desarrollo del pensamiento de los alumnos y su actitud para adquirir individualmente los conocimientos necesarios, adquieren una importancia de primer orden. En la proyección pedagógica de José Martí están vigentes cuando plantea: “No hay mejor sistema de educación que aquel que prepara al niño a aprender por sí”.  (Martí, 1975,  t. VIII: 421).

El hombre tiene necesidad de pensar, organizar y dirigir su actividad cognoscitiva, cuando en la interacción con el medio encuentra obstáculos que le impiden alcanzar determinados fines. En la literatura psicológica consultada, existe consenso acerca de que el acto (o el pro­ceso) del pensar parte de una situación problémica (Labarrere, 1994; Medrano; On­rubia, 1995; Sole, 1996). Por lo que se debe tener presente que el estudiante piensa a partir de sus necesidades, motivos, sentimientos; es decir, no basta con el problema. Este solo le da la posibilidad de pensar, pero no es suficiente; para ello resulta imprescindible que en él surja la necesidad y el interés de resolverlo, esos son requisitos que hay que tener en cuenta para poder desarrollar el pensamiento y cualesquiera de las formas que pueda adoptar este, y para lograrlo hay que conocer las particularidades de cada estudiante (su individualidad).

Lo anteriormente expuesto, presupone el estudio de la formación y desarrollo de las acti­tudes que, como proceso psíquico inductor y regulador se vincula estrechamente a la conducta, y cuanto más se conozca acerca de ellas y de su proceso de formación y desarrollo, tanto mejor podrá garantizarse que el estudiante realice el esfuerzo que requiere un determinado aprendizaje y se comporte de forma positiva ante este.

El concepto de actitud no es fácil de definir, ya que en él intervienen una serie de factores y variables que hacen bastante complicado este proceso psíquico; sin embargo, la palabra acti­tud se usa con bastante frecuencia en el contexto educacional.  Así, se encuentran docentes y estudiantes que en determinados momentos (claustrillos, asambleas integrales, asambleas de brigadas, etc.)  plantean, por ejemplo:

  Pedro tiene mala actitud hacia el estudio...

  María mantiene una actitud correcta hacia las actividades productivas…

  Ana mantiene una actitud correcta hacia las actividades culturales...

Cuando se hacen las argumentaciones, se puede constatar que estas se realizan sobre la base de la conducta asumida por el estudiante. Por ejemplo:

...que es una buena estudiante, ya que cumple con  todas las tareas y respon­sabilidades asignadas...

...es buena estudiante, buena compañera y en general mantiene una participación activa...

En una experiencia puntual llevada acabo con profesores del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas  “José Martí Pérez”, se pudo constatar que de 20 profesores entrevistados,  19 consideran la actitud como la conducta asumida por  el estudiante ante una determinada situación, para un  95%, y solamente 1 la considera como una disposición, para un 5%.

Desde este punto de vista, el concepto de actitud queda limitado a su manifestación ex­terna al no considerarse el proceso interno. Como la conducta es la manifestación externa, práctica y observable que realiza el estudiante y es, además, lo que permite conocer en ma­yor o menor medida si existe la actitud, se ha formado la concepción en los docen­tes de que la conducta es la actitud, por lo que existe poco dominio de estos conceptos y de cómo se interrelacionan.

Las actitudes no son conductas, sino disposiciones (un estado interno) que le llevan a actuar en determinada dirección, ya sea positiva o negativa hacia el objeto, situación o grupo  de situaciones. Estas son más o menos estables, por lo que  pueden ser modificadas tanto en un sentido como en otro; expresan la toma de posición del individuo y surgen por la interacción del sujeto con el medio social. (Báxter, 1988).

Otra concepción bastante generalizada en los docentes es la de utilizar el discurso como método para formar, desarrollar o cambiar las actitudes. Es decir, mediante el discurso el docente valora la conducta asumida por el estudiante, tratando de lograr el cambio, o sea, intenta imponer normas de conductas, con un contenido que responde, en la mayoría de los casos, a los intereses y necesidades del docente y no a la del estudiante.

Se debe aclarar que el discurso es la base de la comunicación y para que exista proceso de enseñanza‑aprendizaje, es fundamental la comunicación; pero la efectividad de la influencia educativa que se quiere lograr con el discurso, depende en gran medida de la posibilidad de provocar en el estudiante vivencias perdurables, de compar­tir necesidades, reflexiones, motivaciones y errores. (González, 1996).

Se puede constatar, además, que en ocasiones se utiliza el mismo discurso con varios estudiantes que asumen una misma conducta, sin tener en cuenta las individualidades. Hay que tener presente que: “La personalidad humana es esa organización del mundo psíquico que todos tenemos, que está estructurada para ser la base de las diferencias individuales”.  (González, 1996: 47). En este sentido, se debe de aprender a comunicarnos en las diferencias, a respetar otros puntos de vistas. Lo anterior, remite al  principio del carácter individual y social de los aprendizajes, que hay que tenerlo en cuenta a la hora de trabajar las actitudes.

Otras de las insuficiencias que prevalecen en el sistema de enseñanza-aprendizaje es el paternalismo y la sobreprotección, que se manifiestan en la tendencia a darles todas las condiciones posibles y pedirles o exigirles muy poco, o nada a cambio. Esto trae como consecuencia la creencia de que se lo merecen todo, asumen  posiciones cómodas ante cualquier tarea, lo que provoca que no sean constantes en el esfuerzo y que la abandonen ante cualquier dificultad. Los roles asumidos, fundamentalmente por padres y docentes frena su creatividad  y les otorga un papel pasivo en los aprendizajes, además de que limita su desarrollo personal. “El paternalismo ubica fuera, en sistemas de presiones externas, lo que debe estar dentro, en los motivos y las convicciones de las personas”. (González, 1996: 52).

Otra situación a considerar, es que en ocasiones y de forma inconsciente se fijan las actitudes negativas en lugar de las positivas, cuando por ejemplo se encuentra a un estudiante sentado encima de la mesa y  se le plantea  “bájate de la mesa”  o  “no te sientes en la mesa”, en lugar de utilizar “siéntate en la silla”, que es la actitud positiva en este caso.

Estas insuficiencias que prevalecen en mayor o menor medida en el sistema de enseñanza-aprendizaje, demuestran la necesidad de actualizar a los docentes en las características psicológicas de las actitudes, por ser este un aspecto necesario para el desarrollo de la personalidad del estudiante y además, poder  contribuir a lograr su protagonismo en el  proceso de enseñanza-aprendizaje.

La estrecha vinculación de lo afectivo y lo cognitivo en los aprendizajes precisa el estudio de las variables necesidad y motivación, entre otras, y cómo se relacionan estas con las actitudes. Al ser la actitud un estado interno y una variable motivacional, existe consenso en los autores consultados de que se debe comenzar su estudio por las necesidades.

Necesidad es lo que impulsa al individuo hacia una actividad encaminada a satisfacerla. Es el estímulo interno de su conducta y actividad. El motivo es todo aquello en lo que encuentra satisfacción una necesidad (Ponce, 1981).

El hombre está en constante actividad y necesidad, pero de la infinitud de sensaciones que le llegan continuamente, solo determinan actitudes las que afectan el sistema de necesidades. Es por ello que si la información recibida en un momento dado, no afecta el sistema de necesidades más o menos fijadas que existen en su psique en ese instante y en determinada situación, no habrá actitud.

Se debe aclarar que los objetos de la realidad, después de relacionarse con los estudiantes y entrar a formar parte de su experiencia, no se hacen conscientes cuando se vuelve a interactuar con ellos, porque no se relacionan con el sistema de necesidades individuales existentes en ese momento; o sea, si al inicio de la disposición psíquica hacia el objeto, era la necesidad, ahora lo es la experiencia anterior, por lo que a medida que el sistema de necesidades desempeñe un papel menor, la concientización será menor también.

Toda conducta humana está determinada por la motivación. La conducta es la manifestación externa de los cambios internos, no es precisamente un cambio interno. Cuando una actitud  no puede traducirse en una conducta consecuente con ella, la necesidad  no se satisface y se dan las condiciones que propician la excitación emocional.

Para el análisis de las necesidades, se ha tomado la teoría de la motivación de A. Maslow y en particular, la tipología  de las necesidades y el carácter jerárquico de estas. Este autor considera 6 niveles:

1.-  Necesidades fisiológicas: Propias de la naturaleza biológica. Ejemplo: respirar, alimentarse, beber agua, eliminar sustancias de desechos, etc.

2.- Necesidades de seguridad: Relacionadas con los deseos de obtener cierta estabilidad, orden y orientación dentro del contexto en que la persona se  encuentre. El ser humano busca protegerse de los peligros, enfermedades, sensaciones perturbadoras y las situaciones que le causan tensión.

3.-  Necesidades de amor y pertenencia: También conocidas como de afiliación y vinculadas  a los deseos de asociarse con los demás semejantes, de ser aceptados y mantener relaciones armoniosas. Ser fieles a los valores y normas.

4.-  Necesidades de estimación del yo: Relativa a los deseos de la persona de alcanzar y mantener una valoración positiva de sí misma y de sentirse capaz. Deseo de ser reconocido como competente, poseer prestigio, respeto e independencia.

5.-  Necesidades de autorrealización: Se relaciona con el conjunto de capacidades que tiene la persona asociadas a su yo y estas necesidades lo mueven a expresar y desarrollar estas capacidades. También son llamadas necesidades de crecimiento y  conducen a la entrega de la persona a actividades creativas y tienen gran influencia en la salud mental.

6.-  Curiosidad y necesidad de comprender el mundo circundante: Son aquellas que se relacionan con los deseos del ser humano de conocer y comprender los diferentes aspectos del medio en que vive y se desarrolla.

Estas necesidades están organizadas en una jerarquía de importancia, que va sucesivamente desde las más primitivas –fisiológicas- hasta las de más alto nivel.

Para su mejor comprensión se  representan en una pirámide conceptual.


En esta jerarquía, resultan impulsoras de la actividad aquellas necesidades de los niveles más bajos, que en mayor medida y en un momento dado se encuentren insatisfechas, y a medida que las necesidades correspondientes a un nivel inferior de la jerarquía son atendidas de modo efectivo, cesan de actuar como fuerzas motivadoras, y surgen entonces en la motivación de la persona las necesidades del subsiguiente nivel más alto.

Se debe tener presente que cualquier necesidad que tenga una persona, no puede ser considerada de forma aislada, sino como un sistema interdependiente, ya que el surgimiento de una determinada necesidad depende del estado de satisfacción o insatisfacción de las demás necesidades más apremiantes. De esta  manera, si un grupo de necesidades satisfechas en un nivel inferior dejan de estarlo, la energía empleada para la satisfacción de las necesidades de más alta jerarquía se desvía entonces para la satisfacción de esas necesidades.

Este sistema jerárquico de necesidades, no es infalible; es posible encontrar personas y grupos que anteponen la satisfacción de sus necesidades superiores, a cuenta de la insatisfacción de las más primitivas, lo cual fue concebido por el propio Maslow. (Citado por García, 1981).

En este sistema de necesidades, las que se trabajan en clases son las que se corresponden con el nivel 6 –curiosidad- y son las que se encuentran en la cúspide de la pirámide, por lo que constituye un reto para el docente alcanzar una alta motivación en su clase, ya que deben estar satisfechas las necesidades de los niveles inferiores.

*             ¿Qué hacer para motivar a los estudiantes y formar actitudes positivas ante las situaciones de aprendizajes?

La respuesta no es fácil, puesto que cada persona tiene sus propias necesidades, metas, aspiraciones, etc. y evalúa los pro y los contra en función de su propio sistema de valores, sistema que difiere en cada persona, ya que lo que es un elemento negativo para una, para otra no lo es. Es por eso que si se quiere motivar a un estudiante, se deben conocer  estas peculiaridades de la personalidad.

*             Sugerencias metodológicas:

La metodología que se propone aplicar, es fundamentalmente participativa y de diálogo, flexible, crítica y que permita desarrollar en los estudiantes, lenguajes, métodos y procedimientos, actitudes y valores, para satisfacer sus necesidades individuales y las sociales del grupo en el que convive.

Requiere por parte del docente de un profundo estudio de  las individualidades de sus estudiantes,  sus necesidades, sentimientos, aspiraciones e intereses. Estos le permiten dirigir y orientar su trabajo de una manera más eficiente, así como lograr la formación de motivos y actitudes positivas hacia las distintas situaciones de aprendizajes, por lo que el diagnóstico (psicológico) desempeña un papel fundamental para el logro de este propósito.

Se sugiere aplicar diferentes test, que permitan caracterizar psicológicamente a los estudiantes, entre estos se sugieren:

*      Completamiento de frases.

*      Técnica de los 10 deseos.

*      Técnica de los 10 objetivos a realizar en la vida.

Estas  técnicas, como punto de partida, proporcionan  una información importante sobre distintas áreas de la personalidad del estudiante, sus necesidades, intereses, conflictos, etc.

Luego se puede profundizar en su estudio, aplicando otras técnicas mucho más efectivas y que requieren un mayor tiempo de aplicación, como son:

*   El cuestionario.

*   La entrevista.

*   La observación.

Con estos conocimientos, el docente puede formular o seleccionar el problema (ejercicio o ejemplo) que trabajará en la clase,  de forma que el mismo aborde una temática que responda a las expectativas de la mayor cantidad posible de estudiantes del grupo y los motive a realizar el esfuerzo que requiere encontrar una posible solución. La pulsión cognoscitiva crea en el alumno la necesidad de adquirir los conocimientos y de resolver problemas. Este tipo de motivación está orientado a la tarea porque lo que hace que el alumno aprenda, es su interés por saber; es decir, aprender a aprender, y por lo tanto la recompensa está en el logro de la tarea.

Autores como Ausubel, Novak y Hanesian (1987), señalan a “la discusión” como la metodología más eficaz para promover el desarrollo intelectual. Así los docentes han de fomentar  los procesos mentales (estrategias de aprendizajes) y no únicamente trasmitir conocimientos. (INFODIDAC, 1996).

En  esta sesión de debate o discusión, se debe procurar que las intervenciones tengan lugar sucesivamente y espontáneamente, así como evitar que hable a un mismo tiempo más de un alumno, o que se vea frustrado un punto de vista por la insistencia  de otro estudiante en querer participar con mayor frecuencia. Hay que tener presente que el proceso de valoración se realiza después y tiene como  objetivo seleccionar las ideas que tengan una relación más estrecha con la solución del problema, favoreciendo la comunicación entre los distintos componentes del proceso.

Se sugiere tener en cuenta los indicadores que permiten conocer si los estudiantes realizan una intensa actividad intelectual, entre ellos:

  Preguntas frecuentes.

  Tendencia a participar por iniciativa propia.

  Uso activo de los conocimientos teóricos que poseen.

  Deseo de contar y explicar a los demás sus productos.

Al igual que los indicadores que permiten conocer si el estudiante aprende a aprender:

  Analiza, sintetiza y establece interconexiones entre el sistema de conceptos  con que trabaja.

  Estructura jerárquicamente el sistema de conceptos, según el criterio seleccionado.

  Resuelve problemas.

Otro aspecto a tener en cuenta es el sistema de actividades que realizarán los estudiantes, ya que para que una actividad sea reproductiva o productiva, no depende solo de los métodos o procedimientos utilizados, sino también del enfoque que le dé el docente a la actividad. Cuando este dirige preguntas a los estudiantes, utiliza el método heurístico, pero las preguntas pueden promover una actitud reproductiva si estos, para responder, repiten textualmente las palabras del libro o las del profesor, sin relacionar los conocimientos y sin razonamiento alguno. Será productiva si las preguntas incitan a los estudiantes a relacionar los nuevos conocimientos con contenidos previos, a localizar ideas principales, analizar, criticar, evaluar, descubrir, en resumen, si hacen pensar a los estudiantes. Por lo que se debe tener en cuenta:

*        El diseño de un sistema de actividades dirigido a la apropiación de conocimientos y al desarrollo de la personalidad, que responda a las necesidades cognoscitivas de los estudiantes (según resultados del diagnóstico psicológico hecho previamente).

*        Carácter productivo de las actividades. Estructuración de la enseñanza en forma de problemas de descubrimientos y si es posible solución creativa de problemas.

Por último, se sugiere  asumir la evaluación como un proceso individualizado, en el cual el profesor sigue la lógica del proceso y de las operaciones del alumno (contenidos procedimentales), de manera que lo retroalimente para superar errores, lo motive por lo logrado y lo oriente hacia el próximo momento de aprendizaje.  Estas características de la evaluación se ajustan al protagonismo que se le debe otorgar a los estudiantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Para la Pedagogía, la formación de actitudes constituye un problema de la educación de la personalidad; sin embargo, existe un dominio insuficiente del papel que desempeñan estas en el desarrollo de la misma por parte de los docentes y de cómo influyen en los procesos de aprendizajes centrados en el estudiante.

La base psicológica del aprendizaje centrado en el alumno, resalta a este como actividad personal y social. Se parte del alumno, de atender sus exigencias evolutivas, sus necesidades e intereses. Esto requiere que se trabaje con otra metodología, que se conozca con más profundidad cuáles variables actúan en una situación de aprendizaje, y  de ellas, saber  tomar las que sean  más eficientes para alcanzar las metas propuestas y poder influir de forma positiva en el comportamiento de los estudiantes; la actitud constituye una de las más importantes.

En este trabajo se ofrece una alternativa más a los docentes que les permita conocer algunos aspectos psicológicos relacionados con la formación de las actitudes y puedan alcanzar mayor eficiencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

 

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