Las preguntas científicas y la idea a defender como
alternativas a las hipótesis
Autor: MsC. Oscar Aguilera Lozada
lozada@hlg.rimed.cu
Resumen
En los últimos años de la década
del 90 y principios de la siguiente, se originó
una controversia por la
aparición y uso de dos supuestas alternativas a la utilización
de las hipótesis en las investigaciones educativas en el entorno educativo del
Departamento de Industrial del Instituto Superior Pedagógico “José de la Luz y
Caballero” de Holguín. Las alternativas
han recibido el nombre de “preguntas científicas” e “idea a defender”. El autor
expresa su punto de vista a partir de la
muy reducida bibliografía que sobre este tema se ha localizado.
Palabras claves: Preguntas científicas, hipótesis.
Abstract
At the end of the 1990s a
suggestion to include two new alternatives in using the hypothesis for
educative investigation brought out a controversy in the Industrial department
from Jose de la Luz y Caballero Pedagogical Institute (Teachers training
college). The two suggested alternatives were called scientific questions and
Ideas to defend. The author expresses
his point of view taking as reference the short bibliography fund related to
this theme.
Key words: You ask
scientific, hypothesis.
En los últimos años se ha podido apreciar una controversia
originada por la aparición de dos supuestas alternativas a la utilización
de las hipótesis en las investigaciones educativas. Dichas alternativas han
tomado forma en este entorno educativo a través de las “preguntas científicas”
(en mayor medida) y la “idea a defender” (en menor medida). Una parte de esta
disputa la hace explícita C. Rizo (Rizo y Campistrous, 1999) cuando plantea:
“Una de las polémicas actuales en cuanto a los diseños de investigación lo es,
sin duda, la inclusión de hipótesis de investigación o la sustitución de las mismas
por preguntas científicas”.
Las entrevistas
realizadas a personas que se encargan de impartir la asignatura Metodología de
la Investigación o a los investigadores que la aplican, recogen argumentos muy
elementales sobre esta controversia. Por ejemplo, los entrevistados en general
opinan bien sobre la utilización de “preguntas científicas” y sostienen el
criterio de que se usan con mayor facilidad que las hipótesis. Prácticamente no
hay partidarios de la “idea a defender” y en este caso los argumentos son
débiles. Al preguntárseles sobre la bibliografía en la que se apoyan para
clarificar los conceptos sobre estas alternativas, resulta que esta es
prácticamente nula.
A continuación se
analizará la información bibliográfica que se ha podido recopilar sobre el tema
en cuestión en este centro de estudios y
las conclusiones que parece sugerir tal situación.
PREGUNTAS
CIENTIFICAS E IDEA A DEFENDER
En lo que a
continuación se expone, se argumentan las contradicciones de los pocos autores
que tratan el tema y que realmente las “preguntas
científicas” y la “idea a defender” no son alternativas de las hipótesis.
PREGUNTAS
CIENTIFICAS
E. Báxter (Báxter, E. y
Ariel Ruiz A.) describe
lo siguiente: “Regularmente en la práctica de la realización de las investigaciones pedagógicas se estila
la realización de preguntas científicas
en las investigaciones que tienen
un carácter teórico y se emplea la formulación de hipótesis
cuando tienen un carácter experimental”.
Por su parte C. Córdova plantea que “cuando se realiza una
investigación de tipo exploratorio para iniciar
un nuevo tema, o el investigador no
tiene experiencia, se recurre a las preguntas científicas. Algunos autores la recomiendan
también para las investigaciones cualitativas.”
C. Rizo (Rizo y
Campistrous, 1999) se
inclina a que su aplicabilidad está
alrededor de las investigaciones en las
cuales es difícil enunciar una hipótesis como son los casos de investigaciones descriptivas,
explicativas, teóricas e históricas.
Aunque no se logra
la coherencia entre autores por lo menos
se nota un interés por declarar un campo en el
cual pueden usarse las preguntas científicas.
Como es natural de existir un criterio de uso discriminatorio, nunca
pudieran usarse ambas para un mismo caso.
Pero más
adelante E. Báxter (Báxter, E. y Ariel Ruiz A.) declara que “sin embargo
muchos experimentados científicos emplean regularmente preguntas científicas,
independientemente del carácter o tipo de investigación…”. Entonces desde este
punto de vista no es el tipo de investigación, sino la preferencia o la
experiencia del investigador lo que marca el uso de las “preguntas científicas”.
Si las prefiere, las usa, de lo contrario usa las hipótesis. Esto echa por
tierra lo planteado por los otros
autores (Córdova y Rizo).
La cuestión se
complica más aún cuando E. Báxter (Báxter,
E. y Ariel Ruiz A.) cita ejemplos de temas de investigación
para los cuales se presentan “preguntas científicas” e hipótesis. Ya aquí se pierde el criterio de
selectividad. Se usa en cualquier tipo de investigación, según el interés de
los investigadores, al extremo de que si lo prefieren emplean
las dos alternativas.
Sobre la esencia de
las “preguntas científicas”, según los materiales consultados, nadie como C. Rizo
(Rizo y Campistrous, 1999) se ha
ocupado de fundamentar las mismas, a partir del conocimiento previo existente,
y tratado de dar una definición. Sin embargo, existen carencias argumentales
que se analizan a continuación.
C. Rizo (Rizo y
Campistrous, 1999) explica
que el problema se divide en subproblemas y “estos subproblemas es a lo que
denominamos preguntas científicas”.
Ello quiere
decir que cada “pregunta científica” es
un subproblema expresado en forma interrogativa. Pero un subproblema es también
un problema menor. Así se genera una cadena
de problemas y subproblemas. Cada problema es subproblema del que le
antecede y a la vez puede subdividirse en otros subproblemas.
Por tanto, se evade
plantear una hipótesis para resolver un problema inicial y se adopta la
alternativa de las “preguntas”, pero estas son otros problemas menores que
deberán ser resueltos nuevamente ante dos alternativas, la hipótesis o las “preguntas”
y si se eligen las “preguntas”, se cae
en un ciclo en el cual no se llega a ninguna solución. En algún momento de este
proceso se tendrá que acudir a las hipótesis para dar respuesta a algún problema, lo que conduce a dos ideas:
- Los problemas deben ser divididos y subdivididos tantas
veces como sea necesario hasta llegar a
un problema que sea posible resolver. Esto sería útil ya que daría un
árbol de problemas de diferente jerarquía. Desde este ángulo lo que plantea C. Rizo (Rizo y Campistrous, 1999) es muy útil para llegar al “tamaño” de
problema adecuado para ser resuelto por el investigador. También justificaría
lo que plantea Báxter sobre investigaciones en las cuales hay “preguntas
científicas” e hipótesis.
- La otra conclusión importante es que las “preguntas
científicas” no permiten evadir las
hipótesis. Aquellas no son una alternativa a la hipótesis, sino que constituyen
una manera útil de jerarquizar los problemas para poder abordar el que
realmente está al alcance del investigador, pero este último ineludiblemente será
resuelto por la vía de la hipótesis.
Lo que se dice de
las “preguntas” no es argumento para evadir las hipótesis. Simplemente se evade
su evidencia, por lo que quedan disimuladas. Cada pregunta conduce a una
respuesta que es hipotética, en tanto es sintética. El conjunto de estas
síntesis conduce a una síntesis general que es la hipótesis encubierta. Además
los autores como C. Rizo (Rizo y Campistrous, 1999) que abogan por
las “preguntas científicas” no niegan el
uso de las hipótesis.
IDEA A
DEFENDER
Sobre la “idea a
defender” hay menos información aún. C. Córdova, después
de establecer las diferencias entre la
idea científica o “idea a defender” concluye que en definitiva es una forma de
hipótesis: “En una investigación cualitativa,
o donde predomine el enfoque cualitativo no se recomienda una hipótesis, por lo
menos en su forma clásica, en este caso
se utiliza la idea científica o idea
a defender. Dicha idea no necesita ajustarse a variables, ella recoge los
elementos básicos esenciales a fundamentar. En realidad, es una forma de hipótesis cualitativa y puede consignarse
como tal…”.
Por tanto, la “idea
a defender” es una manera de llamarle a la hipótesis. Es menos encubierta que
las “preguntas científicas”. No niega ser sintética. Con el cambio de nombre elude las grandes pretensiones y compromisos.
ESPECULACION
Y EMPIRIA
A continuación se
argumenta que la inclusión de “preguntas científicas” e “idea a defender”, como
alternativas de las hipótesis, parece responder más a un conocimiento no
científico (especulativo, empírico, espontáneo), que a uno científico.
Diferentes autores
asumen la existencia de un conocimiento científico y otro “no científico”.
Dentro de este último, por ejemplo se citan el conocimiento mágico religioso,
el empírico espontáneo, el especulativo,
etc.
La humanidad va
adquiriendo el conocimiento científico
mediante un proceso de aplicación de una metodología específica, la
metodología de la investigación; un método, el científico. Esto implica hacer,
entre otras cosas, por ejemplo, las siguientes: reconocer, evaluar y
formular un problema, utilizar procedimientos específicos para encontrar la
respuesta buscada, verificar la coherencia interna y externa del nuevo
conocimiento, etc. La manera de preceder
para encontrar el conocimiento científico se ha ido formando al tomar lo mejor
del pensamiento de la humanidad y verificándolo
en la práctica.
El método
científico se aplica a todas las áreas
del conocimiento, pero como el método es
un conocimiento, se incluye a sí mismo. Las
categorías que hoy se utilizan en el método científico y su metodología (problema,
hipótesis, etc.) son el resultado del
propio desarrollo del conocimiento sobre el método. Este desarrollo conllevó, conlleva y conllevará
cambios en las categorías del método y de la metodología de la investigación.
Por eso no es de
extrañar la aparición de nuevas
categorías como pueden ser las
de “preguntas científicas” e “idea
a defender”. Sin embargo, existe poca
fundamentación de “qué son”, “por qué
son” y “cuándo se usan”, entre otras posibles preguntas. Su aparición ha sido intempestiva, hay pocos fundamentos
de su utilización (lo cual se aprecia en
lo poco que se trata el tema en la bibliografía) como alternativa de las
hipótesis. Así, estas categorías parecen responder más a un conocimiento no
científico (empírico, espontáneo o especulativo), que a un conocimiento
científico.
El conocimiento no
científico es peligroso cuando, con buenas o malas intenciones, se
hace pasar por científico en cualquier área del conocimiento, pero más
aún cuando se refiere al propio método de adquisición del conocimiento
científico.
Este último es
fundamentado, no puede ser caprichoso, no aparece de la nada y está argumentado
en la bibliografía. No todo lo que se argumenta en la bibliografía es
científico, pero todo lo que es conocimiento científico está mayoritariamente
argumentado en la bibliografía. Cada vez es menor el tiempo que media entre la
obtención del nuevo conocimiento y su
asentamiento en la bibliografía, por lo cual no se justifica la carencia de
argumentos a favor de las “preguntas científicas” y la “idea a defender”.
Si se aplica lo que
se sabe sobre las hipótesis, no es necesario sustituirlas por “preguntas
científicas” o “idea a defender”. Se acepta (Rizo y Campistrous, 1999) que el proceso de generación de
hipótesis incluye la conjetura,
hipótesis de trabajo, hipótesis empírica, hipótesis teórica, que hay diferentes
grados de acercamiento a una hipótesis plena, entonces para qué introducir
categorías dudosas.
Si se sabe que al
realizar investigaciones exploratorias o cuando el investigador no tiene
experiencia, es difícil enunciar una hipótesis plena, se puede plantear que la
hipótesis es de trabajo o que sencillamente se trata de una conjetura. Incluso
es más racional que provisionalmente no se enuncie una hipótesis, que inventarle una alternativa
apriorística, especulativa.
No se niega la
aceptación de cambios y que aparezcan nuevas categorías que alternen o
sustituyan a las anteriores, pero sí que para asuntos de la metodología no se
aplique ella misma. No es confiable aceptar que se conciba sobre la Metodología
de la Investigación algo sin definir, sin precisar, sin fundamentar y que sea
un conocimiento empírico o especulativo más que un conocimiento científico.
Otra cosa sería aceptar el caos. Todos los días se encontrarán personas que
quieran hacer cambios en la Metodología de la Investigación porque algo no les
convenga, pero esto no implica que investigadores serios las acepten sin
aplicarles el método que más garantías da al conocimiento: el método
científico.
Si lo que se sabe,
sea lo que sea y trátese de lo que se trate (incluyendo el conocimiento sobre
la Metodología de la Investigación), corresponde a un conocimiento científico,
entonces debe responder a investigaciones
realizadas; por lo tanto, estas deben estar en alguna parte y haber
bibliografía sobre esto, será posible así conocer la definición de lo que se
trata de incluir como nuevo y enlazar con un conocimiento anterior.
BIBLIOGRAFIA:
BÁXTER PÉREZ, ESTHER Y ARIEL RUIZ AGUILERA. Metodología
de la investigación II. Ciudad de La Habana, Instituto Central de Ciencias
Pedagógicas. (Material en soporte magnético sin fechar).
CÓRDOVA M,
CARLOS. Consideraciones sobre la metodología de la investigación. Universidad
de Holguín “Oscar Lucero Moya”, Centro de estudios sobre la cultura e
identidad. (Material en soporte magnético sin fechar).
RIZO CABRERA,
CELIA Y LUIS CAMPISTROUS PÉREZ. Sobre las hipótesis y las preguntas científicas en los trabajos de investigación. Taller de
metodología de la investigación educativa. Ministerio de Educación Superior de
la República de Cuba, 24 y 25 de febrero de 1999. (Material en soporte
magnético).