La estimulación de la autoevaluación en la formación inicial de
profesionales de la educación.
Autores: DrC. Francisco López Medina
flm344@hlg.rimed.cu
Lic. Daysi Silva Batista
d.silva@hlg.rimed.cu
Lic. Ileana Roque Guisao
Resumen
La autoevaluación del profesional en formación puede
ser estimulada y desarrollada en todas
las actividades de su proceso formativo, resulta decisivo en este aspecto, el
componente laboral e investigativo por su vínculo con la futura profesión. El
presente artículo fundamenta la necesidad de potenciar y perfeccionar la
autoevaluación para lograr que los estudiantes valoren adecuadamente su desempeño.
Se exponen los aspectos a tener en cuenta en la concepción de entrenamiento a
los profesionales de la educación para que logren una correcta autoevaluación,
así como las implicaciones que tienen
las inadecuaciones en la misma para estos profesionales.
Palabras claves: Autoevaluación, profesional en
formación, formaciones motivacionales.
Abstract
The ability of
self-assesment of the teacher to be can developed in the different activities
of his/her formative process. Pre-professional practice and research are the
key elements to achieve it. This article substantiates the need to potentiate
self-assessment so that studentsknow how to evaluate their performance.
Training professionals of education and detecting setbacks in the process are
also fundamental aspects towards an adequate self-assessment.
Key words: Autoevaluación, professional in formation, formations motivacionales.
La personalidad, en
tanto nivel superior de regulación de lo psíquico, integra un complejo sistema
de procesos, cualidades y formaciones psicológicas que se organizan de manera
peculiar en cada uno, expresan la
indisoluble unidad entre lo cognitivo y lo afectivo, y, a su vez, su carácter
regulador.
En las formaciones
psicológicas, aun cuando se manifiesta el principio de la unidad de lo
cognitivo y lo afectivo, existe el predominio de uno u otro subsistema, de esta
manera algunas veces estas son predominantemente inductoras y otras ejecutoras,
por lo que es posible encontrar las denominadas formaciones motivacionales, que
expresan de forma específica la regulación afectiva de la actividad, dentro de
ellas los intereses, las aspiraciones y las convicciones que se integran a su
vez en los ideales, las intenciones y la autovaloración como formaciones
motivacionales complejas.
La autovaloración
como una formación motivacional compleja, tiene gran importancia, dado el papel
de la autoconciencia en el desarrollo de la personalidad. Para que sea
adecuada, es necesario potenciar y perfeccionar la autoevaluación, lo cual le
brinda al sujeto recursos metacognitivos para valorar su desempeño.
Considerada como
una dimensión valorativa de la autoconciencia, es la imagen que tiene el sujeto
de su personalidad y tiene una función reguladora en la medida que orienta la
actividad del sujeto hacia la consecución de los fines que se ha planteado.
Un aspecto de mucha
importancia en ella es el referido a su adecuación, determinado por la
correspondencia que existe entre la valoración que hace el sujeto de sus
cualidades y las que realmente posee, lo cual debe ser un objetivo a lograr en
la educación de la personalidad; por lo que el proceso pedagógico que se
desarrolle, debe propiciar que el estudiante vea en el éxito o en el fracaso el
fruto de su propio esfuerzo y aprenda a descubrir los errores cometidos, a
reconocer sus potencialidades y a valorar adecuadamente su desempeño personal y
profesional.
La inadecuación en
la autovaloración está presente con frecuencia en la adolescencia y según
González Rey (1982 y 1995), existe tendencia a la subvaloración en aquellos
alumnos que presentan bajos resultados docentes, lo que se evidencia en la
inseguridad y el planteamiento de objetivos y aspiraciones por debajo de sus
posibilidades; igualmente se aprecia la sobrevaloración, lo que también resulta
negativo para el desarrollo de la personalidad.
Es necesario
diseñar un proceso pedagógico donde los errores sean comprendidos y utilizados
como experiencias de aprendizaje, y los niveles de ayuda lleguen de forma
oportuna de manera que evite la
actuación sin la requerida orientación, lo que pudiera favorecer la
subvaloración.
Por otra parte se deben evitar las metas
fáciles, no desarrolladoras, que pudieran favorecer la sobrevaloración. Un
proceso diseñado en la zona de desarrollo próximo con la requerida orientación
y los niveles de ayuda adecuados,
favorece una autovaloración adecuada. Para su logro, es necesario
potenciar y perfeccionar la autoevaluación, lo cual le brinda al sujeto
recursos metacognitivos para valorar su desempeño.
Cuando el estudiante aprende a distinguir de
forma independiente la correspondencia
de los resultados que obtiene con su
proyecto y encuentra las insuficiencias que él mismo puede ir eliminando, se puede hablar de autocontrol,
con efecto en la autorregulación (Addine, .F,1996: 23), lo que evidencia
la importancia del desarrollo de la autoevaluación en el
proceso pedagógico. Esta es una forma más de defender el carácter activo del
estudiante a lo largo de todo el
proceso. El alumno aprenderá no solo a
depender de valoraciones externas
(el criterio evaluativo del maestro), sino a analizar y valorar sus
propias ejecuciones y en qué medida estas
responden a sus
proyectos y expectativas
iniciales. (Mitjans, A., 1995:
131).
La no estimulación de la autoevaluación limita el
desarrollo de la capacidad
de autodeterminación debido
al predominio del determinismo externo en el proceso evaluativo.
Para lograr
éxito en la autoevaluación de los
estudiantes, es necesario y
decisivo que cada uno aprenda a conocerse, detecte en qué etapa
del proceso cometió errores;
en esencia, que
tenga desarrollado sus procesos
metacognitivos. Por otra
parte, el maestro debe
lograr una comunicación
individualizada con los estudiantes en los marcos de metas
cualitativas a alcanzar en la actividad y no de un resultado centrado en la
persona que atenta contra la autoestima.
La creación de un clima de seguridad y confianza
es vital en el empeño de lograr una adecuada actitud hacia la
autoevaluación y los efectos positivos
de esta.
Resulta de mucho
valor para el maestro la valoración que hace el estudiante de qué aprendió y cómo aprendió; sin embargo,
para poder obtener esta información es
necesario que el estudiante reciba un entrenamiento, donde
el maestro le proporcione determinados criterios que
sean comunes para ambos, solo de
esta manera y luego
del entrenamiento, se incrementa la coincidencia entre la evaluación que hace el maestro y la
autoevaluación que hace el estudiante.
Desde el punto de vista metacognitivo,
el hecho de que el estudiante posea los
criterios o indicadores que
utiliza el profesor lo ayudará
a tomar conciencia de cómo
transcurre en él el proceso
de conocimiento y su ejecución. Esto, según Bermúdez, R. y M. Rodríguez
(1996), lo comenzará a entrenar en el conocimiento de sí mismos, en su
autovaloración, y a planificar y organizar su ejecución en función
de una autoevaluación en la que esté en
correspondencia su nivel de
aspiración con las posibilidades con
que realmente cuenta.
Según Holl, K. (1995), para una genuina autoevaluación, el
estudiante no solamente lleva a cabo la evaluación, sino que también participa
en la selección de los criterios e indicadores utilizados.
En la formación
inicial de profesionales de la educación, la estimulación de la autoevaluación
es requisito del proceso evaluativo, por cuanto estos profesionales son los
encargados de dirigir el proceso institucionalizado de educación de la
personalidad en los diferentes niveles de educación. La utilización de la
autoevaluación como técnica evaluativa deviene en modelo de actuación y es
incorporada por los profesionales en formación en su desempeño.
Para lograr que el
profesional en formación aprenda a autoevaluarse correctamente es necesario que
reciba cierto entrenamiento, para lo cual han resultado útiles los siguientes
aspectos, comprobados en la práctica por López, F. y V. de Miguel (2002):
ü
Conocer los objetivos de año y comprender el alcance de los objetivos
para el componente laboral- investigativo.
ü
Reconocer su estado real de partida (diagnóstico).
ü
Conocer, interpretar y aprender a utilizar los indicadores de evaluación.
ü
Determinar y declarar sus potencialidades para el logro de los objetivos.
ü
Conocer y comprender el alcance de las metas que el colectivo pedagógico
le propone por etapas (pronóstico).
ü
Familiarización con técnicas de autocontrol.
ü
Determinación de los logros alcanzados.
ü
Determinar las causas de las dificultades.
ü
Valorar la relación existente entre el nivel de aspiración y el nivel de
realización.
ü
Escoger y/o proponer acciones de corrección.
En la formación
inicial de profesionales de la educación, las inadecuaciones en la
autovaloración que tienen los sujetos deben ser atendidas por los profesores y
tutores para el logro de un proceso evaluativo y formativo eficiente.
Es frecuente que
cuando el profesor y/o tutor subestima a un profesional en formación que
presenta una inadecuación en su autovaloración por sobrevaloración, se presenta
en este último desconfianza, a menudo agresividad, recelo, rechazo ante la ejecución de algunas actividades y pérdida
de interés y motivación por las tareas. Si este mismo sujeto se sobrestima,
también es perjudicial, por cuanto no reconoce la necesidad del perfeccionamiento
continuo para su personalidad.
Cuando en el
profesional en formación predomina la subvaloración y el profesor y/o tutor le
realizan adecuaciones a las tareas, disminuyendo el nivel de exigencia para que
logre resultados favorables sin mucho esfuerzo, o le asigna tareas para que
demuestre sus posibilidades sin los niveles de ayuda requeridos, lo que se
alcanza generalmente es reafirmar su incapacidad y no se logran los resultados
deseados en la autovaloración, obteniéndose finalmente un profesional
dependiente, poco activo y no creativo en su desempeño.
La autoevaluación del
profesional en formación puede ser estimulada y desarrollada en todas las
actividades de su proceso formativo; sin embargo, el componente
laboral-investigativo es esencialmente decisivo en este aspecto, por el vínculo
directo y la relación afectiva que este establece con su futura profesión.
En la formación inicial
de profesionales de la educación es posible potenciar y perfeccionar la
autoevaluación como uno de los aspectos a tener en cuenta para lograr una
adecuada autovaloración.
En la misma, la
estimulación de la autoevaluación es requisito del proceso evaluativo, por
cuanto estos profesionales son los encargados de dirigir el proceso
institucionalizado de educación de la personalidad en los diferentes niveles de
educación. La utilización de la autoevaluación como técnica evaluativa deviene
en modelo de actuación y es incorporada por los profesionales en formación en
su desempeño.
Para lograr que este
aprenda a autoevaluarse correctamente, es necesario que reciba cierto
entrenamiento, para lo cual han resultado útiles los aspectos declarados en el
trabajo. Se requiere de niveles de ayuda en algunos casos para estimular los
resultados positivos en el entrenamiento.
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