La psicomotricidad y su educación
para el desarrollo de las niñas y los niños a lo largo de la vida.
Autores: MsC. Yanet Fernández
Rodríguez
yanetfr@hlg.rimed.cu
MsC. Roberto R. Cristo Varona
rocri@hlg.rimed.cu
Resumen
En el tema presentado se hace un
análisis de los fundamentos generales de la Psicomotricidad como ciencia y la
contribución de las diversas investigaciones en su evolución. Al análisis se
integran, además, las pautas para su educación en las niñas y los niños, a lo
largo de su desarrollo con el objetivo de integrarse adecuadamente a los
diferentes contextos con los que interactúan.
Palabras claves: Psicomotricidad,
educación psicomotriz, desarrollo psicomotor, educación infantil.
Abstract
The present article deals with the general
foundations about Psychomotric as a science and its contribution to its
evolution as sciences. To the analysis they are integrated, also, the rules for
their education of infants, throughout their development, with the objective of
integrating them effectively to the different contexts they interact.
Key Words:
Psychomotric, psychomotric education, psychomotor development, infant
education.
Las evidencias de la importancia
de la actividad física y su relación con el desarrollo de la actividad
intelectual en el ser humano, se encuentran en los planteamientos hechos por
Platón y Aristóteles quienes coincidían en que los niños antes de aprender a
leer y a escribir debían practicar educación física, para buscar la belleza
desde la primera infancia.
Desde la Grecia Antigua hasta el
siglo XX se perfeccionaron las concepciones acerca del movimiento, aun cuando
el camino no estuvo exento de interpretaciones desde posiciones mecanicistas,
biologicistas y físicas, como resultado de la influencia del desarrollo de
diversas ciencias particulares.
Es en el pasado siglo que, con la
aparición de la Psicología, se
reconsidera el legado griego y los valiosos aportes del investigador I. P.
Pávlov y se comienza a investigar acerca de los hechos de la conciencia, cómo la vivencia del movimiento, las
sensaciones y los sentimientos están relacionados.
A partir de este momento surge
una nueva ciencia: la Psicomotricidad, la cual ha experimentado un desarrollo
creciente desde hace 30 años y se ha redescubierto a sí misma, a partir de las
diversas investigaciones que se han realizado y realizan a escala mundial.
¿Cuándo comienza a
considerarse el valor de la Ciencia Psicomotriz como un modo de educación?
A inicios del siglo XX, Dupré
(1907), a partir de la descripción del síndrome de debilidad
motriz, que posteriormente se relacionaría con el de debilidad mental, se pone de relieve el paralelismo existente entre
la actividad psíquica y la actividad motriz, y cobra fuerza esta concepción a
partir del momento en que describe la paratonía. Pero fue Wallon, quien
enriqueció la intuición de Dupré e inicia una acertada línea de investigación y
publicaciones sobre determinados aspectos de la psicomotricidad.
Cobran además importancia, los
estudios de psicología del desarrollo que realizan Wallon (1970) y Piaget
(1926-1970), los cuales asimilan estas nuevas influencias, quines otorgan un
lugar preeminente al plano motor en el desarrollo infantil, especialmente en
las primeras etapas.
Por otra parte, J. Ajuriaguerra
(1954), inicia en el hospital Henri-Rousselle, de París, sus investigaciones
acerca del síndrome de debilidad motriz y las relaciones de este con otros, las
cuales fueron iniciadas por Dupré. Todos sus esfuerzos y publicaciones hacen
posible que se elabore la primera Carta de la Reeducación Psicomotriz en
Francia, publicada en 1960. Este documento recoge los fundamentos teóricos del
examen psicomotor y una serie de métodos y técnicas para el tratamiento de los
trastornos psicomotores.
Más tarde, en 1963, se crea el Certificado de
Reeducación Psicomotriz, lo que supone el reconocimiento público e
institucional de la Psicomotricidad. A partir de este tronco común, es que
comienzan a desarrollarse las diversas líneas, orientaciones y tendencias,
basadas en los fundamentos iniciales que han hecho posible la evolución de la
Psicomotricidad, y se incorpora la dimensión educativa y
reeducativa de esta ciencia.
¿Qué es la Psicomotricidad?
Como concepto presenta diversas connotaciones. Al definirlo se pueden encontrar diferentes puntos de vista. Determinados autores la enfocan desde el punto de vista práctico, como una serie de ejercicios; otros la relacionan con las experiencias educativas modernas, en las que se intenta respetar el ritmo del niño y posibilitan que este elija sus centros de interés, dan especial importancia al grupo y a la relación que establecen con los demás, a la creatividad, desinhibición, etc.; algunos se concentran en las dificultades psicomotoras, problemas de coordinación, etc.; y hay quienes privilegian el aspecto psíquico, subordinan el motor y viceversa. Por lo que el término ha sido definido y redefinido, de acuerdo con las corrientes del pensamiento psicológico o psicopedagógico, e intentan enfocar la cuestión desde cada óptica en particular. Por ejemplo: para Defontaine (1978), la psicomotricidad “... es el deseo de hacer, querer hacer, el saber hacer y poder hacer. Es el cuerpo en el espacio y en el tiempo coordinándose y sincronizándose con sus aspectos anatómicos, neurospicológicos, mecánicos y locomotores, para emitir, recibir, significar y ser significante.” (1)
Para Vayer (1971), Abadie (1985),
Berruezo (1999) y otros, no son el movimiento
por el movimiento, que desarrolla exclusivamente aspectos físicos como
agilidad, potencia, velocidad, etc., es también el movimiento para el
desarrollo global del individuo al
que se incorpora, de modo paralelo, la actividad psíquica consciente, provocada
ante determinadas situaciones motrices.
Antonio García Núñez (1993),
define la psicomotricidad como ”... la disciplina científica que tiende a
influir en el acto intencional o significativo, para estimularlo o modificarlo,
utilizando como mediadores la actividad corporal y su expresión simbólica.” (2)
Actualmente, la concepción desde
una perspectiva de educación y reeducación de la psicomotricidad ha sido
desarrollada por autores como Edouard Guilmain (1952), Dalila Molina de
Costallat (1985), Jean Marié Tasset (1986), Núñez-García (1993), Linares (1994)
y otros investigadores a partir de los estudios realizados en niños con
alteraciones motrices y/o mentales, los que propician su consolidación como
ciencia de la educación.
Mucho queda por descubrir acerca
de esta relación y para contribuir a la comprensión de su esencia; la autora
ofrece una definición aproximada, que resume dos cuestiones claves, descritas
en las definiciones expuestas en este epígrafe: la Psicomotricidad sintetiza
la relación bio-social que se establece entre el aspecto psíquico y el motor, expresada a través de un cuerpo que
precisa ubicarse en un tiempo y espacio determinados. Como ciencia de la
educación asume esta unidad, en el propósito de educar y/o reeducar el
movimiento a la par que las funciones de la inteligencia.
Para profundizar en la comprensión de la
psicomotricidad es necesario conocer los componentes funcionales básicos que la
estructuran. Estos son: el cuerpo, la coordinación motriz, el tiempo
y el espacio.
La interpretación desde la relación del elemento
psíquico y motriz permite interpretar al cuerpo como el productor externo del
gesto, el cual posee un significado que transmite expresión y comunicación a
los demás. No es el lugar donde se generan exclusivamente los movimientos de
modo mecánico, es además el lugar de la creación,
la expresión y la relación. Con el cuerpo se inicia la
percepción a través de la cual se configura el mundo circundante y su papel es
importante en todos los órdenes de la vida.
El niño, a partir de su nacimiento, lo primero que
percibe es su cuerpo, comienza a través de este a experimentar la satisfacción,
el dolor, las sensaciones táctiles en su piel, sus propios movimientos y
desplazamientos, así como las sensaciones visuales y auditivas. Gracias a estas
sensaciones va adquiriendo “conciencia” de sus partes, lo que da lugar al
proceso de formación y evolución de su esquema corporal.
El cuerpo está en movimiento constante, pero para
que se produzca una ejecución armónica, ajustada y definida de los movimientos,
se precisa de una adecuada coordinación
motriz, que es la posibilidad de ejecutar acciones en las que están
implicados movimientos diversos, con la participación de determinados
segmentos, órganos o grupos musculares y la inhibición de otras partes del
cuerpo. (Berruezo, 1999).
El espacio y el tiempo conforman una entidad básica que permite expresar la lógica del
mundo circundante. Es alrededor de esta unidad que se establecen las relaciones
entre los objetos, las personas, las acciones o sucesos, incluso, cuando aún no
se ha conformado en el individuo una concepción objetiva, totalmente consciente
de la esencia y modos de acontecer de esas diversas relaciones.
¿Cómo evoluciona el desarrollo psicomotor?
Su evolución se aprecia a través de tres etapas,
muy bien diferenciadas por los autores que se han dedicado a su estudio
(Ozeretzki, 1945; Vaizman, 1983; Guilmain, 1980; Molina de Costallat, Tasset,
1985 y otros):
ü
Primera etapa de cero a los siete
años de edad.
ü
Segunda etapa de los siete a los
diez años de edad.
ü
Tercera etapa de los diez a los
catorce años de edad
En la primera
etapa ocurren las transformaciones más notables a través de las cuales se
expresa inicialmente una transición del movimiento espontáneo (desordenado,
involuntario), hacia el movimiento consciente (ordenado,
voluntario).
A partir de ese momento, el niño está preparado de
forma general para la adquisición de los aprendizajes escolares, al poseer una
madurez en la orientación en el espacio, la coordinación global y visomotora;
por lo que se ubica en un estadio del desarrollo de su motricidad, lenguaje y
pensamiento que le permite acometer con éxito los aprendizajes iniciales
(lectura, escritura y cálculo). Se caracteriza por la adquisición de una
importante cualidad: la rapidez.
A partir de la segunda etapa, la capacidad de
aprendizaje motor se corresponde con unas condiciones corporales favorables y
paralelo a ello, el pensamiento simbólico organizado, como característica de la
etapa anterior, transita hacia el pensamiento operacional como nuevo cambio
cualitativo.
Las condiciones en la esfera afectiva giran
alrededor de la consolidación e interiorización de una serie de patrones en la
conducta moral, además del incremento de su independencia, así como el notable
perfeccionamiento en el niño de sus actitudes sociales y aceptación de las
reglas con mejor disposición. Se perfecciona la rapidez como cualidad y se
adquiere la precisión.
Hacia la tercera etapa, considerada como la mejor
etapa para el aprendizaje, comienza a completarse la personalidad. Se aprecia
una extraordinaria capacidad para aprender, así como las posibilidades para que
los movimientos se tornen cada vez más especializados, con la consiguiente
integración y consolidación de todas las cualidades y capacidades psicomotoras
adquiridas en las etapas anteriores. Se perfeccionan las cualidades anteriores
y se completa este desarrollo con una tercera cualidad: la fuerza muscular.
La manifestación de estos fenómenos en las áreas
intelectuales, motrices y afectivas tienen una consecuencia importante para el
aprendizaje de cada persona, pues las muestras de su capacidad para aprender se
expresan a través de saltos cuantitativos y cualitativos; por tanto, de la
estimulación que reciba, depende el tránsito exitoso por cada una de las
etapas, lo que hace posible la integración definitiva de cada uno de sus
componentes, necesarios para la etapa adulta.
¿Cómo educar la psicomotricidad?
Al educar la psicomotricidad se persigue la
interacción del cuerpo, el ambiente y el lenguaje. A través de la actividad
corporal se está facilitando la construcción del conocimiento del propio cuerpo
y la regulación de los movimientos. La interacción con el ambiente propicia la
consolidación de cada uno de los elementos corporales y la representación
mental, y con el lenguaje corporal se establece una forma importante de
comunicación.
El estudio de diferentes autores relacionados con
el tema tratado y la experiencia personal de la autora, permiten definir dos
objetivos esenciales hacia los que debe estar orientada la Educación
Psicomotriz desde la edad temprana hasta la escolar:
ü
Valorar las capacidades educativas
desde el punto de vista de cuánto puede hacer el niño o niña, cómo puede
realizar una tarea, cuánto tiempo puede concentrarse en una actividad, con qué
instrumentos puede mejorar su ejecución, en qué condiciones es más favorable
que aprenda y qué métodos son más adecuados aplicar.
ü
Crear un entorno educativo lo más
óptimo posible para la realización de actividades que estimulen y potencien la
psicomotricidad de cada niño y niña, sobre la base de sus necesidades
educativas.
Para
una educación efectiva de la psicomotricidad en las niñas y los niños, es necesario tener en cuenta que el desarrollo
de la psicomotricidad, depende de la maduración del sistema nervioso y la
acción corporal. Por lo que un principio es que el
desarrollo de los componentes psicomotores se hace efectivo mediante la
actividad práctica del niño. Por otra parte se debe organizar adecuadamente el
contexto en el que se va a realizar: en el hogar, la institución infantil, la
escuela o la comunidad.
¿Hacia que áreas
fundamentalmente ha de orientarse la educación de la psicomotricidad?
La educación de la psicomotricidad debe organizarse
dentro de tres áreas fundamentales: la corporalidad, las coordinaciones
motrices y la organización espacio-temporal. Es vital comenzar con el
conocimiento del propio cuerpo, sus capacidades en el orden de los movimientos
y posteriormente el establecimiento de relaciones espacio-temporales respecto
al entorno y con las demás personas. De esta forma, el niño descubrirá o
redescubrirá su cuerpo en la medida que su capacidad de desplazamiento y
actividad automática le permitan adquirir movimientos cada vez más coordinados,
para ganar en autonomía y experimentar sus experiencias en el medio que le
rodea.
Cada elemento corporal debe ser
ejercitado de forma independiente mediante las actividades propuestas. Pueden
elaborarse otras, según la creatividad del maestro, auxiliar pedagógica u otra
persona que vaya a participar en el proceso de potenciación. Así se provee al
niño de una estructura de fijación necesaria para que la imagen corporal crezca
y se consolide con la mayor cantidad de elementos posibles.
Para Dalila Molina de Costallat (1985) se debe
educar además, la atención, la memoria y se ejercitarán las coordinaciones
motrices correspondientes a estimulaciones diversas. Por medio de los sentidos,
la psiquis y el movimiento, se hará tomar al niño conciencia de cada una de las
partes de su cuerpo, del espacio que lo rodea y de sus relaciones con él, y
podrá crear una imagen corporal más clara y perfecta.
La educación de los movimientos
propicia el logro de la precisión del
mismo y mejora la calidad de su rendimiento (Guilmain, 1945), por lo que
resulta fundamental considerar para el aprendizaje de las habilidades motoras
tanto verbales como no verbales, la automatización de las subrutinas motóricas que
componen la realización de actos motóricos (Huertas, 1992). De esta forma, los
procesos automatizados son adquiridos a partir del aprendizaje de destrezas, en
las que se utilizan procesos atencionales.
El
control de los movimientos de coordinación general prepara al niño para lograr el control de los
movimientos de coordinación fina, que incluye los movimientos manuales y
visomotores. Estos últimos posibilitan el logro de la autonomía, el dominio
corporal, la exploración espacial y el establecimiento de las relaciones con
otros. Además de incidir adecuadamente sobre ellos, conduce a la adquisición y
consolidación de formas adaptativas más elementales a formas más complejas,
como el acto de escribir, que requiere necesariamente funciones simples como el
tono y el equilibrio; complejas, como la lateralización, la noción corporal y
la estructuración espacio-temporal. Necesita también del control preciso de
partes activas (dedos, mano, muñeca) y la inhibición de partes pasivas
corporales (antebrazo, brazo y hombros).
El
movimiento coordinado, inevitablemente incide en el desarrollo global del
individuo, ya sea intelectual, lingüístico y relacional. En el plano social,
supone la aproximación o distanciamiento con las personas. En el afectivo, es
el medio básico para expresar los sentimientos.
Coordinar adecuadamente los
movimientos indica plenitud de facultades mentales y motrices. También indica
capacidad para utilizar plena y armónicamente cada parte del cuerpo. Por lo que
el movimiento, desde las edades tempranas, ha de ser ejercitado para que se
produzca su necesaria mecanización, como base para la reproducción de diversas
acciones y operaciones que garanticen la consolidación de funciones
psicomotoras, como la coordinación estática y dinámica general, manual y
visomotora.
El conocimiento del espacio permite la ubicación
adecuada en determinados lugares y, ante determinadas situaciones, favorece la
adquisición de la lectura y la escritura. Si antes no se ha trabajado el
conocimiento del esquema corporal, no se producirá una adecuada orientación
espacial. En opinión de Jean-Marié Tasset (1980), es preciso realizar un
análisis del esquema corporal del niño, verificar el nivel actual en que se
encuentra y formular una enseñanza progresiva.
Considera además que el conocimiento del tiempo
objetivo es algo evidente y que puede
ser un punto de partida de la motivación para el trabajo y la realización de
otras actividades cotidianas de la escuela, el hogar o de tipo social. De esta
forma el niño sabrá para cuándo y para qué trabaja. Aprenderá a organizarse,
tanto desde el punto de vista del trabajo como de su tiempo libre.
La orientación temporal constituye, además, una
importante ayuda para que el niño tome conciencia del mundo real. Al aprender a referirse a cualquier
hecho, desarrolla el sentido de la coordinación
e interrelación que conforman una
de las bases del desarrollo de la inteligencia. Las secuencias de acontecimientos, la realización de
actividades con tiempo establecido, el conocimiento de las efemérides, los días
de la semana, los meses del año, son contenidos que se deben tratar, entre
otras múltiples formas.
Mucho ha quedado por tratar
acerca de la Educación Psicomotriz y su influencia en la evolución del
individuo a lo largo de su vida, de modo que a través de este sintético
análisis se ha pretendido de forma general enfocar la esencia de las
concepciones actuales que orientan su práctica a escala mundial.
Para resumir los aspectos
desarrollados, la autora ofrece a modo de conclusiones las aspectos esenciales
que le caracterizan:
ü La psicomotricidad es la relación que se
establece entre el aspecto psíquico y el motor,
a través de un cuerpo que precisa ubicarse en un tiempo y espacio determinados.
ü
Se expresa a través de etapas que definen las pautas de
su evolución en el individuo.
ü
Interviene a lo largo de la vida del individuo, en el
desarrollo de las capacidades para actuar ante diversas circunstancias con los
elementos necesarios para adaptarse al medio y transformarlo.
ü
Educar la psicomotricidad es necesario para el desarrollo
del individuo, pues su concepción se expresa como una formación global de los
potenciales intelectuales, motrices, afectivos y sociales del individuo, y en
el ámbito de la educación se asume esta unidad, en el propósito de educar el
movimiento a la par que las funciones de la inteligencia.
ü
Promoviendo su desarrollo se obtiene consecuentemente la
adquisición de patrones de movimiento, la posibilidad de expresarse
corporalmente (gestualidad, mímica, fonética) y
determina las características del comportamiento por su influencia de
pensamiento emocional y corporal, que combinadas con las particularidades de la
personalidad permiten definir al ser humano como un ente individual.
ü
La institución educativa debe crear las condiciones para
potenciar su desarrollo. En ello deben estar implicados todos los restantes
factores que confluyen en la educación de cada niña y niño, desde las edades
más tempranas.
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2 Morales,
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