Algunas reflexiones
en torno a la concepción martiana de la familia.
Autores: Dr.C Arnaldo
Zaldívar Leyva.
Lic. Etna Noriega Rodríguez.
Otro aspecto relevante de su concepción sobre la familia es que la misma era la base fundamental para la formación ética
y revolucionaria del ciudadano para la futura República.
Some reflections about the Martiana conception of
the family.
The work sistematice the
ideas Martianas on the family present in his work that what allows to know his
conception in this respect, starting from the study of the Complete Works, the
Epistolary and the Age of Gold. A structuring is made about the ideas
Martianas, on the woman and the paper that develops in the family. The Maestro considered that this it was not
only consanguineous, but rather he extended to friendships and fight friends
Another outstanding aspect of his conception about the family is that this was the fundamental base for the ethical formation and revolutionary of the people for the future republic.
José Martí es un hombre muy admirado. Muchas
personalidades lo han destacado por su humanismo, sensibilidad, abnegación,
inteligencia y otras virtudes que lo enaltecen y han hecho que su obra haya
trascendido hasta nuestros días y que su pensamiento sirva de guía y fuerza
motriz para los hombres que aman a sus pueblos y luchan por verlos libres.
La familia es un fenómeno histórico-social que
responde a un conjunto de premisas materiales y espirituales.
Existen muchas definiciones de familia planteadas
por psicólogos, pedagogos, filósofos y sociólogos. Entre estas se encuentra una
abordada por Patricia Ares, en su libro: “Mi familia es así”, donde plantea:
Es el grupo natural del ser humano,
jurídicamente, se organiza sobre la base
del matrimonio, el cual suele definirse
como una institución social en el que un
hombre y una mujer se unen legalmente
con el fin de vivir juntos, procrear,
alimentar y educar a sus hijos.(1)
En la teoría marxista-leninista del proceso
histórico aparece un concepto satisfactorio de familia, en el cual se plantea
que la familia es la más sencilla célula social de la sociedad, en cuyo medio
el individuo aprende a ser un individuo social.
La familia, como elemento de la estructura social,
se encuentra en relación dialéctica con el modo de producción. En las
condiciones de organización gentilicia el régimen económico coincide con el
familiar. A medida que la sociedad se hace más compleja, mayor es el grado de
diferenciación estructural y funcional de la sociedad, lo que implica el
surgimiento de instituciones especializadas como la religión, la moral y la
familia.
La familia debe progresar en la misma medida en que
progrese la sociedad y debe modificarse a medida que la sociedad se modifique.
Es producto del sistema social y refleja su estado de cultura.
Martí tenía una visión muy propia de la familia y de
los diferentes roles que cada miembro debía desempeñar. Cada uno tiene su lugar
y responsabilidad, su espacio. Describe con singular belleza el clima familiar
necesario para la salud mental, de ahí la idea de que ninguna de las riquezas
del mundo era comparable con la dicha y la felicidad de la casa.
En toda su obra encontramos una idea, una frase, un
lugar para la mujer. En la época en que Martí vivió, a la mujer se le destinaba
a minúsculas ocupaciones, el Maestro en cambio, se comporta como abanderado de
ideas nuevas y habla de la mujer como excelente madre, pero, además, como
trabajadora, como patriota y revolucionaria. Muestra de ello son las palabras
de dolor que pronuncia cuando muere el 27 de noviembre de 1893 Mariana
Grajales. Al referirse a ella la llama madre. Hay una veneración profunda en la
palabra, convierte a Mariana Grajales en madre de todos los cubanos y en un
modelo de nuestra mujer cubana: La mambisa, la sacrificada y la rebelde.
Esta heroica mujer recibió el reconocimiento de
Martí. Mariana Grajales era una mujer de acero, valiente como cualquiera de los
mambises de la gesta libertadora, decidida, sacrificada por la patria, a tal
punto que en una ocasión, cuando traen a su hijo Antonio Maceo herido, casi
muerto, las mujeres comienzan a llorar y ella, con su coraje característico las
echó y mirando a Marcos le advirtió que debía prepararse porque era ya momento
de se incorporara al campamento.
¡
Qué majestuosidad la de esa madre, qué ejemplo de patriota! Su abnegación
obliga a la virtud. Esa actitud es la que hace que Martí la ame, la respete, la
admire y de ella diga:
¿Qué había en esa mujer, qué
epopeya y misterio había en esa
humilde mujer, qué santidad y unción
hubo en su seno de madre, qué
decoro y grandeza hubo en su
sencilla vida, que cuando se escribe
de ella es como de la raíz del alma,
con suavidad de hijo, y como de
entrañable afecto?(2)
Para Martí, la obra sin la presencia de la mujer es
incompleta, le falta lo bello, la delicadeza, la energía, su amor, y señaló al
respecto:
Las campañas de los pueblos solo
son débiles, cuando en ellas no se
alista el corazón de la mujer, pero
cuando la mujer se estremece y ayuda,
cuando la mujer tímida y quieta de su
natural,
anima y aplaude, cuando la mujer culta
y virtuosa unge la obra con la miel de
su cariño,
la obra es invencible.(3)
Esa mujer que es capaz de dar todo de sí a favor de
un ideal de amor, es una mujer llena de bondad, abnegada, patriota, incansable,
luchadora, honrada y buena. Pero estaba la mujer egoísta, fría, indolente,
vacía, sin espiritualidad. Y en una carta enviada a María Mantilla, le expresa:
No tengas nunca miedo a sufrir.
sufrir bien por algo que lo merezca
da juventud y hermosura.
mira a una mujer generosa:
hasta vieja es bonita y niña siempre
(...)
y mira a una mujer egoísta, que,
aún de joven, es vieja y seca.(4)
Martí ve en la mujer cualidades y virtudes
extraordinarias. Decía que lo verdaderamente grande en la mujer era el alma y
que una mujer podía ser muy bella pero
si su interior era negro de nada le servían sus atributos de belleza. En una
carta enviada a Amelia en el año 1893 le aconseja cómo debe ser y le advierte
que debe ser ante todo generosa y delicada, porque si no lo es, puede
convertirse en un ser abominable.
Para el Maestro, la mujer debía comprender que estas
cualidades debían caracterizarla, pero también creía que debía luchar por su
superación intelectual, la mujer debía dejar de ser un juguete hermoso a los
pies del marido y convertirse en una compañera inteligente, comprensiva, capaz
de razonar, de conversar sobre diversos
temas. El no aceptaba la teoría de la inferioridad de la mujer:
Y así como se gusta mejor el vino
bueno en copa bien labrada, así se
recibe con mayor mansedumbre,
placer y provecho el influjo del
espíritu de una mujer culta y
hermosa.(5)
Martí consideró el “divorcio intelectual” como un
grave error, no aceptaba la idea de que la mujer era inferior al hombre. Vio a
la mujer en igualdad de condiciones al hombre en cualquier campo, ya sea el
científico, el artístico o el de las leyes. Para él la labor de la mujer es más
importante en las grandes ciudades, sobre todo en EE.UU., pero a la vez
reconocía que este tipo de sociedad exigía de la mujer más cordura e
inteligencia. Desde el mismo 1880, Martí considera que la vida y costumbres de
la mujer norteamericana apuntan un camino diferente. La mujer norteamericana
refleja su sociedad. El Maestro analiza cómo cuando ellas conocen a un hombre
no piensan si es laborioso, honrado, caballeroso, honesto, sino piensan cuánto
gana, qué tiene. Esos pensamientos que afean los espíritus y envilecen a las
personas. Y al referirse a estas familias decía:
Las familias se cimientan de parte
del hombre en una imperfecta
necesidad de compañía, o en una
exigente atracción física, y del
lado de la mujer en el goce de
entrar a disponer de más amplio
peculio.(6)
Esa mujer considera al matrimonio como un negocio
lucrativo y por él es capaz de renunciar a un amor sincero. Esto hace que se
dañen y sucumban en ella los valores éticos, estéticos y espirituales.
Veía, además, a la mujer como la más leal de las
compañeras, la que da ánimos, ayuda al esposo, lo alienta y acompaña en los
malos momentos. Así como celebra con él en las ocasiones alegres.
Por eso la gran importancia que le concedía al
matrimonio y a las relaciones entre las parejas.
El matrimonio debe tener por base, según el Maestro,
el respeto y el amor, no el sometimiento de uno de los miembros a la voluntad
del otro. Concebía a la familia como núcleo y a la pareja como su fundamento.
La base del amor no es solo la atracción física, sino la comunidad de intereses
y objetivos: “En el matrimonio cuando empieza a faltar la identidad ya no cabe
la felicidad. Nada menos que la identidad es necesaria”.(7)
Cada miembro debe jugar un rol y desempeñarlo con
responsabilidad. A los padres toca uno de los papeles más importantes, y deben
lograr, con su ternura, hacer del hogar un sitio feliz, donde reine la armonía
y despojado de las envidias, rencores y conflictos. Deben guiar a los hijos por
los caminos de la paz, la dignidad, la honradez y en el caso de la familia
cubana debe convertirse en el elemento base de la formación de la nación y el
hombre revolucionario. Debe tener por base la virtud.
Entre las familias cubanas más admiradas por él se encontraban la de los Maceo, familia que
había dado a la Patria hombres valerosos y dignos. De esta dijo: “De la madre, más que del padre, viene el hijo,
y es gran desdicha deber el cuerpo a gente floja o mala, a quien no se puede
deber el alma, pero Maceo fue feliz porque vino de león y leona”.(8)
Otra de las familias admiradas por Martí fue la de
Gómez. De su familia diría que cada acto de ella es un culto de admiración al
héroe y un premio digno a sus virtudes. Describía el hogar de Gómez como un
paraíso, donde se encontraba respeto, tranquilidad y amor. La esposa es una
mujer fiel, cariñosa, patriota. En este lugar se inculca el sentimiento
patriótico a los hijos y prueba de ellos la actitud de Panchito que se decide a
luchar en la misma guerra que lo había
privado de sus comodidades. Cada uno de los miembros de esta familia cumple una
tarea con responsabilidad y cariño.
Concedía una importancia extraordinaria al papel de
los padres en la educación de los hijos. Las madres o los padres estén cerca o
lejos son la luz que ilumina su camino, constituyen el apoyo moral y material
más importante con que cuentan los hijos.
Profesó un profundo amor a su familia, amó y cuidó a
sus hermanos. En sus cartas se refleja esa ternura. Siempre sintió nostalgia de
ellas, las necesitaba, quería recibir sus cartas, anhelaba sus abrazos, las
recordaba con cariño. Les advirtió de los peligros de la vida. Les aconsejaba
que fueran respetuosas y cariñosas con sus padres.
Veneró a su madre y a su padre y también a los que
peinaban canas, porque al hablar le enseñaban tanto o más que los libros,
transmitían tanta enseñanza como los pueblos más antiguos.
Todas las ideas de Martí sobre la familia rebasan de
un modo extraordinario los límites de la época. Padre, hermanos e hijos tienen
para él un gran significado. Era sensible a los sentimientos de su familia
constituida por los padres a quienes tanto amó, sus hermanas, su mujer y su hijo. De su padre diría: “ Jamás una
censura ¡pobre viejo mío! Y eso que conmigo perdía todos sus esfuerzos de vejez
pacífica y de fortuna(...)”(9)
Y por la angustia de no estar con su hijo expresó: “
Es cosa de huir de sí mismo esta de no tener ni suelo propio en que vivir, ni
cabeza de hijo que besar”.(10)
No fue desamor sino exceso de amor lo que mantuvo a Martí lejos de sus seres
queridos. El amor inmenso que sintió por Cuba fue el único motivo que lo
mantuvo lejos de su familia, viviendo incluso sin hogar y sin patria por la felicidad,
la libertad y la total independencia de esta porque siempre consideró a Cuba su
madre mayor y todo cubano un hermano: “ Se dice cubano y una dulzura de suave
hermandad se esparce por nuestras entrañas(...) y nos apretamos para hacer un
puesto más en la mesa y echa las alas al corazón enamorado para amparar al que
nació en la misma tierra que nosotros”.(11)
La familia para él va más allá de los lazos
consanguíneos, hermanos eran todos aquellos que amasen la Patria y que fueran
capaces de sacrificar sus propios intereses a favor de una causa justa.
Para Martí la verdadera familia es la del corazón.
Los cubanos: ricos o pobres, negros o blancos, y todos los que en cualquier
parte del mundo estuviesen en contra de las injusticias, constituían su
familia: “ La familia unida por las semejanzas de las almas, es más sólida y me
es más querida que la familia unida por las comunidades de sangre”. (12)
Su concepción del deber con la Patria era tan alto,
que su mayor deseo llegó a ser luchar por el bienestar de esta para sentirse un
hijo verdadero. En sí, Martí concebía a la familia como centro y a la pareja
como el sostén. La base del amor es la comunidad de objetivos. El hogar es el
lugar propicio para la formación del hombre revolucionario, nacido para
defender el suelo patrio. De la virtud y grandeza de la familia se nutre la
Patria, con la firmeza del padre y la voluntad de la madre. La familia es la
base de la República.
Al analizar Martí el papel que debía desempeñar la
familia en la formación del hombre revolucionario, se percató de la gran importancia
que esto representaba para la Patria. Sus valoraciones se basaban en un
análisis profundo de la Guerra de lo Diez Años, como una etapa gloriosa de
lucha que propagó con sus dificultades y aciertos, al hombre que lucharía en la
Guerra Necesaria, valora cómo las experiencias son aprovechadas en aras de
lograr el triunfo.
La familia debía formar a un hombre sumamente
patriota dispuesto a luchar en una
nueva guerra y prepararlo para vivir en la República. Esta guerra la
estuvo preparando durante el período de la Tregua Fecunda, junto a veteranos y
jóvenes.
Martí concebía a la familia como célula fundamental
de la sociedad. Cada uno de los
miembros de esta desempeña un rol, entre todos debe existir identidad
espiritual, respeto mutuo, comprensión y cariño. Creía necesario la unidad de
la familia, la cual debe convertirse en apoyo moral, en manantial de fuerzas,
de consuelo, ternura y amor.
En el hogar, a los padres corresponde el papel de
guía, educar a los hijos teniendo como base el amor, el respeto que debe
existir entre padres e hijos debe estar sustentado en el amor porque es este la
única ley de la autoridad. A los padres debe vérseles como amigos fraternales y
no como censores. A los hijos los ve como un bien supremo, que emanan amor, ternura, que son para los
padres el tesoro más valioso, consuelo y alegría.
A los ancianos se les debe cuidar, respetar y
vérseles como titanes. Merecen por sus años, por su actitud y su ejemplo, el
respeto de todos los miembros de la familia.
A la educación de la mujer prestó gran importancia,
no aceptó la teoría de la inferioridad de la mujer. Consideraba que esta debía
estar preparada intelectualmente para así educar mejor a los hijos, colaborar
con el esposo y la comunidad.
La familia no es solo, para Martí, la que se
encuentra unida por lazos consanguíneos, se extiende más allá. En su concepción
de familia entran todos aquellos que amasen la libertad, y sobre todas las
cosas, la independencia de Cuba. Martí se sentía hijo de su Patria, y por ella
sacrificó su vida, Cuba era su madre mayor.
La familia es núcleo y ha de ser la base de la
República. La concepción martiana de la familia como formadora de un hombre
revolucionario abarca la preparación de éste para la guerra, donde desempeña un
rol destacado el Partido Revolucionario Cubano para lograr la unión de todos
los patriotas y concertar en el país el modo de liberarlo.
Su obra también es una muestra constante de la
importancia del ejemplo de los padres en la educación de los hijos, los cuales
heredan de aquellos cualidades que pueden o no colocarlos a la vanguardia de
las ideas revolucionarias.
La concepción martiana sobre la familia trasciende
los límites de su época, es una concepción de gran amplitud y profundidad,
aborda las funciones que demuestran su papel social, establece la relación
sociedad-familia-individuo, contiene con profundidad ideas sobre las relaciones
intrafamiliares, así como analiza ideas vinculadas a la unidad de la Patria y
la identidad nacional.
Bibliografía
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Ibrahim Hidalgo Paz. La Habana:
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C.Sociales, 1990
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Toledo Sande, Luis. Cesto de
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Ares Muzio, Patricia. Mi familia
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Martí, José. O.C, TOMO V. P.26.
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Ibídem. p.16-17.
4.
Ibídem. TOMO XX. P. 212.
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Ibídem. TOMO VIII. P. 445.
6.
Ibídem.
TOMO X. P. 64.
7.
Ibídem.
TOMO XXI. P. 163.
8.
Ibídem.
TOMO IV. P. 452.
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Ibídem.
TOMO XXII. P. 18.
10.
Ibídem.
TOMO XX. P. 275.
11. Ibídem. TOMO IV. P. 271.
12. Ibídem. TOMO XX. P. 30-31.