Título: Algunas consideraciones en torno al latinoamericanismo  y antiimperialismo martianos

Autores: Lic. Liset Guillén Prieto.

               liset@isphlg.rimed.cu 

          Lic. Rosa Ivis Tamayo Curbelo.

          rosai@isphlg.rimed.cu 

          Lic. Luis Ricardo González.

          luisrg@isphlg.rimed.cu 

 

 

RESUMEN:

Ahondar en las facetas del pensamiento antiimperialista y latinoamericanista de José Martí, constituye una tarea de primer orden para aquellos que tenemos la honrosa misión de preparar a la joven generación. En el presente trabajo se hacen algunas valoraciones acerca de algunas de las  ideas expresadas por nuestro Apóstol en relación con las ambiciones del Imperio para con la América hispánica. Se destaca la importancia no solo de su conocimiento, sino además de la necesidad de unirse para protegerse del poderoso monstruo económico y político, que ya por los años en que Martí vivió en EE.UU. venía gestándose, para lograr de esta manera la supervivencia de nuestros pueblos.

 

SUMMARY:

To deepen in the different aspects of José Marti’s anti-imperialism and Latin Americanism constitutes a basic task for those of us who have the honorable mission to prepare the new generation. In the present work, we make some assessments of some ideas expressed by our Apostle in relation to the ambitions of the Empire towards Hispanic America and the importance of not only knowing about that but also of the need to unite for protection vis-à-vis the powerful economic and political monster who was already growing by the time Martí lived in the USA, thus achieving the survival of our peoples.

 

 “ Todo nuestro anhelo está en poner alma a alma y mano a mano los pueblos de nuestra América Latina. Vemos colosales peligros; vemos manera fácil y brillante de evitarlos, adivinamos, en la nueva acomodación de las fuerzas nacionales del mundo, siempre en movimiento, y ahora acelerado, el agotamiento necesario y majestuoso de todos los miembros de la  familia nacional americana...”[1]

Mucho se ha dicho y escrito acerca del pensamiento latinoamericanista y antiimperialista de José Martí, sin embargo, por la vigencia de sus ideas,  y por su extraordinaria capacidad de alertar,  nunca deja de ser pertinente ahondar en este interesante  tema, que además posee plena actualidad.

No es  hasta 1889 que comienza  a  expresarse de manera más sólida, aunque no definitiva, la estrategia continental del Maestro, debido a que esta se enriquece continuamente con su accionar revolucionario. Es a partir de esa fecha en que comienzan a perfilarse con nitidez  mayor los rasgos imperialistas de la sociedad norteamericana. Desde años atrás había perfilado Martí sus ideas acerca de la necesidad de oposición activa  por parte de la América nuestra , y en esta estrategia continental revolucionaria, la independencia de Cuba y Puerto Rico jugarían un papel principalísimo en la obstaculización del avance imperialista “ sobre nuestras tierras de América”, como de alguna manera lo dejara expresado en carta a su amigo Manuel Mercado.

Desde 1815, en su “Carta de Jamaica”, había expresado el Padre de al independencia latinoamericana  la idea de una América Latina unificada, idea que había partido de la necesidad de unir, como en un haz de luz a nuestros pueblos en su lucha contra el colonialismo español. Sin dudas, Bolívar había concebido este propósito al percatarse de la unidad evidente en el aspecto histórico y de hecho cultural, así como territorial del continente. Las aspiraciones de Bolívar, que  habían caído por tierra debido a causas de diversa índole, fueron retomadas con fuerza arrolladora por José Martí., cuyo latinoamericanismo no se basaba  solamente en la misión de liberar  a estos pueblos del colonialismo de España, sino en una más abarcadora y definitiva: la de poner fin al atraso existente y a los problemas que aún persistían en los ámbitos  económico,  político y social.

Concebía una integración similar al anhelo bolivariano, pero con bases profundamente populares. Tenía  la convicción más absoluta de que para llevar adelante su empresa, había que contar con los pobres de la tierra: campesinos, obreros y negros; así lo expresaría en su discurso en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en honor al Libertador, el 28 de octubre de 1893.

Pero en la conformación de esta visión martiana sobre el latinoamericanismo y el antimperialismo incidirían de manera decisiva su paso por España, por los países de nuestro continente, como es el caso de México, Guatemala y Venezuela, así  como su estancia en los Estados Unidos. Durante su estancia en la Metrópoli, vio Martí que la República española no era precisamente el modelo que serviría a nuestros países para resolver los problemas que los aquejaban, lo cual reflejó en algunos de sus escritos.

Ya desde el inicio de su periplo por los pueblos de América, el cual se inició en México en 1875, comienza  la conformación de las ideas del Maestro en torno a la comprensión de los propósitos expansionistas y ya visiblemente agresivos de los Estados Unidos. Su estancia en el país azteca le permite comprender el carácter abyecto de la nación norteña en relación con la de Juárez, así como también el propósito esencialmente económico de la agresión que se estaba gestando y que para Martí  estaba promovida “por los que quieren hacer de México un mercado  donde asegurar su vacilante potencia mercantil”[2]

Ya por estos años obtiene suficientes evidencias que le permiten tomar plena conciencia de que los casos de México y de Cuba formaban parte de una amplia estrategia de penetración muy bien preconcebida en otras tierras  americanas de habla hispana, y se encarga Martí de alertar a la hermana nación, cuando expresa: “ ¡Ah, México querido: ¡ Ah, México adorado, ve los peligros te cercan! ¡ Oye el clamor de un hijo tuyo, que no nació de ti! Por el norte, un vecino avieso se cuaja”[3]

 Años más tarde, y pocos días después de su arribo a tierra guatemalteca en abril de 1887, manifestaba en su carta escrita a Joaquín Macal:

 

“ Pizarro conquistó al Perú cuando Atahualpa guerreaba a Huáscar ; Cortés  venció a Cuauhtémoc porque Xicotencalt o ayudó en la empresa; entró Alvarado en Guatemala porque   los quiches rodeaban a los zutijeles. Puesto que la desunión fue nuestra muerte, ¿qué vulgar entendimiento, ni corazón mezquino, ha menester que se le diga que de la unión depende nuestra vida?”[4]

 

 Al hacer un análisis de las causas que conllevaron a que nuestras tierras  vírgenes fueran vencidas por el europeo invasor, ve Martí que la cusa fundamental que propició la derrota fue precisamente la falta de unidad; por ello, el llamado a la unidad latinoamericana es expresado por Martí ya como un imperativo para la supervivencia de nuestros pueblos, para su defensa ante el nuevo y  peligroso país  que irrumpía de manera desenfrenada en nuestras tierras.

 

La profunda y exhaustiva disección de la realidad continental y de la necesaria y presta unión, continúa perfilándose en los años posteriores; muestra de ello lo constituye su estancia en Venezuela, donde incita además a que nuestros pueblos se liberen de los remanentes coloniales presentes aún en las repúblicas como el caudillismo, la situación del indio americano, entre otros problemas de urgente solución para poder lograr la unidad más inmediata posible.

 En el año 1880 conoce Martí la nación norteamericana. Resulta verdaderamente ilustrativa e impactante la imagen que de esta sociedad nos ofrece en sus apuntes:

 

 “ ¡ Oh ¡ la nación norteamericana morirá pronto, morirá como las avaricias, como las exuberancias, como las riquezas inmorales. Morirá espantosamente como ha vivido ciegamente. Solo la moralidad de los individuos conserva el esplendor de las naciones”[5]

 

Martí analiza podredumbre de las bases fundacionales de  este país, cimientos estos que pisotean los verdaderos valores sobre los que debe erigirse una nación y se percata de cómo se sientan los sólidos cimientos para el declinar de un país que, a pesar de su esplendor material, sucumbe de manera “(...) El tamaño es la única grandeza de esa tierra. ¡ Qué mucho, si nunca precipitada en el aspecto moral. Más adelante refiere un criterio demoledor sobre esta nación prostituida:

 

mayor nube de ambiciones cayó sobre mayor extensión de tierra virgen ¡. Se acabarán las fuentes, se secarán los ríos, se cerrarán los mercados ¿Qué quedará después al mundo de esa colosal grandeza pasajera?...”[6]

 

Una visión  que constituye una muestra  de la fuerte raigambre identitaria de José Martí, nos la ofrece este escrito, que aparece en  sus Cuadernos de Apuntes:

 

 “Los norteamericanos posponen a la utilidad del sentimiento, nosotros posponemos al sentimiento la utilidad. Y si hoy esta diferencia de organización de vida, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques, por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que solo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nosotros nos legislemos por las leyes que ellos se legislan?. Imitemos. ¡No¡ - Copiemos- ¡No! – Es bueno, nos dicen. Es americano, decimos- Creemos, porque tenemos necesidad de creer. Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos asemejarse [ ...] ¿Cómo con leyes iguales vamos a regir dos pueblos diferentes? Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y la han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero.¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”[7]

 

La crítica y el rechazo a una sociedad cuyos orígenes son diametralmente opuestos a los de nuestros pueblos, y de manera particular a Cuba, están implícitos en este fragmento en el que se revela la oposición a copiar elementos y recetas foráneas que estarían muy lejos de beneficiarnos. Un fuerte sentido de pertenencia, cuyas bases han sido formadas, a partir de un análisis  de nuestra realidad nacional y continental, están muy enraizadas en el pensamiento del Apóstol, quien llega a maldecir  todos los factores que han conllevado a que los Estados Unidos hayan arribado a ese estado de cosas.

 

En sus”Impresiones de América”, publicadas entre julio y octubre de 1880, durante su primera residencia en Nueva York no se aprecia deslumbramiento alguno que le impida ir a la esencia misma de los elementos que ya caracterizan a esa sociedad como son, entre otros, el amor desmedido  por la riqueza y la falta de espiritualidad, lo cual  no significa  que no llegara a  apreciar  y a valorar en su  justa medida el desarrollo material alcanzado  por ésta.

 

Estudia Martí la política en los Estados Unidos donde imperan el fraude en las elecciones, la compra de votos, la manipulación del electorado, la unión entre políticos y ricos, pero se pone en contacto además con el proletariado norteamericano, lo que le permite apreciar en esta lo mejor  de esa nación.

 

En agosto de 1886, durante la administración de Cleveland, se origina una conjura con el fin de arrebatar los estados del norte a México. Martí estudia también las corrientes expansionistas norteñas mediante el análisis de las noticias de la prensa acerca de su afán de anexarse territorios pertenecientes a países  vecinos y además, las declaraciones del Presidente en su mensaje anual al Congreso, evidencian interés excepcional por llevar a vías de hecho estas aspiraciones.

 

 Con el recrudecimiento de la política agresiva norteamericana para nuestros pueblos, el pensamiento martiano en relación con la posición y actitud hacia la otra América se radicaliza. Una muestra evidente de esta política lo constituye la convocatoria de los Estados Unidos a la Conferencia Internacional Americana, celebrada en Washington entre 1889 1890. Ya posee el Apóstol de la independencia suficientes vivencias que le han hecho tomar conciencia plena de las funestas consecuencias que para su América presupone el imperialismo estadounidense, de ahí que se convierta en el más enconado opositor a la invasión económica de los Estados Unidos sobre los países de habla hispana del continente americano, invasión reveladora de un desbordante poderío capitalista que se abre paso con arrolladora y peligrosa fuerza. En carta dirigida al Director de la Nación y refiriéndose a esta Conferencia, apunta:

 “ De una parte hay en América un pueblo que proclama su derecho de propia coronación  a regir, por la moralidad geográfica, en el continente, y anuncia por boca de sus estadistas, en la prensa y en el púlpito, en el banquete y en el congreso, mientras pone la mano sobre una isla y trata de comprar otra, que todo el norte de América ha de ser suyo, y se le ha de reconocer derecho imperial del istmo abajo,  y de otra están los pueblos de origen  y fines diversos, cada día más ocupados y menos recelosos, que no tienen más enemigo real que su propia ambición, y la del vecino  que los convida a ahorrarle el trabajo de quitarles mañana por la fuerza lo que pueden dar de grado ahora. ¿Y han de poner sus negocios los pueblos de América en manos de su único enemigo, o de ganarle tiempo, y poblarse, y unirse, y merecer definitivamente el crédito y respeto de las naciones, antes de que ose demandarles la sumisión al vecino a quien, por las lecciones de adentro o las de afuera, se le puede moderar la voluntad, o educar la moral política, antes de que determine a incurrir en el riesgo y oprobio de echarse, por la razón de estar en el mismo continente, sobre los pueblos decorosos, capaces, justos y como él, prósperos y libres? [8]

 

Una vez más plantea el Maestro la  necesidad imperiosa de la unidad de los pueblos de América, y alerta sobre los riesgos de las relaciones económicas que pueden establecer estos pueblos con su enemigo común. Ve Martí la manera en que solapadamente los Estados Unidos  pretenden apoderarse de nuestras riquezas y, de hecho, controlar las ya laceradas economías como consecuencia de las políticas coloniales. Pero la naturaleza y magnitud del artificio y del peligro inminente que significa esta convocatoria para la América hispánica, que tiene origen y propósitos diversos en relación con el vecino norteño, lo hace mucho más explícito el Apóstol, cuando expresa abiertamente:

 

“ Y es lícito afirmar esto, a pesar de la aparente mansedumbre de la convocatoria, porque a esta, que versa sobre las relaciones de los Estados Unidos con los demás pueblos americanos, no se la puede ver como desligada de las relaciones, y tentativas, y atentados confesos, de los Estados Unidos en la América, en los instantes mismos de la reunión de sus pueblos sino por lo que son estas relaciones presentes, se ha de entender como serán, y para qué, las venideras, y luego de incluir la naturaleza y   objeto de las amistades proyectadas, habrá de estudiarse a cual de las dos Américas convienen, y si son absolutamente necesarias para su paz y vida común, o si estarán mejor como amigos naturales sobre bases libres, que como coro sujeto a un pueblo de intereses distintos, composición híbrida y problemas pavorosos, resuelto a entrar, antes de tener arreglada su casa, en desafío arrogante, y acaso pueril, con el mundo. Y cuando se determine que los pueblos que han sabido fundarse por sí, y mejor mientras más lejos, abdicar su liberación en favor del que con más obligación de ayudarles no les ayudó jamás, o si conviene poner clara, y donde el universo la vea, la determinación de vivir en la salud de la verdad, sin alianzas innecesarias con un pueblo agresivo, de otra composición y fin, antes de que la demanda de alianza forzosa se encone y haga caso de vanidad y punto de honra nacional,- lo que habrá de estudiarse serán los elementos del congreso en sí y en lo que de afuera influye él, para augurar si son más las probabilidades de que se reconozcan, siquiera sea para recomendación, los títulos de patrocinio y prominencia en el continente, de un pueblo que comienza  a mirar como privilegio suyo la libertad, que es aspiración universal y perenne del hombre, y a invocarla para privar a los pueblos de ella -, o de que en esta primera tentativa de dominio, declarada en el exceso impropio de sus pretensiones, y en los trabajos de los coetáneos de expansión territorial e influencia desmedida (...) ” [9]

Resulta evidente que para Martí no pasan inadvertidas las verdaderas intenciones de los Estados Unidos e insiste en la innecesaria alianza con los Estados Unidos; ve, no sin extrema preocupación, las consecuencias de ésta, no solo para tiempos presentes sino, lo que es mucho peor, para las futuras relaciones entre ambos pueblos. Avisora la naturaleza prepotente del yanqui, caracteriza la esencia agresiva, prepotente y temible de un pueblo cuyos orígenes y composición  difieren con los nuestros y pone al desnudo su encubierto afán de dominación; en fin, sus afanes también de privar a nuestros pueblos de lo que se considera y trata de mostrarse ante el mundo como máximo exponente: la libertad y la independencia.

 

Cuando se celebra la Conferencia Monetaria Internacional de las Repúblicas de América en 1891, deja el Maestro muy claras las verdaderas intenciones del vecino, quien con extraordinario cinismo había calificado su idea de “ de sueño fascinador”.

 

Como siempre, con agudo ojo avizor, alerta sobre esta nueva y peligrosa tentativa de predominio de los Estados Unidos sobre los pueblos de América. Esta conferencia, convocada en 1891 y continuación de la celebrada entre 1889 y 1890, había recomendado el establecimiento de una Unión Monetaria Internacional y la acuñación de una o varias monedas internacionales, uniformes en peso y ley y que tuvieran curso legal en todos los países americanos. Justamente, se convoca la comisión para precisar esos detalles. Se abogaba por el  bimetalismo, proyecto que en nada favorecía a nuestros desangrados países.

 

Martí hace manifiesto una vez más el verdadero trasfondo del convite del Norte y cómo los “ pueblos menores” se unirían, no sin peligro “ con los que buscan un remedio al exceso de productos de una población compacta y agresiva y un desagüe a sus turbas inquietas, en la unión con los pueblos menores”[10]

Y continúa alertando, cuando expresa:

 

“ (...)Cuando un pueblo es invitado a unión  por otro, podrá hacerlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado, podrá celebrarlo sin juicio la juventud prendada de bellas ideas, podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles, pero el que siente en su corazón la angustia de la patria, el que vigila y prevé, ha de inquirir y ha de decir que elementos componen el carácter del pueblo que convida y el convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos comunes, y si es probable no que los elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado; ha de inquirir cuales son las fuerzas políticas del país que le convida, y los intereses de sus partidos y los intereses de sus hombres, en el momento de la invitación. Y el que resuelva sin investigar, o desee la unión sin conocer, o la recomienda por mera frase y deslumbramiento, o la defienda por la poquedad del alma aldeana, hará mal a América.”[11]

 

Martí cala en la esencia de la nación norteamericana y en cómo ésta nos ve, como por encima del hombro, en su política desdeñosa para con nuestros pueblos y, por ende, en lo mezquino de sus propósitos en relación con las tierras americanas. Como puede apreciarse en este y en otros fragmentos ya citados,  nuestro Apóstol avisora y pone al desnudo los cimientos la política imperial y fascistoide que en nuestros día alcanza niveles insospechados.

 

“ (...) Creen en la necesidad, en el derecho bárbaro como único derecho”: esto será nuestro, porque lo necesitamos”. Creen en la superioridad incontrastable de la raza anglosajona contra la raza latina. Creen en la bajeza de la raza negra que esclavizaron ayer y vejan hoy, y de la india, que exterminan. Creen que los pueblos de Hispanoamérica están formados, principalmente, de los indios y de  negros. Mientras no sepan más de Hispanoamérica los Estados Unidos y la respeten más, como la explicación incesante, urgente, múltiple, sagaz de nuestros elementos y recursos, podían llegar a respetarla,-¿ pueden los Estados Unidos convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispanoamérica ?. ¿ Conviene a Hispanoamérica la unión política y económica con los Estados Unidos?”[12]

 

En cuanto a las relaciones económicas entre los pueblos, expresa Martí:

 

“ Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro, es separarlo de los demás pueblos (...) Distribuya (el pueblo) sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos(...)”[13]

(...) “ Ha de realizarse cuanto acerque a los pueblos pero el modo de acercarlos no es levantarlos uno contra otros, ni se prepara la paz del mundo armando un continente contra las naciones que han dado vida y mantienen con sus compras a la mayor parte de los países de él, ni convidando a los pueblos América, adecuada a Europa, a combinar, con la nación que nunca les fió, un sistema de monedas cuyo fin es compeler a sus acreedores de Europa, que les fía, a aceptar una moneda que sus acreedores rechazan.”[14]

 

 Sueña Martí con el establecimiento de una moneda única, pero no es el momento para ello, está convencido de que hacerlo así, respondería a los intereses de los poderosos. Martí expone que la estabilidad de la proposición entre el oro y la plata depende de las naciones productoras y alerta sobre el hecho de forzar la explotación de la plata es depreciarla, desvalorizarla, lo que afectaría a las naciones productoras (véase el caso de México, fundamentalmente).Arguye sobre el cambio de la moneda, el cual considera que ha de hacerse con aquellos países con los  que más se comercia.

 

Martí comprendió que la creación de un sistema monetario americano no lograría otra cosa que sentar las bases para una unión económica y, por ende, política, lo cual no era bajo ninguna circunstancia, conveniente para nuestros pueblos, y sobre esto señala: “ El caso geográfico de vivir juntos en América –apunta- no obliga, sino en la mente de algún candidato o bachiller, a unión política.”[15]

 

Por otra parte, abordó que la defensa de nuestros intereses estaba en saber establecer un justo equilibrio en las relaciones entre sí y las grandes potencias, sin atarse, sin establecer ligaduras que luego podrían resultar verdaderamente lamentables.

 

Hasta aquí hemos abordado someramente algunas ideas en relación con el latino americanismo y antiimperialismo martianos. Como sabemos, estos se profundizaron y  concretaron en el accionar de Martí en favor de nuestros pueblos, a los que consideró definitivamente, y como muestra evidente de la superioridad de su pensamiento, como una sola patria.

 

Hoy, cuando nos encontramos en los albores del siglo XXI, los propósitos imperiales del gobierno de los Estados Unidos se acrecientan con fuerza indetenible, pues ellos no aceptarán con impasible tranquilidad que en el mundo en el que se conciben como amos y señores, surjan hombres y pueblos que se opongan a sus afanes de dominación mundial, y es entonces cuando el vigor de este pensamiento, cuya trascendencia ha traspasado las fronteras del tiempo y del espacio, tiene su expresión más genuina en la obra de la Revolución cubana y en su lucha desbordante en aras del logro de la unidad latinoamericana; tiene también su manifestación más evidente en el proceso bolivariano, en la creación del ALBA, en contrapuesta lucha contra el ALCA: en procesos como el que se gesta en el gigante suramericano; en Bolivia, con el éxito eleccionario de Evo Morales, entre otros. Cada día se hace más evidente el despertar de los pueblos del mundo en relación con las verdaderas aspiraciones del imperio norteamericano, y cada día que pasa también le resulta más difícil engañar, sobornar, chantajear , y presionar, medios sucios de los que se vale para mantener a los pueblos sojuzgados.

La palabra, el pensamiento martiano latinoamericanista y antiimperialista, se convierte, de hecho, en una valiosísima arma de combate ideológico para todos aquellos que luchan por un mundo mejor para la humanidad y creemos que nada mejor que para ello, que ir a beber a la fuente inagotable de la obra martiana, cuyo pensamiento  está hoy más vivo que nunca, y lo estará hasta que la América española logre su total y definitiva independencia. 

 

                                    BIBLIOGRAFÍA

 

 

Anuario del Centro de Estudios Martianos. Número 11, 1988.

Anuario del Centro de Estudios Martianos. Número 13, 1990.

Dill, Hans Otto. El ideario literario y estético de José Martí. Casa de las Américas. La Habana, Cuba.

Dos Congresos. Las razones ocultas. José Martí. Editorial de Ciencias Sociales. Estudios Complementarios de Angel Augier y Paul Estrade.

Marinello, Juan. Dieciocho ensayos martianos. Colección de Estudios Martianos. Editora Política, La Habana, 1980.

Martí, José. Nuestra América. Colección Nuestra América. Compilación y prólogo de Roberto Fernández Retamar. La Habana, 1974.

Martí, José. Obras Completas. T-XLX, XXL y VLL.

 

 

 

 

 

       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Agrupamiento de los pueblos de América”, en sus Obras Completas. T-VLL, p.235.

 

[2] Obras Completas. José Martí. T-XLX. p.22.

 

[3] Obras Completas. José Martí. T-XLX. p.22.

[4]“Unidad o muerte: en las raíces del antiimperialismo y el latinoamericanismo            martianos”, de Ramón de Armas, en Anuario de Centro de Estudios                        Martianos, número11, 1988.

 

[5] Obras Completas. José Martí. T-XLX. P.17.

[6]Cuadernos de Apuntes. Obras Completas. T-XXL. P.15-16.

[7]Congreso Internacional de Washington. Su historia, sus elementos y sus                  tendencias. P.42, en Dos congresos. Las razones ocultas. José Martí.

[8] Congreso Internacional de Washington. Su historia, sus elementos y sus      tendencias. P.40, en Dos congresos. Las razones ocultas. José Martí.

 

[9] Idem. P.40-41.

[10] Idem. P.159.

 

 [11] Idem. P.159.

 

       [12] Idem. P.161.

 

 [13] Idem. P.161.

 

[14] Idem. P.162.

 

[15] Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América. P.161, en Dos congresos. Las   razones ocultas.