Título: La lucha contra el ALCA desde una perspectiva martiana.

Autor: MsC. Rebeca Rodríguez Mastrapa

            rebe@isphlg.rimed.cu 

 

Resumen

La obra de José Martí es rica en argumentos para demostrar el carácter opresivo y conquistador de la política norteamericana respecto a la América Latina. Desde el surgimiento del imperialismo, el gobierno norteamericano ha desarrollado una serie de acciones dirigidas a imponer su poder y su cultura para subordinar nuestras economías a sus intereses y consolidar su posición hegemónica en el hemisferio.

En el contexto de la globalización neoliberal, las tesis martianas cobran extraordinaria vigencia como arma teórica esencial para poner al descubierto el carácter reaccionario de los métodos empleados hoy para conseguir sus fines; así como revelar la necesidad y urgencia de la integración de nuestros pueblos como única alternativa posible para afianzar nuestra independencia, soberanía, y de esta forma poner fin a la historia del despojo.

 

 

Summary

José Martí’s work is rich in arguments that show the oppressive and conquering character of North American policy towards Latin America. Since the emergence of imperialism, the North American government has developed a series of actions with the aim to impose its power and culture to subordinate our economies to their interests and consolidate its hegemonic position in this hemisphere.

In the context of neoliberal globalization, Martí’s theses become extremely important as a fundamental theoretical weapon to uncover the reactionary character of the methods used today to achieve those ends, as well as to reveal the need and urgency of the integration of our peoples as the only possible alternative to consolidate our independence and sovereignty so as to put an end to this history of plunder.


La historia del imperialismo desde su nacimiento hasta hoy, ha sido la historia del despojo y la opresión. Esa política depredadora y agresiva es cada vez más despiadada y asume métodos cada vez más sutiles: el ALCA es un ejemplo de ello. En el pasado siglo, la lucha contra ese intento de destruir a los pueblos más pobres asumió, al decir de Armando Hart, una posición defensiva y agrega que, en el presente siglo es necesario prepararse para asumir una posición ofensiva en el orden político y cultural en la que no puede faltar el dominio y aplicación del legado martiano que, sintetizando lo más auténtico de la cultura cubana desde Varela, nos da el método para enfrentar las ambiciones imperialistas, a partir de un profundo estudio del imperialismo norteamericano, y su certera visión de lo que significaba éste para América Latina.

Los primeros pasos para la constitución del ALCA se dieron en diciembre de 1994 en la Cumbre de las Américas celebrado en ;Miami, EEUU. Allí se acordó eliminar progresivamente las barreras al comercio y a la inversión. En Abril de 1998 se iniciaron formalmente las negociaciones en la Segunda Cumbre de las Américas celebrado en Santiago de Chile, y ya en abril del 2001, en Québec, durante la Tercera Cumbre, se establecieron las áreas de negociación: acceso a mercados, agricultura, servicios, inversión, compras del sector público, propiedad intelectual, política de competencia, subsidios y derechos compensatorios. Allí se acordó:

-       Fortalecer la democracia representativa.

-       Proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales.

-       Reforzar la OEA.

-       Adhesión a los principios de abstención a usar la amenaza y la fuerza.

Una lectura superficial diría que no hay proyecto más justo y humano, pero el análisis exige un estudio más profundo. Martí, que estudió el imperialismo norteamericano en proceso de gestación, decía en septiembre de 1889 en lo que fue un primer intento de integración entre el Norte y el Sur, el Congreso de Washington: “Las entrañas del congreso están como todas las entrañas, donde no se las ve....” (1). Le preocupaba al  prócer cubano cómo se encubrían, entre lujos y atenciones, los verdaderos objetivos del congreso. Y esta es la primera lección martiana para enfrentar este nuevo proyecto de integración económica americana, ¿cuál es su verdadera esencia?, porque ¿qué acceso al mercado pueden tener los países Latinoamericanos cuando Estados Unidos otorga gigantescos subsidios a las firmas estadounidenses y cuenta con los mayores grupos financieros del mundo?.

En el presente siglo, la fuerza y el poderío de los monopolios norteamericanos crece cada vez más, lo que ello significa desde el punto de vista económico fue magistralmente denunciado por Martí:

“... El monopolio está sentado como un gigante implacable, a la puerta de todos los pobres. Todo aquello que se puede emprender está en manos de corporaciones invencibles formadas por la asociación de capitales desocupados a cuyo influjo y resistencia no puede sobreponerse el humilde industrial...” (2)

Esta es la principal encrucijada en que está colocado el imperialismo que surge a fines del siglo XIX y convierte al mundo, en el presente siglo, en un constante campo de batalla donde las grandes corporaciones necesitan imponer su voluntad expansionista, en un contexto cada vez más inestable  e inseguro que es resultado de los intereses hegemonistas de una sola nación. El problema va más allá si tenemos en cuenta que no se trata solo de monopolizar industrias y capitales, también se pretenden imponer culturas, destruir la identidad de los pueblos, identidad que es el resultado de la evolución histórica de esta parte de América, a través de la cual las naciones latinoamericanas han adquirido conciencia de su propia existencia como entidades independientes portadoras de una cultura y una forma de existir peculiares que los distingue de otros. Contra esos intentos de despojo económico y cultural hay que imponer una sólida conciencia de identidad que, a partir de la defensa de sus raíces, permita proyectar un desarrollo hacia el futuro, sobre la base de una integración verdaderamente humana y distinta de aquella que ofrece el imperialismo hoy, una integración que posibilite el acercamiento de los pueblos, no solo los del Sur, sino de todos los pueblos del mundo que sienten, a diferencia de algunos de sus gobiernos que propugnan la guerra y la destrucción como camino al futuro, que es posible e imprescindible la unidad de todos para cuidar y fortalecer el mundo en que vivimos.

El estudio profundo que hace Martí sobre el imperialismo, cuando aún daba sus primeros pasos y sobre el cual existe amplia literatura, mantiene una vigencia extraordinaria ante los nuevos intentos de integración y globalización neoliberal propuestos por la “superpotencia”. En sus Crónicas al Congreso de Washington hace una caracterización económica que apunta los verdaderos fines de la política norteamericana hacia sus vecinos del Sur.

“... No es para decidir, sino para mostrar a los huéspedes la grandeza y esplendidez de las ciudades, y aquella parte de las industrias que se puede enseñar, a fin de que se les arraigue la convicción de que es de la conveniencia de sus pueblos comprar lo de éste y no de otros, aunque lo de éste sea más caro, sin ser en todo mejor y aunque para comprar de él hayan de obligarse a no recibir ayuda ni aceptar tratos de ningún otro pueblo del mundo...” (3)

En las circunstancias actuales, este análisis martiano adquiere singular importancia en el desmontaje de ese falso concepto de integración que propone el ALCA. Se habla de libre acceso al mercado, sin embargo, no considera el libre tránsito de personas hacia los Estados Unidos, lo que pone en desventaja a los negociantes, inversionistas y profesionales latinoamericanos con respecto a los estadounidenses que sí disfrutan de esa libertad de circulación, pero esa es la parte que no se atreven a descubrir. Hoy, como a fines del siglo XIX, solo muestran lo que les conviene, por eso es importante profundizar en la necesidad actual del imperialismo de tener acceso al mercado mundial y de apropiarse de todas las fuentes de recursos naturales para poder subsistir como sistema, la vía, una de ellas: convencer a los pueblo Latinoamericanos para que acepten el ALCA. Hay que partir de que en nuestros días, la política imperial se hace cada vez más agresiva y unilateral, no tiene en cuenta instituciones internacionales, lo que le permite diseñar una estrategia que posibilite imponer su dominio. El ALCA no es más que el resultado de la maduración de esa política y el intento de implantarla en la esfera económica. Nuestros pueblos necesitan armarse teóricamente, de modo que puedan ejercer una crítica profunda sobre los métodos empleados por el imperialismo para imponerse, y nada mejor que el estudio histórico martiano sobre un fenómeno que surgió hace más de un siglo y que hoy se une a otro fenómeno indetenible y lógico: la globalización.

Alertaba Martí en las crónicas al Congreso:

“ Los peligros no se han de ver cuando se les tiene encima, sino cuando se les puede evitar. Lo primero en política, es aclarar y prever. Solo una respuesta unánime y viril ... puede libertar de una vez a los pueblos españoles de América de la inquietud y perturbación... en que les tendría sin cesar ... la política secular y confesa de predominio de un vecino pujante y ambicioso, que no los ha querido fomentar jamás, ni se ha dirigido a ellos sino para impedir su extensión ..., o para cortar por la intimidación sus tratos con el resto del universo, ... ,o para obligarlos,..., a comprar lo que no se puede vender y confederarse para su dominio” (4).

Y agrega con método profundo y certero: “Hay que ver, pues, cómo nació el congreso, en que manos ha caído, cuáles son sus relaciones ocasionales de actualidad con las condiciones del país y qué puede venir a ser en virtud de ellas, y de los que influyen en el congreso y lo administran”. (5)

Con esta misma precisión con qué Martí supo descubrir la verdadera esencia de ese intento de integración económica que fue el Congreso de Washington de 1889, se deben analizar y enfrentar las nuevas maniobras imperiales en relación con nuestros países. Porque ¿es posible realmente que la OEA se convierta en una institución que represente los intereses reales de Latinoamérica?, ¿qué derechos humanos y libertades fundamentales se proponen defender cuando miles de niños mueren en América Latina por falta de medicinas y alimentos?, ¿de cuál abstención a usar la amenaza y la fuerza hablan cuando no dejan de hostigar a un pueblo pequeño y soberano como el nuestro?, ¿qué clase de alianza es esa que propone impedir la investigación científica en Latinoamérica ocasionando más desigualdad y dependencia tecnológica respecto a los países desarrollados, y que pretende patentarlo todo, desde descubrimientos hasta mitología indígena e incluso seres vivos?.

 

Responder estas interrogantes no significa una negación rotunda. La alianza entre las naciones es posible y necesaria, pero sobre bases equitativas y justas, atendiendo los principales problemas sociales y económicos que agobian al mundo, sin lo cual no es posible lograr desarrollo real. La OEA, como otras instituciones regionales y globales, puede cumplir con los objetivos para los que fue creada, pero para ello debe eliminarse la presión que ejerce sobre este organismo el gobierno norteamericano, debe cambiar su estructura, y entonces sí responderá a los verdaderos intereses de las naciones.

Enfrentar ese unilateralismo económico, militar, social y cultural que nos impone  una sola potencia, es el único modo de sobrevivir. Hoy más que nunca se hace vigente aquella expresión martiana que plantea:

“...Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez , ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menor poder, ligadas por el comercio  libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo. De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de  declarar su segunda independencia.”(6)

Contra el mundo unipolar y enajenante que se nos ofrece a los países más pobres y desposeídos como única alternativa de desarrollo, es necesario, primero: identificar a nuestro principal enemigo: el imperialismo norteamericano, y segundo: armarnos de un pensamiento cultural que propicie la integración justa y racional sobre la base del equilibrio del mundo. La solidez y profundidad del pensamiento martiano constituye un elemento teórico y práctico esencial  en la consolidación de una cultura de resistencia. Para ello se debe concebir a nuestra  América como la concibió Martí: unida, orgullosa, y en causa común con los desposeídos.

 

“... ¡ los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.

 

“...El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡ es nuestro vino!...”

 

“... Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.”(7)

En estas expresiones martianas, escritas en “Nuestra América” está la esencia de cómo concibió Martí a nuestros pueblos y hacia donde debían dirigirse. La fe y la confianza en el hombre americano y sus posibilidades de salir adelante deben constituir la principal arma de lucha en nuestros días, solo con esa fortaleza lograremos defender nuestra identidad que es salvar nuestra independencia y con ella, la libertad plena del hombre. La aplicación del ALBA es un buen camino. Ahí están los convenios Cuba-Venezuela en el área de la salud y la educación, la solidaridad de los médicos cubanos en cualquier parte de nuestra América, la respuesta unánime y desinteresada de nuestro pueblo para acoger a nuestros hermanos bolivianos en el seno de sus hogares. Eso es unidad latinoamericana, justicia social, humanismo, equidad. Esa es la realidad que soñó Martí y el camino para poner fin a la historia del despojo.

 

Referencias.

1.-Martí, José. El Congreso de Washington. En: José Martí Nuestra América. Ed Casa de las Américas. La Habana. Cuba. P. 237

 

2.- --------------. Obras Completas Tomo X p. 84-85

 

3.- --------------. El Congreso de Washington. En: José Martí Nuestra América. Ed Casa de las Américas. La Habana. Cuba. P. 236

 

4.- -------------. Congreso Internacional de Washington. En: José Martí Nuestra América. Ed Casa de las Américas. La Habana. Cuba. P. 251

 

5.- -------------. Congreso Internacional de Washington. Ob Cit. P. 254

 

6.- ------------. Congreso Internacional de Washington. Ob Cit. P. 250

 

7.- -----------. Nuestra América. En: José Martí Nuestra América. Ed Casa de las Américas. La Habana. Cuba. Págs. 21-30

 

Biblografía

 

_ Delgado Torres, Alisa N. La Cultura popular y la defensa de la identidad.—p.586-594.—En Filosofía y Sociedad II / Pablo Guadarrama González...[et al].—La Habana: Ed. Félix Varela, 2001

-                Fernández Retamar, Roberto. José Martí. Nuestra América.—La Habana: Ed. Casa de las Américas, 1974.—480p.

Moya Padilla, Nereyda E. La Identidad cultural en el contexto actual.—p.558-562.— En Filosofía y Sociedad II / Pablo Guadarrama González...[et al].—La Habana: Ed. Félix Varela, 2001

 

-Rojas Gómez, Miguel. La Teoría de la identidad cultural y la globalización.—p.563-584.-- En Filosofía y Sociedad II / Pablo Guadarrama González...[et al].—La Habana: Ed. Félix Varela, 2001