Título: José Martí: El Deber y el Amor.

Autoras: Lic. Rosa Ivis Tamayo Curbelo

                 rosai@isphlg.rimed.cu 

              Lic. Yaquelín Cruz Palacio

               mel@isphlg.rimed.cu 

 

 

Resumen:

En este artículo se realiza el acercamiento a un tema que ha sido polémico para todos los autores: las relaciones de Martí con su esposo Carmen y bajo qué circunstancias se desarrollaron las mismas. Se ubica a Carmen en su época, en su origen de clase, destacándose cómo estos elementos le impidieron sobreponer su amor a Martí, a las limitaciones y penalidades que tenía que sufrir al lado de un hombre que ponía por encima de todo, incluso de la familia, su amor a la Patria, pero al que le fue siempre fiel.

 

Abstract:

In this article an approach of topic that has been controversial for all the authors is made: Martí´s relations with his wife Carmen, and under what circumstances they developed. Carmen, is placed in her epoch and origin of class, emphasiying on how these elements didn´t allow her to love Martí, and to face the limitations she had to suffer together with a man who put in the first place his love for his homeland and then one for his family, but whom she was always faith.

 

Mucho se ha escrito de nuestro Héroe Nacional, José Martí, y nunca será suficiente. Sus ideas políticas han sido ampliamente difundidas. Su clara visión de futuro y la vigencia de sus postulados son tan actuales hoy como lo fueron hace más de un siglo. Sin embargo, poco se conoce en relación con su familia, con excepción de algunos elementos históricos o anecdóticos que revelan aspectos de la vida privada de sus principales integrantes y la información aislada que sobre ellos se puede encontrar en algunos textos y en las obras completas de José Martí.

Resulta verdaderamente emotiva y, en ocasiones, desgarradora la historia de este hombre, superior e incomprendido, y la relación con sus padres,  hermanas, esposa e hijo y otros seres que le fueron muy queridos. Con este trabajo nos proponemos un acercamiento al tema de cómo fueron sus relaciones con su esposa Carmen Zayas-Bazán Hidalgo y bajo qué circunstancias se desarrollaron las mismas, tema poco tratado y muy polémico por mediar entre ellos una barrera infranqueable: la incomprensión. Él consideraba compatibles el amor patrio y el amor a la pareja. Ella siempre lo amó, pero las realidades de la vida demostraron que esa pretendida compatibilidad era imposible. Este aspecto de su vida nos refleja un Martí íntimo, al hombre que sufrió y padeció intensamente, para poder llevar a cabo la tarea que se le había impuesto: liberar a Cuba del yugo español y evitar con esto, la expansión norteamericana sobre nuestros pueblos de América.

Martí sufrió los rigores del exilio durante 26 años, período en el que se revela una lucha interna, moral, cuyo saldo fue siempre el  dolor, el sacrificio, y la renuncia a los mandatos que le imponían los lazos de la sangre y del afecto ante el triunfo de otros mandatos que aunque menos naturales, eran más legítimos.

Es en este sentido que queremos presentar a un Martí que ama, pero que no es comprendido ni seguido en su lucha; además pretendemos acercarnos con juicios del presente  a Carmen, una mujer del siglo XIX, que poseía una formación provinciana y de origen burgués, quien distinguía los compromisos sagrados - bienestar, salud e hijos- con la existencia; para eso fue educada.

Era costumbre de la época que el hijo varón ayudara en el sustento de la familia y más cuando este era el hermano mayor de 7 niñas, procedentes además de un hogar humilde. Martí rompe con los cánones de  aquella época, donde en el varón se cifraban las esperanzas de mejoría. El honradísimo Don Mariano y la mujer sensible que fue Doña Leonor chocaron con la actitud francamente separatista del hijo, quien nunca llegó a ser el niño conformista al que aspiraban sus padres.

Años de mucho bregar por América le suceden: México, Guatemala, Venezuela y los Estados Unidos. El contacto con estas tierras va a afianzar su idea de la necesidad de un cambio radical en la vida de nuestros pueblos sin temor al sacrificio que ello implicaba y de esto estaba claro.

Es precisamente en unos de estos países, México, donde Martí conoce a la que luego se convertiría en su esposa. Llega  a esta ciudad en 1875 ante el reclamo de la familia allí emigrada y en la pobreza. Conoce a Manuel Mercado quien en un baile con motivo del éxito de su obra “ Amor con amor se paga”,  le presenta a una bella y elegante joven, oriunda de Camaguey, que estaba de paso en la Capital junto a su padre y hermana. En una de las representaciones de su obra a Martí le había llamado la atención el porte airoso y distinguido de Carmen, sin imaginar que dos años después, el 20 de diciembre de 1877,  también en México, se casarían. Cuando son presentados en ella influye la dulce y fluida conversación de aquel joven de 22 años. El trato frecuente con Carmen hizo crecer en ambos la simpatía que es natural despierte en dos corazones juveniles. Carmen reunía cualidades excelentes como dama de distinguida educación y de buena sociedad. La camagüeyana lo había sabido conquistar y él quedó prendado de ella  formalizando su compromiso matrimonial. Pero por aquellos días sale para La Habana, en enero de 1877, para dejar a buen recaudo a su familia, y luego partir a Guatemala en busca de algún dinero y trabajo seguro.  Va “lleno de Carmen, que es ir lleno de fuerza”. Ella lo esperaba en México en compañía de su hermana Isabel y su padre Francisco Zayas Bazán, un abogado con pocas intenciones de consentir de buena gana para su hija, a un hombre sin linaje y en apariencia carente de futuro próspero.

Don Francisco no se equivocaba, la pobreza y el sobresalto seguirían siempre a la pareja a donde fuera. Carmen había resuelto unir su vida a un hombre extraordinario: su verbo fascinante, su entendimiento natural  y su sentimentalidad desbordada  había hecho de Pepe el mejor de los candidatos posibles. Carmen era la esperanza... y la razón de nuevas incertidumbres. Y así lo afirma en carta a su querido amigo Mercado:

 

 “ No me oculto a mí mismo que para comprender e imaginar, para alentar con fe y obrar con brío, la presencia de Carmen me es indispensable. Ejerce ella en mi espíritu una suave influencia fortificante, a tal punto que creo ahora que bien pudiera ponerse por encima de la misma nostalgia de la patria, la nostalgia del amor(...) ¿ Podré yo tener todo el aliento que necesito lejos de aquella para quien lo quiero?. ¿ Me es  lícito imponerme a mí mismo un sacrificio torturador  e innecesario?. ¿ Para qué si no para ser oídos, hay en mí estos clamores de mi alma?. Estas ideas peso y agito sin que por ninguna de ellas me decida. Por fortuna, en mí el cumplimiento del deber ni aún es meritorio, porque es hábito: sé que al cabo he de decidirme por lo que la más escrupulosa conciencia deba hacer.” ( 1 ).     

 

En una ocasión cae enfermo y se ve obligado a guardar cama. La novia va a visitarlo y después que se despiden, Martí nota la falta de un pequeño paquete de cartas, recuerdo que guardaba de sus amistades y afectos femeninos y atemorizado que esto pudiera influir en el ánimo de Carmen y se apartara de él, salta por la ventana y enfermo y débil corre a su encuentro, ella acepta olvidar lo pasado a cambio de ofrendarle su cariño a ella sola, confirmándose el idilio de los dos enamorados. Cuán lejos estaba ella de imaginar que ese amor lo debía compartir con la búsqueda de otro amor más supremo aún: el amor a la patria, y no va ser este el momento en que él se percate de que su Carmen no cedería ante esta disyuntiva.

El 7 de mayo de 1876 dio a conocer en El eco de ambos mundos, el poema “Carmen”, consagrado a la novia, ya era firme la relación de los jóvenes, dos de las estrofas dicen:

 

 

Que si el cielo la atmósfera vacía

Dejase de su luz, dice una estrella

Es tan bella mi Carmen, es tan bella

Que en el alma de Carmen la hallaría.

 

se acerca lo humano a lo divino

Ycon semejanza tal cual cuando me besa

Que en brazos de un espacio me reclino

Que en los confines de otro mundo cesa.( 2 )

 

Por lo menos en el amor había conseguido Martí una etapa dichosa. Guatemala era un sueño, allí iría en busca de un porvenir que le permitiera completarlo: casarse con la cubana. Próximo a cumplir los 25 años, se casa en la Parroquia del Sagrario Metropolitano de México. Da entonces una prueba de verdadera amistad a Manuel Mercado al designarlo a él y a su esposa padrinos del matrimonio religioso; ofrecen una modesta fiesta a los amigos en la cual nació el álbum de dedicatorias autógrafas que Carmen atesoró hasta que muerto el esposo, terminada la guerra  y roto mucho antes en la práctica el matrimonio, lo entregó al General Máximo Gómez. Se presagiaba por ambas partes un matrimonio muy feliz. Las primeras cartas de Carmen estaban saturadas de un profundo amor y en cuanto a Martí su correspondencia con Mercado era un permanente canto a su pasión por Carmen. Evidentemente los había unido un poderoso vínculo amoroso.

A los 30 días de haber salido de Guatemala regresa, pero esta vez acompañado de su esposa, en este país va a trabajar mucho. En este período hallaba en la esposa el apoyo que necesitaba, incluso frente a incomprensiones que le venían de su propia madre y arreciaban su angustia de desterrado. La gravedad de su vida se le acrecentaba en un medio donde la hostilidad lo asediaba cada vez con más fuerza, pero se mantenía la confianza en la esposa:

 

“ Veo a Carmen amante y serena, enfrente de problemas graves, que no tienen fácil solución. Me consuela, y con su tranquilidad, me alienta.—Aunque tuviera que huir a pie ella me acompañaría--. Y no lloraría” ( 3 ) 

 

En los meses en que residieron en Guatemala las necesidades económicas obligaron a Carmen a vender sus joyas, y tuvo que afrontar difíciles momentos que determinaron el regreso de ambos a Cuba. Para llegar a la costa norte de Honduras, Carmen tuvo que viajar a lomo de una mula con seis meses de estado de gestación. Ya era finales de 1878, al llegar a la Isla y encontrarse cerca de sus padres y hermanas crecen las responsabilidades familiares de Martí a lo que se suma el nacimiento de su único hijo varón, el hijo de sus esperanzas, a quien Carmen le da el mismo nombre de su padre, José Francisco Martí Zayas-Bazán, el 22 de noviembre de 1878. Lógicamente Martí no podría disfrutar en Cuba de la tranquilidad a que aspiraba su familia, especialmente la madre y la esposa, el 6 de julio, en una carta que Martí escribe a Mercado, Carmen aprovecha y le envía una nota a la esposa de este, donde se ve como para ella el regreso a la patria era una forma de aquietarlo:

 

“ Pepe sufre mucho ahora, yo creo que más tarde vivirá mejor y más contento: ayudando a sus padres, y ayudado él por mi cariño, olvidará un poco este dolor de patria que tan grave es en las almas como las suyas” (4 )

 

No se percataba Carmen que para su esposo, mientras no alcanzara  su ideal mayor, su regreso a la Cuba pacificada significaba un episodio amargo y transitorio. La vida familiar no parece diseñada para quien tiene responsabilidades esenciales con otro hogar más vasto: la patria e incluso la humanidad. Quien abraza esas responsabilidades  necesita a su alrededor un grado de comprensión muy elevado. El advenimiento de su hijo dio a Carmen las primeras señales firmes de lo difícil que sería una convivencia que reclamaba y reclamaría cada vez más, abnegación sin límites.

Durante su estancia en Cuba Martí pasa horas hablando muy bajito de independencia y dignidad con un mulato joven llegado de París: Juan Gualberto Gómez, el que se había convertido en la mejor compañía para avivar los ánimos sobre la patria. En una ocasión se encontraban almorzando en la casa de Martí, tocan a la puerta y cuando Carmen abre se percata de que era el mismo inspector que había venido la vez anterior, algo asustada va al comedor y le pide a su esposo que huya por la azotea, porque sospechaba que venían a detenerlo, pero Martí se opone por considerarlo indigno a su manera de pensar, es detenido y deportado a España el 5 de septiembre sin formación de causa, nuevamente padecerá el destierro que materialmente lo alejaba de sus familiares y la lucha. Carmen no comprendía por  qué la absurda política le robaba tiempo de amores a ella y a su hijo. Ahora el mar los separaba y la vida se le torna a ella más insegura y difícil, se ve obligada a regresar a Puerto Príncipe al amparo de su padre, resolución que no comparte su suegra al ser tomada sin tener en cuenta el criterio de su hijo, en este caso el esposo de aquella, decisión que le comunica a Martí en una carta que le escribe estando ya este en New  York :

 

“... la ida de Carmen al Príncipe, pero ya por Manuel te habrás enterado de su resolución antes de saber tu voluntad, pues ella dice no necesita consejos de nadie, que tiene bastante talento para saber lo que hace. Yo sabía el golpe que esto sería para ti, pero nada podía hacer, y ya consumado este viaje por su gusto, creo no debes precipitar su regreso a esa hasta que estés enteramente tranquilo y tengas trabajo seguro, pues ella no es para penalidades...” (5 ).

 

Bien clara estaba Doña Leonor de las características de Carmen no acostumbrada a vivir con pocos recursos, mucho además lo trató ella de comprender al inicio del matrimonio, acompañando a Martí en su andar por América, como hemos querido demostrar en el trabajo, pero una vez convertida en madre de un bello niño, se impuso en ella  el deseo de un hogar en compañía de su esposo y además su condición de clase; no pudo compartir las ideas libertarias de Martí ni apoyarlo ni comprenderlo como  se necesitaba esa relación con un hombre de tan alta magnitud.

Lejos, Martí se desespera y piensa constantemente en su hijo, en sus ratos nostálgicos se abstrae con sus dulces recuerdos, que la larga separación hace ya dolorosos. Su cabecita rubia absorbe al padre en muchos momentos, cada uno de ellos los va rememorando en versos que le salen del corazón, y los recoge en un pequeño libro de 50 páginas al que le da el nombre de  Ismaelillo que ve la luz en 1882. Mientras tanto las cartas de ella le llevan el frío de la inconformidad ya sin remedio. En 1880 logra reunirlos a su lado y le cuenta a Mercado el 6 de mayo de 1880, sobre este hecho:

 

“ Carmen y mi hijo ya están a mi lado. Carmen no comparte con estos juicios del presente que no siempre alcanzan a lo futuro, mi devoción a las tareas de hoy. Pero compensa esas pequeñas injusticias con su cariño siempre eterno, y con una exquisita consagración a esta delicada criatura que nuestra buena fortuna nos dio por hijo”. ( 6 ).

 

¡Qué manera única en él, de comprender aunque muy a pesar suyo, la posición de su esposa!. Quizás no preveía entonces hasta qué punto se desarrollaría la realidad a la que alude, risueñamente al parecer líneas después: “ Regaño a Carmen porque ha dejado de ser mi mujer para ser su madre” (7 )

Pepe sigue en sus asuntos, ella protesta y él comprende triste, pero no puede, ni debe violentar su mal. Graves desavenencias los distancian, Carmen vuelve a La Habana con el niño. Ella no admite más pensamiento que su casa y él sueña con una casa más grande. En marzo de 1885 ve salir de su lado sereno a su mujer y su hijo; esta vez la separación será por seis años para luego reencontrarse desde junio a agosto de 1891, tiempo en el que Martí habrá sentido renacer las esperanzas de felicidad hogareña, que bien necesitaba y merecía. Carmen decide abandonarlo una vez más al comprobar que su esposo no había renunciado en modo alguno a su vocación de revolucionario, o porque separación tras separación crecieron en ambos las contradicciones y quién sabe hasta qué punto el hábito de estar lejos el uno del otro. Pero esta ocasión no será como las demás, herirá aún más a Martí el hecho de que partiera a espaldas de él y por si fuera poco contó con la taimada ayuda de Trujillo y siendo la Isla colonia de España acudió al consulado de esta en New York, cosa que agravó el significado moral de la pena. Martí no los volvió a ver nunca más.

Como bien analiza Luis Toledo Sande en su libro Cesto de llamas, Carmen estaba ante un dilema: asumir, pero ya también para su hijo, los riesgos y privaciones que les vendría de seguir a su esposo o replegarse en Cuba al seno de su familia de origen, con buenos recursos en el Camaguey y nada afín al independentismo. Optó por la segunda variante y el 21 de octubre tomó con su hijo de casi 2 años, el camino hacia Cuba. Separaciones como esta se repiten, que obligaron a Martí a estar solo la mayor parte del tiempo, lejos de la esposa y su adorado hijo. Trató siempre de llenar de expectación su vida, pero el vacío íntimo duele a veces. El padre nostálgico abrigaba siempre la esperanza de que se decidiera a reunirse con él, pero ella en el Camaguey recordaba sin entusiasmo los días grises, las reuniones que le sustraían al esposo, el hogar difícil. Ella no siente como él y le exige desde el corazón cosas que él no puede cumplir y a las que ella no sabe ceder. Martí no tuvo materialmente tiempo para consagrarse a su esposa. La causa de Cuba fue su obsesión. Y a ella se dio totalmente.

Carmen le escribe a Doña Leonor contándole que no se siente bien de salud y que ya no existen motivos para que su esposo siga en Estados Unidos, recordemos que es el período de la Tregua Fecunda, como el mismo Martí lo llamó, fecundo para él, de una visión mucho más universal, pero para otros como su esposa y su madre empeñadas en conseguir su retorno a la patria, ya no existían los peligros de la guerra. En la carta que Doña Leonor le escribe a su hijo le cuenta sobre lo anterior y se opone a que Carmen en el estado en que está se reúna con él porque “ sería un disparate ir a orijinarte gastos de cura en la situación tuya aí  y además cree que lo que pueda detenerte ya haí  no es más que un esceso de miramientos que debes hacer por vencerlos en bien tuyo”( sic) ( 8 ).

Para Martí, todos es una multitud que lo va a seguir en la preparación de la guerra definitiva por la independencia de Cuba. Todos es blanco, negro, indio, es americano desde el Río Bravo hasta la Patagonia, es cualquier individuo digno y honesto. Se hacía necesario entregarse a esa mayoría,  no se perdonaría por tanto el egoísmo de deberse solo a unos cuantos, a unos pocos. Admite con palabras conclusivas e  inapelantes:

 

“ Cuando te miro y me miro, y veo que terribles penas ahogo y que terribles penas sufres, me das tristeza. Hoy sobre el dolor de ver perdida para siempre la almohada en que pensé que podría reclinar mi cabeza, tengo el dolor inmenso de amar con locura a una tierra a la que no puedo ya volver. Me dices que vaya, ¡ si por morir al llegar daría alegre la vida! No tengo pues que violentarme para ir, sino para no ir. Si lo entiendes esta bien. Si no ¿ qué he de hacer yo ¿-- Que no lo estimas ya lo sé—Pero no he de cometer la injusticia de pedirte que estimes una grandeza meramente espiritual, secreta e improductiva...” ( 9 )

Desde Puerto Príncipe Carmen le escribe, resuelta igual y consternada por tener que enfrentarse a algo que sospecha no tendrá solución ya para ella:

 

“Sacrificar a todos y contar purezas lejos del contagio, olvidando cuanto hay de sagrado en la tierra y más serio en la vida, ni es valor ni se cumple con el deber (...) te estas matando por un ideal fantástico y estas descuidando sagrados deberes. Nunca se manchó ningún hombre por volver a su tierra esclava ante la necesidad urgentísima de vestir a su mujer y a su hijo” ( 10 )

 

Cada carta y cada despedida significan morirse un poco para ambos. Es una herida que no cierra nunca y por la que sangra además un hijo. Tratando de encontrar las causas de la incomprensión se ha hallado muchas veces, como piedras en el camino, las “ limitaciones de Carmen, y por ellas se ha juzgado olvidando que fueron sus virtudes las que le  hicieron convertirse, según asegura Gonzalo de Quesada y Aróstegui, discípulo predilecto de Martí, en su verdadero y gran amor.

Muchas de las cartas de Carmen a Martí han de haberse perdido, en las escasas conocidas no se aprecia que insinuara otros motivos de discordia, ni celos. Quisiéramos además citar las palabras de Toledo Sande cuando afirma:

 

“ En el fondo, quizás nunca llegó a comprender que en 1876 había decidido unirse nada menos que al sol, sin tener alas de resistencia bastante para semejante vuelo. Pero ¿ hemos de condenarla por eso? ¿ Quién pudo ponerse a pareja altura con Martí?. Parece más adecuado mantener hacia ella, en ese plano, el respetuoso y triste silencio con que él la recordó, aunque nada lo librara de angustias” ( 11)

Por eso no podemos juzgar a Martí como el esposo olvidadizo del calor hogareño. Su hogar mayor estaba representado en su Patria y hacia ella fue y por ella murió. Y en ese orden de cosas Carmen o cualquiera que hubiera sido la compañera de sus destinos, no habría podido resistir la intensidad de una separación que requería la cualidad de abnegada para disimular el impacto de sus poderosos efectos. Martí no podía ser un simple hombre de hogar. Su mujer más enamorada del hombre que de la causa que esta defendía no consideraba sacrificios sobre su persona, y exigía presencia y atenciones del esposo precisamente cuando este se había convertido en el alma de la Revolución.

No fue Carmen la única que no comprendió a Martí. Muy pocos o ninguno de los hombres que estuvieron cerca de él o que compartieron su época en este continente lograron entender cabalmente su ideario y su vida. El poeta Rubén Darío nunca perdonó al Maestro, por exponer su vida y morir.

Carmen, como ya se ha dicho, a lo mejor no supo comprender que el amor en Martí era el esmero con que trabajó una obra deleitándose  en ella y por lo que se está dispuesto a luchar para defenderla de los que intentan atacarla o destruirla. No obstante ella mantuvo una impecable fidelidad, a pesar del desenlace de aquella unión desdichada.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

      ( 1 ) -Sandez Toledo Luis. Cesto de llamas.  P- 87

      (2 ) -Núñez Domínguez José Martí en México.

( 3 )-Ismaelillo 

      ( 4 )-Juventud Rebelde.12 de febrero de 1995.

      (5 )-Martí Pérez José. Obra completa XX P-61

      (6 )-Toledo Sandez Luis. Cesto de Llamas. P-1

      ( 7 -Idem. P-146

      ( 8 )-Idem  P-146

      ( 9 )-Martí Pérez José. Epistolario.

      ( 10 )-Ahora. 1ro de Febrero del 2003 No. 9407

      ( 11 )-Juventud Rebelde. 12 de Febrero de 1995.

      ( 12 )- Toledo Sandez Luis. Cesto de Llamas. P-212

            BIBLIOGRAFÍA

1.  Centro de  estudios martianos. Atlas José Martí. La Habana 2003

2.  Fernández Retamar Roberto. Semblanza geográfica y cronología mínima. Ed. Pueblo y Educación la Habana 1990.

3.  García Martí Raúl. Biografía familiar.

4.  Martí Pérez José. Obra completa Tomos 1-5-6 y 20.

5.  Martí Pérez José. Epistolario. La Habana, 1993

6.  Mañach Jorge. Martí el Apóstol. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1990

7.  Juventud Rebelde. 12 de Febrero de 2005. No. 232 P-16

8.  Toledo Sande Luis. Cesto de Llamas. Ed. Pueblo y Educación 1998

9.  Valdés Galárraga Ramiro. José Martí sus padres y las siete hermanas. Ed. José Martí 2002

10.          Núñez Domínguez José. Martí en México. 1933