La Virtud Doméstica, un pensamiento de oposición a la
injerencia norteamericana en Cuba
Autora: MS.c Rebeca Rodríguez Mastrapa
La Virtud Doméstica constituye una tendencia de
pensamiento político presente durante las dos primeras décadas republicanas,
que tiene como eje central evitar la intervención militar directa norteamericana.
Es un pensamiento burgués, que sostienen los sectores intelectuales de las
clases medias, y expresa con fidelidad sus aspiraciones y posibilidades. La
teoría elaborada por parte de esta intelectualidad, si bien no rebasa los
marcos del reformismo en las soluciones que propone, constituye una lucha
constante por elevar el optimismo y la confianza de los cubanos en su porvenir.
Su principal significación radica en el enfrentamiento que hace al discurso
plattista que promueve la frustración y el desaliento de los cubanos ante las
relaciones neocoloniales; por el contrario, los representantes de la Virtud
Doméstica confían en la capacidad del cubano para dirigir y transformar su
propio destino. Su aporte mayor como sistema teórico es mantenido enhiestas las
banderas ideológicas de la independencia del país.
The
domestic virtue constitutes a tendency of politic thought present during the
first two republican decades which has as a central point to avoid a direct
military North American intervention. It is a burgeois thought that supports
the intellectual sectors of the middle classes and it expresses with loyalty
its aspirations and possibilities. The elaborated theory on the part of this
intellectuality, if it is not within the boundaries of reformism in the
solutions it proposes, constitutes a constant struggle for raising optimism and
the hope of the Cuban people in their future. Its principal meaning is in the
facing of the plattista speech that promotes frustration and lack of confidence
of the Cuban population in front of the neocolony relations. On the contrary,
the representatives of the domestic virtue trust in the capacities of the Cuban
people to direct and transform their own destiny. Its great contribution as a
theoretical system has been to keep firm the ideological flags of the
independence of the country.
Cuando en febrero de 1917, Márquez Sterling* publica el artículo titulado: A la injerencia
extraña, la virtud doméstica, no estaba sólo exponiendo su punto de vista
acerca de cómo defender la nacionalidad cubana; la expresión, que es asumida
para definir una tendencia de pensamiento político de la época, resume la
solución que adopta un sector de los intelectuales cubanos en defensa de la
soberanía nacional.
Los primeros 20 años de vida republicana estuvieron
permeados de frustración y desaliento ante la imposibilidad de poner en
práctica la República Martiana. La Enmienda Platt se levantaba como un muro
gigante frente a los ideales independentistas de los cubanos. No sólo peligraba
la joven nación “independiente”; el gobierno norteamericano llevaba a cabo
múltiples medidas dirigidas a desnacionalizar tierras, propiedades,
sentimientos y tradiciones forjadas durante más de un siglo, que habían
propiciado la formación de un pueblo consciente de sus raíces. Ante la
necesidad de salvaguardar esas raíces, un grupo de intelectuales, entre los que
se destacan: Márquez Sterling, José Antonio Ramos, Mario Guiral Moreno, Jesús
Castellanos, José Sixto de Sola y Carlos de Velasco, encaminan su obra a evitar
la intervención directa norteamericana, preservar la República y salvar la
nacionalidad cubana.
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*Manuel Márquez Sterling (1872-1934) destacado
periodista y diplomático cubano que representó los intereses de la clase media
durante las primeras décadas republicanas al oponerse a la intervención
imperialista.
Sus ideas conforman un discurso político que no fue
más allá del esfuerzo por impedir que se pusiera en práctica el artículo
tercero del apéndice constitucional,* de ahí el llamado al sosiego y la tranquilidad
ciudadana. En otras palabras: la virtud doméstica, entendida como la honestidad de los gobernantes, las
buenas costumbres y la oposición a las revueltas, evitaría la intervención
militar en Cuba por parte de los
Estados Unidos.
La teoría elaborada por parte de esta
intelectualidad, si bien no rebasa los marcos del reformismo en las soluciones
que propone, constituye un aporte y una
lucha constante por elevar el optimismo y la confianza de los cubanos en su
porvenir. Su principal significación radica en el enfrentamiento que hace al
discurso plattista que promueve la frustración y el desaliento de los cubanos
ante las relaciones neocoloniales; por el contrario, los representantes de la
virtud doméstica confían en la capacidad del cubano para dirigir y transformar
su propio destino. Las obras de estos hombres contienen un inmenso amor a la
Patria, que sirvió a sus compatriotas y a las generaciones que les sucedieron para
conocer, respetar la nacionalidad a la que pertenecían y, sobre todo, enfrentar la intervención
militar norteamericana.
“Los cubanos, que somos en el mundo hormigas y que
aún como hormigas se nos desconoce, tendremos la necesidad de encarrilarnos en
el progreso y de hacernos acreedores al respeto de la humanidad, que para nada
nos necesita; y si este
respeto es obra de mucho tiempo y de harta paciencia,
por lo pronto constituyendo una nación adecuada, dirigida con sensatez, con unos ciudadanos muy laboriosos y unas
leyes muy sabias y muy observadas, podríamos hacernos dignos de la
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* Nombre con que se conoció la Enmienda Platt una vez
aprobada por la mayoría de los representantes del gobierno de la naciente
República en 1901 y con la cual Cuba quedaba expedita a la intervención yanqui.
atención de
los pueblos civilizados, que nos harían el honor incalculable de admirarnos
como se admira un lindo juguete, ingenioso y divertido”. (1)
Así reflejaba Sterling el camino a seguir para evitar
por todos los medios posibles que los Estados Unidos intervinieran en Cuba; él,
como el resto de los representantes de la Virtud Doméstica, no ataca la esencia
de las relaciones Estados Unidos-Cuba. Sus ideas asumen estas relaciones como
inevitables, lo que refleja la pérdida de confianza del pueblo cubano en sus
propias fuerzas para atacar la dependencia neocolonial como la causa esencial
de los males de la República. Para Sterling, lo peor que podía ocurrirle al
país era la intervención militar norteamericana y esto solo se evitaba educando
a los ciudadanos en la tranquilidad y el orden. Es una solución reformista,
limitada, que busca, sobre todo, que las relaciones con el poderoso vecino
dañen lo menos posible la independencia de la nación. Para la sociedad cubana
del período, frustrada y permeada de pesimismo, es una solución, sin embargo, positiva, pues propone una
orientación nacionalista que no refleja una tranquilidad infértil; por el
contrario, ofrece emprender una batalla cívica en pro de la nacionalidad cubana
que parte de las mejores tradiciones patrióticas del pueblo cubano.
En 1916, José Antonio Ramos * escribía:
“... un pueblo sin interés por su Historia propia, es
un pueblo sin derecho a la vida sin más porvenir que el que quieran imponerle
los extraños; que un pueblo sin respeto y sin cariño por sus verdaderos grandes
hombres, es un pueblo definitivamente relajado y perdido para la causa de la
Humanidad”.
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* José
Antonio Ramos y Aguirre (1885-1946) escritor y diplomático cubano que
incursionó en diversos géneros
literarios como la novela, el teatro y el ensayo histórico y sociológico.
“... ahora necesitamos conservar esta preciosa
emoción del recuerdo, y, ahondando en ese pasado de donde salimos, nutrirnos de
su fuente inagotable de heroísmo, para poder trasmitir por nuestra vez a
nuestros hijos, tan potente y tan gozosa como
hoy la sentimos nosotros, este nobilísimo orgullo de sentirse cubano, de
sentirse hijo consciente de una Patria bendita, una Patria de limpia historia,
sin conquistas, ni atropellos, heroica, generosa y humana; una Patria como han
de ser las del futuro, cuando los hombre dejen de enorgullecerse por ser brutos
Atilas, Césares, Rodrigos, Pizarros, Federicos, Napoleones (.....) y comprendan
la grandeza inconmovible de los Bolívar, los Washington, los Sarmiento, los
Martí ...” (2).
La emotividad de Ramos, su amor a la Patria que lo
vio nacer, su respeto por las grandes figuras de la historia, no sólo cubanas,
sino latinoamericanas, refleja la posición de un pueblo que se niega a perderse
bajo una cultura ajena. Constituye este uno de los caminos propuestos por la
Virtud Doméstica para enfrentar los intentos de dominación imperialista. Es,
sin duda alguna, un camino optimista que contribuyó a mantener vivo en el
sentir del cubano, el orgullo por sus raíces, la conciencia de sus orígenes y
la necesidad, para poder existir como nación, de formar a las nuevas generaciones
en el amor y el respeto por su país. En un contexto donde se intenta imponer el
modelo cultural norteamericano como el ideal de desarrollo social, acudir a lo
más significativo y autóctono de la cultura cubana significaba establecer una
trinchera de lucha por la independencia nacional que constituía un camino a
seguir por el pueblo cubano en la reorientación de sus aspiraciones y esfuerzos
hacia el mantenimiento de los ideales independentistas del siglo XIX.
Esta concepción de acudir a los próceres de la
independencia como medio de lucha contra la injerencia foránea, es un rasgo
común a los representantes de la Virtud Doméstica. Carlos de Velasco* es uno de
los intelectuales más convencido de lo inconcluso de la obra de la
Revolución Cubana.
“Creer que Céspedes, Aguilera, Agramonte, Martí, Masó
y Estrada Palma entre tantas otras figuras de primera fila, estimaron que la
obra estaba realizada con solo cambiar la forma de gobierno en Cuba, sería
empequeñecer a esos hombres, sería considerarlos mediocres y desconocedores de
la magnitud del empeño que acometieron” (3).
En los representantes de la Virtud Doméstica queda
claro que la República instaurada el 20 de mayo de 1902, no es en manera alguna
la república democrática concebida, soñada y peleada a sangre y fuego por los
patriotas cubanos desde 1868. No son los gobiernos republicanos quienes
culminarían la obra grandiosa de la Revolución. La corrupción, fraude e
inmoralidad que prima en los círculos políticos cubanos de la época bastaba
para que este grupo de intelectuales se convenciera de que todavía quedaba un
largo trecho de lucha para establecer la verdadera nación independiente. Si
bien no pudieron penetrar con más profundidad en las verdaderas causas de la
dependencia cubana, debido a sus propias limitaciones de clase, a la dispersión
estructural que también sufrían las clases medias y al enorme desequilibrio de
fuerzas respecto al poder norteamericano en la Isla; sí fueron capaces de
elaborar un discurso coherente de oposición a la dominación extranjera y en
defensa de la nacionalidad.
*Carlos de
Velasco y Pérez (1884-1923) escritor, periodista, fundador y director de la
revista Cuba Contemporánea durante 7
años.
Es en ese discurso, pleno de espíritu patriótico, de
confianza en su historia, en sus tradiciones, en sus grandes héroes, en el
porvenir visto con optimismo y una fe incalculable en el futuro de Cuba, donde
está el mayor mérito del sistema de pensamiento de la Virtud Doméstica frente a
los peligros que enfrenta la nación con la imposición de la Enmienda Platt. Lo
virtuoso de los intelectuales que sustentan este sistema de ideas, es ese
nacionalismo que constituye el centro de todo su pensar y que los convierte en
parte de Nuestra Historia, colmada de heroísmos y sacrificios contra los
intentos imperialistas de hacernos desaparecer como pueblo.
Es así, que la Virtud Doméstica constituye una
tendencia de pensamiento político presente durante las dos primeras décadas
republicanas, que tiene como eje central evitar la intervención militar directa
norteamericana. Es un pensamiento burgués, que sostienen los sectores
intelectuales de las clases medias, y expresa con fidelidad sus aspiraciones y
posibilidades. Su aporte mayor como sistema teórico es haber mantenido
enhiestas las banderas ideológicas de la independencia del país.
REFERENCIAS
1. Manuel Márquez Sterling: Burla, burlando, citado por María Isabel Leyva Contreras en El pensamiento político de Manuel Márquez Sterling. Tesis en opción al título académico de Máster en Historia y Cultura en Cuba, p. 55.