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RESUMEN. En este artículo es abordado un tema poco
estudiado en la obra del notable maestro cubano de la primera mitad del siglo
XIX, José de la Luz y Caballero. El autor revela los preceptos del reconocido
intelectual acerca de la necesidad de utilizar el carbón de piedra como fuente
energética fundamental de la naciente industria cubana y resalta su
preocupación por utilizar el combustible más barato, abundante e inofensivo al
medio ambiente y a la salud humana, para estimular el desarrollo económico y
despejar el camino hacia el desarrollo de una industria de carácter nacional.
ABSTRACT: This
article deals with a poorly studied topic of the work of the ouststanding Cuban
teacher of the first half of the XIX century, José de la Luz y Caballero. The
author reveals the precepts of this well known intellectual about the necessity
of using coal as a fundamental source of energy for the emergin Cuban industry,
and highlights his concern about using cheaper and less harmful combustible for
the enviroment and human health, to stimulate the economic development as the way to the creation of a national
industry.
El problema de
si es perjudicial o no a la salud humana el uso del carbón de piedra, ha
preocupado al hombre desde que comenzó a utilizar ampliamente ese combustible,
como fuente de energía para la industria y otras actividades productivas o
domésticas. En Cuba el tema fue presentado públicamente en junio de 1833, por
el ilustre maestro y filósofo José de la Luz y Caballero, de quien ha
predominado la imagen de su entrega total a la labor educativa y patriótica, y
de persistente polemista sobre diversos temas epistemológicos, metodológicos,
éticos, literarios, de ciencias naturales, filosofía y pedagogía. Sin embargo,
poco conocemos sobre sus preocupaciones acerca de la necesidad de promover el
desarrollo industrial del país, utilizando el carbón de piedra como combustible
fundamental para la industria y medios de transporte por su fácil adquisición y
altos rendimientos energéticos, pero sin provocar daños al medio ambiente y a
la salud humana.
En el artículo
titulado “Sobre el uso del carbón de piedra”, publicado en la Revista Bimestre
Cubana, Luz señala que este mineral posee en su composición productos nocivos a
la respiración como los gases hidrógeno carbonados (carbonatos), percarbonados
(carburos), hidrosulfurados (sulfuro de hidrógeno), amoniacales y otros
elementos no menos dañinos como el ácido carbónico y el azoe (nitrógeno), los
cuales son verdaderos enemigos de la vida. Según el maestro, en el proceso de
destilación del carbón la ciencia ha enseñado a vencer los agentes
contaminantes, hasta el punto de convertirlos en elementos útiles. En este
sentido habló acerca de la existencia de grandes depósitos de hidrógeno percarbonado, para iluminar las
principales ciudades europeas y algunas
de América, sin inconvenientes para la salud pública. Al valorar este problema
precisó: “la ciencia ha enseñado, no como quiera, a vencer todos esos agentes
maléficos, sino también a domeñarlos hasta el punto de convertir en ventaja
propia tantos residuos como antes se dejaban escapar por los aires”[1].
En otro momento del artículo señaló: “La naturaleza, pues, unida con el arte
nos ayuda a combatir los enemigos que ella misma nos opone”[2].
Es decir, el hombre en su relación práctica con la realidad objetiva, conoce
sus secretos y la transforma en beneficio propio, aplicando el método más
efectivo. No obstante, Luz reconoció la necesidad de desarrollar una relación
armónica con la naturaleza, para aprovechar sus bondades y, al mismo
tiempo, satisfacer las demandas de la
sociedad.
De acuerdo
con los postulados del insigne pedagogo, el método científico tiene como base la
observación y el experimento, y se apoya en procedimientos lógicos y técnicas
de investigación que garantizan el alcance efectivo de los resultados
esperados. La observación y el experimento aplicados desde esta perspectiva,
son los “que propiamente merecen la denominación de método y arte: método
porque es una vía, un camino en que hay que seguir varios trámites; arte porque
para mejor conseguirlo cabe dictar reglas y preceptos...”[3].
El método, como guía de la actividad humana, indica qué normas y medidas
debemos tener en cuenta para preservar la naturaleza en el intercambio con
ella. En ese proceso el hombre enriquece y consolida su experiencia histórica
para hacer cada vez más racional su acción; por eso el sobresaliente maestro
propuso dar preferencia a la utilización del coke, que es un tipo de carbón
purificado mediante un proceso industrial, para hacer aprovechable hasta los
carbones combinados con piritas, los cuales posen una gran cantidad de sulfuros
altamente perjudiciales a la vida y al entorno.
Luz afirmó
la existencia de algunas variedades de carbón como el llamado Liverpool,
ampliamente utilizado en Gran Bretaña y Norte América y otros como el Virginia
y el Leheigh, los cuales contenían muy poco o ningún azufre. Esta
característica los hacía aprovechable en su estado natural, sin necesidad de
someterlos a procesos previos de refinación, al respecto precisó: “Existen
algunas especies (de carbones) que no sólo carecen de muchos principios de tal
naturaleza, sino que en sus propiedades, así físicas como químicas se acercan
bastante a la clase de los metales”[4].
De esos carbones Luz mostró una especial inclinación por el consumo del
Leheigh, ampliamente usado en Estados Unidos con significativos rendimientos y
muy escasos daños a la salud humana y ambiental, en virtud de lo cual comentó:
“¿Quién al ver ardiendo el carbón que llaman de Leheigh en los Estados Unidos,
no dirá que es un metal en ignición?; y en efecto, aquel brillo y pulimento,
que por ser peculiar a esta especie de fósiles se ha calificado con el nombre
de metálico, se encuentra sobradamente en este mineral como en cualquier otro
de ese grupo”[5]. Para
resaltar las bondades del carbón mencionado Luz señaló: “La conductibilidad del
Leheigh para el calórico y la electricidad, las brazas casi blanquecinas que
forma, ni más ni menos como un metal en ascuas, el largo tiempo que pasa para
convertirse en cenizas, su poderosa fuerza radiante, la escasísima llama que
levanta y el ningún humo que despide, son circunstancias todas que casi la
elevan a la esfera de los metales. Por consiguiente, esta clase de carbón, como
es la que menos sustancias volátiles exhala, merece ser preferida, aun para las
piezas cerradas en los países fríos, por no advertírsele el más ligero tufo”[6].
Es
importante aclarar que nuestro maestro empleó una analogía correcta para
referirse al hecho de que los metales y el carbón mineral arden con llama
luminosa, brillante y de elevado contenido calórico, cuando están en estado
puro; no obstante, es sabido que tanto los metales como el carbón son elementos
químicos con la mayoría de sus propiedades diferentes.
Según sus
puntos de vista, cuando es utilizado el carbón ordinario como combustible en
los hornos de los talleres, industrias y locomotoras, desprenden distintas
sustancias, de las cuales unas son consumidas y transformadas por las altas
temperaturas, y otras son arrastradas y expulsadas al exterior por “una
chimenea elevada y bien dispuesta”[7].
Por tanto, es posible utilizar el carbón, pero teniendo en cuenta la calidad
del mineral, la buena construcción de los hornos y las chimeneas.
La
propuesta de utilizar el carbón de piedra en la incipiente producción fabril
cubana y en los ferrocarriles, estaba matizada por el hecho de que en la época
no existían aún las alarmantes afectaciones que hoy obligan a buscar, con
urgencia, nuevas fuentes de energía menos agresivas o inofensivas al medio
ambiente. Por otra parte, es imprescindible tener en cuenta el patriotismo de
Luz y su compromiso con la tarea de promover el desarrollo de la ciencia, la
técnica y la cultura en general, para forjar un país rico material y
espiritualmente. Estas reflexiones permiten comprender que el sabio cubano optó
por el uso del carbón para hacer funcionar las máquinas de los talleres,
fábricas y medios de transporte, porque a partir de su uso regulado podría
erigirse una industria moderna en Cuba. Entonces, para el gran pedagogo constituía una necesidad de
primer orden, estimular el desarrollo científico–técnico y su aplicación
práctica a la producción, pero siguiendo determinadas normas de seguridad para
evitar la contaminación ambiental y daños a la salud humana.
Bbliografía:
José de la Luz y Caballero: “Impugnación a Cousin”.
Editorial Universidad de La Habana, 1948.
----: “Escritos Científicos y Sociales”.
Editorial Universidad de La Habana, 1955.
[1] José de la Luz y Caballero: “Sobre el uso del carbón de piedra”, en: Escritos Sociales y Científicos. Editorial Universidad de La Habana. 1955, p. 344.
[2] Ibídem, p. 344.
[3] José de la Luz y
Caballero: “Impugnación a Cousin”, en: La Polémica Filosófica, T. V. Editorial
Universidad de La Habana. 1948, p. 123.
[4] -----: “Sobre el uso del carbón de piedra”, en: Ob. cit., p. 345.
[5] Ibídem, p. 345.
[6] Ibídem, pp.345–346.
[7] Ibídem, p. 344.