Fundamentos pedagógicos que sustentan la vía no convencional para el fortalecimiento de los valores en los estudiantes del nivel superior.

Autora: Lic. Yolanda González Rodríguez.

 yolandagr@isphlg.rimed.cu

 

 

RESUMEN

El artículo aborda los fundamentos pedagógicos que sustentan la vía no convencional para el  fortalecimiento de los valores en los estudiantes del nivel superior a partir de las potencialidades que ofrece el proceso docente- educativo.

Se tuvo en consideración un conjunto de métodos del nivel científico; así como la revisión de documentos normativos del MINED para determinar la estructura, coherencia y orientación en la temática a tratar.

Constituye una guía de trabajo útil y práctico para los docentes que se esfuerzan en buscar soluciones en el ejercicio de su profesión y sirve de complemento fundamental para enriquecer nuestra labor pedagógica.

 

 

SUMMARY

 

The article approaches the pedagogic foundations that sustain the non conventional road for the strengthen of  values in the students of high level starting from the potentialities that offer  the teaching- learning process.

A group of methods of the scientific level were taken into consideration; as well as the revision of normative documents of the MINED to determine the structure, coherence and orientation in the thematic to be studied. 

It constitutes a practical and useful guide for teachers that make an effort in looking for solutions in the exercise of their profession and it serves as fundamental complement to enrich our pedagogical work.  

 

Dado el principio de carácter democrático popular de la educación en Cuba, que tiene su concreción en la integración de la familia, la escuela y la comunidad y convencidos a nivel macrosocial de que la “ educación es tarea de todos”, un gran número de maestros, profesores e investigadores se empeñan en buscar nuevas formas y vías para solucionar los problemas existentes.

Sobre esta base el sistema educacional asume la tarea y elabora en un primer momento la Resolución Ministerial 90/ 98 del Ministerio de Educación (MINED) para el trabajo con la formación de valores, la disciplina y la responsabilidad ciudadana.

A pesar del empeño que muestran los investigadores; así como las acciones encaminadas por parte del MINED hacia el fortalecimiento de los valores en las nuevas generaciones, aún no se han logrado alcanzar en el proceso docente- educativo los niveles deseados, dado en lo fundamental:

·        Una gran parte de las actividades realizadas con los estudiantes en aras de potenciar los valores no incluyen situaciones vivenciales de la vida cotidiana para extraerles las enseñanzas morales y alternativas de solución.

·        Frecuentemente se hace un uso abusivo del discurso educativo; lo cual limita el intercambio de opiniones y valoraciones críticas de la realidad social.

·        No siempre se aplican métodos productivos, ni técnicas participativas en función de agilizar y activar el pensamiento creador y la independencia cognoscitiva de los estudiantes para que sean los protagonistas de su propio proceso.

·        En ocasiones no se motivan a los estudiantes en las actividades, las cuales carecen de atractivos, colocándolo generalmente en la negativa posición de receptor pasivo.

·        Pocas veces se tienen en consideración las características psicológicas de la edad para la creación de actividades novedosas que estimulen el conocimiento, la reflexión, la participación, las emociones y los sentimientos de los estudiantes. 

Los análisis efectuados evidencian que aún no se aprovechan todas las oportunidades que ofrece el proceso en sí para potenciar los valores en los estudiantes de las carreras pedagógicas; lo cual ha traído como consecuencia que éstos tengan pocas posibilidades de proyectarse en las actividades curriculares, de participar de manera activa e independiente, plantear sus puntos de vista, intereses y valoraciones acerca de lo que le rodea y adquieran así una  significación social y personal para ellos.

Los educadores constantemente se esfuerzan en buscar vías y métodos para llegar al “cómo hacerlo”, siendo muchos los aportes  encontrados en este sentido, además de las experiencias pedagógicas de avanzada.

Entre las investigaciones relacionadas con la temática se encuentran: la tesis de la doctora Báxter (1989), la cual aborda las cualidades morales que deben cultivarse en los niños y ofrece consejos metodológicos para ello; la Audiencia Pública sobre Valores convocada por la Asamblea Nacional del Poder Popular (1996); Sigarreta (2001), por su parte aborda en su tesis la formación de valores en los estudiantes del pre-universitario mediante los contenidos de Matemática; así como Domínguez (2003) propone una metodología para favorecer en la enseñanza primaria la formación del valor patriotismo en los escolares del segundo ciclo, mediante las potencialidades axiológicas de la obra martiana.

En el contexto universitario se destacan los siguientes: la investigadora Chacón (1996) propone en su tesis doctoral la Moralidad histórica: premisa para un proyecto de la imagen moral del joven cubano; Molina (1998), realiza un estudio para la caracterización de los estudiantes en los primeros años de Ingeniería Mecánica e identifica los factores institucionales que influyen en su formación; Ojalvo y otros (1999), aportan en su investigación resultados que permiten crear un programa científico de capacitación docente para el desarrollo de la responsabilidad en los estudiantes universitarios y Batista (2001), realiza una propuesta pedagógica para el trabajo con los valores dignidad e identidad nacional en el Instituto Superior Pedagógico ” José de la Luz y Caballero”.

Según se puede apreciar, en ninguna de las propuestas anteriores se profundiza en una vía no convencional que propicie el fortalecimiento de los valores en los estudiantes del nivel superior a partir de las potencialidades que ofrece el proceso docente- educativo. 

Aunque se valora altamente positivo el trabajo realizado con los valores, se constata en las investigaciones realizadas que los estudiantes mantienen actitudes positivas en el aula, pero que éstas son puramente formales, pues en las situaciones donde tienen que demostrar que ese valor forma parte de su personalidad, entonces no se evidencia esta correspondencia, mostrándose un desequilibrio, un divorcio, una incongruencia entre lo que el estudiante dice y luego hace en la práctica.

La vía no convencional que se propone constituye el resultado de una investigación llevada a cabo durante el curso escolar 2003- 2004 con dos grupos de Profesores Generales Integrales, un grupo de Intensivo de la Facultad de Ciencias Técnicas y dos grupos de Habilitados en el Instituto Superior Pedagógico de Holguín “José de la Luz y Caballero”. 

De ahí que el presente artículo aborde como objetivo: Analizar los fundamentos pedagógicos que sustentan la vía no convencional para el fortalecimiento de los valores en los estudiantes del nivel superior.

FUNDAMENTACIÓN PEDAGÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN

 

Resulta necesario destacar que el proceso docente- educativo ha tenido una marcada influencia en la Educación Tradicional, caracterizada por el papel central del maestro  como transmisor de conocimientos. A partir de estos criterios Ignacio (2000) asegura: “ Su tendencia axiológica se basa en el llamado objetivismo culturalista, en la que se priorizan los valores culturales tomados como entidades objetivas, dirigidas fundamentalmente a la transmisión y reproducción de valores”.  (Ignacio,2000,p.90)

La Educación Tradicional privilegia los modelos pero nunca llega a darles vida, por el hecho de estar distanciados y desvinculados de la existencia del estudiante; es decir, de su realidad socio- cultural. Propone actitudes desarrolladoras, capaces de lograr la participación, la iniciativa, las actividades, pero deforma esas mismas actitudes al pretender suprimir la función de los modelos y caen en una espontaneidad inconsistente y perjudicial para el propio desenvolvimiento del estudiante.

La Escuela Nueva propuesta por el movimiento escolanovista, cuyas manifestaciones más significativas comienzan a ocurrir a inicios del siglo XX y donde se tiene como visión educativa la existencia, la vida y las actividades humanas. La propuesta educativa pretende renovar el proceso pedagógico en línea directa con la existencia, los intereses y necesidades de los estudiantes. En la medida que éste es el centro de ese conjunto de preocupaciones y acciones, se torna innecesaria la referencia de los modelos pedagógicos en los cuales enfatiza la Educación Tradicional.

Esta base filosófica que sustenta la tendencia pedagógica llamada “ Escuela Nueva" tiene entre sus representantes a Dewey (1859‑1952), quien plantea que los valores sólo tienen un sentido y modo de ser reconocidos, su potencia, su beneficio biológico y social. Consideran importante que la escuela analice al estudiante como el centro durante el proceso de organización de los programas de estudio y métodos de enseñanza.

En consecuencia con estos criterios en la Educación Nueva la tendencia axiológica predominante es el subjetivismo o psicologismo axiológico, centrado en el individuo, se valorizan sus características, necesidades y actividades personales; por lo que predomina una proposición subjetivista de los valores en contraposición a la Educación Tradicional (objetivismo axiológico).

Por otra parte, la Educación Progresista que exhibe entre sus más altos exponentes a Snyders (1974), toma como punto de partida básico, los contenidos de la enseñanza para entonces proporcionar una Pedagogía que mantenga de una u otra forma los aspectos positivos y eliminar las posibles deformaciones.

Esta tendencia educativa resalta la importancia de los modelos pedagógicos, centrados en el contenido, en el valor del saber, vinculados a las realidades sociales. Una tendencia que se apoye necesariamente en modelos que tengan una relación directa con el presente de las comunidades y por tanto con el estudiante; es decir, que esté relacionada con el presente y el pasado vividos, como base fundamental del valor pedagógico de los referidos modelos.

En este sentido significa que el estudiante a partir de su experiencia socio- cultural, será sujeto activo de su propio proceso, al confrontar sus conocimientos, habilidades y valores con los modelos y contenidos expresados por el docente.

El docente debe ser un guía, un orientador, capaz de abrir perspectivas a partir de los contenidos, donde se garantice la relación con la realidad socio- cultural de los estudiantes.

La Educación Progresista sienta sus bases en la Teoría de la Acción Comunicativa expresada por Habermas (1929), el cual añade un enfoque fenomenológico y humano, subjetivo y personal: el mundo de la vida. Se coincide con el criterio de este autor cuando plantea que las relaciones que se dan entre los sujetos de una comunidad, presuponen la intercomunicación y la referencia a un mundo íntimo, subjetivo, formado por convicciones sentidas y vividas y desde donde el sujeto habla, siente, se expresa y dialoga.

 En este mismo campo Paulo Freyre (1921- 1997) se dirige hacia la creación de estrategias pedagógicas y al análisis del lenguaje, considera el diálogo como un fenómeno específicamente humano, donde la acción y la reflexión juegan un papel esencial en el proceso crítico del pensar, hablar y accionar en determinado contexto. Considera el diálogo comunicativo como el antipolo de la manipulación, del adoctrinamiento, de la imposición de las ideas del educador, de la invasión cultural que pisa los derechos de la persona humana. De ahí que inculcó en los educadores la necesidad de tener en cuenta estas consideraciones.

La principal tarea de la Escuela Progresista es la difusión de contenidos vivos, concretos, indisociables de la realidad social, de manera que la acción de la institución se fundamente en los valores sociales primordiales, mediante un ambiente propicio entre la participación activa del estudiante y la necesaria intervención orientadora del docente.

Esta tendencia axiológica predominante sienta sus bases en el materialismo dialéctico, la convicción de que la conciencia humana no es productora, sino el producto de un proceso de la vida real; de manera que todas las formaciones ideológicas (ideas, representaciones, visión del mundo y jerarquía de valores) están interconectadas con la actividad material y el desarrollo del hombre.

Desde estas posiciones, los aspectos objetivos y subjetivos de la actividad axiológica coexisten en una combinación dialéctica. Esa relación del sujeto con el objeto se da a su vez dentro de una sociedad, una cultura y una época histórica determinada.

Los resultados alcanzados con la integración del componente cognitivo- afectivo servirán de guía y apoyo para la investigación, pues mediante el modelo de la vía no convencional y la metodología propuesta se posibilita una implicación emocional de los estudiantes en la actividad, las cuales derivan un compromiso al cambio de actitud.

En las investigaciones realizadas por Rico y Silvestre (1997) con relación al estado actual del proceso y su vínculo con el componente cognitivo- afectivo señalan:

“muestran aún el predominio en nuestras aulas de un  proceso con un carácter esencialmente instructivo, cognoscitivo, en el cual se centran las acciones principales en el docente y en menor medida en el alumno, y en donde el factor afectivo  y el conductual, en ocasiones se relegan a un segundo plano” . (Rico y Silvestre, 1997,p.2)

Desde el punto de vista pedagógico se considera que el proceso docente- educativo ofrece potencialidades para formar acciones valorativas dirigidas a que los estudiantes puedan enjuiciar el valor que se estudia, su utilidad y significado, el sentido para sí, el para qué de lo que hacen; es decir, perfeccionar este conocimiento hasta hacerlo verdadero. De lo contrario, si dejamos la educación en el conocimiento del valor, se puede caer entonces, en un intelectualismo desfasado porque como se conoce “ no basta conocer el bien para obrar bien”.

Es significativo señalar que desde esta óptica, se concibe el proceso docente- educativo como un espacio de intercambio de experiencias en el que interactúan los estudiantes con la orientación del profesor. Este escenario posibilita el enfrentamiento a problemas morales sobre lo que debe ser, para que se aporte en colectivo las razones que permitan la corrección o incorrección de opiniones y conductas de los estudiantes desde formas morales valiosas.

La tendencia a separar la educación  de la instrucción, a no aprovechar las potencialidades que brinda el contenido como proceso en sí para incidir en la formación de sentimientos y valores, ha traído como consecuencia que el estudiante tenga muy pocas posibilidades de proyectarse en las actividades curriculares, de participar de manera activa e independiente, de plantear sus puntos de vista, intereses y valoraciones acerca de todo lo que le rodea, que tenga un significado, una repercusión social o un valor para ello.

Báxter (1989), puntualiza: “no es transmitirle [...] mecánicamente las tradiciones revolucionarias, combativas y laborales, no es proporcionarle formas y métodos de lucha ya preparados; por el contrario es poner al alumno a realizar un trabajo intenso y creativo”. (Báxter, 1989,p.32).

Teniendo presentes estos argumentos resulta importante que los estudiantes lleguen por sí mismo a la valoración de lo significativo y emocionante de lo que hacen; así como él para qué y el por qué de lo que valoran. Desde esta perspectiva, el docente debe propiciar la suficiente enseñanza y participación para que los estudiantes alcancen el conocimiento en correspondencia con lo que viven a diario, partiendo de sus intereses, motivaciones y sentimientos.

Se comparte plenamente el criterio de Báxter (1989), cuando enfatiza: “ es necesario enfrentarlos a situaciones concretas, donde tengan que demostrar con su conducta lo acertado de una acción, donde tengan que asumir una posición al respecto, argumentarla y defenderla”.  (Báxter, 1989,p.8)

En este mismo prisma, muchos son los autores que critican a las escuelas donde los docentes no se plantean la necesidad de establecer relaciones afectivas con los estudiantes, lo cual no facilita la incidencia de los aspectos más sensibles de su personalidad; así como limita el desarrollo de la labor educativa.

Álvarez (1992), al respecto expresa: “ una enseñanza plana, uniforme, que impide la iniciativa, la creatividad del estudiante, aunque declare que aspire a formar un hombre integralmente nuevo, es un problema que debe ser resuelto en esas enseñanzas”. (Álvarez, 1992,p.4)

En su análisis, el autor deja claro que la transmisión de enseñanza no es lo que conduce al desarrollo del aprendizaje, y en general, a la formación de la personalidad. Es preciso lograr una educación activa que promueva a la reflexión, la cual incite no sólo al desarrollo del conocimiento, sino al despliegue de sus sentimientos, actitudes y valores en un ambiente emocional propicio, dirigido por el docente.

En el orden práctico, Chacón (1999) asevera: “ toda acción educativa contribuye a la formación de valores; sin embargo, los valores en el plano interno de los sujetos no se “construyen” o se “aprenden” de igual forma que los conceptos o los conocimientos científicos, este es un reto actual en las Ciencias de la Educación y de la Pedagogía en los niveles teórico- práctico del problema en cuanto a la relación de lo cognitivo y afectivo”.  (Chacón, 1999,p.30)

Desde estos criterios la autora de la investigación considera que el proceso docente- educativo constituye el marco propicio donde se pueden sembrar ideas, conformar una concepción científica del mundo, transmitir emociones, cultivar sentimientos, formar convicciones y valores que perduren en el pensamiento y la conducta de las nuevas generaciones.

La pedagoga cubana Silvestre (1999) manifiesta: “es necesario el logro de la unidad de lo cognoscitivo y lo afectivo, que el significado del objeto de estudio se ponga de manifiesto y éste adquiera un sentido para el alumno, el cual ha de sensibilizarse con el objeto, con el hecho, con su significación para entonces valorar”. (Silvestre, 1999,p.3)

Se coincide con Silvestre cuando reconoce en el contenido la vía para estimular la formación del sentimiento y la valoración del estudiante, pero no una comprensión indiferente, sino que descubra el valor que contiene para que logre reflexionar, que participe y se desarrolle al sensibilizarse con éste.

Se evidencia en estos análisis la necesidad de que los docentes actúen con unidad de criterios, con concepciones y exigencias coordinadas en función de reconocer que el componente cognitivo que define a cada valor resulta importante, pero que esto no es suficiente, sino hay que ir más allá como plantea esta autora. En tal dirección asegura, que por su puesto ese componente hay que hacerlo evidente; es decir, lograr claridad en cuanto a lo que es y sus formas de manifestarlo.

Los resultados alcanzados por los investigadores en estas propuestas de integración del componente cognitivo afectivo- conductual servirán de guía y apoyo para la aplicación de la metodología, en aras de que el estudiante se implique emocionalmente durante su participación y con ello derive un compromiso al cambio de actitud ante los problemas morales que se le presentan.

La evaluación final no es medir el desarrollo de los valores que se han promovido para dar una calificación, sino será entendida como un proceso sistemático, de manera que sirva para planificar otras situaciones educativas en aras de brindar tratamiento a las dificultades que surgen durante el debate; así como para la obtención de  información que posteriormente el docente utilizará en la toma de decisiones y en la mejora de la práctica educativa.

Coherentes con los fundamentos pedagógicos planteados la propuesta de la vía no convencional se apoyará en estos requerimientos. La misma no tiene la intención de negar lo positivo que se ha hecho hasta la fecha, todo lo contrario, sirve para orientar sobre algunos aspectos que pueden corregirse en el accionar del docente en función de favorecer el fortalecimiento de los valores en los estudiantes para alcanzar una formación integral de su personalidad.

La vía no convencional está dirigida a la creación de un espacio de intercambio en función de despertar sentimientos positivos, sensibilidades. Movilizar su estado de pasividad penetrando en el mundo intelectual de los estudiantes donde las ideas fluyan de forma diferente a lo que realizan muchos docentes; es decir, que vayan del interior hacia para que sean profundamente sentidas y perduren los valores.

La vía no convencional como alternativa pedagógica en el proceso docente- educativo constituye una manera diferente de hacer. Un escenario que propicia el intercambio de experiencias cooperativas entre los estudiantes, donde existe desprendimiento de contenidos humanos individuales para que puedan modificar sus criterios, revalorar la experiencia personal a partir de lo colectivo; lo cual posibilita que se identifiquen; así como retomen modelos y normas de conductas que le facilitarán incorporarlos posteriormente a su futura labor profesional.

 

El conocimiento de los valores desde los fundamentos pedagógicos constituye una necesidad para aquellos que pretenden asumir una actitud consciente hacia los fenómenos educativos o realizar aportes teóricos y prácticos en este terreno.

El análisis de los valores a partir de los fundamentos pedagógicos constituye un complemento fundamental para enriquecer nuestra labor pedagógica en la vía no convencional propuesta.

Se asume como referentes pedagógicos de la investigación los criterios aportados por los siguientes autores, entre ellos: Báxter (1989); Álvarez (1992); Chacón (1999); Rico (1997), Silvestre (1999) e Ignacio (2000) que desde una concepción educativa plantean la estimulación del desarrollo cognitivo, afectivo y conductual  mediante el diálogo, la reflexión  y la participación; donde el conocimiento, los sentimientos y el comportamiento del estudiante se establece a través de una relación dinámica en el proceso para fortalecer los valores.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

1.      Álvarez de Zayas, Carlos (1995): La escuela en la vida. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

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9.      Habermas (1989): Teoría de la Acción comunicativa: Complementos y estudios previos. Madrid. Cátedra. P. 479- 507.

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11. Rico Pilar (1997): Proceso de enseñanza y aprendizaje. Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, 1997.

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13. Snyders, George (1974): Pedagogía Progresista. Coimbra, Librería Almedina.