Alberto Rocasolano, brújula inefable de la poesía

Autora: Ms.C Marianela Rabell López

 

 

RESUMEN:

Las historias de vida constituyen valiosos testimonios en que se funden elementos importantes tanto de los individuos como de grupos sociales, comunidades, familias, etc.

En este trabajo se aborda la vida y la obra de Alberto Rocasolano el cual está considerado como uno de los exponentes fundamentales dentro de la generación del 50 de nuestra literatura y en especial de nuestra poesía.

 

ABSTRACT

The histories of life constitute valuables testimonies in which important elements of individuals as well as of social groups, comunicatives and families are mixed.

The present work deals about the life and work of Alberto Rocasolano who is considered as one of the most outstanding exponents of literature and poetry of the generation of the 50’s.

 

 

“Soy una entidad angustiosa que vio la luz en la tercera

         década del veinte

Un complejo de sueños que puso a circular llanto

         en silencio

antes de conocer los nombres de los seres queridos.

(…)

Estoy hecho de tierra y lejanía (…)”

                                                           “Soy una entidad angustiosa”

 

 

Quien así se define partió hace más de cuarenta años para encontrarse con los asombros de la sorprendente capital; como equipaje un manojo de sueños y un riachuelo de recuerdos palpitándole en el corazón.

El lomerío de Bijarú lo vio nacer a la 1:10 de la madrugada del 17 de enero de 1932 y oyó llamarlo Rogelio de Jesús, pero una estrella que presenció el alumbramiento vaticinó que con otro nombre sería conocido desde el camino de La Vega hasta las orillas del Almendares y que su nombre anterior quedaría bajo una “piedra verde” como testigo de que allí nació un poeta.

Sus ingenuas fantasías de niño se debaten entre las historias de cow boy y el amor por ese pedazo de geografía bijaruseña que parecía ser el centro del mundo. Todo esto hace que el pequeño Rogelio se imagine que es un vaquero llamado Bill Arizona y pueda vérsele por los predios de su padre con pistola y botas, soñando e inventándose historias.

Para desentrañar los misterios de la tierra y de los colores que habitaban el arcoiris no bastaba sentir cada mañana los latidos de la naturaleza, ni perseguir la cinta multicolor que se esfumaba por detrás de las lomas después de la lluvia.

El conocimiento se hace necesario y los padres lo mandan a estudiar lejos del hechizo del terruño para así comenzar su tránsito por la vida estudiantil: la Academia Bush, el Instituto Barrios (Santiago de Cuba), el Instituto de Segunda Enseñanza de Holguín y la Universidad de La Habana. Todas estas instituciones conocen de su afición por la literatura y de sus actividades revolucionarias.

En 1958 regresa a su pueblo natal para incorporarse a la columna guerrillera No. 16 “Enrique Hart”. El 27 de diciembre de este propio año, en un combate en las cercanías de Banes, cae su amigo y compañero Miguel Salcedo. La muerte de este héroe lo colma de un amargo dolor que plasma tiempo después en ocho composiciones poéticas; véase el siguiente ejemplo:

 

                                    “Miguel era uno entre tantos de nosotros, sólo

                                                que en su frente

                                     se apoyaba el futuro en forma de alba poderosa;”

                                                                 “En el suelo de la Patria”

 

                                     “Junto al arroyo claro quedó la sangre del amigo,

                                     dos estrellas furiosas la nublaron los ojos

                                     y un puño seco lo ciñó de repente

                                     fijando el corazón a sus raíces”

                                                                  “Cuando llega la muerte”

 

La llegada de la Revolución lo enfrenta a nuevas faenas: Comisionado Municipal de Antilla, Sub-administrador, Contador de su Aduana, la Limpia del Escambray y el Departamento Jurídico del Ministerio del Interior en Santiago de Cuba.

En 1963 marcha definitivamente hacia La Habana por cuestiones de trabajo. Las tareas a él encomendadas no le impiden continuar escribiendo. En 1965 la UNEAC convoca al concurso “V Zafra del Pueblo” en el que presenta su poema “Donde echaron las cañas sus raíces”, con el que obtiene el Premio.

Un año más tarde (1966) entrega a la UNEAC, para concursar, el poemario Diestro en soledades y esperanzas y de manera unánime el jurado le otorga Mención en el Premio “Julián del Casal”. Con la publicación de este libro (1967) y la adopción del nombre Alberto Rocasolano, se instituye este año como el punto de partida de su verdadero despegue editorial. Aunque desde años anteriores venía escribiendo, es a partir de ahora que se produce una explosión en su quehacer creativo: A cara y cruz (1970), Es de humanos (1976), En buenas manos (1978), Apuntes para un estudio acerca de Manuel Navarro Luna (1979), Porque tenemos héroes (1982), El último de los raros (1982), En años del reposo turbulento (1984), Fundar la gloria (1988), Ese sueño que fuimos (1991), Ella, dibujada por la lluvia y el recuerdo (1996), Permiso para el alto navegar (1998) y Los mágicos navíos (2003).

En su afán de no dejar que el polvo del olvido cubra los nombres de grandes figuras literarias, Rocasolano se empeña en antologar y compilar a: José Manuel Poveda, Antonio Machado, Enrique José Varona, Agustín Acosta, Julián del Casal, poetisas cubanas como Carilda Oliver, Serafina Núñez, Rafaela Chacón Nardi y otras.

Resulta importante también su labor en la confección del Diccionario de la Literatura Cubana, tomos I y II (1980 y 1984) que llena un incuestionable vacío en la información sobre las letras nacionales. También conforma el grupo que prepara Poesía Social Cubana, valiosa antología editada en 1980.

Como crítico, investigador y ensayista, Alberto Rocasolano, ha desarrollado una importante y sistemática labor, expresada en artículos, libros, prólogos y textos introductorios de antologías publicadas. Su prosa es elegante, meticulosa y en ella se aprecia un pleno dominio de la construcción lingüística: perspicaz en sus observaciones, coherente en el discurso y de una extrema sensibilidad en sus valoraciones, revelador de un exquisito espíritu. La obra de Rocasolano ha estado en correspondencia con las distintas etapas por donde ha transitado su vida, de ahí el carácter autobiográfico en muchas de las composiciones, como en la que a continuación se expresa:

 

                   “(…) De niño, alguna vez me escabullí al recodo del arroyo y tuve

                    anzuelo porque supe doblegar un alfiler y atarlo al hilo de mis sus

                    sueños (…)

                                               “Paráfrasis”  

 

Con un lenguaje inteligente, hermoseado por una cultura vastamente sedimentada y por la experiencia acumulada en la vida, su poesía va in crescendo porque en ella están los sentimientos humanos tocados por una notable carga filosófica y por el tiempo, como uno de los ejes que mueve sus inquietudes y observaciones. La naturaleza cobra diversos matices en sus poemas para evidenciar la gran fuerza telúrica que se respira en ellos; obsérvense los siguientes versos:

 

                   “(…) el sol se hace cómplice de los dictados de la luna

                    y pasan silenciosos caseríos, y los pájaros refrendan

                              la mañana con perfecta ortografía

                    y los dormidos naranjales desgranan puntos suspensivos

                    como pequeños universos de oro (…)”

                                                                        “Coaster”

 

A partir del tratamiento conceptual y formal de su obra lírica se pueden distinguir, sin hablar de ruptura total, dos grandes momentos creativos; el primero que va desde Diestro en soledades y esperanzas hasta Ella, dibujada por la lluvia y el recuerdo, en el que se acentúan las características de la poesía conversacional; y el segundo que comprende Permiso para el alto navegar y Los mágicos navíos, donde la plenitud creadora se hace evidente.

La mayoría de sus poemas son extensos, con predominio del versolibrismo, en los que alternan versos de arte mayor y menor; y aunque ha empleado diferentes composiciones estróficas, cuando usa las formas clásicas, prefiere el soneto.

La inclusión del paréntesis, los dos puntos y la interrogación dentro de su lenguaje, hacen que la atmósfera poética sea enfática, definitoria y reflexiva, porque a través de ellos el autor llama la atención sobre ciertas ideas que le interesa destacar.

 

                        “(Un hogar es algo más que un techo que nos

                                 defiende de la lluvia:

                         es sentarse a la mesa y ver crecer los hijos,

                         conciliar sentimientos y emociones,”

                                                                “El abuelo paterno”

 

                     

                         “¿No soy el dueño de mis definiciones,

                         el que intercambia entre hombres modernos

                         y aún sigue siendo el aprendiz?”

                                                                “VII Criterios”     

 

Su lírica se sustenta en el concepto de infinita transparencia que abarca aspectos filosóficos, estéticos y de lenguaje que aspiran a la más alta definición de su poesía. Maneja el lenguaje con sencillez, sin quebrantar la fluidez del discurso poético; sin pretender falsas sensaciones de profundidad, sin proponerse retorcimientos abruptos. Desde sus inicios la poesía rocasolaniana anheló y logró trasladar los temas locales al ámbito universal, lo que ensanchó su orbe poético.

Escribir la poesía en ciclos es una de las características de la obra de este autor, que se aprecia en los poemas dedicados a Miguel Salcedo en Es de humanos, los referidos a la sombra en Fundar la gloria, los sonetos sobre el amor que aparecen en Ella, dibujada por la lluvia y el recuerdo, las composiciones inspiradas en los barcos y hoteles que se encuentran en Permiso para el alto navegar y Los mágicos navíos, respectivamente.

Como resultado de una madurez creativa indiscutible, a finales de la década del 90 el discurso rocasolaniano se hace más reflexivo, intelectivo y múltiple. El lenguaje tropológico se solidifica y se hace más rico, de modo tal que se puede afirmar que su poesía es metafórica, aspecto este que lo va alejando un tanto de las características coloquialistas para convertirlo en una voz singular dentro de las letras cubanas. El reconocido crítico Sergio Chaple ha expresado:

 

                                    “Rocasolano ha tallado su diamante en silencio, ajeno a pompas y circunstancias que en lo material, ciertamente le hubieran dispensado vivir con mayor sosiego en estos años definitivamente duros, pero que le habrían hecho pagar una onerosa cuota de desasimiento a aquello que constituye la esencia de su vida (la poesía) que su ejemplar ética personal y artística no le permitirían”.

 

En Rocasolano el motivo social muestra un amplio espectro de posibilidades líricas que van desde lo puramente social hasta las esencias humanas. El tiempo es uno de los impulsos motivacionales de mayor empuje en su poesía, sobretodo en los últimos años. También lo son el amor, la infinita transparencia, el silencio, el olvido, la verdad, la soledad, la muerte y la vida; los que pueden, en determinados momentos, entrelazarse. El tema de la infancia deviene temática recurrente, a través de la cual se evoca su tierra natal. La gran fuerza telúrica presente en sus composiciones convence del arraigo del poeta, de sus raíces familiares y de su identificación con el paisaje que lo vio nacer. Sus sentimientos identitarios favorecen una creación poética autóctona y verdadera, como se aprecia en esta estrofa:

 

                             “Un golpe de silencio asusta el aire azul del bosquecillo

                              donde también estuvo mi niñez, como la tuya.

                              ¡Padre, nos han vendido los recuerdos!

                              El corazón me pesa tanto como el mundo”.

                                                                             “La visita”

 

La idea de que todo hombre es parte vital e inseparable del lugar que lo ve nacer lo expresa en “Fábula y verdad”

 

                               “Nací a mi cuerpo sin saber cómo ni donde

                                               eternizarnos.

                                Me penetraba el soplo de la tierra

                                como un cuchillo de alas dulces,

                                                              que colocaba en cada herida

                                 granos de inmensidad, (...)”

 

En su poema “La visita” afirma:

 

                                “La tierra no se compra ni se cambia por monedas

                                 si no es por puro amor (…)”

 

 y más adelante en la composición “Somos” se define:

 

                                   “… Cubano, sí. O si prefieren, pueden decir:

                                                  bijaruseño,

                                    que el mundo también pasa por allí”.

 

Cada uno de los recuerdos de su natal Bijarú están vivos en la memoria del poeta: las iniciales del primer amor que grabó en la piel arrugada del almendro, la fragancia de la hierbabuena y del mastuerzo que vendía la viejita, las leyendas del viejo fabulador que contaba que detrás del lomerío se podía ver un ojo azul hecho de espumas y caracoles.

 

                                 “(…)Por el señor de las

                                  fábulas y arrugas

                          sabemos ya que el mundo no es un plato, y que

                                  detrás del monte

                          se pueden ver sus límites y respirar el mar”.

                                                                      “Fábula y verdad”

 

cada línea poética es una preocupación constante porque el pasado no haya sido mellado por el olvido, ya que lo que es se lo debe a los recuerdos, por eso en “Algunos familiares” expresa:

 

                                   “Le encargaremos a la lluvia que empape los

                                          recuerdos.

                                    ¿Cómo dejárselos al polvo si los defiende la

                                            memoria?  

 

La deslumbrante capital en la que vive desde hace cuarenta años no ha logrado imponerse en su existencia porque Rocasolano siente orgullo de su pequeño pueblo.

Sus palabras se corporizan cuando habla de Cuba: “La lealtad a la Patria es encuentro, pero la traición constituye el peor desencuentro”, y más adelante añade: “A nadie pido que haga reliquias o costumbres/ de su diario transitar, que sienta como suyo/ lo que estaba destinado para otros; pero dime: si reniegas,/ ¿dónde meterías tanto azul que no se salga?”

Y la mejor declaración de identidad se vigoriza en cada verso de la siguiente décima:

                               

                                     “Mi Bijarú, de mi infancia

                                     eres espejo y origen:

                                     todos mis días se rigen

                                     con impulsos de tus ansias.

                                     Punto ciego en la distancia,

                                     mi sangre hacia ti germina,

                                     tú me creerás golondrina

                                     porque me ausento y me alejo,

                                     sin saber que en ti yo dejo

                                     el alma entre tus colinas”.

                                                                   “Tiempo de cambio”

 

Así queda en la memoria la poesía de Alberto Rocasolano, como un anaranjado de framboyanes estallando en el inmenso azul y un aroma de jazmines sobre el dorado rocío de un amanecer en el campo.

El poeta que hay en Rocasolano es superior a su propia naturaleza, lo que le ha permitido consolidar una obra artística de extraordinaria calidad. Adentrarse en el universo lírico de este miembro de la Primera Generación Poética de la Revolución permite conocer mejor, no sólo su quehacer creativo si no también sus anhelos, motivaciones, preocupaciones y compromisos.

Como resultado de una madurez creativa indiscutible, a finales de la década del 90, el discurso rocasolaniano se hace más reflexivo, intelectivo y múltiple. El lenguaje tropológico se solidifica y se hace más rico, de modo tal  que se puede afirmar que su poesía es metafórica, aspecto este que lo va alejando un tanto de las características coloquialistas, para convertirlo en una voz singular dentro de las letras cubanas. Es por ello que la obra poética de Alberto Rocasolano  se erige en un pilar esencial dentro de la lírica, digna a tenerse en cuenta  dentro del contexto general de la literatura cubana.

 

Bibliografía:

 

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Catálogo literario holguinero. Siglo XX / Lourdes González... [et al.]. — Holguín, 2000. —107 p.

 

CHAPLE, SERGIO.  Poesía para el alto navegar. – p. 16-17. – En Bohemia. –  Año 92, no. 7. – La Habana, mar. 2000.

 

INFANTE MIRANDA, MARÍA ELENA. Los senderos de la luz : aproximaciones al estudio de la poesía holguinera (1927- 1989) / María Elena Infante, Maricela Messeguer. -- Holguín: Ed. Holguín, 2000. -- 134 p.

 

LÓPEZ LEMUS, VIRGILIO.  Doscientos años de poesía cubana. – La Habana : Ed. Abril, 1999. – 433 p.

 

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ROCASOLANO, ALBERTO.  A cara y cruz. – La Habana : Ed. UNEAC, 1970. – 20 p.

 

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----- .  Ella, dibujada por la lluvia y el recuerdo. – La Habana : Ed. Unión, 1996. – 96p.

 

----- . En buenas manos. – La Habana : Ed. Letras Cubanas, 1978. – 43 p.

 

----- . Es de humanos. – La Habana : Ed.  UNEAC, 1976. – 144 p.

 

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----- . Los mágicos navíos. – La Habana : Ed. Unión,  2003. – 187 p.

 

----- . Permiso para el alto navegar. – La Habana : Ed. Letras Cubanas, 1998. –140 p.

 

----- . Porque tenemos héroes. – La Habana : Ed. Letras Cubanas, 1982. –58 p.