Rafael Melanio Aguilera Fernández: un artista para recordar

Autores: MSc. Sucelt Salazar Rosabal

              MSc. Ernesto Galbán Peramo

 

 

RESUMEN

En este estudio logramos recopilar una información necesaria y valiosa para el arte  local como exponente necesario de la cultura nacional.

Rafael Melanio Aguilera Fernández está considerado un artista importante en la etapa de la República y en los inicios de la Revolución.

 

ABSTRACT

In this study we are able to gather a necessary and valuable information for the local art as necessary exponent of the national culture.  

Rafael Melanio Aguilera Fernández an important artist is considered in the stage of the Republic and in the beginnings of the Revolution.

 

Todas las épocas hacen grandes hombres y por consiguiente los mismos testimonian a su vez la historia, dado que en el proceso creador se crece el espíritu, la imaginación así como las habilidades que al desbordarse de sus límites, vuelan a través de los tiempos encontrando maneras dignas de perpetuarse.

En todas las realizaciones artísticas de Rafael Melanio Aguilera aún vibra un tesoro oculto que a la vez se abre y muestra ese juego de maravillas múltiples en un horizonte creativo magistral donde el oficio y la imaginación se funden junto a un torrente infinito.

Nacido en Santa Lucía, poblado cercano a Holguín, el 22 de octubre de 1903, comenzó a trabajar con su padre que era carpintero el cual le transmitió esas primeras experiencias que andando el tiempo le servirían de tanto en la vida.

Desde muy pequeño observaba cómo en su familia se realizaban diversos trabajos en madera lo que hizo posible que aprovechando el material que  tenía más a su alcance trabajara en motivos que fueran adquiriendo nuevas y superiores formas en las representaciones.

Enriqueció su visión artística y sus conocimientos culturales en general, a través de la práctica y el interés los cuales a su vez le propiciaron la obtención de una gran habilidad y facilidad en la ejecución de tallas en madera.

Se conoce que sus primeros trabajos artísticos los hace siendo niño y consistían precisamente en algunos motivos infantiles incrustados en el tronco de un árbol o confeccionados sobre la propia tierra.

Sus estudios iniciales los realiza una parte en el  Central y otros en la ciudad de Holguín. En el Central comienza a trabajar con su padre en la carpintería donde se destacó en el taller de plantillería, llegando a realizar piezas que sus profesores no creían que se podían hacer.

Cursó también estudios por correspondencia graduándose de tenedor de libros entre 1923 y 1924, además de aprender el idioma inglés que le sirvió de mucha utilidad.

Su magisterio artístico fue totalmente autodidacta. Trabajó a lápiz, luego a creyón, talla en madera, fundición en bronce e incursiona también en la técnica al óleo llegando a ser, en opinión de los críticos, un excelente retratista y cuidadoso velador de las proporciones.

Las grandes potencialidades creadoras, así como el talento de Rafael Melanio motivaron que tanto Ángel Augier como el célebre maestro de la plástica Leopoldo Romañach, le sugirieran un viaje a la capital para así incursionar en diferentes materias en la Academia de San Alejandro y ampliar de esta forma su horizonte cultural y de relaciones intelectuales, pero el entonces joven artista rechaza esta posibilidad, como mismo no aprovecha las oportunidades de una beca que le fuera otorgada para realizar estudios en Italia.

Rafael Melanio laboró mayormente en su taller construido por él mismo en el patio de su propia casa sita en Morales Lemus entre Cuba y Prado, cuando se traslada a Holguín. Aquí realizó tareas artísticas de todo tipo, pero fue la madera lo que trabajó sin descanso con una independencia y creatividad dignas de reconocerse.

Como escultor las temáticas abordadas en  sus creaciones comprendieron un espectro muy amplio. Dentro de ese diapasón están incluidas la temática religiosa fundamentalmente, pero también incursionó en muchas otras  propiciadas por el encargo de los patrocinadores. El tema de la figura humana es básico en él, preferentemente el desnudo, idealizando las representaciones las ponía en movimiento espontáneo, logrando dar vida a la madera con resultados satisfactorios que llenan a sus obras de belleza y elegancia.

En el artista puede observarse un profundo dominio técnico con respecto al tratamiento de las formas y una gran maestría plástica en el momento de recrearlas. Se aprecia  en la mayor parte de sus obras el extraordinario conocimiento anatómico del cuerpo humano y del rostro lo que les comunica a las mismas expresividad y fuerza donde vemos reflejada claramente la asunción de influencia de los grandes maestros de la Historia del Arte como Miguel Angel, Da Vinci y Rodin al tomar de ellos lo mejor de sus obras, la proporción, la buena terminación de líneas, las formas muy bien definidas, el trabajo con las luces así como el juego de masas y volúmenes.

En la escultura religiosa realizó varias tallas cuyo comitente esencialmente fue la Iglesia. Entre sus obras más interesantes de este tema está “El Misterio del Calvario” encargadas al artista y hoy expuesta en el lateral izquierdo de la catedral de San Isidoro, dicho conjunto está formado por el Cristo de las Agonías de Limpias (1944), San Juan Evangelista(1954) y la Magdalena(1955) todos tallados en caoba.

En la primera de las tres obras antes mencionadas, la figura del Cristo de aproximadamente 38 pulgadas de longitud se nos muestra con un marcado realismo en su rostro donde se acentúa un dolor y un sufrimiento característicos con un matiz expresionista. Se nota sobre todo en el cuerpo un trabajo minucioso y delicado que revela una dedicación y una habilidad en el dominio de los instrumentos para trabajar la madera. Toda la expresión del Cristo nos comunica, nos impulsa a querer tocar, a comprobar , a admirar y también a reconocer.

Por otra parte la talla de San Juan constituye una muestra interesante de una escultura con una pose más hierática como en un estado de equilibrio entre la meditación y la palabra, entre el pensamiento y su materialización. El ropaje que lo cubre delata un trabajo detallado a través de un movimiento descendente que culmina depositándose y descansando sobre su pie izquierdo que se asoma, mientras que el derecho está ausente como para sugerir al espectador que la figura quiere emprender un breve desplazamiento. Las manos por su parte se colocan casi al centro del pecho acentuando un equilibrio que parte desde el punto superior hasta la base.

Finalmente nos asalta a la vista la interesante imagen de La Magdalena con su rostro delicado y bien proporcionado. Los pliegues del vestido hacen una armonía en el movimiento de las curvas que se une al de los cabellos semi - recogidos acomodados sobre la parte de la espalda.

Arrodillada su pierna derecha inicia desde la base un recorrido que se divide en dirección a las manos y hacia la cabeza. En el rostro asoma un estado de meditación y de dulzura. Al contemplarla en su actitud de quietud no podemos adivinar si se dispone a incorporarse o a permanecer quieta en el lugar con las manos entreabiertas que se tocan o apenas se rozan para acentuar así un momento de devoción o de ternura.

En la Iglesia San José están presentes otras tres obras del artista que son: Santa Teresa, Santa Teresita y la Virgen del Carmen. También son de él los Cristos de la Iglesia de San Germán y de Velasco.

Dentro de sus inquietudes estéticas estuvo la escultura de salón, donde nos podemos encontrar a carta cabal un repertorio que abarcó los más tradicionales temas mitológicos como, “Andrómeda  Encadenada” (1938) que fue expuesta en el salón de La Habana de ese año la cual obtuvo una mención honorífica. En ella el artista hace gala de un estudio de los músculos y utiliza un formato horizontal en el que las líneas y las texturas conforman un conjunto que agradan a la vista del espectador.

También dentro de su producción mitológica está “Leda y el Cisne” presentada en el Salón Nacional de La Habana donde recibe una mención de honor en la Segunda Exposición de Escultura de 1956. Teniendo en cuenta la antigua leyenda el artista esculpe a una Leda fundida con el Cisne y recrea texturas diversas del plumaje, los cabellos de la fémina, el tratamiento de la vegetación a pesar de usar una limpieza de líneas y una economía de medios muy características.

Otra de sus obras laureadas fue la titulada “Génesis” (1958) que obtuvo mención de honor en el círculo de Bellas Artes de ese año y fue también premiada en el Segundo Salón de Bellas Artes.

Solo con estas tres obras mencionadas anteriormente el artista fue capaz de obtener distinciones honoríficas en círculos habaneros que eran prácticamente infranqueables para un provinciano que se mantenía en su terruño.

 Trabajó además, temas deportivos, animalísticos, cotidianos y obras de una evidente modernidad como “El Sembrador” (1957), en la que usa formas sintéticas con visibles aires de vocación abstracta a partir de elementos geométricos donde su lenguaje se hace menos directo, es más hermético aunque no deja de ser figurativo.

Algo que llama la atención en este artista es que no realizaba bocetos, solo en pocas ocasiones utilizaba un bosquejo a lápiz o carboncillo para concebir la idea, tampoco utilizó modelo alguno. Rafael Melanio constituye hoy quizás  el único antecedente de la etapa prerrevolucionaria en la escultura de salón.

La temática conmemorativa fue aparte de la religiosa y la de salón, una de las más trabajadas por el artífice, antes y después del triunfo revolucionario y lo hacía preferentemente con la confección de tarjas, relieves y bustos. Ejemplo de ello es el busto de “José Martí” realizado en 1941, confeccionado en madera preciosa y que hoy se encuentra ubicado en el vestíbulo de la Secundaria Básica del mismo nombre; “Martí y Maceo” colocado en las afueras de Holguín y realizado entre 1958 y 1959, hecho en piedra capellanía donde cada cabeza es un bloque de gran peso; “Fidel”, realizado en 1959 que consiste en un medallón que mide 11 pulgadas. En todos logra su objetivo fundamental que es resaltar las imágenes de nuestros mártires y patriotas; concebidos formalmente con un tratamiento suelto y el empleo de una simbología estudiada que ofrece mayor libertad de cocreación en el proceso perceptivo.

 Con la talla en madera creó verdaderas obras maestras. Sus creaciones transpiran la fortaleza de un Neoclasicismo escultórico no adquirido en la academia por su autodidactismo, pero deudora de esta.

Sobresale también en la pintura, esencialmente como retratista y en una de las obras que se conservan de su producción pictórica aparece el retrato de León X. No obstante como pintor en el Salón de 1957 obtuvo un premio con el lienzo titulado “Los Mangos” en el que el autor no lo expone todo, sino las partes, no explicita, sugiere, hace que busquemos la completud, relacionemos elementos, recorramos visualmente la obra y encontremos conexiones y puntos en correspondencias.

Entre todas sus pinturas el autor rescata la imagen de su memoria, pero precisamente porque ninguna obra ha sido igual a la otra, cada una contiene su propia visión e imaginación, su única e irrepetible concepción y sensibilidad.

En su obra pictórica hay una característica común y es precisamente esa nota sensual de los cuerpos semidesnudos que sugieren delicadeza y ternura. El tratamiento de las telas, en ocasiones acentúa una textura visual evidente, lograda por el propio tratamiento de los matices en el color así como el de las líneas curvas y oblicuas que destacan el movimiento y delimitan las áreas dentro de lo representado.

En las pinturas de Aguilera las relaciones cromáticas que se entrelazan y se influyen mutuamente dentro del formato y dentro del espacio, producen una suave pulsación rítmica. Sus cuadros se vuelven foco de las meditaciones del espectador a la vez que como una pantalla situada delante de un misterio, nos absorben   unas agradables gamas de color.

Así este artista se nos presenta como salido de esos espíritus animosos y creativos que viajan hasta los lugares más insospechados sin evitar sorpresas pues sus interesantes ideas vuelan lejos, materializando una especie de complicidad creativo – anecdótica, mostrando todo lo que le interesa como mezcla  de búsquedas en los diferentes segmentos dentro de la propia Historia del Arte.

De igual manera este artista puede considerarse como el antecedente más destacado hasta el momento en la época de la Pseudorrepública en lo que  a grabado se refiere.

Fue precisamente él quien con más sistematicidad y rigor ejerció el oficio de grabador específicamente la técnica de la xilografía. A pesar de ser un artista autodidacto, supo reflejar en sus grabados la delicadeza de un pulso que experimentaba y buscaba nuevas formas. Confeccionó pequeños tacos que sirvieron para ilustrar periódicos de la época así como un libro de poemas de escritores del territorio. En estas ilustraciones el creador plasma motivos que le llaman poderosamente la atención, como las flores, el hombre, el planeta tierra, etc. En todos los temas hay un tratamiento meticuloso de la línea la cual conforma un dibujo en un pequeño formato que guarda relación con los textos. Estas obras se conservan con celo de monje,-por fortuna para nosotros- por el hijo del artista, quien expresa:

...Recuerdo a mi padre como si fuera hoy mismo. Era una persona interesada en aprender de todo un poco. Desde que amanecía estaba inventando cualquier cosa y aunque fundamentalmente trabajaba la escultura en madera, realizó también dibujos y pinturas las que cuido mucho porque sé que para la historia de la plástica holguinera tiene un alto valor. Papá además hizo grabados y colaboró junto con otros compañeros en diversos trabajos de imprenta. Los instrumentos para hacer las xilografías y otros tipos de trabajos, los confeccionaba él mismo[1].

Toda su trayectoria evidencia las cualidades propias de un artista singular, que se forjó por sus propios medios en un ambiente y contexto histórico que no eran todo lo propicio para un desarrollo masivo del arte.

Su diversa y sui géneris obra se encuentra tanto en casas particulares como en lugares públicos, en iglesias ,  en instituciones, tanto en el viejo como en el nuevo continente; Estados Unidos, Viet-Nam, Alemania, la antigua URSS, España y México, han visto y admirado su quehacer artístico.

El arte de Rafael Melanio Aguilera exige del espectador una espontaneidad de percepción y capacidad de compenetración con los sentimientos del artista. Precisamente esta facultad del arte en este creador de introducirse de un modo tan natural y directo, a través del tiempo, en el mundo espiritual de los hombres es la mejor garantía de que su obra siga  viviendo con extraordinario vigor.

En gran  medida uno de los alcances en el proceso de creación está condicionado fundamentalmente por el dominio del oficio sin el cual no se puede alcanzar un propósito definido. Sin lugar a dudas todos nosotros, los que amamos el arte, necesitamos de esos seres que nos legó, en un ferviente anhelo creativo Rafael Melanio y esto es porque son en su esencia esas invenciones que nos resultan imprescindibles observarlas para relacionarlas con otros mundos de los cuales también necesitamos nutrirnos, para crecernos en fantasía, para establecer  relaciones o para no truncarnos la imaginación.

Hay en toda la obra de Rafael Melanio Aguilera, unidad en su propósito, organización estructural y sugerencias válidas. Cuando uno se encuentra ante ellas ratifica una verdad no por repetida menos hermosa en cada nuevo redescubrimiento: este hombre es un artista para recordar.

 

BIBLIOGRAFíA.

Aguilera Maceiras, José. Historia de Holguín: ED Cenit. La Habana, 1953- -94p.

Aguilera, Rafael. Entrevistas realizadas por los autores. ene-abr . 2004.

Colectivo de autores cubanos. La Pintura y la Escultura en Cuba. La Habana: ED Homenaje, 1952 - - 305 p.

Galbán Peramo, Ernesto. Historia del Taller de Grabado de Holguín. - - 2003.- - Tesis en opción al título académico de Máster en Historia del Arte.- - U H, La Habana 2003.

Mesa Lemus, Elisa. La maestría de un ebanista: Rafael Melanio Aguilera Fernández.- - 2002.- - Trabajo de Diploma (Licenciatura en Educación). Holguín,2002.

Salazar Rosabal, Sucelt. La Escultura en la ciudad de Holguín durante el siglo XX.- - Tesis en opción al título de Máster en Historia y Cultura en Cuba.- - ISPH “José de la Luz y Caballero”, Holguín,2003.



[1] Entrevista a Rafael Aguilera (hijo), enero del 2004