El espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano Luz y Caballero XII

The Transforming and Creative Spirit of the Educational Project of the Cuban Teacher Luz y Caballero XII

O espírito transformador e criativo do projeto educativo da professora cubana Luz y Caballero XII

* Falconeri Lahera-Martínez

*Universidad de Holguín. Cuba. Licenciado en Educación, especialidad Filosofía. Doctor en Ciencias Filosóficas. Profesor Titular. Correo: falconerilm@uho.edu.cu Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9254-2485

 

Resumen

Los resultados expuestos en este artículo profundizan el análisis del proceso de formación de la filosofía cubana en publicaciones no priorizadas en el estudio presentado en números anteriores de esta revista, sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano del siglo XIX José de la Luz y Caballero. El objetivo del trabajo es revelar las contribuciones que a la enseñanza de la Filosofía y la educación de los jóvenes realiza el gran pensador en sus tres réplicas al Dómine de  Puerto Príncipe, publicadas entre los meses de febrero y marzo de 1839. El artículo examina la conceptualización lucista sobre la enseñanza de la Filosofía y la aplicación de esa disciplina como recurso de análisis de los fenómenos sociales, el método de enseñanza y las ciencias. También explica su contribución a la forja de un pensamiento filosófico autónomo en esa etapa del proceso analizado.

Palabras clave: Ciencias; ecléctico espiritualista; Filosofía; juventud; Psicología.

Abstract

The results presented in this article deepen the analysis of the process of formation of Cuban philosophy in publications not prioritized in the study presented in previous issues of this magazine, on the transforming and creative spirit of the educational project of the 19th century Cuban teacher José de la Luz y Caballero. The objective of the work is to reveal the contributions that the great thinker makes to the teaching of Philosophy and the education of young people in his three replies to the Dómine de Port-au-Prince, published between the months of February and March 1839. The article examines the Lucist conceptualization of the teaching of Philosophy and the application of that discipline as a resource for the analysis of social phenomena, the teaching method and the sciences. It also explains his contribution to the forging of an autonomous philosophical thought at that stage of the analyzed process.

Keywords: Sciences; eclectic spiritualist; Philosophy; youth; Psychology.

 

Resumo
Os resultados apresentados neste artigo aprofundam a análise do processo de formação da filosofia cubana em publicações não priorizadas no estudo apresentado em números anteriores desta revista, sobre o espírito transformador e criativo do projeto educacional do professor cubano do século XIX José de la Luz y Caballero. O objetivo da obra é revelar as contribuições que o grande pensador dá ao ensino da Filosofia e à educação dos jovens em suas três respostas ao Dómine de Porto Príncipe, publicadas entre os meses de fevereiro e março de 1839. O artigo examina a conceituação lúcista sobre o ensino da Filosofia e a aplicação dessa disciplina como recurso de análise dos fenômenos sociais, do método de ensino e das ciências. Também explica sua contribuição para a formação de um pensamento filosófico autônomo nessa etapa do processo analisado.
Palavras-chave: Ciências; espiritualista eclético; Filosofia; Juventude; Psicologia. 

 

Introducción                                                                                                                                               

Los resultados expuestos en este artículo profundizan el análisis del proceso de formación de la filosofía cubana en publicaciones del maestro del siglo XIX José de la Luz y Caballero no priorizadas en el estudio presentado en números anteriores de esta revista, sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del gran pensador cubano. La riqueza teórica de los trabajos objeto de estudio, permite realizar nuevas valoraciones de sus aportes teórico-metodológicos al proceso analizado y su aplicación como medio de defensa de los nacientes intereses nacionales en los artículos seleccionados. Por consiguiente, el objetivo del trabajo es revelar las contribuciones que a la enseñanza de la Filosofía y la educación de los jóvenes realiza el gran pensador en sus tres réplicas al Dómine de  Puerto Príncipe, publicadas entre los meses de febrero y marzo de 1839.

La pesquisa científica desplegada exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del tema. En virtud de ello fue priorizado el procesamiento de los textos reunidos, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos lógicos del conocimiento científico. El autor seleccionó los materiales de trabajo en correspondencia con las demandas del proceso de investigación, el cual orientó hacia el cumplimiento del objetivo declarado.

Resultado y discusión

El 31 de enero de 1839 fue confirmada por las autoridades coloniales correspondientes la solicitud de apertura de una Cátedra de Filosofía en el Convento de San Francisco, la cual fue asumida oficialmente por Luz hasta 1843. Según testimonio del intelectual cubano y discípulo de Luz, Manuel Sanguily sus  clases en el Convento fueron muy concurridas. “El profesor sentía y comunicaba el entusiasmo de tal manera que hubo lecciones que duraron hasta cuatro horas sin interrupción ni descanso. A menudo se  valía él de libros ya recientes, ya antiguos, para leer trozos de ellos y comentarlos enseguida.”(Sanguily, 1962, p. 52)

Durante su trabajo en la nueva Cátedra de Filosofía Luz desarrolló una intensa y variada actividad académica, desde una actualizada visión pedagógica y didáctica, asentada en una sólida fundamentación filosófica. En ese tiempo elaboró su conocido Elenco de 1839, que contribuyó sustancialmente, al desarrollo del proceso de formación de la Filosofía cubana. “Fue durante ese periodo de actividad filosófica, cuando tuvo lugar una de las famosas polémicas, que contra él sostuvieron algunos intelectuales cubanos prestigiosos.”(Chávez, 1992, p. 123)

En ese contexto histórico Luz amplió y concluyó su polémica con los eclécticos de Puerto Príncipe al publicar tres réplicas dirigidas al Licenciado Manuel Castellanos Mojarrieta (Rumilio) y especialmente a Miguel Storch (el Dómine). En su primer artículo de enero de 1839 titulado: Cuarta réplica  al  Dómine  de  Puerto Príncipe, el notable educador continua el análisis de la tesis "es más fácil conocer las propiedades de nuestro ser que las de los demás seres de la naturaleza", planteada por el Dómine en el artículo precedente, publicado el 30 de diciembre de 1838, bajo el título: Tercera réplica al Dómine de Puerto Príncipe. La respuesta de Luz no solo descubre las insuficiencias teóricas y metodológicas del posicionamiento idealista del ecléctico de Puerto Príncipe, sino que fortalece su concepción sobre la aplicación de la Filosofía como recurso de análisis riguroso de los fenómenos sociales, el método de enseñanza, la educación patriótica y el desarrollo de las ciencias. En su análisis crítico, Luz desarrolló una argumentación apoyada en trascendentes posicionamientos teóricos, métodos, procedimientos, principios, tesis y una rica variedad de conceptos, con los cuales da un nuevo paso en el proceso formación de un sistema filosófico autónomo, concebido para dar respuesta a los problemas sociales más urgentes.

En su análisis, Luz argumenta que otro factor a tener en cuenta para comprender por qué es más difícil conocer las propiedades de "nuestro ser" que las de los demás seres de la naturaleza es que el estudio de los fenómenos del entendimiento, por su elevada complejidad, exige al sujeto que investiga el dominio de varias lenguas. “Y digo las lenguas, porque no basta el conocimiento de una sola para suministrar los datos que ha menester la gramática general. Las lenguas son el primer monumento para la historia del espíritu humano […].”(Luz, 1946b, pp. 92-93) Por consiguiente, el estudio de la Gramática general ha de preceder al de la lógica, no tanto por el conocimiento que aporta acerca de las ideas, sino porque los idiomas constituyen un fiel reflejo de las operaciones del entendimiento y aportan la historia más exacta de su desenvolvimiento. Según sus criterios, la lengua de un pueblo refleja lo que él es, lo que ha sido y cómo ha sido, por esa causa afirmó:

He ahí, pues, otro elemento que dificulta el problema, convenciéndonos de la necesidad de su precedencia al estudio de la Lógica propiamente tal, en el supuesto de estar convenido con el Dómine que por Lógica se entiende la "ciencia que tiene por objeto exponer los fenómenos y teoría de la inteligencia". Yo no tendría más que ir sacando consecuencias de esta definición para pulverizar cuanto ha sentado el Dómine en su papel. (Luz, 1946b, p. 93)

De acuerdo con sus puntos de vista, la definición de Lógica expuesta abarca todos los fenómenos de la inteligencia que están escondidos en la conciencia, relacionados con los de la sensibilidad. Esos fenómenos es necesario desentrañarlos y deslindarlos, modificados por la edad, el sexo, el temperamento, el clima, la educación, el estado de salud. También es menester aclararlos y reflejarlos en las lenguas. Asimismo, es imprescindible esclarecer sus secretos. Es indispensable, recogerlos y clasificarlos.

De la misma manera, existen diversas causas que dificultan el conocimiento de las propiedades de "nuestro ser", como la necesidad de dominar varios sistemas filosóficos para alcanzar una aceptable interpretación de los mismos, lo cual obliga al estudioso a penetrar el vasto campo de la Historia de la filosofía. Otra dificultad que presenta el problema es la necesidad de buscar apoyo teórico y metodológico en distintas ciencias. En todos los libros que sean consultados, los investigadores encontrarán nociones tomadas de diferentes ciencias, “[…] como conocimientos previamente adquiridos; y no sólo se encontrarán a las ciencias naturales y matemáticas ofreciendo la hueste para la campaña (los hechos) sino sirviendo de caudillo y modelo para dirigir y marchar en la acción (su método).”(Luz, 1946b, pp. 94-95)

Luz considera que el conocimiento de las propiedades de "nuestro ser" es un proceso que se complejiza en la medida que el investigador intenta alcanzar los saberes que se requieren para el estudio de las funciones intelectuales. En su análisis, revela las diferentes interacciones que se necesitan establecer entre las ciencias para orientar el estudio del hombre como la Psicología, la Ética y la Legislación. Son diversos los matices y características que es necesario penetrar para interpretar la amplia diversidad de fenómenos internos que afectan al nombre. El maestro asumió la ciencia como un sistema de conocimientos integrados, en función de explicar todos los fenómenos de la humana naturaleza. Al respecto formuló varias interrogantes dirigidas a la reflexión:

¿Y se puede conocer al hombre sin internarse profundamente en el examen de estos fenómenos? ¿Y debe o no debe preceder este estudio al de la Lógica propiamente tal? ¿Y no supone, además, semejante estudio el de otras ciencias naturales, como indispensables preliminares? ¿Puede haber Psicología sin Fisiología, ni Fisiología sin Física? ¡Qué digo, sin Física! (Luz, 1946b, pp. 96-97)

De acuerdo con Luz, el retraso presentado por la Fisiología en un momento determinado, tuvo su causa principal en la desvinculación de sus estudios con la observación y el experimento. Esa situación limitó, a su vez, su aplicación a diversas esferas de la actividad social, por esa razón aseveró: “[…] por falta de Fisiología, se extravió Montesquieu y erró Helvecio; por falta de Fisiología se ha descarriado Bentham, que tanto suele acertar; por falta de Fisiología se han malogrado los mejores planes de educación y los mejores educandos […].”(Luz, 1946b, p. 97)

La Fisiología floreció en la medida que sus estudios se vincularon a los métodos y sistemas de conocimientos de la Física. De esa manera, con el desarrollo de la ciencia se ha ensanchado el horizonte de la generalización y los hechos más inconexos se examinan en sus vínculos más estrechos. En diversas naciones de Europa se ha introducido en la enseñanza de esa ciencia y en Estados Unidos se educa los niños bajo el influjo de la combinación del “[…] trabajo manual con el mental, o sea el mejor sistema de gimnástica e higiene con arreglo a los datos que de sí arroja la ciencia del hombre.”(Luz, 1946b, p. 98)

El dinámico desarrollo de las ciencias en las primeras tres décadas del siglo XIX condujo al maestro argumentar el carácter social de su génesis y de sus resultados. Según sus criterios, los economistas y legisladores aprenden física para aplicarla en sus estudios y prácticas. “¡Qué nuevas formas no ha tomado el arte, cuando ya se creían agotadas sus fuentes, en manos de los Goethe, los Schiller, los Scott, los Byron, los Manzoni, los Lamartine y los Hugo.”(Luz, 1946b, p. 101) De acuerdo con su opinión, todos los que cultivan las ciencias especulativas deben acercarse a los estudios que ofrecen las ciencias naturales para nutrirse de sus conocimientos y del “[…] método de la observación, el rigurosamente analítico, el único que merece el nombre de científico […].”(Luz, 1946b, p. 102) Ese método es el más legítimo fruto del cultivo de las ciencias naturales y la matemática. “Allí verán la mejor aplicación que jamás se ha hecho de los procedimientos estadísticos, o rigurosamente numéricos: ésta es la lógica que reclama el siglo en que vivimos […].”(Luz, 1946b, p. 102)

En su réplica al Dómine Luz argumentó que el método de la observación es el pivote que ha impulsado las ciencias naturales y ese influjo ha promovido un desarrollo acelerado de las ciencias intelectuales, de las cuales la Lógica es una de las que más ha recibido de aquellas. La hoja de servicios prestados por las ciencias experimentales a la lógica es muy extensa y diversa: “[…] mejor diré, reproduciendo mis ulteriores expresiones: “que ni aun existirían capítulos enteros de la Lógica si no hubiera sido por las observaciones de las mismas ciencias naturales.”(Luz, 1946b, p. 105) Francis Bacon (1561-1626) aportó profundos argumentos sobre la importancia de la observación para el desarrollo de la investigación científica y,  “[…] si con su método se han levantado las ciencias físicas, como confesáis, su método ha sido forzosamente el padre de las intelectuales […].”(Luz, 1946b, pp. 106-107)

Según sus criterios, el filósofo inglés contribuyó a la expansión de la Física y hasta los espiritualistas lo identificaron como el primer físico o el fundador de la Física moderna “Todo lo más que podría con fundamento afirmarse es que el mismo Bacon se dio mucho, y aconsejó que se diesen primero los investigadores, al estudio de la naturaleza de los objetos externos que al de la naturaleza del alma.”(Luz, 1946b, p. 107) De esa manera, Bacon descubrió el camino que conduce al sujeto a conquistar conocimientos y dominar los medios para alcanzar los bienes materiales que permiten satisfacer las necesidades espirituales del hombre. El estudio del legado teórico del filósofo europeo condujo a Luz a formular una tesis con la cual enriqueció la enseñanza de la Filosofía y la teoría general de la educación. “¡El trabajo!… el primer estímulo de moralidad, directa e indirectamente… la segunda religión del pueblo —permítaseme la atrevida expresión—, la única eficaz garantía de su perseverancia en las vías de la justicia y de la probidad.”(Luz, 1946b, p. 107) En su réplica al Dómine, Luz insistió en presentar a Bacon como un hombre consagrado al desarrollo de todas las ciencias, por esa causa afirmó:

Hablando, pues, en todo rigor, se debería antes bien apellidar a Verulamio el príncipe de los psicologistas que no el primero de los físicos, aunque ni él desdeñaría este honrosísimo dictado, ni hay contradicción en condecorarle con ambos lauros; o en una palabra, que todo lo comprende: es el filósofo por excelencia, el verdadero restaurador y primer arquitecto de los conocimientos humanos.    (Luz, 1946b, p. 108).

Luz aclara que en Europa los legisladores y gobernantes, a los que considera corifeos de los filósofos y literatos promotores de la tesis "es más fácil conocer las propiedades de nuestro ser que las de los demás seres de la naturaleza", son los mismos que contradictoriamente proclaman la excelencia del método baconiano. A continuación expone un excelente argumento en el cual revela las raíces sociales y epistemológicas del denominado método psicológico o método de la observación interna, que combatirá en otra fase de su impugnación al eclecticismo espiritualista de Cousin y sus seguidores en Cuba:  

Éstos, efectivamente, son los que sugieren a cada paso esas especies contradictorias, o por lo menos, el germen de ellas, dando a entender que existen dos clases de observación, la externa e interna, no siendo ella en realidad más que la misma función, ora aplicada al conocimiento de los objetos exteriores, ora al de los fenómenos internos; por lo cual sólo en razón de su objeto, pero no de su principio, podrá clasificarse la observación como interna y externa; modo de clasificar que no es de lo más claro ni científico y por lo mismo tanto más tachable en este género de investigaciones que más que ningunas otras deben hermanar el precepto con el ejemplo en materia de precisión. (Luz, 1946b, p. 109).

Tanto las ciencias intelectuales como las ciencias naturales experimentales, afirma Luz, surgieron como respuesta a las más urgentes necesidades del hombre. La Geometría, ciencia basada en abstracciones, nació en las márgenes del Nilo, cuyas sistemáticas inundaciones obligó a realizar repetidas mediciones para determinar con precisión los límites de los terrenos. “Ínterin no se hizo sentir la necesidad de medir, a nadie le ocurrió que se midiera: se hace sentir esta necesidad, y empieza el hombre a clavar miras para señalar puntos, y tirar a cordeles para marcar distancias.”(Luz, 1946b, pp. 109-110).

Según sus criterios, los datos obtenidos por los hombres al situar puntos de mira, cuerdas, hacer mediciones, copiar esa información en un papel, hacer cálculos, para restablecer los límites borrados es una forma de intercambio con la naturaleza. Y de ese modo, de abstracción en abstracción fueron  edificando con su entendimiento la Geometría como ciencia. En este análisis, la genialidad de Luz radica en que logró demostrar que el entendimiento humano no actúa arbitrariamente, sino regido por una ley, que él denomina ley invariable de la razón humana y que explica del modo siguiente:   

[…] empezar por lo concreto para elevarse a lo abstracto; la práctica antes que la teoría, para después con el congreso de la ciencia ser fecundada de nuevo por la teoría. Este es el eterno círculo de los conocimientos del hombre; pudiendo asegurarse en más de un sentido que los adelantos en las ciencias más bien se hacen en línea curva que en línea recta, y la historia de los descubrimientos lo abona, pues a veces se ha estado tocando a otro descubrimiento en virtud de un hecho nuevamente observado, y siguen los investigadores otro rumbo pasando de largo por aquel punto que más directamente los hubiera conducido a la suspirada meta. (Luz, 1946b, p. 110).

La determinación de ley que rige la razón humana y la argumentación de sus causas y efectos, constituyó una de las más grandiosas contribuciones del notable maestro a la teoría y la práctica de la educación en Cuba. Del mismo modo, significó un relevante aporte teórico a la enseñanza del sistema de conocimientos que conformarían la nueva filosofía reclamada por la realidad social del país. La teorización desarrollada en la Cuarta réplica al Dómine de Puerto Príncipe, confirmó la superficialidad de la tesis ecléctica del Dómine "es más fácil conocer las propiedades de nuestro ser que las de los demás seres de la naturaleza", presentada por vez primera y analizada críticamente por Luz en el artículo precedente, publicado bajo el título: Tercera réplica al Dómine de Puerto Príncipe.

En el segundo artículo de enero de 1839, publicado el día 21 bajo el título: Quinta réplica al Dómine de Puerto Príncipe, Luz teoriza sobre un tema que da continuidad a las problemáticas discutidas acerca de la Cuestión de método. En este sentido, profundiza en la demostración de que es más natural y sencillo principiar por las ciencias experimentales que no por las especulativas o intelectuales. El Dómine planteó contradictorios criterios en torno a este asunto e intentó explicar el estado de adelanto de las ciencias naturales a partir de la amenidad que las caracteriza y el retraso de las ciencias especulativas como el resultado de su supuesta aridez, lo cual constituía una barrera teórico-metodológica muy sutil que complejizaba la enseñanza y el aprendizaje de los contenidos de esas ciencias.

En su publicación, desde un análisis histórico-lógico del tema, Luz reveló que en la antigüedad griega las ciencias intelectuales estaban en el centro de atención de los pensadores, especialmente después de Sócrates (470-399 a. C.). Luego sostuvo que en todas las épocas, como entre los griegos, los hombres se sintieron atraídos por las discusiones filosóficas, religiosas y las relativas a las costumbres. También, se preocuparon por responder las siguientes interrogantes:

[…] ¿dónde estoy? ¿de dónde vine? ¿a dónde voy? que aun desde los mismos umbrales de los conocimientos humanos, y mezclados con las investigaciones de los fenómenos externos (que en Grecia como en todas partes siempre son las primeras en tiempo), tropezamos con las más sutiles y abstrusas especulaciones de la Metafísica.  (Luz, 1946c, pp. 113-114).

Por consiguiente, Luz explica que no debe asumirse de manera absoluta la extensión de las especulaciones de la Metafísica como símbolo de elevada cultura en un pueblo. La esencia del principio pensante que radica en el cerebro humano, sus vínculos con el cuerpo, las manifestaciones de su  “[…] existencia y responsabilidad, son cuestiones que podemos columbrar hasta en los anales de los períodos más remotos, y entrelazadas las más veces con cuantas hay de más sagradas en las creencias y ceremonias religiosas de los pueblos.”(Luz, 1946c, p. 114) En India la Filosofía estuvo estrechamente unida a la religión popular. En Egipto el pensamiento conservó su cubierta religiosa, sin haber llegado a su forma filosófica como ocurrió en otros pueblos. Los egipcios alcanzaron a un grado considerable de progreso sin renunciar a las ciencias físicas; y aun así, en su mismo sistema teológico se presentan mezclados y confundidos los gérmenes de la metafísica.

Al tratar el asunto expuesto, sostiene Luz, el Dómine solo manifiesta cuán convencido está del atraso de las ciencias intelectuales, pero no dice toda la verdad que envuelve el asunto. “¿No dice "que la amenidad de las naturales puede haber contribuido eficazmente a sus pasmosos adelantos, al paso que la aridez de las psicológicas debió retraer a todo genio que no fuera verdaderamente filosófico"?”(Luz, 1946c, p. 116) De acuerdo con sus puntos de vista, es una realidad incuestionable que las ciencias naturales y matemáticas han avanzado más que las ciencias intelectuales, pero el ecléctico no tiene en cuenta el criterio generalizado de que el adelanto de  las ciencias experimentales se debe al método que en ellas se aplica:

Luego si tales ciencias existen, cuando las otras están formándose, claro es que han existido y podido existir sin su auxilio. Luego la Lógica no es una especie de instrumento o clave universal con que se abren todas las puertas del saber humano. Luego en cada ciencia se halla ejemplificado el método, sin que sea necesario traerlo de otra parte. Luego toda ciencia tiene naturalmente su Lógica, en el sentido de que en ninguna se puede dar un paso sin deducir, sin discurrir con encadenamiento; pero ésta no ha sido una Lógica aplicada después de aprendida en general y como preliminar parte, sino "una lógica legítima de naturaleza, de nuestra facultad de abstraer, y por lo mismo, alternativamente hija y madre forzosa de toda ciencia". (Luz, 1946c, pp. 116-117).

El posicionamiento epistemológico de Luz resultó irrefutable para el ecléctico, quien pretendía hacer creer que la vieja Lógica, deformada por el escolasticismo, constituía el fundamento exclusivo de todo el saber humano. El maestro, sin desconocer el rol teórico-metodológico que desempeña esa disciplina en el direccionamiento de los procesos abstractivos del entendimiento, consideró necesario esclarecer las vías para restaurarla y ajustarla a las exigencias de las ciencias de su tiempo, para facilitar su enseñanza y promover su aprendizaje. Pero, lo más significativo es que el gran educador utilizó sus argumentos en sus conferencias, en las charlas sabatinas, en las clases de Filosofía en el Convento de San Francisco, en las conversaciones con diversas personalidades que se acercaban para consultarle determinadas problemáticas, para demostrar que el eclecticismo espiritualista no constituía la concepción filosófica que reclamaba el proceso de formación nacional en marcha. De esa manera, dio nuevos pasos en el enriquecimiento teórico y metodológico en la conformación de la Filosofía cubana que se gestaba.

Luz decidió aportar nuevos ingredientes teóricos a su crítica al Dómine, quien continuaba afirmando que las ciencias naturales son amenas, por lo cual están más desarrolladas y las psicológicas son áridas, lo cual justifica su retraso. De acuerdo con sus criterios, constituía una tarea priorizada el esclarecimiento de las expresiones del ecléctico de Puerto Príncipe. En este sentido, dejó sentado que el término amenidad puede vincularse como opuesto a la palabra dificultad y asimismo, la aridez se relaciona con la facilidad; por consiguiente, las palabras amenidad y facilidad son tan sinónimos como aridez y dificultad. Entonces, preguntó: ¿en qué consiste la amenidad de las ciencias físicas? A esa interrogante él respondió: “En su objeto mismo, sin duda, pero también en el modo de examinarlo, en que sometiéndose todo al crisol de la experiencia todo se ve, todo se palpa, todo se facilita… […].”(Luz, 1946c, p. 117) Detrás de las palabras del maestro latía la idea de que las ciencias naturales son portadoras del método de la observación y el experimento. A continuación formuló una segunda interrogante muy precisa: ¿Cuál es la causa de la aridez de las ciencias intelectuales? En su respuesta expresa que la causa de la aridez no radica en la falta de interés por parte de su objeto, porque esas ciencias gozan de atractivo. Tampoco consiste en la falta de aplicaciones, porque la diversidad de usos que se le da a la Psicología desmiente esa opinión. Esa ciencia está muy relacionada con la Filosofía y las demás ciencias intelectuales se vinculan con la Lógica, la Moral, la Jurisprudencia, la Historia, la Economía pública, etc. Por consiguiente, todas esas ciencias son muy provechosas para el estudio de las facultades del entendimiento humano.

Del análisis realizado, Luz concluye que la naturaleza del objeto de las ciencias intelectuales no es la causa de su aridez, sino el método que en ellas se aplica, especialmente la Psicología, cuyo método de  la observación interior, los eclécticos pretenden convertir en la llave del de saber humano. La amenidad de las ciencias naturales no se debe estrictamente a sus extraordinarios adelantos, sino a que estas son portadoras del método experimental, el cual traza  “[…] el camino de la observación y la inducción, y a su eficaz influjo no solamente se adelantan unas, sino que se crean otras y otras, lográndose más y mejor en medio siglo que en los cincuenta y cinco anteriores.”(Luz, 1946c, p. 121)  

El tercer artículo de enero de 1839, dirigido contra el Dómine, fue publicado el día 10 bajo el título: Sexta réplica al Dómine de Puerto Príncipe. En él declara que todavía el ecléctico mantiene errores en su visión del objeto de estudio de la Física y la Lógica. También profundiza su teorización sobre las temáticas tratadas en las dos publicaciones precedentes. En este sentido, analiza las insuficiencias teóricas y metodológicas generadas en la enseñanza de las ciencias en el colegio dirigido por el ecléctico criticado, y aclara que los problemas de las ciencias se reconocen más por el peso que por el número, más por la calidad que por la cantidad. Por esa causa, el Dómine “[…] ha traído a colación las dimensiones de la Física y la Lógica, para explicar que no se hayan hecho tantos descubrimientos en éstas como en aquélla, y así ha puesto, si cabe, de peor condición su no muy buena causa.”(Luz, 1946c, p. 121)

De acuerdo con Luz, en sus valoraciones, el ecléctico altera el tratamiento al problema y comete errores, por esa causa precisa: “[…] del mayor o del menor número de descubrimientos no puede deducirse precisamente el estado de adelantamiento de cualquier ciencia; como que en las ciencias no puede medirse, como antes indiqué, por la cantidad sino por la calidad […].”(Luz, 1946c, p. 128) Para demostrar la veracidad de su tesis plantea varios argumentos. El primero presenta el ejemplo del desarrollo de la Geometría, el cual significó un gran adelanto desde los tiempos de Euclides que la hicieron sobresalir con respecto a otras ciencias naturales; “[…] y aun cuando no se hubiese añadido un solo teorema a los que nos legó el matemático griego, y se hubiesen sucedido sin interrupción los descubrimientos en las ciencias naturales, ninguna de ellas podría competir en exactitud con la ciencia de la extensión.”(Luz, 1946c, p. 129)

El segundo argumento parte de considerar que aun comparando las ciencias naturales entre sí, no siempre es posible determinar su adelanto por el número de descubrimientos, sino de su significación e importancia. En las ciencias natrales ocurre, con frecuencia, que se alcancen diferentes logros, “[…] que poco o nada hacen progresar la ciencia en aquel ramo, al paso que un solo hecho de distinto carácter mueve eficazmente el espíritu de especulación, y contribuyen más a promover los progresos reales de la ciencia […].”(Luz, 1946c, p. 129)  

 El argumento tercero enuncia que existen casos en los cuales son importantes y numerosos los descubrimientos, en determinadas ciencias, y aun así no es suficiente para demostrar que determinada disciplina es más adelantada que otra. La cuarta tesis expresa: “[…] en Química se han hecho en estos últimos años incomparablemente más descubrimientos que en Física, y sin embargo nadie duda que esta ciencia está más adelantada que aquélla.”(Luz, 1946c, p. 129) La quinta tesis constituye una reflexión de alto vuelo teórico en la cual expresa:

[…] la ciencia es constituida por la generalización y la clasificación: mientras no se reducen los hechos a una clave, sino que vagan como independientes y derramados, no hay teoría, o sea, ciencia propiamente; no se habrá pasado del empirismo más superficial. (Luz, 1946c, pp. 129-139). 

Luz consideró la ciencia como un sistema de conocimientos, que de manera exacta refleja el objeto estudiado. Por esa causa sostuvo que en su formación es necesario generalizar y clasificar los resultados de la experiencia, donde radica la principal fuente nutricia del saber humano. Este posicionamiento teórico lo condujo a analizar el lugar de la ciencia en el complejo sistema de conocimientos humanos y tener en cuenta las causas de su origen, el objetivo social de la misma y la unidad de todas las disciplinas científicas, de donde dedujo que ellas no pueden separarse porque son ramas de un mismo tronco. Así la ciencia constituye una unidad indisoluble de conocimientos sobre diversos campos, condicionada por factores objetivos. También aportó la idea de que la ciencia es una importante fuente de enriquecimiento espiritual, y lo es en la medida que contribuye al ejercicio de la razón; por consiguiente, concluyó que el mayor beneficio que debía hacerse a la neófita juventud era dotarla de una elevada capacidad de crítica. De esa manera, desarrollaba nuevos argumentos que enriquecían su concepción filosófica y aportaban una renovada visión de cómo enseñar esos conocimientos.

El análisis realizado le permitió al maestro esclarecer al Dómine su superficial opinión acerca de la superioridad de la Lógica moderna respecto de la antigua. En este sentido, le reprocha que en su respuesta a la Cuestión de método no reconoce que la Lógica resulta deudora de las ciencias naturales tanto en el contenido como en la forma.

[…] la cuestión principal versa sobre la precedencia que debe darse en el estudio a la Física sobre la Lógica, precedencia que entre otras infinitas razones se fundó en el estado de adelantamiento en que respecto de las intelectuales se hallaban las ciencias naturales; es decir, que el atraso de las primeras no era absoluto, sino relativo al estado de las segundas; así que se las comparó entre sí en el estado actual, para que fuera exacta la comparación y tuviera fuerza el argumento. (Luz, 1946c, pp. 130-131).     

Luz consideró necesario introducir una modificación en la enseñanza de la Lógica, para que los jóvenes aprendan que en ese terreno no es posible dar un paso sin tener en cuenta los conocimientos derivados de las otras ciencias. Y eso es posible lograrlo sin exigir lo que se pide en Francia o Alemania y sin  apartarse del plan de estudios o del texto adoptado en el país. Esa acción didáctica permite orientar el estudio de los jóvenes hacia un aprendizaje autónomo, porque con frecuencia aprenden teorías o generalizaciones, sin contraerlas a los datos en que descansan. Es así como en innumerables situaciones discuten “[…] cuestiones especulativas de Lógica o de Metafísica, sin poder dar un paso verdadero en el asunto; en una palabra, sin entenderlas, después de haber pasado horas enteras soltando generalidades tomadas a crédito, pero no comprendidas ni en cien leguas.”(Luz, 1946c, p. 132). Este análisis trasciende, porque a partir de él Luz tributó a la enseñanza de la Filosofía una importante reflexión didáctica, cuando aconseja a los maestros y estudiantes a estudiar más las especialidades antes de exponer las generalidades y abalorios que adornan innecesariamente los conocimientos, para formar bien el entendimiento. De esa manera, los jóvenes no pierden el camino del análisis filosófico riguroso que forma en ellos pensamientos críticos y los convierte en hombres de acción.   

En su interés por perfeccionar la enseñanza de la Filosofía y activar el aprendizaje de los estudiantes el maestro advirtió: “Para demostrar rigurosamente que la experiencia es el punto de partida de nuestros conocimientos, que es la entrada de nuestro curso, se hace ya necesario apelar a la Fisiología para desvanecer todas las dudas.”(Luz, 1946c, p. 132). Luz señala que en la infancia del hombre se manifiestan ciertas operaciones que no son realmente aprendidas, y es necesario demostrar que las mismas no provienen de ideas innatas. Según sus criterios, hasta el ideólogo francés Destutt de Tracy (1754-1836), aliado del espiritualismo, planteó que el estudio de las ciencias intelectuales sea preliminar a la Fisiología, pero el Dómine pasó por alto sus consejos y apeló a la duda cartesiana para confundir a sus discípulos. Luz, por su parte, desde un elevado dominio de la Historia de la filosofía, parte de Aristóteles (384-322 a. C.), quien considera que existe un alma vegetativa, otra animal y una tercera intelectual, y en otro renglón argumenta:

Pues bien: ésta es una historia abreviada del hombre, pues dichas palabras no son exactamente lo que suenan a nuestros oídos modernos; sino que en realidad ofrecen los tres grados por donde pasa el hombre y que al fin se hallan en él reunidos: así primero es planta, en el seno materno, después animal, en la primera infancia, y en fin, propiamente hombre al entrar en la discreción. Tampoco debe olvidarse así en esta cuestión como en otras de no menor entidad, para obviar graves dificultades y aparentes contradicciones, que la palabra alma no la toma Aristóteles en el sentido que nosotros le damos, sino en el suyo primitivo de soplo, o vida propiamente tal, en los dos primeros casos, y sólo en el 3º en la acepción actual, como se evidencia por diversos pasajes de sus obras; pues es fuera de duda que él establece la espiritualidad del principio cogitante[1]. (Luz, 1946c, pp. 133-134).

En otro segmento del mismo párrafo analizado, el maestro precisa que en diversas situaciones tomó el Elenco de 1835 como arma de batalla, para orientar la educación de los estudiantes, y con él intentó “[…] inculcar a la juventud la verdadera libertad filosófica, esto es, nada de autoridad de escuela, pero tampoco nada de presunción […].”(Luz, 1946c, p. 134).

Luz continua su análisis y afirma que el acto mismo de tratar “[…] las operaciones intelectuales, como preliminar indispensable, indica que la Psicología debe también preceder a la Lógica.”(Luz, 1946c, p. 134) Por consiguiente, la determinación del objeto de la Lógica debe decidirse en una de tres proposiciones: o la Lógica se reduce a decir: de toda premisa sacad buenas consecuencias, y no hay más que decir; o la Lógica es la ciencia que trata de las leyes formales del pensamiento, y entonces en ella no hay avances desde Aristóteles hasta la actualidad. O finalmente se entiende por Lógica “[…] "el estudio de las facultades mentales para dirigirlas en la investigación de la verdad; o sea de la ciencia cuyo objeto es exponer los fenómenos y teoría de la inteligencia" […].”(Luz, 1946c, p. 137).  

En otro fragmento de su réplica al Dómine, el maestro reconoce que las ciencias intelectuales no necesitan tantos experimentos como las ciencias naturales o físicas, pero aclara, que aun así, en ellas también es necesaria su aplicación. Luego, precisa que mantienen su vigencia todos los escritos conservados en la Sociedad Patriótica sobre la Cuestión de método. En ella hay suficientes materiales que revelan que la comprensión de la Lógica es más difícil que las ciencias físicas; por consiguiente, no debe principiarse por ella y la siguiente expresión así lo reafirma:

El método pide que se principie por lo más fácil e inteligible: es así que la Física, y en general las ciencias naturales son más fáciles de adquirir que las especulativas y están más al alcance de la primera juventud: luego en caso de tener que enseñar ambas cosas, si se quiere proceder con método, es forzoso empezar por las primeras.  (Luz, 1946c, pp. 138-139).

Luz no niega que el aprendizaje de la Lógica o de otra ciencia intelectual, aporte luces para el aprendizaje de otras ciencias, porque todos los conocimientos humanos están vinculados estrechamente. De acuerdo con sus criterios, el estudio de las ciencias naturales y las matemáticas aporta no sólo el método, sino también un caudal de datos, cuyo análisis constituye un ejercicio para las facultades intelectuales; por tanto, para penetrar en sus secretos no se necesita más que discurrir en ellas mismas con acierto, que es la última finalidad de la Lógica, porque como planteó en otros momentos de su confrontación con el Dómine, cada ciencia tiene su propia lógica sin que haya que traerla de otra parte.

Según sus criterios, en cuanto a las matemáticas, nadie ha dudado que se pudiesen adquirir con perfección e independencia de otros ramos; más bien son preliminares necesarios en casi todas las disciplinas. Por esa causa, Platón colocó un cartel a la entrada de su academia con la siguiente inscripción: "Aquí no entra nadie que no sepa geometría”. En todas partes de Europa se enseñan las ciencias físicas con entera independencia de las intelectuales. De ese modo, en el artículo 41 del Reglamento de la Escuela Normal Primaria de Francia, cuyo Director es Víctor Cousin, se establece: “Todos los aspirantes al grado de bachiller en ciencias, indistintamente, siguen en el primer año el curso de Física general y experimental.”(Luz, 1946c, p. 141). Situación similar ocurre en Holanda, Alemania, Inglaterra y en España los colegios de humanidades indican que se estudie Física, Química e Historia Natural y las Matemáticas antes que la Filosofía en que entra la Lógica como una de sus principales disciplinas. Para Luz, poner en duda la toma de decisiones a favor de la precedencia de las ciencias naturales experimentales respecto de las intelectuales es lo mismo que negar el carácter científico de la Educación.

Conclusiones

Los tres artículos publicados por José de la Luz y Caballero entre los meses de febrero y marzo de 1839 como réplicas a los posicionamientos eclécticos del Dómine de Puerto Príncipe aportaron una fluida conceptualización, con la cual enriqueció el arsenal teórico de la nueva concepción filosófica, que pujaba por abrirse paso como sistema filosófico auténticamente cubano. Con sus artículos el maestro cubano propinó un duro golpe a la primera variante del eclecticismo espiritualista que enfrentó en la primera etapa de la Polémica filosófica: el logicismo de los eclécticos de Puerto Príncipe.

En sus publicaciones, Luz enriqueció la teorización acerca de la enseñanza de la filosofía y su aplicación como recurso de análisis de los fenómenos sociales, el método de enseñanza, la educación patriótica y el desarrollo de las ciencias. Asimismo, sus reflexiones contribuyeron a impulsar el inicio del desmontaje del eclecticismo cousiniano, con lo cual se reforzó el enfrentamiento a las pretensiones de los eclécticos de mantener inalterable el sistema educativo que justificaba el estatus colonial del país. Los artículos estudiados, trascienden porque impulsaron el desarrollo del naciente espíritu de cubanidad y representaron un nuevo peldaño en el desenvolvimiento de la filosofía cubana que germinaba como componente de la cultura nacional en formación.

Referencias

de la Luz y Caballero, J. (1946a). Segunda  réplica  al  Dómine  de  Puerto Príncipe. Diario de la Habana, diciembre 17 de 1838. Cuestión  de  método. En: La polémica filosófica. t. 1. [La Habana], Editorial Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946b). Cuarta réplica  al  Dómine  de  Puerto Príncipe. Diario de la Habana, enero 6 de 1839 de 1838. Cuestión  de  método. En: La polémica filosófica. t. 1. [La Habana], Editorial Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946c). Quinta réplica  al  Dómine  de  Puerto Príncipe. Diario de la Habana, enero 21 de 1838. Cuestión  de  método. En: La polémica filosófica. t. 1. [La Habana], Editorial Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946d). Sexta réplica  al  Dómine  de  Puerto Príncipe. Diario de la Habana, febrero 10 de 1838. Cuestión  de  método. En: La polémica filosófica. t. 1. [La Habana], Editorial Universidad de La Habana.

Chávez Rodríguez, Justo. (1992). Del ideario pedagógico de José de la Luz y Caballero. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Mesa Rodríguez, Manuel Isaías. (1947). Don José de la Luz y Caballero (Biografía Monumental). Edición de la Logia Realidad No. 8, Orden Caballero de la Luz. La Habana.

Sanguily, Manuel. (1962). José de la Luz y Caballero. Consejo Nacional de Cultura. La Habana.

 

 

 

 

                               



[1] Pensante.