El espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano Luz y Caballero X
The Transforming and Creative Spirit of the Educational Project of the Cuban Teacher Luz y Caballero X
O espírito transformador e criativo do projeto educativo do mestre cubano Luz y Caballero X

*Falconeri Lahera-Martínez

*Universidad de Holguín. Cuba. Licenciado en Educación, especialidad Filosofía. Doctor en Ciencias Filosóficas. Profesor Titular. falconerilm@uho.edu.cu ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9254-2485

Resumen
Los resultados expuestos en este artículo dan continuidad al estudio presentado en números anteriores de esta revista sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano José de la Luz y Caballero. El objetivo del trabajo es revelar las contribuciones que, a la teoría científica de la educación, la enseñanza de la filosofía y la formación de un pensar filosófico autóctono presenta el gran educador en el Elenco de 1840. El texto refleja el elevado vuelo teórico alcanzado por la filosofía lucista en la interpretación de complejos problemas pedagógicos, sociales, políticos, teológicos, éticos, estéticos, psicológicos, de las ciencias naturales, el método, etc. La investigación exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del tema, priorizándose el trabajo con las fuentes reunidas, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos lógicos del conocimiento científico.
Palabras clave: Eclecticismo; escuela filosófica; filosofía; hombre nuevo; sentimiento.

Abstract
The results exposed in this article follow the study presented in previous issues of this journal on the transforming and creative spirit of the educational project of the Cuban teacher José de la Luz y Caballero. This work aims at revealing the contributions presented by this outstanding educator in the Elenco de 1840 about the education scientific theory, the teaching process of Philosophy, and the formation process of a genuine native philosophical thought. This text evidences the theoretical extent reached by Luz’s philosophy in the interpretation of complex pedagogical, social, political, aesthetical, ethical and psychological issues, as well as the natural sciences, the method, and others. This research demanded the most appropriate methods concerning the topics’ characteristics, prioritizing the work with the gathered sources, which data were generalized through the logical procedures of the scientific knowledge.
Keywords: Eclecticism; Philosophy school; philosophy; new man; feeling.

Resumo
Os resultados apresentados neste artigo dão continuidade ao estudo apresentado em números anteriores desta revista sobre o espírito transformador e criativo do projeto educativo do professor cubano José de la Luz y Caballero. O objetivo do trabalho é revelar as contribuições que o grande educador apresenta para a teoria científica da educação, o ensino da filosofia e a formação de um pensamento filosófico autóctone no elenco de 1840. O texto reflete o alto vôo teórico alcançado pelo A filosofia lucista na interpretação de problemas pedagógicos, sociais, políticos, teológicos, éticos, estéticos, psicológicos, ciências naturais, métodos, etc. complexos. A pesquisa exigiu a aplicação de métodos mais adequados às características da disciplina, priorizando o trabalho com as fontes coletadas, cujos dados foram generalizados por meio dos procedimentos lógicos do conhecimento científico.
Palavras-chave: Ecletismo; escola filosófica; filosofia; novo homem; sentimento

Introducción

Con este artículo, su autor, enriquece el estudio presentado en los números precedentes de esta revista, sobre sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano José de la Luz y Caballero. Los lectores descubrirán aquí una visión renovada del rol desempeñado por el ilustre intelectual en la teorización científica, en torno al perfeccionamiento de la reflexión filosófica y su uso como arma teórica de defensa de los nacientes intereses nacionales. El autor examina concienzudamente el despliegue teórico presentado por Luz en el Elenco de 1840, en el cual enriquece los conceptos que emplea, para reforzar el carácter patriótico del proceso cultural cubano en desarrollo. El presente trabajo cumple el objetivo de revelar las contribuciones que, a la teoría científica de la educación, la enseñanza de la filosofía y la formación de un pensar autóctono se expresan en el Elenco de 1840, con lo cual se eleva a un peldaño superior el carácter creativo e independiente de la obra pedagógica del gran maestro.

Materiales y métodos

La búsqueda científica desplegada exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del tema. En virtud de ello, fue priorizado el procesamiento de las fuentes del conocimiento reunidas, mediante un exhaustivo estudio documental, que permitió la generalización de la información mediante los procedimientos lógicos del conocimiento científico: análisis-síntesis, inducción-deducción. El autor seleccionó los materiales de trabajo, en correspondencia con las demandas del proceso investigativo y orientó la pesquisa hacia el cumplimiento del objetivo declarado.

Resultados y discusión

Desmontada la línea filosófico-política de Cousin, en septiembre de 1840 Luz procede a elaborar el Elenco de 1840, el cual constituye un documento que ocupa un brillante lugar en la creación filosófica y educacional del pensamiento social cubano del siglo IX. El mismo aporta una necesaria orientación didáctica y educativa acerca de qué contenidos filosóficos es imprescindible enseñar en la nueva escuela que demanda la realidad social cubana, facilita su tratamiento desde el punto de vista teórico-metodológico e indica cuál es su rol formativo, con lo cual cumple su condición de texto1 que orienta la enseñanza, ordena el aprendizaje y prepara los estudiantes para las evaluaciones.

El Elenco fue elaborado en un momento histórico que situó completamente la educación en el centro de la problemática social. En esas condiciones, la teorización en torno a problemas clave de la sociedad cubana “[…] se producía desde la interioridad de la enseñanza para formar hombres que transformaran la sociedad. Filosofía y pedagogía participaban de una ligadura que encontraba su máxima expresión en la finalidad social de la emancipación política.” (Conde, S/f, p. 21) Es esa la causa por la cual Luz alcanza la cúspide de su condición de filosofo-maestro, que le permiten ser reconocido como el más grande pensador cubano de su época.

El Elenco de 1840 está compuesto por 200 notas en las que, con maestría y espíritu crítico, Luz combina su elevado poder de síntesis con una sobresaliente capacidad de generalización y valoración de los diferentes problemas que trata en los tres epígrafes, en que dividió el texto. En el epígrafe Noción de la Filosofía inscribió 84 notas, en el epígrafe Estética asentó 32 y en el epígrafe Moral registró 84. El texto significó un desafío a los cambios operados en el panorama político del país a partir de 1837, cuando le fue negada a los liberales cubanos la posibilidad de participar en las Cortes Españolas y cuando el gobierno colonial inició la aplicación de restricciones para limitar el impacto de la Reforma educacional en el escenario social y político del país. En él se revela la variedad y riqueza de los estudios filosóficos en el convento de San Francisco, los cuales abarcaron problemas gnoseológicos, pedagógicos, sociales, políticos, teológicos, éticos, estéticos, psicológicos, de las ciencias naturales, el método, y especialmente la crítica al eclecticismo que atraviesa transversalmente todo el elenco.

En Noción de la Filosofía demostró la autenticidad y legitimidad de la nueva concepción filosófica, nacida al fragor de la lucha contra el cousinismo. En las primeras anotaciones expuso su criterio sobre el sentido del concepto filosofía, para establecer las diferencias con la acepción que pretendían imponer los eclécticos. En este orden, expresa la existencia de una amplia variedad de significados que califican ese término: “Son varias las acepciones en que se toma la palabra Filosofía: 1º Cualquier conocimiento adquirido por el raciocinio, y en este sentido se confunde con la ciencia.” (Luz, 1950, p. 151) Asimismo, precisa, que desde esa perspectiva puede hablarse de “[…] la filosofía de las matemáticas, de la jurisprudencia, etcétera […].” (Ibídem, p. 151)
Del mismo modo, se refirió a la pluralidad de problemas que trata esa disciplina, como expresión de su riqueza conceptual y su diversidad teórica. En otra nota plantea que también estudia “[…] los diversos sistemas filosóficos que han reinado en la historia de la humanidad. Así la filosofía cousinista y su maestra la hegeliana.” (Ibídem, p. 151)

Independientemente de la gran cantidad de problemas que estudia la filosofía, aclara que ninguno de los temas referidos constituye su noción legítima, en este sentido expuso, con un elevado nivel de objetividad y actualidad, su objeto de estudio, al considerarla “[…] un sistema de doctrinas o dogmas que así se ocupa en la exposición de las leyes del hombre y del universo, como en la práctica de sus pensamientos o acciones.” (Ibídem, p. 151)

Según sus criterios, la filosofía debe guiar al naciente cubano, por una senda antropológica a conocerse a sí mismo y a encontrar el método más efectivo para transformar la realidad social del país, por esa causa aseveró: “Todo sistema que aspire al nombre de filosofía ha de ofrecer respuesta plausible a esta triple pregunta: ¿Quién eres? ¿de dónde vienes? y ¿a dónde vas?” (Ibídem, pp.151-152) También reveló su carácter social, al afirmar: “[…] ninguna verdadera filosofía puede ser indiferente, ni expectante, en el problema siempre renovado, y siempre urgente, que presenta la humanidad.” (Ibídem, p. 152) Con ese posicionamiento le concedió un reconocido carácter humanista a su filosofía, lo cual confirma al sostener: “Por eso toda la filosofía se dirige forzosamente al entendimiento y al corazón.”(Ibídem, p. 152)

Según sus criterios, toda filosofía debe constituir un conjunto de ideas ordenadas y organizadas coherentemente, pero como el eclecticismo no cumple ese requisito, ni sus progenitores son portadores de convicciones; entonces, no pueden aspirar a que esa corriente sea admitida como una genuina doctrina filosófica. “Sin sistema no hay filosofía, y el eclecticismo no tiene ninguno.” (Ibídem, p. 152) Por consiguiente, al “[…] único sistema a que puede conducir esta falta de sistema es a un escepticismo completo de todas materias […].”(Ibídem, p. 152)

El eclecticismo es el modelo filosófico que pretenden imponer como legítimo a la juventud los defensores ideológicos del sistema colonial en Cuba, porque conocen muy bien que si utilizan con astucia determinados resortes que llamen su atención, pueden desviarla del camino trazado por la educación patriótica. Los representantes de esa corriente “[…] se contentan con relatar nombres y doctrinas, creídos de que la erudición es la ciencia, y la memoria el instrumento favorito para edificarla.”(Ibídem, p. 156) Así estudian la ciencia, pero “[…] abandonando de todo punto la verdadera investigación.”(Ibídem, p. 156) De acuerdo con Luz, los jóvenes son atraídos por esos farsantes, “[…] porque en su comezón por brillar, encuentra más fácil repetir historias y nomenclaturas que acometer penosas investigaciones y seguir profundos y dilatados raciocinios.”(Ibídem, p. 156)

Al enriquecer su análisis de las causas sociales que propician la expansión entre los jóvenes de las manipulaciones que divulgan los eclécticos acerca de la ciencia y la investigación científica, Luz alerta que más allá de la influencia siempre poderosa de la moda, lo que más preocupa es “[…] la falta de criterio que reina en nuestra juventud, destinada en su mayor parte al estudio de la jurisprudencia y literatura, y careciendo de los datos fundamentales para formar juicio en estas materias.”(Ibídem, p. 157)

A partir del análisis de la situación expuesta el educador cubano propuso dos consideraciones para fortalecer el rol socio-pedagógico concedido a la filosofía en la educación de los jóvenes: 1. Asignarle un carácter científico y patriótico: “Por eso la tendencia a un tiempo científica y patriótica de nuestras doctrinas es a despertar en nuestra mocedad el gusto por las ciencias naturales y matemáticas.”(Ibídem, p. 157) 2. Atribuirle un carácter formativo, por eso la vincula a su avanzada concepción de la didáctica, desde la cual proclama la necesidad de transformar definitivamente el espíritu y la práctica de la enseñanza de la filosofía en Cuba. Ese posicionamiento es sintetizado en la siguiente nota: “No comprendería la enseñanza filosófica en nuestro suelo, quien se limitase a darnos las reglas del buen discurrir que se repiten desde Aristóteles hasta nuestros días, junto con la doctrina de las ideas.”(Ibídem, p. 157)

El concepto enseñanza filosófica introducido por Luz en el Elenco de 1840 le otorga a la filosofía una importante misión teórico-metodológica, que se concreta en su valor formativo desde el punto de vista moral, patriótico, estético, político y científico. El fundamento didáctico que sustenta su posicionamiento educativo, supone la aplicación consecuente del método explicativo, que parte de los hechos hasta las consecuencias, mediante procedimientos analíticos-sintéticos e inductivos-deductivos, para promover un aprendizaje independiente en los estudiantes. Por consiguiente, la enseñanza filosófica tiene la misión suprema de forjar una conciencia patriótica en los jóvenes y orientarlos hacia un pensar en Cuba como nación soberana.

De esa manera, en el Elenco de 1840 Luz presentó el espíritu y la sangre de una nueva concepción filosófica. Al respecto la investigadora cubana Alicia Conde Rodríguez comenta:
Una filosofía con fines prácticos que respondiera a las urgencias de su tiempo y cuyo medio más eficaz fuera la enseñanza, constituía la clave de un pensamiento que se ejercía desde las entrañas de una sociedad que eludía y evitaba la creación auténtica de una cultura del pensar, al precio de la verdadera investigación […]. (Conde, 2001, p. 6).

Según Agramonte (1950), al referirse al ideal filosófico de Luz, “Fué (Sic) su desiderátum elaborar una sophia para Cuba que fuese tan sophia como la griega lo fué (Sic) para los griegos, el idealismo para los germanos, el empirismo para los sajones, la sammkia para los hindúes.”(p. XX) Por tal razón, Luz no aceptó el carácter especulativo del eclecticismo y proclamó que el estudio de la filosofía no debe ser considerado un fin es sí mismo, sino un medio para solucionar los problemas de la vida social, y en ese sentido declaró: “Para que la filosofía llene cumplidamente sus altos fines entre nosotros, fuerza es que ante todo la apliquemos como un remedio a nuestras presentes necesidades, o sean, achaques intelectuales y morales.”(Luz, 1950, p.157)

En el texto, critica el abismo que los eclécticos pretendían imponer entre la sensibilidad y la inteligencia humana. También rechaza la contraposición que entre el hombre y los animales esos personajes intentaban establecer, al desconocer que en la naturaleza los fenómenos se presentan estrechamente vinculados entre sí. Ellos no comprendieron que en la naturaleza, más que contraste o armonía, lo que realmente existe es la variedad y la subordinación: “Así pues, no hay un reino animal contrario al reino vegetal, sino un reino vegetal subordinado al reino animal; así como un linaje humano que contiene todo lo que hay en el animal, con el agregado importante de la racionalidad […].” (Ibídem, p. 160)

El maestro cubano consideró que la enseñanza de la filosofía debe estar guiada por una visión educativa, en la cual el profesor se erija guardián de la verdad y la moral: “Doble deber del filósofo es hacerlo así: 1° como sacerdote de la verdad; 2° como instituto de la moral, a quien para ser eficaz incumbe saber la realidad de las cosas.”(Ibídem, p. 161) De acuerdo con su ideal de profesor de filosofía, la educación moral debe promover la unidad de la inteligencia y el sentimiento, como cualidades universales del espíritu humano, que es el resultado del desarrollo histórico de los hombres en su vida social. Por esa causa, rechaza abiertamente el divorcio que el eclecticismo quiso implantar entre la inteligencia y el sentimiento: “Nada más inmoral en sus efectos, ni más opuesto a la verdad en sus principios, que ese fatal divorcio que el eclecticismo cousiniano ha querido establecer entre la inteligencia y el sentimiento.” (Ibídem, p. 161) En virtud de lo planteado, defiende la idea del carácter social de los sentimientos, y así lo refleja en la nota 68:

El sentimiento, base de la ciencia, de la religión y del arte; el sentimiento, vínculo del linaje humano, origen y padre del ideal: fuente de la semejanza y de la diferencia entre los hombres: él es quien los hace yo, y él es quien los hace nosotros. (Ibídem, p. 161)

Según sus criterios, los eclécticos no reconocen la inteligencia y el sentimiento como fenómenos de la conciencia. Para ellos, la trinidad que representa el hecho de conciencia; es decir, el vínculo entre el yo, la voluntad y la atención, constituye el mecanismo que ordena a los diferentes órganos del cuerpo la ejecución de los decretos del yo. A continuación denuncia, que quien establece esta separación entre la inteligencia y el sentimiento es el mismo personaje2 que sustenta la trinidad del hecho de conciencia, por esa causa presenta el siguiente cuestionamiento: “Si el hecho de conciencia lo constituye una trinidad indivisible, cual creemos nosotros, ¿cómo puede entenderse ese yo sin inteligencia, y esa voluntad impulsando a la atención, y disponiendo de todos los órganos para ejecutar sus decretos?”(Ibídem, p. 161) Como solución al problema planteado, el maestro cubano fijó su posición “No hay acto del hombre en que no se revelen esos tres actos consabidos: como que el hombre no es un espíritu puro: no dándose un solo fenómeno dentro ni fuera de él, que sea puramente espiritual ni puramente corporal.”(Ibídem, p. 162)

Luz concibió el sentimiento como el acto general de sentir o facultad sensible del hombre, cuyo centro rector es el cerebro. También entendió los sentimientos, como la expresión emotiva de las relaciones del hombre con los objetos y demás hombres; es decir, les atribuyó un carácter social, y los asumió como las vivencias de los individuos respecto de esas relaciones y de su propio mundo interno. Por consiguiente, presentó los sentimientos como el manantial nutricio que dispone al hombre para afrontar conscientemente una situación dada.

Desde la perspectiva analizada, el gran educador considero que los sentimientos desempeñan un papel muy importante en la proyección y realización de los ideales humanos. Por consiguiente, reconoció los sentimientos como manifestación de la actividad consciente del hombre. En el Elenco de 1840 Luz coronó su concepción acerca de la conciencia como un sistema de fenómenos psíquicos y cognoscitivos, dirigidos al saber mismo. En ese proceso vincula el acto de sentir al procesamiento racional de la información sensible. Pero, aclaró al ecléctico: “Sepa que la conciencia es fenómeno, mas no causa: la causa es la vida, o el alma, revelada también en el yo que es otro fenómeno.”(Ibídem, p. 163) Según sus puntos de vista, para los metafísicos el yo representa la causa y el fenómeno al mismo tiempo, por eso Jouffroy sostiene la tesis acerca del yo observando al yo por medio del yo. Desde ese posicionamiento el ilustre maestro criticó con ironía a todos los eclécticos:

Son tan benditos y acomodaticios estos señores que proclaman el principio de observación interna3, negando al mismo tiempo la existencia de los órganos para verificarla: de modo que llegan a ser tan sensuales estos, que reducen a ver todo el sentir: en suma, no creen sino en lo que ven. (Ibídem, p. 163)

En el grupo de notas sobre Estética Luz analiza esa disciplina filosófica como la teoría de la belleza y como el arte de distinguir, aprehender y valorar lo bello. Su pensamiento estético fue desarrollado en el documento estudiado, como respuesta a las concepciones idealistas del eclecticismo de Víctor Cousin y sus seguidores cubanos. En el texto, Luz refuta la aversión cousiniana por el término sentimiento y lo vincula al concepto inteligencia, presentándolos como tesoros de la humanidad. Sobre este asunto comentó que para M. Cousin el primer término tiene un sentido repugnante y funesto. A continuación planteó que el filósofo francés “[…] siempre quiere excluir este elemento de cuanto hay de noble y grande en la humanidad: y la grandeza de la humanidad está en el sentimiento; y el alma es sentimiento e inteligencia.”(Ibídem, p. 164)

En su crítica, Luz declaró que el desprecio por el sensualismo condujo a Cousin al error teórico de recusar el sentimiento como base del gusto en el arte. Desde esa visión, descubre que la raíz epistémica de su desliz radica en la negación de los nexos fisiológicos que vinculan los sentimientos a la facultad sensible de los hombres y a la incomprensión del papel del cerebro humano como centro que dirige, regula y coordina la actividad de los distintos órganos entre sí y el medio exterior, con ayuda de la actividad psíquica. Al respecto precisa:

El hecho de la divergencia de gusto entre los individuos, proveniente de sus impresiones, hizo desechar a M. Cousin el sentimiento como base del gusto en el arte: a poco que se reflexione se hallará que en el sentimiento mismo está la raíz de la convergencia y de la divergencia; es decir, que somos individuos y especie como partes del todo que llamamos linaje humano. (Ibídem, p. 165) Luz cerró su análisis con el concepto linaje humano, porque le adjudicó a ese término el significado de herencia cultural de los hombres; es decir, lo concibió como manifestación esencial de las costumbres, sentimientos, experiencias, conocimientos, convicciones morales y demás virtudes humanas formadas en el seno familiar y social general.

El maestro rebatió el punto de vista ecléctico que considera a los hombres, uniformes en la inteligencia y diversos en el sentimiento, y declaró que su causa radica en el afán ecléctico de otorgarle al primer término un carácter inmutable y al segundo todo cuanto hay de fortuito. Como respuesta, expuso la siguiente reflexión: “¡Qué los sentimientos del corazón no son uniformes y constantes en todos tiempos y naciones, tanto o más que los hechos del entendimiento! ¡Ay de la causa de la moral, si los hombres no pudieran uniformarse por el vínculo del sentimiento!”(Ibídem, p. 165)
Luz, también objetó la estreches teórica de la concepción de Cousin sobre lo real y lo ideal, y asumió ambos conceptos a partir de la visión filosófica predominante en su momento histórico: el primero como el ser esencial de la cosa que existe por sí misma, en la cual lo material es una forma concreta de manifestarse lo real, y el segundo como lo material reflejado en la conciencia humana en forma de imágenes subjetivas. En la gnoseología lucista lo ideal es una forma particular de expresarse la realidad. De ese modo, comprendió que lo ideal es subjetivo por su forma, pero objetivo por su contenido. Asimismo, entendió que entre ambos hay una incuestionable diferenciación, en el sentido de que la imagen ideal de un objeto carece de las propiedades del objeto reflejado; por tanto, su misión está reducida exclusivamente a representar dichas propiedades.

Luz, con un criterio marcadamente dialéctico sobre el movimiento de las categorías estéticas, planteó que no es correcto establecer una barrera entre lo real y lo ideal, porque las diferencias existentes entre ambos no son absolutas, sino relativas. Este postulado está expresado nítidamente en la nota 91, en la cual plantea: “No hay, pues, contraposición verdadera entre lo real y lo ideal: lo ideal es una realidad de la humana naturaleza.”(Ibídem, p. 165)

El análisis de Luz acerca del arte como una forma específica de la actividad humana, revolucionó sus ideas sobre la enseñanza artística, al orientar a los estudiantes que la misma permite aprehender el mundo, gracias a las facultades estéticas del hombre. Según esa concepción, en el proceso de creación el artista, al desplegar sus fuerzas físicas e intelectuales recrea la naturaleza y plasma en la obra sus sentimientos, estados de ánimo, ideales estéticos, preceptos filosóficos, convicciones morales, concepciones religiosas y posiciones políticas, y el resultado deviene reflejo fiel de su conciencia individual. De ese modo, el artista imprime vida a su obra, la cual no constituye una reproducción mecánica de las características externas del objeto, sino el resultado de un complejo proceso de creación, caracterizado por la transformación y enriquecimiento del objeto sensible en la conciencia, y en la concreción posterior de su reflejo como obra terminada. “Así se deja comprender que el artista recibe de la naturaleza y devuelve bajo su propia forma de inneidad lo que de ella ha recibido […].”(Ibídem, p. 165)

Asimismo, consideró, que el filósofo, también inspirado por cuanto le rodea, imprime su acervo cultural en la generación que le corresponde formar. Entonces, se pregunta y responde con precisión: “¿Cómo puede concebirse la formación de la conciencia universal sin la base del consentimiento? ¿y el consentimiento de dónde pende? De la universalidad o igualdad del sentimiento.”(Ibídem, p. 165)

Cousin asumió como referente teórico de su pensamiento estético, el enfoque irracional de la naturaleza salvaje e inalterable del arte neoclásico, cuyo objetivo era restablecer los cánones estéticos de la cultura grecolatina, pero manteniendo la inmovilidad de las figuras y las líneas fuertes y pétreas de las imágenes, en las cuales la simetría de los objetos prevalecía por encima de los sentimientos.

La proyección sociopolítica de la estética cousiniana representaba la negación de los ideales de fraternidad, igualdad y libertad, enarbolados por la burguesía francesa durante la etapa de la Revolución de 1789. Los posicionamientos de los eclécticos constituyeron un retroceso al conservadurismo medieval, lo cual estaba en correspondencia con el proceso de restauración política del Trono y el Altar en Francia, durante la tercera década del siglo XIX. Los eclécticos cubanos, defensores del orden colonial, divulgaron en el país las concepciones estéticas más representativas del neoclasicismo cousiniano, con el marcado propósito de frenar el auge de la educación patriótica promovida por Luz y modelar espíritus rígidos, incapaces de protagonizar la transformación de la realidad social cubana.

Según Luz, el arte es el escenario de realización material y espiritual, en el cual pueden alcanzarse los más íntimos intereses y deseos estéticos y patrióticos. Por consiguiente, aportó al pensamiento social cubano y latinoamericano la genial consideración acerca del arte como trinchera de ideas, desde la cual es posible fomentar y defender los más legítimos valores de una nación.

En el documento, también manifestó la necesidad de enseñar a los jóvenes que en el hecho artístico el individuo “[…] no copia rigurosamente de la naturaleza exterior, sino del ejemplar que le ha hecho formar su propio sentimiento.”(Ibídem, p.166) A partir de ese posicionamiento, refutó la teoría idealista de lo absoluto como base de lo bello, y al respecto preguntó: “¿Cómo pueden explicarse en la teoría de lo absoluto, de un modelo inalterable y único en la belleza, las variedades de belleza que en el mismo orden producen diferentes artistas?”(Ibídem, p. 166) A esa interrogante el maestro respondió: “Nosotros creemos, sin embargo, en general, que la belleza —no la idea de belleza, que reposa en el espíritu humano— tan está en la naturaleza de primera mano, que siempre exceden las realidades a las imaginaciones en cantidad y calidad.”(Ibídem, p. 167)

Por esa causa, aporta a la educación cubana la importante enseñanza de que la obra de arte no es un espejo fiel del objeto sensible, sino la versión enriquecida del ejemplar contemplado de forma directa por el artista, y de esa manera, cada vez que el mismo pretenda “[…] impresionarnos, tendrá que tomar y escoger así del mundo físico como del mundo moral; que todo se reconcentra en su pecho, para luego salir afuera. Así, en este sentido, el arte es eminentemente creador.”(Ibídem, p. 167)

Ante la afirmación cousiniana de que la belleza pertenece a un juicio universal o a un mundo superior a los hombres y por la importancia que ese tema tiene para la educación artística, Luz fijó su posición de principio: “Sí, porque es hija del sentimiento universal.”(Ibídem, p. 168) En otra nota sintetizó genialmente el potencial formativo de la teoría sobre la belleza y su vínculo con la actividad sensible de los hombres, al respecto concluyó: “La belleza de los objetos es un medio de levantar nuestro espíritu, y por consiguiente de educarnos y morigerarnos por el intermedio de los sentidos.”(Ibídem, p. 169)

En el Elenco de 1840 Luz promovió una avanzada concepción acerca de la belleza, para formar en los jóvenes un ideal del gusto basado en los conocimientos, sentimientos, principios morales y el amor a la patria. De esa manera, su ideal estético aportó al pensamiento social del país, la oportunidad de avizorar, que al igual que la cultura nacional “[…] en formación había recibido de la metrópoli un valioso patrimonio constituido por el idioma, tradiciones, costumbres, etc., nacían otros componentes autóctonos que por su singularidad comenzaban a definir lo cubano, como paradigmas de identidad frente a la dominación colonial.”(Lahera, 2014, p. 11)

En las notas sobre Moral, Luz inicia su análisis esclareciendo su posición en torno al rigor de la ciencia en los estudios sobre esa disciplina filosófica, y al respecto expone: “Así como el arte, también se resiente la moral de los principios de una falsa psicología: ese bien absoluto que buscáis, no os deja encontrar el bien verdadero.”(Luz, 1950, p. 170) Su concepción acerca del concepto bien, en correspondencia con su significado aceptado en su momento histórico, expresa la estimación moral del accionar humano, que designa aquello digno de imitar por la sociedad, le permitió refutar la concepción idealista de Cousin acerca del bien absoluto, considerando que el bien en sí mismo es un proceso ético de realización humana.

Luz alerta que los eclécticos en Cuba, como fieles seguidores de Cousin y sus cofrades franceses, pretenden confundir, afirmando que los representantes de la educación patriótica niegan la existencia real del bien, porque lo consideran revelándose en el mal. Por consiguiente, advierte si se acepta esa tesis como veraz, entonces hay que admitir que el mal es necesario para el bien y el bien menester para el mal. Luz concluye que el criterio de los eclécticos es superficial porque está basado en una “[…] relación forzosa, y garante mutuo de sus existencias.”(Ibídem, p. 171)

El educador cubano afirma que detrás de la tesis del bien absoluto los eclécticos esconden la intención de negar el papel de los órganos de los sentidos en el proceso del conocimiento humano, exaltando la razón como el escenario exclusivo del saber humano, en este sentido reflexiona: “Entra ahora M. Jouffroy proclamando que en el orden eterno de las cosas es donde se nos revela el absoluto, que por consiguiente nada tiene que ver con la sensación.”(Ibídem, p. 171) En el texto, también rechaza el intento de los eclécticos por hacer creer que la razón es la fuente absoluta del saber humano, y precisa que el conocimiento discurre “[…] con arreglo a las impresiones que hemos recibido de fuera, o a los instintos que sentimos dentro; corrigiendo después, con mejor conocimiento de causa —nuevas impresiones por medio de los sentidos— nuestras anteriores nociones de orden.”(Ibídem, p. 171)

Luz fija la esencia epistémica del idealismo de la concepción moral del cousinismo en la negación del mundo sensible como escenario de las relaciones morales de los hombres y como fuente de las impresiones que mueven el mundo interno. Por esa causa retoma el concepto sentimiento, para promover la reflexión en torno a la actividad sensible como base del conocimiento e indicar cómo los eclécticos tergiversan esa verdad. “¿De dónde, pues, parte siempre el hombre? ¿Es o no es de su sentimiento? ¡Conspírense cuanto quieran todas las tinieblas de la metafísica y la sofistería para oscurecer esta verdad más radiante que el sol!”(Ibídem, p. 171)

Pero los seguidores de Cousin fueron más lejos, al tratar de sembrar desconfianza entre los jóvenes contra el sensualismo y la frenología. Como contraparte Luz da a conocer los verdaderos propósitos que ocultan sus falacias, en virtud de lo cual planteó:

Dos son los fines que en ello se proponen: primero, conociendo cuanto de discutible y por averiguar hay todavía en esta ciencia, tratan de infundir desconfianza contra las doctrinas del llamado sensualismo, por favorecer dicha ciencia más bien estas doctrinas que las suyas: segundo, acusando paladinamente a la frenología de fatalismo y de materialismo, y por consiguiente de destructora de la humana responsabilidad, hacen recaer la culpa sobre el atravesado sensualismo. (Ibídem, pp. 171-172)

El filósofo cubano declaró que independientemente de las manipulaciones de los eclécticos, no lograron presentar argumentos suficientes para socavar las bases teóricas de la frenología y el sensualismo, al respecto concluyó:

En efecto, confesado por todos los partidos —y aunque no lo confiesen— que sin cerebro no pueden ejercerse facultades mentales, y que el hombre está sintiendo en todos los actos de su pensamiento, poco importa para derrocar ese falso espiritualismo, que se considere el cerebro como órgano único y entero, o como dividido en varios, aunque relacionados entre sí. (Ibídem, p. 172)

El maestro explica que los eclécticos son incapaces de entender los avances del sensualismo y la frenología. Esos personajes no comprenden que la verdad del sensualismo está demostrada de un modo irrebatible desde los tiempos de Aristóteles. Ha sido el progreso humano quien ha aportado las pruebas de su validez, a pesar de los argumentos que en su contra expusieron, desde el idealismo, personalidades como Platón (428/427-347 a. n. e.) y Descartes (1596-1650).

Asimismo ocurre con la frenología, cuyos detractores niegan “[…] el principio de la localización en las facultades intelectuales, que es cabalmente la base del sistema de Gall4 […].”(Ibídem, p. 173) Un análisis de los antecedentes teóricos de la frenología conduce a descubrir que hasta Platón y Descartes aportaron criterios, cuya superación condujo a la conformación de la frenología moderna. Las investigaciones frenológicas no desechan ninguna teoría para explicar los fundamentos de las facultades mentales; en pocas palabras, “[…] es menester estudiar todo el cerebro en relación con los fenómenos de la inteligencia […].”(Ibídem, p. 174) El problema de las facultades morales e intelectuales de los hombres, está constituido por “[…] varias causas combinadas, descollando por sobre todas ellas la de la organización como fundamental.”(Ibídem, p. 175)

Luz considera que la teorización en torno a la frenología desplegada por los eclécticos conduce a desconocer al cerebro como el centro rector del espíritu, pero de ningún modo explica la esencia moral de la responsabilidad humana, porque la misma constituye “[…] un hecho de sentimiento, independiente de toda hipótesis o teoría.”(Ibídem, p. 176) Es en el hecho de sentimiento en el cual, “[…] el hombre siente en sí el poder de producir y evitar un acto, es decir, su libertad, ya se juzga, y juzga a los demás responsables.”(Ibídem, p. 176)

En el marco de sus vínculos sociales el hombre conforma y proyecta su actuación moral y su comportamiento, como ente educable que es. Es en el sentimiento donde “[…] nacen los derechos y deberes, porque el hombre se halló en la sociedad como en su centro.”(Ibídem, p. 176) Existen causas internas y externas al individuo que modelan su conducta. Entre esas causas están las imperfecciones y defectos innatos. “En una palabra, los hombres se dividen en educables, e ineducables, o educables hasta cierto punto respecto de ramos especiales: unos hombres nacen con mejores disposiciones que otros para tales o cuales objetos.”(Ibídem, p. 176)

El hombre está dotado de disposiciones especiales que lo distinguen “[…] para la virtud como para la ciencia, para el crimen como para la ignorancia: causas que es forzoso fomentar o neutralizar por medio de la educación.”(Ibídem, p. 177) Por consiguiente, constituye una necesidad reconocer que la educación constituye un recurso inestimable para el perfeccionamiento físico y espiritual humano, pero sin absolutizar su valor formativo: “Sólo de esta manera puede impugnarse la doctrina de Helvetius sobre la ilimitada influencia de la educación, la cual es sin embargo una de las causas que constituyen el moral humano.”(Ibídem, p. 175)

Luz, desde un posicionamiento teológico muy avanzado criticó la doctrina de Cousin sobre Dios y el hombre. En este sentido, declaró errónea la trinidad cousiniana del hombre, que expresa en el triple fenómeno indivisible que se manifiesta en las facultades intelectuales humanas: “Quiso Cousin aislar en el hombre los tres elementos colocando a Dios en su razón, en su sensibilidad al mundo, y en su voluntad al yo responsable.”(Ibídem, p. 179) El filósofo cubano destacó que un punto débil de la trinidad de Cousin radica en que hace a Dios falible y responsable de los errores humanos. Al criterio anterior agrega la siguiente valoración: “Resulta, pues, una identidad absoluta entre Dios y el hombre, y una necesidad del mundo para la existencia de Dios; panteísmo neto y fatalismo puro es lo que envuelve esta doctrina.”(Ibídem, p. 179) De acuerdo con Luz, como Cousin afirma “[…] que Dios puede ser entendido, y que él lo entendía; es a un tiempo panteísta, fatalista, blasfemador y antifilosófico en alto grado.”(Ibídem, p. 179) Para sellar esta fase de su crítica, plantea que cuando Cousin “[…] ha dicho "que Dios creó el mundo necesariamente", pues ya es panteísta.”(Ibídem, p. 179)

Luz denuncia la intención falaz de los ecléticos hacia los jóvenes, al deformar la interpretación del papel que juega la religión en el enriquecimiento del espíritu humano y al respecto comenta: “[…] la religión es un elemento tan necesario para la vida moral, como el aire lo es para la corporal: tan indispensable al pueblo como al hombre instruido […].”(Ibídem, p. 182) Asimismo, llamó a comprender el valor educativo de la religión como fuente de moralidad y recomendó que en la actuación humana, no debe separarse la inteligencia del corazón, porque el hombre no nació para el egoísmo, sino para amar y crear. Por esa causa, consideró necesario enfrentar las corrientes que cierran las puertas al porvenir de la patria, apoyados en la fuerza de los jóvenes. Por consiguiente, declaró que también ha sido necesario “[…] llamar la atención a todos los hombres pensadores, en quienes se albergue una centella de patriotismo y moralidad.”(Ibídem, p. 183)
Luz comprendió que, si no era combatido con energía el eclecticismo, no podría lograrse una conciencia patriótica capaz de llevar la lucha educativa hasta las últimas consecuencias. De esa manera, su tarea de crear conciencias constituyó el hilo conductor del proyecto de educación nacional, y fue también una postura política en la medida que la adoptó como una actitud de compromiso con la causa cubana.

Como defensor de un pensamiento liberal avanzado, se opuso al eclecticismo por su defensa al sistema colonial. De ese modo, mediante su singular lucha política enfrentó una doctrina que pretendía desviar la juventud de sus deberes con la patria. Por esa causa, llamó a los jóvenes a liberarse de todo perjuicio o recelo hacia la lucha contra esa corriente filosófica. “Lucha ha sido y aun será menester. ¡Salvo a la lucha! que es el único medio de conseguir los grandes fines.”(Ibídem, p. 184)

Los hombres que Luz refiere en la nota 196, dotados de patriotismo y moralidad, que en la lucha de ideas se alían a la juventud, unidos constituyen la base social del sujeto histórico que en la nota 198 identifica con el concepto hombre nuevo. Pero ese hombre nuevo debe ser el portador material del espíritu de la filosofía cubana recién emergida, y así lo da a conocer en la nota 199: “Formar al hombre con cuantas menos prevenciones sean posibles, es la grande obra de la filosofía.”(Ibídem, p. 184)

El proyecto lucista de erigir una escuela nueva se ajusta a las exigencias del proceso de formación de la cultura cubana, y aunque fue expuesto en la nota 200 y última del Elenco de 1840, su esencia pedagógica, patriótica y cultural donde mejor se refleja es en el siguiente aforismo: “Nos proponemos fundar una escuela filosófica en nuestro país, un plantel de ideas y sentimientos, y de métodos. Escuela de virtudes, de pensamientos y de acciones; no de expectantes ni eruditos, sino de activos y pensadores.”(Luz, 1962, p. 43)

El concepto escuela filosófica enarbolado por Luz constituyó un verdadero símbolo de una de sus principales aspiraciones pedagógicas, la de crear en Cuba una escuela diferente a la tradicional y de alcance nacional. Esta concepción descansó en el criterio de que la escuela es la institución social encargada de la educación pública y la responsable de orientar la formación física, intelectual, moral, estética, política y patriótica del hombre nuevo.

La misión pedagógica que Luz asignó a la escuela filosófica privilegió el desarrollo de un sistema educativo ajustado a las necesidades del país y opuesto al status quo colonialista imperante. Asimismo, le concedió nuevas misiones formativas al maestro y sustituyó la arcaica imagen autoritaria, que el viejo modelo había impuesto a los preceptores, por una actitud verdaderamente humanista y educativa.

Conclusiones

Con el Elenco de 1840 la filosofía cubana alcanzó un sobresaliente desarrollo teórico, fortaleció su carácter formativo, consolidó su capacidad polémica y devino pensamiento de la emancipación. El texto, como documento filosófico-pedagógico, enaltece y glorifica la obra pedagógica desplegada por el gran maestro cubano José de la Luz y Caballero en el contexto de la Reforma educacional. En sus 200 notas sintetiza magistralmente las principales contribuciones que a la teoría y la práctica educacional realizara el notable pensador. Trasciende por la correspondencia de sus orientaciones teórico-metodológicas sobre la enseñanza de la filosofía con las necesidades sociales. Direcciona la formación moral, estética, patriótica y política del hombre nuevo, que tenía la responsabilidad histórica de protagonizar la emancipación de Cuba. Aporta a la historia de la educación de Cuba una evidencia irrefutable de la originalidad, autenticidad y legitimidad de la nueva concepción filosófica, que forjada al calor de una intensa batalla de ideas, se presenta como el sistema de conocimientos y valores, concebidos por el gran maestro, para orientar la enseñanza de la filosofía y contribuir a la formación de la cultura nacional. En el documento, Luz desarrolló un actualizado arsenal conceptual, con el cual consolidó el nacimiento de una nueva concepción filosófica.

Referencias

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Conde Rodríguez, A. (2001). Presentación. En Elencos y Discursos Académicos. Volumen III. Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz. Universidad de La Habana. Imagen Contemporánea.

Conde Rodríguez, A. (S/f). José de la Luz. La Filosofía y la polémica de la emancipación.www.bdigital.bnjm.cu/secciones/literatura/autores/101/obras/PF1

Lahera Martínez, F. (octubre-diciembre, 2014). Proyección identitaria del pensamiento estético de José de la Luz y Caballero. Luz, 1 (10), 1-13. https://luz.uho.edu.cu/index.php/luz/article/view/809

de la Luz y Caballero, J. (1947). Contra Domingo de León y Mora y el cousinismo. Diario de la Habana, mayo 10 de 1840. Polémica sobre el Eclecticismo II. En La polémica filosófica, t. 4. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1950). Elenco de 1840. Noción de la Filosofía. En: Elencos y Discursos Académicos. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1962). Aforismos y Apuntaciones. Universidad de La Habana.