El espíritu transformador
y creador del proyecto educacional del maestro cubano Luz y Caballero V
The
transformer and creator spirit of the Cuban teacher's educational project Luz y
Caballero V
*Falconeri Lahera-Martínez
*Universidad
de Holguín. Cuba. Licenciado en Educación, especialidad Filosofía. Doctor en Ciencias Filosóficas y Profesor Titular, falconerilm@uho.edu.cu ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9254-2485
Resumen
Los resultados expuestos
en este artículo dan continuidad al tema presentado por este autor en el
número anterior de esta revista. El estudio analiza los aportes que
a la teoría científica de la educación realiza José de la Luz y Caballero en el documento titulado: Informe presentado a la clase de Educación
de la Real Sociedad Económica sobre el establecimiento de educación fundado
por Don Ramón Carpegna en San Juan de Puerto Rico, propuesto el 11 de junio
de 1835. El objetivo fundamental del
estudio presentado por el autor, estuvo dirigido a la determinación de las
contribuciones didácticas, pedagógicas que revelan el espíritu transformador y creador del
proyecto educacional lucista, en el documento
referido. La investigación exigió la aplicación de los métodos más ajustados
a las características del tema, priorizándose el trabajo con las fuentes
reunidas, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos
lógicos del conocimiento científico. Palabras
clave:
Enseñanza de la Historia; enseñanza de la Geografía; método; nación;
reglamento |
Abstract The results exposed in this article give continuity
to the topic presented by this author in the number previous of this
magazine. The study analyzes the contributions that he/she carries out José
of the Luz and Gentleman in the titled document to the scientific theory of
the education: Inform presented to the class of Education of the Real
Economic Society on the education establishment been founded by Don Ramón
Carpegna in San Juan from Puerto Rico, proposed June 11 1835. The fundamental
objective of the study presented by the author, it was directed to the
determination of the didactic, pedagogic contributions that the spirit
transformer and creator of the project educational lucista
reveal, in the referred document. The investigation demanded the application
from the adjusted methods to the characteristics of the topic, being
prioritized the work with the gathered sources whose data were generalized by
means of the logical procedures of the scientific knowledge. Key words: Teaching of the History; teaching of the Geography;
method; nation, regulation |
Introducción
Este trabajo continúa el estudio del
proyecto educacional lucista, realizado en los
artículos I, II, III y IV, publicados por este autor con similar título, en
números anteriores de esta revista. Los lectores descubrirán aquí una visión renovada
del rol desempeñado por el ilustre pensador en la teorización científica
desplegada en el documento titulado: Informe
presentado a la clase de Educación de la Real Sociedad Económica sobre el
establecimiento de educación fundado por Don Ramón Carpegna en San Juan de
Puerto Rico.
El artículo examina cuidadosamente el
enriquecimiento de la reflexión educacional de Luz, al analizar los fundamentos
pedagógicos, didácticos, de dirección escolar, el funcionamiento y los
objetivos sociales del establecimiento de educación fundado por Don Ramón
Carpegna en San Juan de Puerto. El
objetivo fundamental del estudio presentado por el autor, estuvo dirigido a la
determinación de las contribuciones didácticas, pedagógicas que revelan el espíritu transformador y creador del proyecto
educacional lucista, en el documento referido.
El informe, posicionado en el patriotismo
de Luz y Carpegna, aporta nuevas contribuciones didácticas, pedagógicas y de organización
escolar trascendentales para la educación cubana y de Puerto Rico.
La pesquisa científica desplegada
exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del
tema. En virtud de ello, fue priorizado el procesamiento de las fuentes del
conocimiento reunidas, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos
lógicos del conocimiento científico. El autor seleccionó los materiales de
trabajo, en correspondencia con las demandas del proceso investigativo y
orientó la investigación hacia el cumplimiento del objetivo declarado.
Resultado
y discusión
Según testimonio presentado por Luz
en el documento objeto de análisis[1]
en este artículo, el 30 de enero de 1835 su amigo portorriqueño don Manuel
Arizmendi entregó a la Real Sociedad Patriótica una solicitud, acompañada de
varios documentos relativos al establecimiento de educación fundado por el
teniente coronel don Ramón Carpegna (también portorriqueño), en San Juan de
Puerto Rico. El propósito era que la Sociedad Patriótica ofreciera un dictamen
crítico, con sus correspondientes recomendaciones sobre diversos aspectos del
funcionamiento del plantel de Educación fundado en aquella ciudad. La Sección
de Educación designó a Luz la tarea de realizar el estudio crítico de los
documentos y presentar un informe con las recomendaciones solicitadas, esta presentación
fue cumplida el 11 de junio de 1835.
Al analizar los objetivos de su
informe, Luz precisó que el documento no pretendía imponer criterios acerca de
cómo hacer las cosas, sino ofrecer modestos puntos de vista, que solo la
experiencia haría valer o desechar. Conocedor de las raíces culturales comunes de
ambos pueblos, lamentó la incomunicación existente entre ellos y señaló que en
materia de educación existían grandes perspectivas de intercambios, en este
sentido destacó:
En
una palabra, tratase de promover un comercio de ideas en el que cada parte
ofrecerá en cambio su contingente; y he aquí el mejor medio de favorecer la
causa de la educación en ambos países, y acaso el motivo de que vaya
desapareciendo ese aislamiento en que más que el océano nos constituyó a Puerto
Rico y a Cuba la incomunicación casi absoluta en que hemos vivido los hijos de
una madre común, derramados por el mismo archipiélago. (1952b, p. 144).
Luz puede ser considerado como uno de
los precursores cubanos de la unidad latinoamericana y como el primer promotor
de la colaboración educacional con los países de América, al plantear la
necesidad de establecer relaciones de cooperación en ese campo entre Cuba y
Puerto Rico.
De acuerdo con Luz, son seis los
documentos enviados por el señor Carpegna. El primero es el prospecto de la
institución con un bosquejo de su plan de estudios; el segundo contiene su
reglamento provisional; el tercero ofrece datos precisos sobre la vida escolar
y el método; el cuarto es un informe acerca del funcionamiento de la
institución; el quinto es una circular impresa; el sexto es otra circular
acompañada por una minuta sobre el papel del Director.
Luz analizó cuidadosamente los
documentos descritos y de su estudio dedujo la elevada competencia del señor
Carpegna para desempeñarse como Director de su establecimiento. También
reconoció su gran actualización pedagógica y didáctica, así como su irrestricto
compromiso patriótico, para llevar hasta el final su proyecto educacional en
Puerto Rico, por esa causa lo denominó hombre de ciencia y conciencia. También resalta
la plena coincidencia de criterios en mucho de los aspectos analizados, razón
por la cual puede afirmarse que el informe presentado por Luz constituyó una
gran oportunidad para enriquecer y superar críticamente su propio pensamiento
educacional, hacer suyo lo mejor del señor Carpegna y elevarlo a planos de
teorización educacional más acabados.
Luz admiró el posicionamiento de
Carpegna en el prospecto presentado, en torno a los requisitos que exige la
enseñanza de la Historia para superar la condición de rememoración de
acontecimientos aislados. El primer análisis crítico parte de un estudio de las
concepciones de Carpegna sobre la enseñanza de la Historia y la Geografía en el
siguiente fragmento citado por Luz en su informe:
[…]
son enfadosos y pesados cuando se reducen únicamente a recargar la memoria con
noticias puramente cronológicas o aisladas, en que el entendimiento no toma
parte alguna; mas desde que el profesor sabe hacer participar a aquél de los
preciosos documentos de que semejante estudio es susceptible, principalmente el
de la Historia, la memoria no trabaja aislada, sirve de auxilio a la reflexión,
que contribuye por su parte a grabar en aquélla los hechos y acontecimientos
importantes sobre que se complace meditar, y de estas recíprocas comunicaciones
y de las deducciones y consecuencias que se eslabonan, resultan placeres puros,
ideas exactas, virtudes y beneficios a que ha de mirar siempre el profesor en
su enseñanza, y al paso que logra el objeto de hacer instruida y estudiosa a la
juventud, la aparta de la arrogante pedantería, señal cierta unas veces de
ignorancia vergonzosa y otras de superficiales luces, incapaces de alumbrar los
recónditos laberintos en que debe penetrar el entendimiento humano si quiere
conocer las cosas y prever para lo futuro […]. (Ibídem, p. 147).
El análisis del fragmento le permitió
a Luz proponer siete reflexiones de extraordinario valor didáctico y pedagógico,
que denominó conclusiones. Primero, reafirma que la enseñanza de la Historia y
la Geografía no deben presidir la educación primaria, sino cerrarla. Segundo, considera
que la enseñanza primaria será más efectiva en la medida en que sea aplicado el
método explicativo. Tercero, aclara que el retardo en la enseñanza de la
Historia en la educación infantil no obedece a que su enseñanza esté reservada
exclusivamente a niños con un elevado desarrollo intelectual, sino que se
necesita primero instruir a los niños “[…] con la experiencia del mundo moral y
del mundo físico.”(Ibídem, p. 149)
La cuarta reflexión de Luz posee
tanta fuerza teórica que se ofrece íntegra, para que el lector descubra por sí
mismo su gran contribución a la didáctica y la pedagogía:
La escena sobre que versa
la Historia es principalmente la moral y política,
y por lo mismo más ajena de la primera edad, así por faltarle el criterio para
juzgar, como porque los fenómenos que más interesan al niño son los puramente
naturales; ni puede ser de otra manera, porque en ese mundo es el primero en
que vive. Así es que, para inculcarles ciertas verdades morales y abstractas,
no habrá medio más seguro que apelar a los efectos naturales, haciéndole
remontar gradualmente por la cadena de la inducción hasta llegar a resultados
inesperados y de que jamás se habrá penetrado por otros caminos. Esto sería, a
nuestro entender, empezar por el principio. (Ibídem, p. 149).
El fragmento analizado constituye la
primera referencia, publicada en la literatura educacional cubana acerca del
potencial educativo de la Historia como fuente de formación de valores morales.
También contiene la primera evidencia documental en la pedagogía cubana, que
reconoce con total transparencia que la enseñanza de la Historia desempeña una
incuestionable función política.
El fragmento también recomienda que a
los escolares de la primera edad solo deben enseñárseles nociones de historia,
mediante narraciones y comentarios de biografías de personalidades prominentes,
pero descartó la posibilidad de que los maestros explicaran los detalles de los grandes hechos
históricos o penetraran en el análisis de acontecimientos de difícil
comprensión. Po esa causa propuso el inicio de la enseñanza de la Historia al
final de la educación primaria.
En la quinta reflexión Luz continúa
argumentando porqué no es conveniente la enseñanza de la Historia en el inicio
de la educación primaria y porqué debe reservarse para el momento en que el
estudiante haya avanzado en el desarrollo de sus capacidades de raciocinio:
“Si
el estudio de la Historia ha de ir encaminado a lo que debe ser, esto es, a
desmenuzar por una parte los hechos subiendo hasta sus causas, y por otra a
inspirarnos ideas verdaderas de virtud y de gloria, vemos aumentarse las
dificultades para la tierna edad, así en el espíritu como en la forma con que
están redactados los libros que sirven de texto en la materia.” (Ibídem, pp.
149-150).
Luz era partidario de iniciar la
enseñanza de la historia a partir del momento que se lograra un fortalecimiento
del entendimiento de los niños, para favorecer la comprensión del mensaje
formativo e instructivo de los contenidos históricos en las fuentes del
conocimiento (textos bibliográficos). Según sus criterios, los primeros textos
de Historia deben ser abreviados, pero con las explicaciones necesarias de las
causas y detalles de los hechos y fenómenos que deben conocer los educandos. Este
análisis concluye con la advertencia de que si el maestro desea evitar que la
enseñanza de la Historia se convierta en “Una rememoración indigesta de
noticias. Pues entonces que no se estudie hasta no llegar a la edad competente
y tener los conocimientos previos […].”(Ibídem, p.
151)
De acuerdo con sus criterios, los
maestros deben impedir que la clase devenga repetición de noticias y están
responsabilizados en superar definitivamente el carácter descriptivo de la
clase de historia. La enseñanza de la historia debe estar presidida por el
método explicativo, para lograr que los estudiantes aprendan a penetrar cada
hecho y analicen con más precisión las causas y consecuencias sociales de los
sucesos y acontecimientos.
La sexta reflexión
constituyó una sólida fuente de orientación pedagógica y metodológica sobre la
enseñanza de nociones de Historia a los niños de la educación primaria:
“Los
lances de la vida de los hombres grandes están muy al alcance de los niños, y
son muy a propósito para inspirarles sentimientos de honor, humanidad y
patriotismo. Ni podía entrar en nuestro plan excluir absolutamente a la
historia de la educación de la niñez, cuando la misma naturaleza, cuyas
indicaciones nunca deben desatenderse, nos las está marcando como un medio
eficacísimo de instrucción, visto el ahínco con que las más tiernas criaturas
beben toda especie de narraciones.” (Ibídem, p. 152).
En los dos fragmentos siguientes de
su argumentación expuso dos brillantes consideraciones didáctico-pedagógicas de
profunda significación identitaria e ideológica y
elevada aplicabilidad al actual proyecto cubano de educación. En el primer
fragmento planteó:
“También
es sumamente interesante para la patria infundir a sus hijos, con la leche, un
amor entusiasta por ella, no habiendo modo más propio de conseguir tan precioso
fin como el de familiarizar a los niños con ciertos recuerdos de la historia
peculiar de su pueblo nativo —porque estas impresiones se graban hasta la
muerte— para que sirva como de núcleo a la de su nación, y después de las demás
del mundo, según su grado de importancia relativa. (Ibídem, p. 152).
El fragmento presentado, tiene
el valor de simbolizar la primera manifestación del uso por Luz del concepto
nación con un significado identitario, al referirse a
cómo los maestros han de utilizar la enseñanza de la Historia como recurso
didáctico-pedagógico para transmitir a los niños amor por el pueblo natal y la
patria.
En el segundo fragmento Luz revela le
necesidad de establecer vínculos interdisciplinarios entre la historia y la
geografía con el objetivo de infundir en los niños un elevado amor a la patria
y un mejor conocimiento del país, a partir del estudio vivencial de los hechos
históricos y su localización geográfica en el escenario de la comunidad, sus
palabras así lo confirman:
Así
deberá ser igualmente en el estudio de la Geografía, colocándose el alumno en su
aldea, digámoslo así, como en un centro a quien deberá referir los puntos más
notables que se hallen en la periferia. Esto también sería el medio de dar
desde el principio cierta realidad al estudio de la Historia y de su auxiliar
la Geografía. (Ibídem, pp. 152-153).
El autor de este artículo, Falconeri (2016), al analizar el significado de los aportes
de Luz sobre la enseñanza de la Geografía en Cuba, expresó:
Las
propuestas teórico-metodológicas del gran pedagogo sobre la enseñanza de la
geografía estimularon el avance de esa ciencia, lo cual jugó un papel muy
importante en la consolidación de la conciencia nacional y la formación de
sentimientos de patriotismo en los niños y jóvenes, porque facilitó la
comprensión de que para amar la patria es imprescindible conocerla bien y para
conocerla bien es preciso tener sólidos conocimientos geográficos. (p. 10).
En la séptima reflexión de Luz, resalta
un pronunciamiento de elevado significado identitario,
al recomendar el uso de biografías y la historia del país como objeto de
enseñanza. En este sentido, declara que al adoptar “[…] la biografía y la
historia primitiva de nuestra nación,
como pasto propio de la inteligencia infantil, no se crea que tampoco
permitiríamos indistintamente poner todos los rasgos de la vida de los hombres
en las manos tiernas de la niñez.”(1952b, p. 153) El uso del concepto nuestra
nación para referirse a Cuba, demuestra que en 1835 el patriotismo, posicionado
en su proyecto educacional, había alcanzado la madurez necesaria para que el
ilustre maestro comenzara a pensar en Cuba como nación.
A partir de esta visión de Cuba como
nuestra nación, Luz fortaleció el objetivo fundacional de su proyecto de
educación nacional, con nuevos argumentos acerca de la necesidad de elaborar
planes de estudio en correspondencia con las necesidades del país. También
promovió una educación en los valores y costumbres que conformarían la noción
patriótica individual y colectiva de los niños y jóvenes, como condición
indispensable para instaurar la nación cuando las condiciones históricas lo
exigieran. El concepto nuestra nación posee el valor histórico de constituir la
primera exposición concreta, publicada en la literatura educacional cubana, del
uso de ese concepto para expresar el elevado sentido de pertenencia, que
comenzaban a manifestar los nacientes cubanos por la tierra donde dieron sus primeros pasos y formaron,
con un sentido ético-político, sus más sublimes tradiciones y desarrollaron el idioma patrio[2].
Luz en esta séptima reflexión concuerda
con el señor Carpegna en que el estudio de la religión debe hacerse en un orden
histórico, para seguir un método más agradable a los niños y más seguro. La
educación religiosa, apuntó, debe apoyarse en pasajes bíblicos y debe adoptar su estilo
sencillo y sublime, por el encanto especial que provoca en los niños. Como el
gran maestro no concibió la educación religiosa como un medio para formar
espíritus conformistas y sumisos en los niños, sino que la asumió como un
poderoso instrumento de educación moral, con el cual podía cultivarse en los
educandos los más nobles sentimientos humanos, al respecto expresó: “Es muy
grande el partido que se saca de estas historias bíblicas, reproducidas con las
mismas palabras originales o casi al pie de la letra copiadas, para inculcarles
los principios de la moral que miran entonces con tanta mayor veneración […].”(Ibídem,
pp. 153-154)
A continuación Luz advierte que todo contenido
dirigido a la enseñanza de niños y adolecentes debe
“[…] ser escogido y entresacado para que sea mejor digerirlo y asimilarlo,
respecto de la Historia deberá hilarse aún más delgado, para que no lleve
partículas que una vez digeridas emponzoñen, y así convirtamos lastimosamente
la triaca en veneno.”(p. 154) También recomendó a los maestros el
aprovechamiento del potencial educativo de las novelas históricas de Walter
Scott (1771-1832), porque este autor como pintor de las costumbres domésticas
[…] puede influir más directamente en promover la virtud, curando los males
peculiares que aquejan a cada nación.”(Ibídem, p. 154)
Antes
de pasar al análisis del plan de estudios propuesto por Carpegna, Luz examinó
la propuesta de la necesidad de asumir los buenos modales en un sistema de
educación, por eso consideró necesario que el maestro diferencie entre la
atenta cortesanía y la servil complacencia. Del mismo modo, debe enseñar los
niños a conducirse en sociedad con una conducta adecuada, pero sin formalismos.
Asimismo, debe lograr
una relación armónica entre el pensar y el accionar, para no sacar de su pupilo
un títere simulador del bien. El maestro debe dirigir el trabajo educativo al
corazón y luego a los modales. Tampoco debe
dar demasiada importancia a las ceremonias y exterioridades sin tener en cuenta
los principios de la moral. “Trátese de formar hombres cultos y linados; pero al cabo hombres, y hombres sinceros, más bien
que histriones y solapados.”(Ibídem, p. 156)
Al describir la composición del plan
de estudios, resalta que la institución educacional fundada por Carpegna se
compone de una escuela primaria y una cátedra de Matemáticas, Geografía e
Historia. En la escuela primaria los niños son enseñados a leer, escribir y
contar. Además, reciben clases de doctrina cristiana, gramática castellana y
práctica de ortografía. El señor Carpegna eligió las materias más ajustadas a
las necesidades de su país y concibió un plan de estudios respaldado por una
orientación planificada del estudio independiente de los estudiantes,
denominado por él estudio privado.
Enhorabuena
que así se haga respecto de algunos ratos con jóvenes ya veteranos en estas
tareas; pero aun en países donde los niños están más habituados a estudiar
siempre, será el medio más eficaz de asegurarse sus progresos, el disponer las
cosas de modo que lo hagan en ciertos momentos, en presencia de sus vigilantes
maestros. En los mejores establecimientos de la Habana está también adoptado
este saludable sistema con el éxito más lisonjero. (Ibídem, p. 157).
Del posicionamiento de Luz se infiere
que concibió la orientación pedagógica de las tereas de estudio como un recurso
que aporta seguridad y confianza a los niños, en la adquisición de
conocimientos y hace más autónomo su aprendizaje. Los niños aprenden con más
efectividad, porque cuentan con la presencia efectiva de quien puede guiarlos y
aclararles las dudas encontradas en el estudio.
Luz pondera el uso del estilo
epistolar en las clases de composición, como consecuencia del sistema
explicativo. También aplaude los textos empleados en las diferentes, materias
de enseñanza, especialmente el tratado de geometría. Del mismo modo, considera
muy buena la distribución del tiempo para las diferentes actividades docentes y
la disposición del Director a no aplicar ninguna forma de castigo a los
alumnos, sino de establecer comunicación con los padres ante cualquier
situación. Asimismo, distinguió el método de enseñar las Matemáticas, que
permite que las clases sean ejercicios de lógica, que conduce a los alumnos
valerse por sí mismos. Igualmente, destaca la validez del método general
aplicado a la enseñanza de la Geografía que descansa en el razonamiento y el
uso de fuentes actualizadas.
Luz le otorgó un elevado valor
educativo al reglamento presentado por Carpegna, el cual está dirigido a formar
en los niños hábitos de urbanidad y orden, a fin de evitar la aplicación de
medidas coercitivas para mantener la disciplina. Asimismo, consideró muy
positiva la advertencia de no intentar reglamentarlo todo, porque en materia de
educación hay situaciones imposibles de prever. Los directores de escuelas -dijo-
deben lograr que los reglamentos tengan un carácter esencialmente preventivo y
no absolutamente prohibitivo, porque su aplicación confusa puede conducir a la
comisión de injusticias irreparables. El espíritu del reglamento debe existir
preferiblemente en el corazón que en el papel, porque
la función del maestro es formar una disciplina consciente en los estudiantes.
Al valorar el requisito de iniciación
de los niños en la educación primaria según la edad, consideró que el ingreso
en edades tempranas está en correspondencia con las potencialidades
intelectuales de los niños y con las características del clima antillano. Desde
ese criterio, llamó a los padres y maestros a unirse en el propósito de educar
a los niños, y advirtió que si desean “[…] retener y cosechar en la
adolescencia, grabad y sembrad en la infancia, so pena de no lograrlo después,
ni tan ventajosamente, ni en tanto grado. Los alumnos tardíos son el descrédito
de los maestros y el desconsuelo de los padres.”(1952b,
p. 169-170)
Al profundizar en el tema de la
aplicación de castigos corporales como recurso de control de la disciplina en
las escuelas, Luz desaprobó el castigo y enarboló el principio de la prevención
y el trabajo educativo con los niños. En este sentido, aclaró que el maestro
debe imponer el orden y la disciplina a partir del respeto, el conocimiento y
el amor:
Sin
respeto no hay atención, sin atención no hay orden y sin orden no hay enseñanza
para un gran número. El carácter del profesor es problema tan difícil como
esencial; trátese de conciliar nada menos que la habilidad de infundir amor a
las ciencias con las de sostener el orden debido sin apelar a medios
coercitivos y violentos. (Ibídem, p. 176).
Luz sugirió a los maestros el manejo
combinado de actitudes cordiales y justas, para lograr un estado de ánimo,
entre los alumnos, propicio para el aprendizaje y la buena conducta. También
propuso la aplicación del método explicativo para enseñar y educar, y así lo da
a conocer: “Efectivamente, señores, el gran secreto para prevenir consiste en
entretener, y nada entretiene, ni cautiva, ni entusiasma en mayor grado las tiernas
almas de las criaturas que el sabroso pasto de la explicación.”(Ibídem,
p. 180) Educar es un acto de amor, y los maestros deben conocer que la bondad y
la dulzura le aportarán lo que nunca podrán alcanzar con la severidad y el
desdén. El maestro debe ser ejemplo en la aplicación de la justicia para ganar
el respeto y reconocimiento de los niños:
Cuando
se ha cometido la falta, nuestro modo de proceder es hacerles sentir con viveza
toda la gravedad del caso, para que ellos mismos, por sus pasos contados,
vengan a ser sus propios jueces. Entonces miran la pena como un remedio
necesario, así respecto de ellos como de la vindicta de su público, y
consideran al preceptor como un mero ejecutor de la justicia que se ve
compelido a exigir. (Ibídem, p. 187).
En el informe, Luz enriqueció
notablemente sus argumentos acerca de los objetivos del uso del método explicativo en la enseñanza
primaria y cómo este marca las pautas para la aplicación exitosa de otros
métodos en la enseñanza de los niños.
Cuatro
son los objetos principales que se propone este método racional: primero, hacer
más fácil y agradable la adquisición de la lectura que es un arte mecánico
hasta cierto punto; segundo, sacar partido de la doctrina que contenga cada
pasaje que se lea; tercero, dar al discípulo un caudal de voces y facilidad de
explicarse por medio de un análisis minucioso de cada pasaje, y cuarto, sobre
todo acostumbrarle a ejercitar el raciocinio sobre cuantos objetos se le
presenten […]. (Ibídem, p. 193).
Según Luz, el maestro debe orientar
adecuadamente las actividades de estudio de los niños y debe organizar de
manera coherente sus preguntas, teniendo en cuente que ninguna puede formularse
en una forma definitiva, sino que han de variar conforme a la naturaleza de las
respuestas recibidas. El maestro debe prepararse para saber adaptar las
preguntas a las respuestas, sin olvidar las diferencias individuales de los
niños.
El
mejor interrogador será aquel que haga subir más hábilmente a los alumnos por
los escalones analíticos: hay niños con quienes se pueden saltar muchos de
ellos; pero otros que no marcharán como se dispone uno siquiera. Infiérase
también que cuanto más pensador sea el maestro, tanto mayor será el campo que
hará recorrer a sus discípulos. (Ibídem, p. 194).
Luz consideró muy importante que cada
maestro domine el arte de hacer preguntas a los niños, para fortificar su
entendimiento. También se manifestó a favor de entrenarlos en la búsqueda de
respuestas bien argumentadas, para enseñarlos a analizar minuciosamente
cualquier asunto y ofrecer respuestas convincentes. “¿Y no es ésta la mejor
preparación para toda clase de estudios? Concluyamos, pues, que en la
explicación está el germen de la reforma general: todo con la explicación y
nada sin ella.”(Ibídem, p. 199-200)
Luz
comprendió que el objetivo supremo de los maestros en una escuela, es educar a
los niños desde una enseñanza que promueva pensamientos independientes y
críticos. Se trata de formar hombres capaces de determinar por sí mismos qué
hacer ante cada disyuntiva, a partir de una elevada capacidad para la toma de
decisiones ajustadas a las demandas de cada momento histórico. Por esa causa, consideró
que el método explicativo constituía la clave de las transformaciones que
permitirían formar el nuevo tipo de hombre reclamado por las patrias puertorriqueña y cubana.
Conclusiones
El informe presentado por Luz y
Caballero aportó a la educación cubana un rico caudal didáctico
y pedagógico para formar hombres para la patria. Sus contribuciones constituyeron un nuevo peldaño en el desarrollo de
la teoría pedagógica y la práctica educacional, como condición indispensable
para la preparación de una conciencia nacional sobre la cual surgió la nación
cubana, cuando maduraron las condiciones necesarias para su nacimiento.
Sus extraordinarias valoraciones
sobre la enseñanza de la Historia y la Geografía y su papel en la formación de
niños y jóvenes, así como sus nuevos argumentos sobre la aplicación del método
explicativo y su lugar en la formación de pensamientos independientes en la
niñez y la juventud, revelan el espíritu transformador y creador de
su proyecto educacional.
Referencias
bibliográficas
Lahera
Martínez, F. (julio-septiembre, 2016). La enseñanza de la Historia y la
Geografía, según José de la Luz y Caballero. Luz, 15(3), 10.
Recuperado de: https://luz.uho.edu.cu/index.php/luz/article/view/816/717
Luz y Caballero,
J. de la. (1952a). Sobre Educación Secundaria (Diario de la Habana, octubre 12 de 1832). En Escritos
educativos, t. 1. La Habana:
Editorial Universidad de La Habana.
Luz y
Caballero, J. de la. (1952b). Informe
presentado a la clase de Educación de la Real Sociedad Económica sobre el
establecimiento de educación fundado por Don Ramón Carpegna en San Juan de
Puerto Rico. En Escritos educativos, t. 2.
La Habana: Editorial Universidad de La Habana.
[1] Consulte el
Informe presentado a la clase de Educación de la Real
Sociedad Económica sobre el establecimiento de educación fundado por Don Ramón
Carpegna en San Juan de Puerto Rico, p. 141.
[2] Idioma patrio: Concepto introducido por Luz y
Caballero en el artículo Sobre
Educación Secundaria, publicado originalmente en el Diario de la Habana, el
12 de octubre de 1832. Ver Escritos educativos, t. 1. [La Habana], Editorial
Universidad de La Habana, p. 94.