El espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano Luz y Caballero XIV

The Transforming and Creative Spirit of the Educational Project of the Cuban Teacher Luz y Caballero XIV

O espírito transformador e criativo do projeto educativo do professor cubano Luz y Caballero XIV

1Falconeri Lahera-Martínez

1Universidad de Holguín. Cuba. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9254-2485

falconerilm@uho.edu.cu

 

Resumen

El presente artículo enriquece el análisis del proceso de formación de la Filosofía cubana, deteniéndose en el examen detallado de publicaciones no priorizadas en el estudio presentado en números anteriores de esta revista, sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano del siglo XIX, José de la Luz y Caballero. El objetivo del trabajo es revelar los tributos que a la enseñanza de la Filosofía y la educación patriótica de los jóvenes realiza el gran pensador en su combate contra el eclecticismo espiritualista, mediante sus cuatro refutaciones a José Zacarías González del Valle (Tulio) sobre el eclecticismo de Cousin, publicadas en el mes de octubre de 1839. El texto presenta un examen del despliegue teórico exhibido en sus artículos, al tratar temas que luego desarrolla en su cátedra de Filosofía, en función de sistematizar una doctrina filosófica que respondiera a las necesidades sociales del país.

Palabras clave: Eclecticismo espiritualista; Enseñanza de la Filosofía; Filosofía cubana; Juventud; Observación

Abstract

This article enriches the analysis of the process of formation of the Cuban Philosophy, stopping at the detailed examination of publications not prioritized in the study presented in previous issues of this magazine, on the transforming and creative spirit of the educational project of the Cuban teacher of the 19th century, Jose de la Luz y Caballero. The objective of the work is to reveal the tributes that the great thinker makes to the teaching of Philosophy and the patriotic education of young people in his fight against spiritualist eclecticism, through his four refutations to José Zacarías González del Valle (Tulio) on eclecticism. de Cousin, published in the month of October 1839. The text presents an examination of the theoretical deployment exhibited in his articles, when dealing with topics that he later develops in his Philosophy chair, in order to systematize a philosophical doctrine that would respond to social needs. from the country.

Key words: Spiritualist eclecticism; Teaching of Philosophy; Cuban philosophy; Youth; Observation

 
Resumo

Este artigo enriquece a análise do processo de formação da filosofia cubana ao examinar em pormenor as publicações não priorizadas no estudo apresentado em números anteriores desta revista sobre o espírito transformador e criativo do projecto educativo do professor cubano do século XIX José de la Luz y Caballero. O objectivo da obra é revelar os tributos que o grande pensador pagou ao ensino da filosofia e à educação patriótica dos jovens na sua luta contra o ecletismo espiritualista, através das suas quatro refutações a José Zacarías González del Valle (Tulio) sobre o ecletismo do primo, publicadas em Outubro de 1839. O texto apresenta um exame do desdobramento teórico exposto nos seus artigos, abordando temas que mais tarde desenvolveu na sua cadeira de Filosofia, a fim de sistematizar uma doutrina filosófica que respondesse às necessidades sociais do país.

Palabras clave: Eclecticismo espiritualista; Enseñanza de la Filosofía; Filosofía cubana; Juventud; Observación

 

Introducción

El presente artículo enriquece el análisis del proceso de formación de la Filosofía cubana, deteniéndose en el examen detallado de publicaciones de 1839 no priorizadas en el estudio presentado en números anteriores de esta revista, sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del gran maestro cubano del siglo XIX José de la Luz y Caballero. La riqueza teórica de los trabajos objeto de estudio, permite realizar nuevas valoraciones de sus aportes teórico-metodológicos al proceso analizado y su aplicación como medio de defensa de los nacientes intereses nacionales. Por consiguiente, el objetivo del artículo es revelar los tributos que a la enseñanza de la Filosofía y la educación de los jóvenes realiza el gran pensador en sus cuatro refutaciones a José Zacarías González del Valle sobre su defensa al eclecticismo de Cousin, publicadas en el mes de octubre de 1839.

La pesquisa científica desplegada exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del tema. En virtud de ello fue priorizado el procesamiento de los textos reunidos, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos lógicos del conocimiento científico. El autor seleccionó los materiales de trabajo en correspondencia con las demandas del proceso de investigación, el cual orientó hacia el cumplimiento del objetivo declarado.

Resultado y discusión

Como expresión de la intensa actividad teórica que Luz desarrolla en octubre de 1839, tanto en la  cátedra del convento de San Francisco como en otros escenarios académicos y en sus publicaciones, en función de enriquecer el proceso de formación de la Filosofía cubana, llama la atención la publicación de cuatro artículos que inician el enfrentamiento abierto al eclecticismo espiritualista, representado por José ZacaríasGonzáles del Valle (Tulio), hermano menor de Manuel Gonzáles del Valle, líder del eclecticismo en Cuba.

El 16 de septiembre de 1839 Tulio publicó un trascendente artículo en el periódico Noticioso y Lucero, en el cual anuncia la asunción del eclecticismo del pensador francés Víctor Cousin, como doctrina filosófica propia, lo cual implicaría su pronta extensión a los principales escenarios académicos del país. En la publicación, Tulio exhibe un texto conformado, en lo esencial, por párrafos tomados y traducidos de la Advertencia que preside la tercera edición de los Fragmentos filosóficos de Cousin, divulgados en París un año antes. El ecléctico cubano manipula la información contenida en los párrafos para hacer creer a los lectores que el eclecticismo fue aceptado en Estados Unidos, Alemania, Italia y otros países europeos. Asimismo, utiliza el artículo para presentar el método psicológico como la esencia epistémica de lafilosofía francesa anunciada. También expone, en síntesis, el procedimiento mediante el cual Cousin ejecuta la conciliación de sistemas opuestos o contradictorios. También presenta una valoración con la cual pretende legitimar la adopción de la doctrina filosófica invasora: “El eclecticismo es, en todo la moderación y la profundidad; así, no es un vano amor propio, sino alguna cosa superior a él quien produce en mí una satisfacción harto regalada al comprobar sus progresos y al seguir sus destinos.” (Tulio, 1946, p. 7)

Las respuestas de Luz fueron tan orgánicas, agudas y contundentes, que devinieron inicio de la impugnación al eclecticismo espiritualista de Cousin. De ese modo, el día 3 de octubre de 1839 en el artículo Primera refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin, publicado en el Diario de la Habana, analiza críticamente la adopción de la doctrina filosófica foránea como propia, por José Zacarías Gonzáles del Valle. El maestro cubano, quien consideró inaceptable la maniobra del ecléctico, denunció que la misma pretendía confundir a los lectores con falsas informaciones acerca de la aceptación unánime del eclecticismo en diversos escenarios académicos del mundo, para legitimar su adopción. Según sus criterios, la irrupción del eclecticismo en otros países generó airadas polémicas, en las cuales se manifestaron más antagonistas que partidarios del eclecticismo, es decir, son más los contrarios en cantidad y calidad. En Estados Unidos el eclecticismo fue rechazado por diversas personalidades y las publicaciones que se hicieron de los textos de Cousin correspondieron a sus escritos sobre la Escuelas Normales y no sobre el eclecticismo. En Francia misma, personalidades como Juan Luis Eugenio Lerminier (1803-1957), Francois-Joseph-Víctor Broussais (1772-1838) y toda su escuela, Pierre-Hyacinthe Azaϊs (1766-1845), Carlos Comte (1782-1837), Auguste Comte (1798-1857) y Alexandre Rodolphe Vinet (1797-1847) opugnaron el eclecticismo. De igual modo, en Alemania Friedrich Daniel Ernst Schlei ermacher (1768-1834), F. W. J. Schelling (1775-1854) y Friedrich Karl von Savigny (1779-1861) rechazaron esa doctrina. En Suiza e Italia también encontró oponentes. De la misma manera, William Hamilton (1788-1856), desde Inglaterra en un artículo de 1829 publicado en la Revista de Edimburgo, criticó con severidad el eclecticismo. Sobre el artículo Luz emite la siguiente valoración:

Artículo admirable, añade, y que pone muy alto a su autor, pero cuya conclusión poco encubierta es que "la Psicología y la Lógica son las únicas partes de la Filosofía, y que más allá es menester saber dudar y conformarse con ignorar". Es decir, que Hamilton se resiste, como yo, a la Ontología; no que niegue la Física, ni ninguna de las ciencias experimentales, como falsamente le atribuye después Cousin, pues para éste quien niega la Ontología, niega a Dios, al hombre y al mundo, pues como la Ontología es la ciencia del ser, quien niega el ser, todo lo niega. (Luz, 1946a, p. 13)

Al tratar el tema del procedimiento que aplica Cousin para conciliar sistemas filosóficos opuestos o contradictorios, planteó que el primer paso que debe seguirse es determinar si este o aquel sistema concuerda con “[…]  los dictámenes de la razón, y no si ha tenido o no séquito en el lugar de su nacimiento, o fuera de él; que será cuando más de una cuestión de segundo orden, o de mera curiosidad.” (Ibídem, p. 17) En las ciencias, apuntó, lo más importante no es determinar "quién lo dice", sino "qué dice". “Por eso yo jamás he combatido el eclecticismo diciendo que lo han impugnado en otras partes, sino impugnándolo yo mismo hasta sin saber muchas veces lo que decían en otras partes.” (Ibídem, p. 18)

Segúnsus criterios, la conciliación cousiniana de sistemas filosóficos constituye una obra estéril. Para evitar la falsedad que representa el eclecticismo, el investigador debe tener presente que siempre es conveniente examinar empíricamente la obra para comprobar si el interior del edificio se corresponde con la fachada. Del mismo modo, no puede olvidar que un sistema nuevo se introduce en la ciencia como resultado de la superación crítica del sistema que le antecede; de esa manera, la muerte de éste es una condición necesaria para el advenimiento del primero: de otro modo sería un efecto sin causa. Ello significa, que al partir el hombre de la observación de los hechos está en condiciones de enriquecer sus teorías o explicaciones con otras observaciones, y así descubre otros hechos  “[…] enteramente nuevos;  entonces, pues, se ve precisamente forzado a cambiar, o cuando menos a modificar sus antiguas doctrinas, que no eran más que la expresión de lo que hasta entonces sabía.”(Ibídem, p. 20) A renglón seguido, precisa: “Pero se dirá: hay hechos que ensanchan la esfera de nuestros conocimientos sin destruir por eso las doctrinas recibidas; y así es la verdad.”(Ibídem, p. 20)

Sin embargo, ese no fue el camino seguido por Cousin, quien para concretar sus acciones conciliatorias, fusiona cosas muy distintas, es decir, tiene que reducir los principios de dos sistemas opuestos “[…] tiene que amoldarlos, tiene que hacerles decir, a lo menos, a algunos de los dos, lo que no dicen, para poderlos conciliar […].”(Ibídem, pp. 20-21) Por consiguiente, los eclécticos se ven forzados a construir estructuras teóricas que no se corresponden con la realidad, por esa causa el eclecticismo es “[…] suponedor, no historiador fiel, ni expositor exacto; luego presenta en hostilidad lo que ya estaba en paz, para llevarse el lauro de haberla establecido; luego finge un fantasma para tener la gloria de derrocarlo.”(Ibídem, p. 21) El gran maestro considera, que cuando los eclécticos intentan amoldar dos sistemas, uno de ellos resulta verdadero y el otro falso; porque como exista tan solo una idea que se adquiera por los sentidos, ello prueba que el error corresponde a quien sostenía lo opuesto; por consiguiente, tiene que renunciar a su sistema. “Luego ni aún el sistema que demostrase que unas ideas se adquieren por los sentidos y otras no, podría ser un verdadero conciliador, sino un destructor de uno o de los dos.” (Ibídem, p. 21)

Según sus puntos de vista, Cousin, al intentar presentar su sistema como verdadero, sostiene falsamente que el eclecticismo encontró la cuestión de la génesis de las ideas en el estado de aceptación que todas las ideas vienen de los sentidos, olvidando que después de la refutación de la teoría de las ideas de Platón (428/427-347 a. C.) por Aristóteles (384-322 a. C.), jamás ha podido ponerse la cuestión en tales términos. Asimismo, después de haber expuesto los sistemas filosóficos de personalidades como John Locke (1632-1704), Etienne Bornot de Condillac (1715-1786), E. Kant (1724-1804), J. A. Fichte (1762-1814) y Destutt de Tracy (1754-1836) solo cabe que los eclécticos de nuevo cuño respondan las siguientes interrogantes:

¿Quiénes son los que en el siglo XIX han sostenido que las ideas de color, de magnitud, de distancia, de figura, de resistencia no se ganan por los sentidos? ¿Quién no sabe que la dificultad sólo se ha cifrado en las ideas de espacio, de tiempo, de causa, de sustancia? (Ibídem, p. 22).

Luz deja a la reflexión de sus interlocutores la idea de que solo quienes defienden doctrinas filosóficas retrógradas que justifican sistemas políticos retrasados, les interesa fundamentar el eclecticismo de la nueva escuela francesa, por esa causa expresa: “[…] aquí y sólo aquí es donde entra cada sistema a explicar el fenómeno, sosteniendo uno que esas ideas las tiene a priori el entendimiento, y el otro que se adquieren en virtud de las mismas impresiones.”(Ibídem, p. 22) El eclecticismo pretende conciliar esas y otras concepciones filosóficas opuestas para formar su proyecto de sistema filosófico, “[…] y ahora se palpará bien a las claras por qué he sostenido que el eclecticismo de la nueva escuela francesa no sólo es un sistema falso, sino imposible.”(Ibídem, p. 22)

Según sus criterios, las maniobras conciliadoras de Cousin y sus escolares cubanos solo han provocado un incremento de las contradicciones irreconciliables entre los sensualistas y los eclécticos. El maestro, consideró necesario esclarecer públicamente ese asunto, para proporcionarle el tratamiento académico que exige el caso a través de su cátedra de Filosofía en el convento de San Francisco. Esta situación, lo condujo a comprender que las diferencias existentes entre una y otra doctrina revelan el profundo carácter partidista de la filosofía y la incompatibilidad de criterios en torno a problemas clave como la génesis de las ideas y la Cuestión de método, en las que ambas doctrinas filosóficas manifestaron posiciones epistemológicas irreconciliables, en virtud de lo cual expresó que el eclecticismo es la doctrina más quimérica que había conocido. Luego afirma que para conciliar es necesario componer al eclecticismo actual con el sensualismo del día, pero sus diferencias son tan excluyentes que ello es imposible; por consiguiente:

No hay más medio que el triunfo de uno sobre las ruinas del otro; no pueden vivir simultáneamente dos sistemas cuando cada uno de los dos está reducido a una idea fundamental, a su más simple expresión. Mientras se vean en un sistema diversas partes o distintas ideas, puede haber esperanza y aún posibilidad de transacción, pero reducido a una sola contradictoria con el otro, ¿qué partido resta? Entrar el uno a reemplazar al otro. ¡Los dos juntos, compuestos, avenidos y arreglados! ¡Qué delirio! (Ibídem,p. 23).

En el desarrollo de proceso de formación de la Filosofía cubana, que Luz direcciona desde el convento de San Francisco y a través de sus publicaciones, denuncia que los representantes del eclecticismo utilizaron todo tipo de ardides para ganarse adeptos y especialmente, para confundir a los jóvenes en Francia, por esa causa ofrece, en síntesis, una caracterización de ese fenómeno:

Mágicas, electrizadoras son para la humanidad, y muy señaladamente para la generosa juventud, las palabras conciliación, imparcialidad, justicia para todos; y en esta parte confesemos que si han faltado al fundador del eclecticismo los elementos para dar cima a un nuevo sistema, le ha sobrado talento para saber tocar ciertas teclas, que bien pulsadas siempre corresponden en el corazón humano, y esto prueba hasta la evidencia, que hubo un plan, una intención profunda une arrièrepensée[1]en la promulgación de esta nueva doctrina, o nueva máquina para trabajar a la gente del siglo XIX y sobre todo a la gente francesa. (Ibídem, pp. 27-28).

Luz comprendió que si en Francia el eclecticismo logró convencer a una parte importante de la población y especialmente a los jóvenes, en Cuba podría ocurrir un fenómeno similar, por esa razón consideró necesario acelerar proceso de formación de la Filosofía cubana, desarrollar su enseñanza en el convento de San Francisco, fortalecer la formación patriótica de los jóvenes y combatir con firmeza la doctrina invasora, al respecto sentenció: ¡Cuánto más honroso para la juventud de nuestra patria ser tenida por los sensatos en concepto de sólida y profunda antes que de ligera y alucinada! ¡Pues yo no titubeo entre mi honra y la honra de nuestra patria!” (Ibídem, p. 29) De ese modo, demostró la falta de autenticidad, originalidad y legitimidad de la doctrina filosófica invasora.

El 29 de octubre de 1839 Luz insertó en el Diario de la Habana un nuevo artículo crítico contra el eclecticismo, titulado Segunda refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin. En él se refiere a la próxima presentación de un Elenco[2] en el cual combatiría esa doctrina, aunque desde el 8 de septiembre, en un acto académico celebrado en el convento de San Francisco ya se había comprometido a combatir al corifeo de la moderna escuela francesa. En otro fragmento del artículo ofrece cuatro consideraciones que justifican su opugnación al eclecticismo. En la primera, deja claro que su crítica se apoya en razones y no en la autoridad. En la segunda, expone que sus análisis revelan que el líder de la doctrina invasora apelaba frecuentemente a argumentos de autoridad, faltaba en algunos puntos a la verdad y en otros se contradecía. En la tercera, señala que al igual que en otras latitudes, en Cuba también existían razones para enfrentar los “[…] encubridores de la verdad y falsificadores de los hechos; por eso les repito con Abelardo[3]: non a quo dicatur, sed quid dicatur[4], único y exclusivo criterio en las filosóficas campañas.”(Luz, 1946b, p. 47)

En la cuarta consideración, explica que un mayoritario número de opositores del eclecticismo descubrieron que los representantesde esa doctrina, para alcanzar sus fines, empleaban armas de toda clase contra los que estaban en posesión de la verdad, apellidándolos “[…] ateos y materialistas para espantar a la juventud del campo de la legítima investigación […].”(Ibídem, p. 47) También declara que el propósito que se proponen alcanzar esos personajes era protagonizar un cambio en las ideas para fomentar una transformación en la política; “[…] entonces se alzaron millares de voces fuertes, enérgicas y autorizadas de todas partes, protestando contra esa imprudente invasión en el sagrado de las ciencias, y entre los resplandores del siglo decimonono.”(Ibídem, p. 47) Por esa causa, en este artículo, para caracterizar las condiciones en que se produce en Cuba la adopción del eclecticismo, ratifica que en el accionar de los eclécticos hubo un plan, una intención profunda, una segunda intensión en la promulgación de la doctrina extranjera. Tanto en su artículo como en la cátedra de Filosofía del convento de San Francisco, alertó nuevamente a los jóvenes a mantenerse alerta, porque los fundadores del eclecticismo aplicaron en Francia resortes que exaltaron las pasiones con el uso de palabras como conciliación, imparcialidad y justicia para todos, para engañar y hacer creer que el eclecticismo no se regía por la autoridad, sino por el rigor de la demostración. Para alucinar en el siglo XIV bastaba ser mero impostor; para alcanzarlo en el XIX es necesario ascender a sofista consumado.” (Ibídem, p. 48)

Luz declara que Cousin oculta o desconoce que independientemente de las diferencias entre I. Newton (1643-1727) y Locke, prevaleció entre ellos una colaboración que se advierte en la asunción por este último de la Óptica como fundamento de sus doctrinas filosóficas. En este sentido, el maestro cita el fragmento de una carta en la cual Newton reconoce por verdadero el principio que sirve de fundamento a las doctrinas de Locke:

"El alma del hombre no es el alma de la especie de las cosas llevadas por los órganos de los sentidos al lugar de la sensación, donde ella las percibe por medio de su inmediata presencia, sin la intervención de ninguna otra persona. Los órganos de los sentidos no son para que el alma perciba las especies de las cosas en su sensorio, sino para llevárselas allí". (Ibídem, p. 51).

Del análisis del fragmento de la carta de Newton el maestro concluye: “Newton como Locke parte de la sensación, sin destruir por eso la actividad del alma, señalando tanto el uno como el otro el oficio respectivo del entendimiento y de los sentidos con su debida dependencia.” (Luz, 1946, p. 51) En otro segmento del artículo Luz insiste en revelar el carácter político del eclecticismo, con lo cual se aleja del espíritu de la ciencia, por esa causa precisa:

La ciencia es cosa muy distinta de la política; con la primera se explicarán los fenómenos de la segunda, pero las declaraciones de la ciencia son inflexibles e independientes del hombre: son la ley de la naturaleza, que siempre estuvo rigiendo, pero que no se conoció hasta que algún mortal tuvo la dicha de percibirla. (Ibídem, p. 57).

Luz reprocha a José Zacarías Gonzáles del Valle por su pretensión de asumir a Cousin como el modelo aceptado por todos, y le señala que, en realidad, el ecléctico, no resultó ser tan metafísico como le habría gustado a los alemanes ni tan positivo como habrían querido los norteamericanos. Luego afirma que la atracción que siente Tulio por el eclecticismo de Cousin es tan fuerte que si existiera el magnetismo animal; entonces, Cousin sería “[…] el magnetizante y Tulio el magnetizado.” (Ibídem, p. 58)

Según el maestro, es cuestionable el argumento que dirige Schelling a Cousin, de que se puede llegar a lo absoluto, concebido como el término que expresa relaciones. El posicionamiento de Schelling solo sirvió para que Cousin sostubiera que se va a la Ontología por la Psicología. Sin embargo, el filósofo alemán le señala al ecléctico que como la Psicología está fundada en la observación y esta no puede producir más que lo condicional, por ese camino es imposible llegar a lo incondicional o absoluto. Cousin no puede responder a Schelling porque no comprende que no hay “[…] ciencia más que de lo relativo, y que ni la idea de Dios es absoluta, ni puede serlo, aun cuando Dios mismo sea un ente absoluto, esto es, independiente de los demás seres, no podría tener lugar semejante argumento.” (Ibídem, p. 59)

De acuerdo con Luz, el alma o espíritu sólo puede concebir y conocer lo limitado; por consiguiente, lo infinito, y lo incondicionalmente limitado, es decir, lo absoluto no se generan en el espíritu. “No hay más medios de concebirlos sino abstrayendo de aquellas mismas condiciones bajo las cuales se realiza el pensamiento; por consecuencia, la noción de lo incondicionado es sólo negativa —negativa de lo mismo concebible.” (Ibídem, p. 59) Es imposible concebir un todo absoluto, que no pueda admitirse como una parte relativa de otro todo más grande. Asimismo, también es improbable concebir una parte absoluta, en calidad de parte tan pequeña, que no pueda asumirse como un todo relativo, dividido en partes menores. Por consiguiente; mediante el pensamiento no es posible alcanzar una divisibilidad infinita de partes. La práctica del lenguaje confirma esta teoría, cuando se dice: "tráeme un sombrero", queda entendido “[…] que es porque existen varios, mientras que si pedimos el sombrero, señalamos sin duda un objeto, pero como no lo hacemos con relación a otro, no lo clasificamos con el signo de uno.”(Ibídem, p. 60) Luz consideró que lo mismo puede decirse de las ideas de sustancia y accidentes, de tiempo y de espacio, ligadas estrechamente a la idea de relación; lo cual demuestra que las ideas que más aparenten ser absolutas son esencialmente relativas y constituyen creaciones del espíritu inspirado en las impresiones.

El día 30 de octubre de 1839 Luz insertó en el Diario de la Habana otro artículo crítico contra el eclecticismo, titulado Tercera refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin. Luz inicia su análisis aclarando a Tulio que uno de los puntos de controversia con Cousin es el relativo al origen de las ideas. En este sentido, declaró que al tratar ese tema él no ha dado lugar a divagaciones, porque concuerda con los criterios de los espiritualistas más racionales y los sensualistas con respecto a la génesis de las ideas. Asimismo, afirmó que la intensión de Cousin de conciliar sistemas filosóficos opuestos o contradictorios conduce sus maniobras al error. Por esa causa le plantea al ecléctico cubano la siguiente i

nterrogante: “¿Cómo se puede nadie conciliar con el gran Malebranche[5] cuando pretende que si Dios no nos hubiera revelado la existencia de la materia en el Génesis, no estaríamos ciertos de la existencia de los cuerpos?”(Luz, 1946c, p. 63) En otro fragmento expone los principios que justifican su enfrentamiento al eclecticismo: “1. Yo combato la idea del eclecticismo en su esencia, como irrealizable, aun cuando sus partidarios se hubieran inclinado al sistema sensualista. 2. La combato como revividora del espiritualismo, por parecerme un sistema de todo punto equivocado.” (Ibídem, pp. 68-69) De ese modo, Luz define la doctrina filosófica anunciada como: eclecticismo espiritualista.

De acuerdo con sus criterios, para conciliar el sensualismo con el espiritualismo, ante partidarios de la primera corriente, Cousin atribuye la supremacía al cuerpo, pero ante seguidores de la segunda concede la supremacía al alma. Desde ese procedimiento esencialmente mecánico, el ecléctico pretendía demostrarle a ambos que los hombres no son únicamente materia, ni son espíritu puro, sino que en su ser coexisten los dos elementos en íntima relación. Por esa causa, el filósofo francés manifiesta una abierta confrontación con Locke, quien reconoce el papel que a la materia y el espíritu le corresponde hasta en los más sencillos fenómenos de la inteligencia. Luz también llama la atención por la oposición de Cousin hacia la tesis de Locke "Son innatas las facultades, pero no las ideas", y declara que la esencia de la negación de la tesis sensualista radica en que si el espiritualista sustentaba que ninguna idea venía de los sentidos, no podía conciliarse con el sensualista, que asignaba a las ideas distintas procedencias. El maestro cierra este análisis con el siguiente argumento que revela la esencia epistemológica de la génesis de las ideas:

Yo sostengo que el entendimiento del hombre antes de las impresiones de los sentidos está como una tabla rasa, in qua nihil estdepictum[6], sin privar por eso al espíritu de su actividad natural, esto es, de las facultades que se le han dado, pero aun no ha ejercido. Ideas sin sentidos... prolem sine matrecreatam[7]; ideas sin entendimiento... prolem sine patrecreatam[8]. Es decir, que para que nazcan las ideas, necesitan padre y madre. (Ibídem, p. 73).

En otro fragmento del artículo Luz analiza la maniobra conciliadora de Cousin con respecto a las ideas de espacio y tiempo. En este sentido, rechazó las maliciosas insinuaciones de Cousin cuando sostiene que "para algunos las ideas de espacio, tiempo, etcétera, vienen de los sentidos y para otros proceden de la razón". El maestro cubano dejó clara su posición:

Sí, de los sentidos; pero no de los sentidos mondos y lirondos, con la independencia de la razón, sino de los sentidos, o de la sensación como de causa o raíz que proporciona los materiales para que fabrique el entendimiento, y tan es así, que el sensualismo considera como abstracciones y como deducciones ciertas ideas que los espiritualistas y sus bastardos hermanos, los eclécticos, miran como intuitivas […].   (Ibídem, p. 75).

Según Luz, la idea de espacio procede de los sentidos y se forma en el entendimiento, sin que necesariamente intervenga la inteligencia. Asimismo, las ideas de las propiedades de los cuerpos pueden formarse sin la participación de la inteligencia; por consiguiente, una cosa es ver el color de un cuerpo y otra el saber que lo veo. El sensualista determina la procedencia de la idea de espacio en los sentidos, no porque ve el cuerpo, sino porque sabe que hay espacio y porque las propiedades del cuerpo como la de extensión y otras son inherentes al mismo. Cousin, por su parte, cuando considera la extensión sin las demás propiedades del cuerpo, entonces es cuando concibe el espacio. El ecléctico saca la idea de espacio de la idea de cuerpo porque confunde una con la otra, considerándolas por separado. Por consiguiente, “[…] por este lado resultan más espirituales los sensualistas que sus espirituados adversarios.” (Ibídem, p. 7 6)

Luz declara que, para conciliar, Cousin distorsiona el significado del concepto cuerpo, al cual le son inherentes las propiedadesde resistencia, color, dureza y extensión. Esas propiedades constituyen el cuerpo y lo singularizan. Al mismo tiempo, todas pueden descartarse por separado, excepto la de extensión, porque su exclusión conduce a la nada. “La extensión multiplicada, como que es una cantidad, y puedo hacerlo, la llego a considerar como ilimitada; luego el espacio, desde este punto de vista, es una concepción de relaciones lo mismo que el número.” (Ibídem, p. 78)

Luz rechaza el innatismo de Cousin y su discípulo cubano enriqueciendo sus argumentos acerca de la génesis de las ideas, al expresar:

[…] sin objeto, sin entendimiento y sin sensación no hay idea. Pero nadie duda que existan el objeto y el entendimiento, y sólo se quiere saber cómo éste se impuso de aquél. Por la sensación, es la respuesta; luego sin sensación, aunque hubiera objeto y entendimiento no habría idea, bien que aquellos ingredientes sean asimismo indispensables. (Ibídem, p. 81)

Después de argumentar la imposibilidad de la conciliación cousiniana del sensualismo y el espiritualismo, Luz declara que la verdad está del lado del sensualismo. Por consiguiente, perfeccionó su concepción acerca del carácter objetivo de la verdad y del movimiento dialéctico de esta como una consecución de verdades relativas que se encaminan hacia el enriquecimiento permanente del conocimiento. En este sentido, rechazó la tesis eclética de que la verdad se puede considerar por partes. Por esa causa, afirmó que “[…] siendo los objetos tan compuestos y presentando tantas relaciones, cada una de estas relaciones que descubrimos es una nueva verdad, de suerte que el conocimiento total del objeto se compondrá para nosotros de un conjunto de verdades […].”(Ibídem, p. 86) El conocimiento de un objeto se revela para el sujeto como un proceso de aprehensión gradual que tiene como máxima la comprensión de que la “[…] verdad es la congruencia de mi idea con las realidad de las cosas.”(Ibídem, p. 87) Cada peldaño que se agregas en su búsqueda, constituye un nuevo escalón que enriquece la verdad, sin destruir los progresos anteriores. “Laplace ha adelantado la ciencia astronómica siguiendo las huellas de Newton, no destruyendo las verdades descubiertas por este hombre extraordinario, sino haciendo otros descubrimientos, o corrigiendo no las verdades, sino los errores en que hubiese aquel incurrido.” (Ibídem, p. 89)

El 31 de octubre de 1839 Luz publica en el Diario de la Habana el artículo que cierra su enfrentamiento al ecléctico José Zacarías Gonzáles del Valle, titulado Cuarta refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin. Luz inicia su análisis esclareciendo a Tulio que su referencia a las tesis científicas de Copérnico constituye prueba de la imposibilidad del eclecticismo. En su argumentación teoriza en torno a los conceptos error, acierto, apariencia, realidad y hechos, cuyos fundamentos fueron criticados por el ecléctico. De acuerdo con sus criterios, el error, al igual que el acierto, tiene su motivo; es decir, posee causas. Precisó que los hombres no difieren en la determinación de los hechos, sino en las opiniones que sobre los hechos ellos expresan. Enunció que cuando expuso las tesis científicas de Copérnico, consideró que las apariencias no existen, sino respecto de las realidades. En este sentido, aclara que cuando se refirió al peso del aire, al sostener quetodos tienen motivos para considerar que no sienten arrobas de aire, quiso exponer la causa de su creencia; pero si por no sentir este peso, sostienen que el aire es ligero, están todos en un error. Por consiguiente, no ha sido conciliada “[…] la primera opinión con la postrera, sino que la una se ha levantado sobre hechos que motivaron esa opinión errónea; es así que en los hechos no ha habido discordia, luego en los hechos no cabe la conciliación.” (Luz, 1946d, pp. 91-92)

De acuerdo con Luz, cundo Tulio declara que se dan apariencias verdaderas, el ecléctico quiere decir que existen apariencias falsas, pero en verdad, lo que no puede destruirse es la realidad de un fenómeno. Y, el hecho de que el mismo sea captado mediante la vista no lo hace menos real que el que se percibe a través cualquier otro sentido. Sin embargo, cualquier sentido puede alucinar al sujeto; esto es, engañar su juicio, aunque la impresión sea una realidad. Ahora bien, a esa primera impresión se le llama apariencia, pero después de otra impresión obtenida por otro sentido, o por haber realizado una nueva observación, entonces es posible alcanzar la realidad. Es decir, la nueva impresión confirma la realidad o fantasía del hecho, y así cambia el concepto que se forma el sujeto acerca del hecho; por consiguiente, no es posible conciliar uno y otro.

Según sus puntos de vistas, “Los hechos son indestructibles y las opiniones las que caen o se levantan.”(Ibídem, p. 93) Esto significa “[…] que el error siempre depende de una causa real y efectiva, como que el error es un efecto.”(Ibídem, p. 93) Pero, el ecléctico al observar ciertos hechos que asume como verdadero, “[…] se extiende a creer que sean buenos y aquí está como lo engañan las apariencias de lo recto.”(Ibídem, p. 93) En los fenómenos que es posible descubrir la verdad, no hay error, ni apariencia, porque “[…] el error consiste precisamente en figurarse, en virtud de una impresión o motivo cualquiera, una cosa como no está en la naturaleza. En una palabra, el error y el acierto tienen motivo, pero sólo el acierto tiene razón.” (Ibídem, p. 94) Las apariencias desaparecen cuando se descubren las realidades; entonces los hechos reales, constituyen las causas de los errores o ilusiones que se nombran apariencias, respecto de los nuevos hechos, o de las nuevas opiniones que por virtud de ellos se forman. Finalmente, Luz aclara al ecléctico que ninguno de los órganos de los sentidos engaña al sujeto de la percepción, en realidad eso solo es “[…] un modo elíptico de expresarnos el decir engaño de la vista, pues es engaño del entendimiento, causado por la vista.” (Ibídem, p. 97)

En otro fragmento del artículo Luz anuncia que es necesario profundizar la teorización en torno al método, la naturaleza y las diferencias entre la Física y la Filosofía, por esa causa en el Elenco de 1840 esclarece el objeto de la Filosofía y su rol social. A continuación cuestiona la visión ecléctica acerca del método de la observación: “¿No es tan observación la que se refiere a los hechos de la naturaleza exterior como la que se ocupa de los internos? ¿No es idéntico el procedimiento? ¿No se observan fenómenos en uno y otro caso para buscarles causa?” (Ibídem, p. 97)

El maestro también analizó el problema de los universales, vinculándolo a su avanzada visión teológica sobre la relación Dios-hombre-naturaleza, en este sentido expresó: “[…] los universales no existen sino como expresión de los individuos. Dios no es un mero nombre, ni abstracción sino una inducción a que me fuerza el estudio de la naturaleza.(Ibídem, pp. 97-98) A continuación acotó: Cuanto más creo en la naturaleza, más creo en su autor; no está en mi mano no creer, pero yo no lo puedo sentir sino bajo la relación de causa: por eso lo siento plenamente, pero no lo conozco plenamente.(Ibídem, p. 98) Después precisa: “[…] Dios no es el universal, ni tengo que ocuparme en la cuestión de los universales para hacer aplicación a él; de lo contrario confundiríamos la generación con la inducción, y si tal embrollo pretende el eclecticismo, que vaya muy enhorabuena.”(Ibídem, p. 98)

En otro fragmento aclara el papel metodológicoque le corresponde al silogismo como forma del discurso y no como método de investigación:

Yo he sostenido públicamente, y sostengo aún, "que no hay que atribuirle al silogismo todo el mal que le acumulan los modernos, ni todo el bien que los antiguos". Y así es la verdad, porque el silogismo no es más que una forma que se le da al discurso y no un medio de investigación. (Ibídem, p. 98).

Luz declara que él es un ecléctico verdadero porque se considera fiel a la máxima de oír a la otra parte; es decir, reconoce las contribuciones de las doctrinas que le anteceden, porque aun en sus complejidades teóricas contienen valiosos conceptos y profundas observaciones. A continuación interpela al ecléctico con el siguiente cuestionamiento: “Pero cuando el sistema está reducido a un punto de vista, o cuando son encontrados entre sí estos puntos ¿cómo pueden ellos conciliarse?” (Ibídem, p. 99) El maestro considera lícita la conciliación si la misma no viola el principio de armonizar solo admisible. “Si el eclecticismo se hubiese limitado a esta buena obra no habría tenido opositores, o no hubiera sido de importancia.” (Ibídem, p. 99) Es un verdadero ecléctico el venerable señor Varela, y lo fue antes que el señor Cousin soñara con parir su conocido proyecto de sistema. “Ecléctico se llama el que escoge lo bueno y desecha lo malo de donde quiera que se presente.” (Ibídem, p. 100) Asimismo, consideró que también es ecléctico Francis Bacon (1561-1626), quien proclamó: “Que el método racional y empírico se junten para siempre en un himeneo verdadero y legítimo; a saber, la anticipación de la mente con la interpretación de la naturaleza”. De su análisis Luz concluye dos consideraciones que devienen principios que direccionan su combate al eclecticismo cousiniano, tomados de su Elenco de San Francisco (Elenco de 1839):

1ª "El eclecticismo de la nueva escuela francesa no sólo es un sistema falso, sino imposible". 2ª "Nada hay más laudable que el eclecticismo por sí propio, pues todo sensato es ecléctico, esto es, admite o desecha opiniones de donde quiera que se presenten". (Ibídem, p. 102).

Luz concluye su refutación a José Zacarías Gonzáles del Valle con una exhortación solventar sus diferencias teóricas en el escenario académico que ofrece la cátedra. Por esa razón le dio a conocer la siguiente invitación:

Mucho gusto tendría igualmente en que V. se sirviese honrar el sábado de cada semana mi clase de Filosofía en el convento de San Francisco; no es un reto encubierto lo que a V. propongo; pídole encarecidamente su asistencia, porque allí podrá oír mis razones contra las doctrinas de Cousin con una extensión que no es lícito darles por escrito, sin contar con la grandísima ventaja de tener los textos a la vista para consultarlos escrupulosamente, y no hacer a nadie injusticia.

Conclusiones

Los cuatro artículos publicados por José de la Luz y Caballero en octubre de 1839, como refutación a las concepciones de José Zacarías González del Valle (Tulio) sobre el eclecticismo de Cousin, aportaron un profundo análisis sobre los errores teóricos del eclecticismo en su intento de conciliar el sensualismo con el espiritualismo. También tributaron un brillante estudio del papel de los métodos, procedimientos, tesis, principios y conceptos en la conformación de una doctrina, con lo cual enriqueció el arsenal teórico y metodológico de la nueva concepción que se gestaba como sistema filosófico auténticamente cubano. Los trabajos de ese período profundizaron aún más la conceptualización lucista sobre la educación patriótica de los jóvenes, la enseñanza de la filosofía y su aplicación como recurso de examen de los fenómenos sociales. Sus publicaciones no solo contribuyeron a la divulgación de importantes posicionamientos sobre su sistema filosófico en formación, sino que sentaron las pautas teórico-metodológicas de su enfrentamiento al eclecticismo y constituyeron el primer escenario de análisis epistemológico de temas que luego el maestro desarrolla en la cátedra de Filosofía del convento de San Francisco, en función de sistematizar una doctrina filosófica autónoma, que respondiera a las necesidades sociales del país. Los artículos estudiados favorecieronel desarrollo gradual del naciente espíritu de cubanidad, enfrentaron el eclecticismo y promovieron la enseñanza científica de la Filosofía.

Referencias

de la Luz y Caballero, J. (1946a). Primera refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin. Diario de La Habana, octubre 3 de 1839. Polémica sobre el eclecticismo I. En La Polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946b). Segunda refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin. Diario de La Habana, octubre 29 de 1839. Polémica sobre el eclecticismo I. En La Polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946c). Tercera refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin. Diario de La Habana, octubre 30 de 1839. Polémica sobre el eclecticismo I. En La Polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946d). Cuarta refutación a Tulio sobre el eclecticismo de Cousin. Diario de La Habana, octubre 31 de 1839. Polémica sobre el eclecticismo I. En La Polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

Tulio. (1946). Defensa del eclecticismo de Cousin 1. Noticioso y Lucero, septiembre 16 de 1839. Polémica sobre el eclecticismo I. En La Polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

Conflicto de intereses:

El autor declara que no existe conflicto de intereses

 

 

 

 



[1] "una segunda intención".

[2] Luz se refiere al Elenco de 1840, que trata temas filosóficos examinados el 13 de septiembre de ese año en el convento de San Francisco.

[3] Pedro Abelardo, (1079-1142). Fue un sobresaliente filósofo y teólogo francés, representante de la escolástica temprana. Con su defensa a la independencia de la razón respecto de la fe, Abelardo siguió un camino diferente al de los realistas extremos de la época, al asumir conscientemente el principio del rigor en la investigación.

[4] "no quién lo dice, sino lo que dice".

[5] Nicolás de Malebranche (1638-1715): Idealista francés que se propuso superar el dualismo cartesiano.

[6] "en la que no hay nada representado".

[7] "prole creada sin madre" (por generación espontánea).

[8] "prole creada sin padre" (por generación espontánea).