El espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano Luz y Caballero XIII

The Transforming and Creative Spirit of the Educational Project of the Cuban Teacher Luz y Caballero XIII

O espírito transformador e criativo do projeto educativo do professor cubano Luz y Caballero XIII

1Falconeri Lahera-Martínez

1Universidad de Holguín. Cuba. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9254-2485

Autor para la correspondencia: falconerilm@uho.edu.cu

 

Resumen

El presente artículo enriquece el análisis del proceso de formación de la filosofía cubana, deteniéndose en el examen detallado de publicaciones no priorizadas en el estudio presentado en números anteriores de esta revista, sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano del siglo XIX José de la Luz y Caballero. El objetivo del trabajo es revelar los tributos que a la enseñanza de la Filosofía y la educación de los jóvenes realiza el gran pensador en sus cinco réplicas al Adicto sobre la Cuestión de método, publicadas entre los meses de febrero y marzo de 1839. El texto presenta un examen del despliegue de la conceptualización de Luz, al tratar en sus artículos temas sobre la Cuestión de método, Lógica, Educación, Moral, Psicología, Ciencias naturales y Teología. También se exponen las especificidades de su contribución teórica y metodológica a la forja de un pensamiento filosófico autónomo.

Palabras clave: Ciencias; Ecléctico espiritualista; Filosofía; Juventud; Psicología

Abstract

This article enriches the analysis of the process of formation of Cuban philosophy, stopping at the detailed examination of publications not prioritized in the study presented in previous issues of this magazine, on the transforming and creative spirit of the educational project of the Cuban teacher of the 19th century José de la Luz y Caballero. The objective of the work is to reveal the tributes that the great thinker makes to the teaching of Philosophy and the education of young people in his five replies to the Addict on the Question of method, published between the months of February and March 1839. The text presents an examination of the deployment of Luz's conceptualization, dealing in his articles with themes on the Question of Method, Logic, Education, Morals, Psychology, Natural Sciences and Theology. The specificities of his theoretical and methodological contribution to the forging of an autonomous philosophical thought are also exposed.

Key words: Sciences; Eclectic spiritualist; Philosophy; Youth; Psychology

 
Resumo
Este artigo enriquece a análise do processo de formação da filosofia cubana, detendo-se no exame detalhado de publicações não priorizadas no estudo apresentado em números anteriores desta revista, sobre o espírito transformador e criativo do projeto educacional do professor cubano da Século XIX José de la Luz y Caballero. O objetivo do trabalho é revelar as homenagens que o grande pensador faz ao ensino da Filosofia e à educação dos jovens em suas cinco respostas ao Viciado na Questão do Método, publicadas entre os meses de fevereiro e março de 1839. O texto apresenta um exame do desdobramento da conceituação de Luz, tratando em seus artigos temas sobre a Questão do Método, Lógica, Educação, Moral, Psicologia, Ciências Naturais e Teologia. Também são expostas as especificidades de sua contribuição teórica e metodológica para a construção de um pensamento filosófico autônomo.

Palavras-chave: Ciências; Espiritualista eclético; Filosofia; Juventude; Psicologia

 

Introducción

El presente artículo enriquece el análisis del proceso de formación de la filosofía cubana, deteniéndose en el examen detallado de publicaciones de 1839 no priorizadas en el estudio presentado en números anteriores de esta revista, sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del gran maestro cubano del siglo XIX José de la Luz y Caballero. La riqueza teórica de los trabajos objeto de estudio, permite realizar nuevas valoraciones de sus aportes teórico-metodológicos al proceso analizado y su aplicación como medio de defensa de los nacientes intereses nacionales en los artículos seleccionados. Por consiguiente, el objetivo del artículo es revelar los tributos que a la enseñanza de la Filosofía y la educación de los jóvenes realiza el gran pensador en sus cinco réplicas al Adicto sobre la Cuestión de método, publicadas entre los meses de febrero y marzo de 1839.

La pesquisa científica desplegada exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del tema. En virtud de ello fue priorizado el procesamiento de los textos reunidos, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos lógicos del conocimiento científico. El autor seleccionó los materiales de trabajo en correspondencia con las demandas del proceso de investigación, el cual orientó hacia el cumplimiento del objetivo declarado.

Resultado y discusión

Como expresión de la intensa actividad teórica que Luz desarrolla entre febrero y marzo de 1839, sobresale la publicación de cinco artículos que enfrentan la primera variante del eclecticismo espiritualista, el logicismo, representado por Manuel Aguirre y Alentado (Adicto), quien desde La Habana se unió a los eclécticos de Puerto Príncipe. El personaje, de profesión maestro, fue discípulo de Luz y del líder espiritualista Manuel González del Valle, cuyas ideas defendió en la Polémica filosófica.

En su enfrentamiento al Adicto, Luz respondió con siete replicas, de las cuales solo publicó las primeras cinco entre febrero y marzo de 1839. Los otros dos artículos fueron archivados el 30 y el 31 de octubre de ese mismo año en las Memorias de la Sociedad Patriótica. En su primer artículo de febrero, publicado el día 16 con el título: Primera réplica al Adicto sobre la Cuestión de método, Luz determina que el centro de su teorización lo ocupan los temas relativos a la Lógica y el método, y para evitar que el ecléctico se distrajera en explicaciones banales, expuso 10 reflexiones, con las observaciones e interrogantes necesarias para direccionar el intercambio teórico, por su importancia se reproducen íntegramente:

1º. La cuestión es puramente de método, y siéndolo, tan sólo la consideración de la mayor facilidad de las ciencias físicas sobre las intelectuales, caso de tener que enseñar unas y otras, es decisiva para la precedencia. Diga usted, pues, categóricamente y ante omnia[1] en su contestación si tiene o no tiene por más al alcance de los principiantes la Física que la Lógica? Sí o no, nada más.

2º. Diga igualmente si la primera no es más amena que la segunda, por lo mismo más adaptada para inspirar amor al estudio a los tiernos principiantes.

3º. Diga asimismo si no es más natural un procedimiento, en el que se parte de lo conocido a lo desconocido, o mejor dicho, en el que no se hace más que continuar en aquel ramo acerca del cual tiene más conocimientos el joven principiante, toda vez que primero es observar los fenómenos del universo que los fenómenos del entendimiento a quien, según el felicísimo símil de Locke, le sucede primero lo que a los ojos que todo lo ven, y no se ven ellos mismos, pues hasta que no ha pasado mucho tiempo y por lo tanto muchas experiencias no comienza el entendimiento del niño a reflejar sobre sí mismo, y aquí de aquella larga cuanto preciosa cita de Jouffroy[2], que estampé en mi tercer artículo, si mal no me acuerdo.

4º. Ítem diga si cree que, para aprovechar en el álgebra, en la geometría o en cualquier ramo de las matemáticas, se necesita un curso previo de ciencia Lógica.

5º. Y diga de la misma manera si concibe que haya materia alguna en la que pueda darse un paso sin el ejercicio del raciocinio, y caso de contestar por la afirmativa, cual es de esperar, cómo cree que sea forzoso hacer preceder el estudio teórico del instrumento al de la materia misma que nos obliga de por sí a emplearlo del mejor modo posible.

6º. Diga igualmente cómo concibe la formación de una teoría cualquiera, y qué es teoría.

7º. Ítem diga palatinamente en cuántos sentidos toma la palabra Lógica, y cuál de ellos es aplicable a los cursos que entre nosotros se siguen.

8º. Diga asimismo si la Lógica cual aquí la aprendemos necesita o no de los preliminares de otros ramos físicos, matemáticos, y aun filosóficos, y si muchos de éstos no pueden adquirirse a la perfección con entera independencia de ella (la Lógica, como ciencia aparte).

9º. Diga si la adquisición del lenguaje (y no hay nada más lógico ni más filosófico) supone esa lógica previamente aprendida, o sólo el uso natural, naturalísimo, forzoso de nuestras facultades innatas de percibir, abstraer, acordarnos, deducir, etcétera, etcétera.

10º. Diga si cuando se va a enseñar gramática, por ejemplo se empieza por las doctrinas de la sintaxis, o por el conocimiento individual de las partes de la oración. La misma pregunta contraída a cualquier otro ramo, a la aritmética, v.g. Se empieza por conocer los números, los elementos, las propiedades, y después nos elevamos a la teoría, que no es más que generalización y clasificación de lo que hemos observado en cada ramo, esto es, la expresión general, la cifra de nuestras observaciones. (Luz, 1946a, pp. 220-222)

De acuerdo con Luz, tanto los eclécticos de Puerto Príncipe como el propio Adicto sostienen, como E. Kant (1724-1804), que la Lógica es independiente de todas las demás ciencias. El maestro aclara que la controversia con los eclécticos no se reduce simplemente a discutir acerca de si la Lógica es la madre del raciocinio, su hija legítima o una consecuencia forzosa de su existencia. Desde esa perspectiva, rechaza el criterio simplista del ecléctico de que la adquisición de conocimientos depende de la impresión inmediata, sin más auxilio que la percepción, como la idea del sonido, del color y otras que recaen sobre los fenómenos internos, sin que entren en ejercicio todas las facultades mentales como la facultad de deducir.

El maestro considera que la aprensión de los conocimientos es posible gracias a que en ese proceso intervienen todas las facultades mentales y a ese ejercicio es a lo que puede denominarse lógica, que  es inherente a la capacidad humana de raciocinar, por esa causa expresó: 

[…] ella es forzada, es instintiva, y en este sentido madre de toda ciencia, o para hablar con más rigor, a este método, a este procedimiento que forzosa y naturalmente seguimos en la investigación de las cosas, le llamamos lógico si ofrece el debido encadenamiento, de forma que lógico viene a ser sinónimo de enlazado, o rigurosamente deducido. (Ibídem, p. 224).

Según sus criterios, a la educación, con arte y ejercitación, le corresponden la tarea de renovar ese procedimiento, para perfeccionar la enseñanza de la Filosofía y demás ciencias, activar el aprendizaje y enriquecer los conocimientos, teniendo en cuenta la siguiente fórmula:

[…] primero observación, segundo ciencia, tercero arte, que es quien propiamente ejecuta lo que ha legislado la ciencia en virtud de su poder supremo de observar, debido a las facultades con que al entendimiento dotó nuestro munífico Hacedor. Luego hasta esa lógica estricta, contraída sólo a la teoría y reglas del análisis, presupone la observación, y la observación el ejercicio de nuestras facultades. (Ibídem, p. 225).

A esa lógica natural que direcciona la obtención de los conocimientos Luz la caracteriza del modo siguiente: “Pues la lógica, o más bien la filosofía especial o el porqué de cada ciencia viene en pos de su adquisición, como luego veremos.”(Ibídem, p. 227) A continuación declara, que él, a diferencia de los eclécticos no pretende aislar unas ciencias de otras, porque considera que todas son ramas diversas del mismo tronco; es decir, solo hay una ciencia y todas se apoyan en la observación. Por esa causa aclaró que el hecho de que las ciencias morales respalden reconocidas instituciones, no prueba que esas ciencias sean independientes absolutamente de la Física,  la observación y el experimento que es centro de la controversia. En realidad, las instituciones referidas son resultado del desarrollo de la ciencia, es decir, la necesaria observación de los fenómenos y de su clasificación. Por consiguiente, existe una notoria contradicción entre sostener que la Moral es ciencia de observación, y después afirmar que la misma sólo reclama el auxilio de la razón para ponerse a nivel de la más limitada capacidad. Luz advierte, que si se acepta el punto de vista ecléctico “Entonces, no hay experimentos ni observaciones que aguardar en las ciencias morales para la inteligencia de una porción de cuestiones ya resueltas, y la resolución de otras muchas por dirimir.”(Ibídem, p. 234)

El análisis del rol social que desempeñan las disciplinas científicas, su estructura y nexos internos condujo al maestro a definir el concepto ciencias morales, como primer paso de su clasificación de las ciencias, al respecto planteó:

En primer lugar, bajo el nombre genérico de ciencias morales, o por otro nombre intelectuales o especulativas propia o más bien impropiamente llamadas (que ahora no es del caso, aunque lo será luego) se comprende la Psicología, la Lógica, Metafísica, Moral, Legislación, Política y Economía Pública. (Ibídem, pp. 234-235).

La definición del concepto ciencias morales le permitió esclarecer los vínculos entre un amplio grupo de disciplinas intelectuales afines y revelar sus nexos teóricos y metodológicos con las ciencias naturales. Por otra parte, la definición permite desarrollar una teorización que contribuyó a esclarecer y enriquecer la visión que hasta ese momento se tenía acerca de sus respectivos objetos de estudio. De esa manera, la dinámica conceptualización que siguió el maestro en su análisis, favoreció la génesis y desarrollo posterior de un pensamiento filosófico independiente, que reflejaba los intereses identitarios del naciente ciudadano cubano. 

Luz considera que en la historia de la humanidad, la Moral siempre estuvo grabada en el corazón de los hombres, la misma fue cultivada desde los tiempos más remotos, sentando firmemente las bases de la responsabilidad, pero “[…] es menester distinguir entre la Moral práctica y la ciencia moral […].”(Ibídem, p. 237)  Las conquistas de las ciencias físicas se han producido de forma lenta en el tiempo, hasta el advenimiento de la obra científica de Nicolás Copérnico (1473-1543). Sin embargo, no deben establecerse paralelos entre el desarrollo de la ciencia moral y el rigor de las ciencias físicas, porque desde la antigüedad sus resultados han sido convincentes, como las grandiosas contribuciones realizadas a la Geografía por el sabio griego Estrabón (64 a. C. - entre 21-25 d. C.) hasta los sorprendentes aportes de las ciencias modernas, que se caracterizaron por el pleno conocimiento de la materia, la riqueza de observaciones, el juicio sólido, la mesura y el discernimiento.

En el segundo artículo de febrero de 1938, publicado en el Diario de la Habana el día 23 bajo el título: Segunda réplica al Adicto sobre la Cuestión de método, Luz ratifica que desde la antigüedad los hombres también estudiaron la naturaleza y obtuvieron significativos adelantos en las ciencias físicas, siguiendo necesariamente “[…] la ley de la naturaleza de comenzar por el principio, o sea, recibir impresiones antes de reflejarlas, observar y conocer la naturaleza exterior antes de conocerse a sí mismos.”(Luz, 1946b, pp. 248-249) De acuerdo con sus criterios, en medio de esos adelantos los griegos protagonizaron una revolución moral a través de la obra de Sócrates (470-399 a. C.), lo cual demuestra que el estudio de la Moral no puede aislarse de lo físico. En la actualidad el estudio de las facultades mentales exige el auxilio de la Fisiología, para determinar los efectos que conciernen al instinto de los que competen a la conciencia. De la misma manera, en el campo de la Moral, en el cual se expresan las pasiones y las causas que las fomentan o disipan, es necesario apelar a esa ciencia para determinar la influencia de los órganos y funciones corporales sobre las acciones morales. Ese estudio presupone la aplicación de la Física y la Patología, para conocer las causas de los desórdenes en las funciones de los órganos y el ejercicio de las facultades, lo cual demuestra las estrechas relaciones que existen entre ellas, “[…] no habiendo en rigor más que una ciencia, dividida y diversificada en diferentes ramas, a causa de la limitación de nuestras facultades, tan fuera de proporción con la inmensidad de la naturaleza […].”(Ibídem, pp. 249-250) 

Los investigadores deben tener bien clara la idea de la unidad de las ciencias para direccionar con objetividad sus accionar sobre la naturaleza y la sociedad, en este sentido explicó:

“[…]  las ideas influyen eficazmente en las acciones, pues que el hombre opera según cree: es así que las ideas cambian al infinito: luego las acciones han de seguir por fuera la misma suerte: esto es, que ha de cambiar nada menos que el tipo por donde han de dividirse, es decir, no solamente varía la teórica, sino la práctica: la ciencia moral precisamente en virtud de haber adelantado los conocimientos físicos y forzosamente la práctica, esto es, las costumbres. (Ibídem, p. 254) 

Según sus criterios, la historia de la sociedad revela con transparencia que la Moral se perfecciona de la misma manera que las otras ciencias, siendo tan hija de la observación y la experiencia como cualquiera de las más experimentales. Ello significa “[…] que las ciencias morales son ciencias de observación, y por consiguiente, de progreso o perfectibles, tan experimentales como las que más, y a que por lo mismo es eminentemente aplicable el método baconiano de la inducción.”(Ibídem, p. 258)  Es falso considerar que algunas ciencias son efectos sin causa porque todas son el resultado de las necesidades. De ese modo, la geometría nació a orillas del Nilo, como resultado de la necesidad de medir la tierra, provocada “[…] por la circunstancia especial de las inundaciones frecuentes de aquel río famoso, que borraba a cada paso los límites de las heredades.”(Ibídem, p. 258) 

Tanto en la Moral como en la Jurisprudencia y todas las demás ciencias experimentales, siempre los hechos preceden a las disposiciones, las experiencias a las doctrinas, las causas a los efectos. Cuando los legisladores e investigadores prescinden de este método natural, no hacen otra cosa que “[…]  adivinar en vez de acertar o deducir, lo que se logra es que las ciencias especulativas queden estacionarias y aún retrógradas en vez de adelantar.”(Ibídem, p. 260)

Para referirse a las ciencias morales Luz también utiliza los conceptos ciencias intelectuales y ciencias especulativas; sin embargo, un enfoque filosófico riguroso de la enseñanza de las ciencias, exige el establecimiento de un estándar teórico que caracterice al conjunto de esas ciencias, por esa causa plantea: “[…] bajo el nombre de ciencias morales se comprende en general todos aquellos ramos de los conocimientos humanos en que no se hacen materialmente experimentos y observaciones con los instrumentos y reactivos como se practican en las llamadas naturales.”(Ibídem, p. 261) 

En su artículo Luz teorizó acerca del lugar de la ciencia en el desarrollo de los conocimientos humanos, profundizó en las causas de su origen, determino su objetivo social y consolidó su tesis de la unidad de todas las disciplinas científicas, como sistemas conocimientos sobre diversos campos, condicionados por factores objetivos. Por esa causa consideró completar su propuesta de clasificación de las ciencias con la siguiente argumentación:

Así distinguiremos: ciencias especulativas por excelencia, las matemáticas, que constituyen ramo aparte, ciencias físicas o naturales y últimamente ciencias especulativas, o intelectuales, o morales, que hemos ya enumerado, y que participan rigurosamente de la naturaleza de las primeras y segundas, bien que aún más de éstas que de aquéllas, por ser eminentemente ciencias de observación; así que a todas puede con razón aplicarse este epíteto, pues aún las mismas matemáticas tienen su punto de partida en la observación; pero pues son ellas tan sólo las que en sus progresos y procedimientos pueden prescindir de la observación, quédese este distintivo, como el más característico para todas las demás, tocando de derecho a las de la cantidad el de eminentemente especulativas, que bajo otro sentido intelectuales todas lo son, pues que en todas entra el entendimiento como causa. (Ibídem, pp. 262-263). 

La clasificación de las ciencias lucista enriqueció y actualizó la discusión filosófica de su tiempo. Asimismo, tributó nuevas pautas teóricas y metodológicas a la enseñanza de la Filosofía en el convento de San Francisco. De ese modo, contribuyó significativamente a la formación patriótica de los jóvenes, porque les permitía comprender, con objetividad, la importancia de la ciencia en la búsqueda de soluciones a los problemas sociales de Cuba. El investigador cubano Manuel I. Mesa Rodríguez, discípulo y biógrafo de Luz ratifica la significación de los cursos impartidos por el maestro en esa institución y cómo los mismos facilitaron la divulgación, entre sus estudiantes, de las concepciones expuestas en los artículos publicados durante el desarrollo de la Polémica filosófica: 

Aquellos cursos de San Francisco debieron ser interesantísimos, el calor de la polémica que por entonces sostenía, debió trasmitirse a su explicaciones, haciéndolas tan interesantes, que de ahí casi nos llega la presunción de que a ello se debe, quizá, el que durante el siglo pasado el grupo de hombres que integraron nuestras actividades culturales, fueran tan recios pensadores en las distintas disciplinas  a que cada uno de ellos se entregara. (Mesa, 1947, p. 242).

En ese contexto de rigor académico, consideró oportuno insistir en el desarrollo de un fuerte espíritu crítico en los jóvenes, a los que recomendó no detenerse ante las complejidades teóricas de la ciencia, porque no hay ningún ramo en el que los individuos no partan “[…] de ciertas observaciones, y esto precisamente así los antiguos como los modernos, pues hasta las hipótesis más atrevidas recaen sobre ciertos hechos u observaciones, en una palabra, las ficciones mismas se inventaron, no por inventarse, sino por explicar las realidades.”(Luz, 1946b, p. 264) 

En el texto también se esclarece el tema de la unidad del método científico, con lo cual el maestro consolida la tesis de que una es la ciencia y uno el método que en ella se aplica para alcanzar los conocimientos. De ese modo, enfrenta el intento ecléctico de fundamentar la tesis de la existencia de un método racional para las ciencias intelectuales y otro experimental exclusivo de las ciencias naturales, por esa acusa afirmó:

La diferencia, pues, entre el método puramente racional y el experimental se cifra en que el primero, creyendo suficientes unos escasos datos para levantar el edificio de la ciencia (como sin inconveniente puede hacerse en las matemáticas, por comportarlo su objeto, pero no el de las demás) prescinde de ulteriores observaciones, al paso que el segundo, juzgando éstas indispensables, detiene el vuelo del ingenio tan luego como le faltan estos preciosos escalones y materiales para elevar la fábrica.  (Ibídem,  p. 264).

Luz, desde una teología más humana que la teología medieval impuesta por la Iglesia católica, fundamenta cómo educar al naciente cubano desde los principios de la moral cristiana y a explicar a contendientes y discípulos cómo deben ser las relaciones de los hombres hacia Dios. Su exposición partió de considerar que a la moral le son inherentes determinados principios, preceptos y hechos que rigen la conducta, expresan la naturaleza espiritual del alma, explican la creación del mundo y conforman la moral práctica o preceptiva, aunque ellos no constituyen su fundamento como ciencia. “La ciencia se cifra en el porqué de las cosas, en la averiguación de las relaciones y causas de los hechos, y por una forzosa consecuencia en su arreglo y clasificación […].”(Ibídem, p. 272) La Moral como ciencia debe permitir al hombre conocer lo que debe hacer y lo que debe creer. “Y ved aquí el papel de la religión y el de la ciencia perfectamente deslindado. Por ambos caminos llega el hombre al mismo resultado, pero son diversas las sendas, y diverso el modo de caminar.”(Ibídem,  p. 273)

La ciencia,apuntó, le demuestra al educando lo que la religión le ha enseñado. La religión también aviva los sentidos y estimula la imaginación de las masas, mientras la ciencia se dirige exclusivamente a la reflexión, y por consiguiente a un número más reducido de personas, que se apoyan en “[…] las luces de la ciencia para demostrar mejor a la muchedumbre las mismas verdades de la religión; en este sentido son los sabios tan sacerdotes como los ministros del altar, ¿y no se llaman éstos los ministros de la palabra?”(Ibídem, p. 273)

La tercera respuesta de Luz al ecléctico habanero fue publicada en el Diario de la Habana el día 3 marzo de 1838, bajo el título: Tercera réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. En ese artículo el maestro enriquece la proyección educativa de su concepción teológica. El punto de partida de su posicionamiento teológico es la crítica al Adicto, que niega el rol formativo desempeñado por la moral cristiana en la sociedad, desconociendo su condición de germen fecundo que favorece la mejora de la humanidad. Según sus criterios, el mejor curso de moral que puede impartirse a niños, jóvenes o adultos debe tomarse del estudio del Evangelio y no del catecismo, que se basa en la repetición mecánica de los preceptos religiosos y en el uso desmedido de la memoria. “Pero es evidente que en la exposición del Evangelio tendría el profesor que echar mano de los recursos con que le brindan los otros ramos de los conocimientos, para hacer sentir mejor las verdades que en él se enseñan.”(Luz, 1946c, p. 277)

Según Luz, la justicia divina no le otorgó al hombre la responsabilidad de crear desde la ciencia la moral preceptiva, porque gracias a su ignorancia inicial estaba obligado a obtener “[…] los conocimientos lo mismo que el sustento con el sudor de su frente. Así que fue menester y consiguiente que la Providencia fundase la moral sobre las bases tan universales como indispensables […].”(Ibídem, p. 278) La enseñanza de la moral cristiana, afirmó, debe apoyarse en una educación científica, que permita el estudio de las situaciones derivadas de las inclinaciones del sujeto, de sus pasiones, así como de la influencia que sobre sus afectos ejercen los diversos agentes físicos y espirituales, para determinar los medios de corregirlas. “Y ved aquí insensiblemente deslindado el lugar que debe ocupar cada cosa, aun contrayéndonos a la moral práctica: la ciencia, para conocer los motivos y causas; el Evangelio, para determinar la responsabilidad, una vez conocido el móvil de la acción […].”(Ibídem, p. 280) De ese modo, la conciencia formada por el Evangelio es quien grita “[…] en voz alta sobre el cumplimiento de nuestro deber, sin que sea lícito alegar ya disculpa de ninguna especie, pues así como para conocer estamos dotados del entendimiento, para operar se nos ha dado la libre voluntad.”(Ibídem, p. 280)

En los últimos párrafos del artículo, Luz retomó el análisis del atraso relativo de las ciencias morales, especialmente de la Psicología, respecto de las naturales, por esa causa expresó que una ciencia tan cuestionable en sus puntos fundamentales, al punto que desde ella se pueda alucinar, no está tan avanzada como otras en que es imposible hasta intentarlo; por consiguiente, concluyó:

Luego habiendo demostrado antes, que la psicología no ha resuelto aún algunos de los problemas fundamentales que se propuso desde la más remota antigüedad, y siendo tan estrecho su parentesco con la ciencia moral, de quien es nada menos que la madre legítima, se infiere por la más irresistible ilación no como quiera el atraso de la hija, sino la necesidad forzosa del atraso. Pero ¡cuántas otras causas eficacísimas no contribuyen a fomentarlo! (Ibídem, p. 284). 

De acuerdo con el maestro, en el terreno de la educación lo más indicado es inculcar la moral desde los más tiernos años, y si posible es, desde la cuna, con el precepto y el ejemplo, añadiendo la formación de convicciones, tan pronto como aparezcan los primeros visos de racionalidad en el niño. A esa edad, a  los pequeños se les inculcan los motivos, los principios o normas de las acciones, pero no el porqué de ellas. Se les instruye de un modo empírico, sin explicarle los móviles de las acciones, ni las causas de las inclinaciones, deberes y derechos; porque aún no poseen los conocimientos necesarios para comprender esas explicaciones. Con la aplicación del sistema explicativo, Luz resolvió el problema de formar los niños moralmente en el colegio de San Cristóbal, al tiempo que aprendían a conocer la naturaleza, a estos criterios agregó:

Así por este sistema, esto es, poniendo al hombre en sus diversos grados en un terreno y con un alimento adecuado a su capacidad, se le hace más moral, y más lógico, más pensador, se le espiritualiza más y más haciéndolo pisar más sobre los objetos sensibles. No en balde se ha llamado, y con sobrada exactitud, sistema lógico o analítico al que apellidamos explicativo. (Ibídem, p. 288). 

El 19 de marzo de 1839 Luz publicó un nuevo artículo en el Diario de la Habana, bajo el título: Cuarta réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. En el documento, el maestro centró su atención en un análisis del desarrollo histórico de la Jurisprudencia, con el cual sentó las bases teóricas fundamentales de su Filosofía del derecho. También ofreció tres argumentos, de los cuales se derivan tres tesis  esenciales que sientan las pautas para el análisis del carácter relativo del atraso de esa disciplina científica: 1º División de opiniones en el punto fundamental sobre el modo de constituir la ciencia del Derecho; 2º Retraso de la legislación criminal con respecto a otras ramas del Derecho; 3º Excesiva discusión entre los legisladores, que retardan la puesta en práctica de diferentes proyectos de leyes.

En su argumentación, Luz dejó claro que tanto en Europa como en los Estados Unidos se habían practicado innumerables experimentos en el sistema carcelario sobre el tema del confinamiento solitario a los reclusos, y aunque hasta ese momento aún no se habían tomado decisiones definitivas sobre el asunto, lo más importante es que los diferentes cuerpos legislativos comprendieron que para resolver el problema es necesario aplicar la investigación científica. Esos experimentos constituyen  “[…] el mejor argumento en favor de las doctrinas que sostengo: esto es, las ventajas del método experimental y su aplicación rigurosa a las ciencias intelectuales, si se las quiere poner al nivel de las naturales.”(Luz, 1946d, p. 297) 

Con respecto a la prostitución recomendó a los gobernantes, legisladores e investigadores la lectura del libro La Prostitución en la ciudad de París, publicado por el investigador francés Alexandre Jean-Baptiste Parent du Châtelet (1790-1836) como ejemplo de indagación social, que pondera la atención a las causas del problema social referido, al respecto comentó:

Pero el método, el rigor científico, el conocimiento de causa, la profundidad con que se halla expuesta en ese libro la gran lección a que aludimos son dotes que constituyéndole único en su línea, han dado la verdadera pauta de cómo deben tratarse semejantes cuestiones en el siglo XIX […].”(Ibídem, p. 298). 

Sobre el tema del tratamiento jurídico al problema de los expósitos (niños sin amparo familiar) consideró que el mismo es tan importante como el de la prostitución, caracterizándolo del modo siguiente: “[…] es otra gangrena moral, pertenece a aquel género de males que antes se evitan que se curan.”(Ibídem, p. 300). De ese posicionamiento, concluyó que constituye una necesidad atacar las causas para detener los efectos, mejorar las costumbres públicas, difundir el mensaje moral que aporta la educación religiosa y mejorar los hábitos de conducta.

Acerca del problema del divorcio Luz analizó el estado que a su tratamiento legal se le había dado en países como Francia. Para él, lo más importante es que ese tema fue objeto de largas discusiones entre los legisladores para elaborar disposiciones que permitieran ofrecer una solución plausible al tema planteado.

El maestro cubano rechazó el postulado del Dómine, respaldado por el Adicto que considera el Derecho de los romanos como el último término de la ciencia, por ello aclaró que en realidad, la legislación romana adolece de innumerables repeticiones, posee numerosas disposiciones inútiles y como colofón, le son inherentes “[…] discusiones interminables entre los jurisconsultos para averiguar si en tal o cual caso debe emplearse una acción o un interdicto, y esto para llegar siempre al mismo resultado; finalmente, sutilezas sin término y falta de método.”(Ibídem, p. 306) 

El 24 de marzo de 1839 Luz cerró sus publicaciones contra el eclecticismo logicista con la salida a la luz, en el Diario de la Habana, del artículo titulado: Quinta réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. En ese documento, el maestro expone algunos de los aportes de la Economía Pública como comprobante del progresivo desarrollo presentado por las ciencias intelectuales. De acuerdo con sus criterios, del tema de las manufacturas se deriva una amplia diversidad de asuntos como su influjo en la moralidad de los pueblos. El reconocido economista inglés Adam Smith (1723-1790), lo mismo que el notable economista francés Jean-Baptiste Say (1767-1832), realizó meritorios aportes a esa disciplina a la luz de las ciencias naturales y las matemáticas, por un lado, y a la experiencia y la  observación de los hechos morales por el otro. Luz alerta sobre el peligro que representa para el desarrollo de la educación la aplicación, en ese sector, del principio del liberalismo defendido por esas personalidades, para quienes el estado debe abstenerse de intervenir en los asuntos de la economía, al respecto plantea: “Está tan generalmente y tan bien sentado el principio de que "el gobierno debe intervenir lo menos posible entre los operarios y sus principales", que es de suma importancia precaverse contra su mala aplicación.”(Luz, 1946e, p. 313).

Con su posicionamiento, Luz, para quien la educación es la piedra angular sobre la que debe sustentarse el principio de justicia, manifestó preocupación por la posible aplicación del postulado liberal de que el gobierno no tiene por qué asumir las tareas sociales que demanda el buen funcionamiento de un país. El maestro, se adelantó en el tiempo a la batalla actual contra los efectos de la aplicación del neoliberalismo en la educación, que en aquella época significaba detener su proyecto de desarrollar una educación en función de solucionar las necesidades del país, como había proclamado en sus escritos pedagógicos de 1833 y 1834, por esa causa advirtió: 

¡Qué no podía decirse sobre el mismo principio aplicado a la educación, y a la gran cuestión de la libertad de enseñanza! Si se hubiera llevado a cabo, ni tendríamos (ni tendrían los que las tienen, digo) escuelas normales, ni ley de instrucción pública, ni... […]. (Ibídem, p. 313).

También, el físico-matemático inglés Charles Babbage (1791-1871) trató el tema de la economía de las manufacturas en su libro: Sobre la Economía de Maquinaria y Manufacturas (1832), bajo el influjo de  las ciencias naturales experimentales y las matemáticas. Luz considera que toda la obra de ese científico constituye una demostración de la importancia que tiene para los economistas y para los gobiernos el conocimiento profundo de esas materias, para aplicar la ciencia en función del bienestar de los gobernados, y al respecto acotó: “La lectura de semejante libro será tanto más provechosa a la juventud, cuanto en él palparán que no pueden alcanzar un verdadero criterio en puntos económicos sin los datos que ofrecen las ciencias naturales […].”(Ibídem, p. 314).

Según sus criterios, la imagen de desventaja que ofrecen las ciencias intelectuales respecto de la Física, la Astronomía, la Mineralogía, la Cristalografía, la Botánica y aun la Química, se debe a “[…] que la mayor parte de los tratados de estas ciencias, así por su clasificación como por estar reducidas a verdaderos teoremas las doctrinas, ofrecen el rigor científico de las matemáticas.”(Ibídem, p. 315) Por el contrario, los cultivadores de la Psicología, sean cuales fueren por otra parte sus opiniones, sensualistas o espiritualistas, coinciden en afirmar que no es una ciencia suficientemente organizada y que no manifiesta con transparencia posibilidades reales de perfeccionamiento. Por esta razón, los investigadores de las ciencias naturales como de las ciencias morales, se proyectan en favor de la aplicación del método de la observación y la experimentación.

El análisis de las publicaciones de Luz contra los eclécticos de Puerto Príncipe y el Adicto permite concluir que la denominada Polémica filosófica, fue en realidad una compleja confrontación de criterios sobre el predominio de dos concepciones educacionales opuestas: la representativa del sistema colonial imperante y la específica del proceso de formación nacional que se gestaba en ese momento. Lo peculiar de ese enfrentamiento es que abarcó, problemas sobre la Cuestión de método, Lógica, Educación, Moral, Psicología, Ciencias naturales, Teología y otros. La teorización desplegada por el maestro cubano en el pugilato teórico generado, situó en su centro de atención la enseñanza de la Filosofía, con el propósito de priorizar la formación de la juventud en el espíritu del rigor en la investigación científica y en la aplicación de los métodos más efectivos para transformar la realidad natural y social del país, y así lo expresa en el siguiente comentario:

Prueba de ello que apenas se me presentó en la carrera de la enseñanza una coyuntura favorable para hacer aplicación de estas doctrinas, me apresuré a aprovecharla, como lo hice en el proyecto sometido al gobierno para la fundación de las cátedras de Filosofía en los colegios de San Fernando y San Cristóbal, proponiendo la precedencia de la física a la lógica en el curso, como punto vital para el método —proyecto en que creía hacer un servicio a la causa de los estudios en general y señaladamente a la causa de mi país, y que fue presentado desde 1833 […].”(Ibídem, p. 317)

En el texto Luz también rechaza el criterio del Adicto de que a las ciencias morales "debemos nuestras más acabadas instituciones en el orden lógico", porque la lógica ha existido positivamente antes que todas las ciencias. El maestro responde con precisión: “[…] orden lógico quiere decir encadenamiento, enlace, y ése lo ofrecen todas las materias así las físicas como las morales.”(Ibídem, p. 319) En otro fragmento del documento agrega: “[…] el análisis exacto, la lógica misma, se ejercita sobre los objetos, o cuanto existe que pueda ser analizado […].”(Ibídem, p. 320) En educación primaria los llamados ejercicios lógicos, que enseñan a discurrir y conformar el discurso, las preguntas y explicaciones sobre un texto de lectura constituyen la esencia del sistema explicativo. También, se opuso a la maniobra ecléctica de intentar demostrar la supremacía de lo teórico sobre la práctica, con la tesis de que en la enseñanza es necesario dar preceptos a los alumnos para que ejecuten sus ejercicios y logren aprender por esa vía, a lo cual responde que los preceptos son parte integrante de la misma práctica. El alumno no tiene que recibir un curso de Lógica para captar, en su aprendizaje, el método que sigue el maestro al enseñarle cómo resolver cualquier situación. De ese modo, un alumno puede ser muy diestro en la resolución de problemas matemáticos, y sin embargo desconocer los fundamentos de la doctrina de las fracciones y los cálculos. Así ese método es, “[…] el único natural, lejos de poderse tachar de rutinario, es eminentemente intelectual, es el más lógico imaginable, no sólo por los buenos hábitos que al entendimiento comunica, sino muy especialmente porque los obliga a subir por los debidos escalones.”(Ibídem, p. 323)  

Según Luz, la lógica, en su relación con otras ciencias, debe considerarse como el método, o procedimiento, pero “[…] nunca puede constituir su teoría, que consiste en la exposición de las ideas especiales de cada capítulo de una ciencia; así es que en una misma ciencia hay tantas teorías cuantos son los puntos generalizados, o sistematizados.”(Ibídem, p. 325) 

Conclusiones

Los artículos elaborados por José de la Luz y Caballero entre febrero y marzo de 1839, como réplicas al Adicto sobre la Cuestión de método, aportaron un valioso análisis sobre procedimientos, tesis, principios y conceptos, con los cuales enriqueció el arsenal teórico de la nueva concepción filosófica que se gestaba como sistema filosófico auténticamente cubano. Los trabajos de ese período enriquecieron aún más la conceptualización lucista sobre la enseñanza de la Filosofía y su aplicación como recurso de análisis de los fenómenos sociales. Asimismo, profundizaron la teorización acerca del método de enseñanza, la educación de los jóvenes y el desarrollo de las ciencias. Además, contribuyeron a impulsar la forja de un pensamiento filosófico autónomo y aportaron el marco teórico necesario para continuar el desmontaje del eclecticismo cousiniano, al propinar el primer fuera de combate teórico a los eclécticos de Puerto Príncipe y su aliado el Adicto. Los artículos estudiados promovieron el desarrollo gradual del naciente espíritu de cubanidad, al enfrentar las pretensiones de los eclécticos de mantener inalterable el sistema educacional colonial, que negaba el proceso de formación patriótica y la enseñanza científica de la Filosofía.

Referencias

Adicto. (1946). Primera refutación al planteamiento de la Cuestión de método según Don José de la Luz. Diario de la Habana, febrero 12 de 1839. Cuestión de método. En La Polémica filosófica, t. 1. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946a). Primera réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. Diario de la Habana, febrero 16 de 1839. Cuestión de método. En La Polémica filosófica, t. 1. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946b). Segunda réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. Diario de la Habana, febrero 23 de 1839. Cuestión de método. En La Polémica filosófica, t. 1. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946c). Tercera réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. Diario de la Habana, marzo 3 de 1839. Cuestión de método. En La Polémica filosófica, t. 1. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946d). Cuarta réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. Diario de la Habana, marzo 19 de 1839. Cuestión de método. En La Polémica filosófica, t. 1. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946e). Quinta réplica al Adicto sobre la Cuestión de Método. Diario de la Habana, marzo 24 de 1839. Cuestión de método. En La Polémica filosófica, t. 1. Universidad de La Habana.

Mesa Rodríguez, Manuel Isaías. (1947). Don José de la Luz y Caballero (Biografía Monumental). Edición de la Logia Realidad No. 8, Orden Caballero de la Luz. La Habana.

 

Conflicto de intereses

El autor declara que no existe conflicto de intereses



[1] Omnia: Término latino que significa todos.

[2] Teodoro Jouffroy (1796-1842), aunque en Francia no fue reconocido como un filósofo relevante, los espiritualistas cubanos divulgaron sus principales trabajos y le concedieron la condición de intelectual prominente, porque su doctrina justificaba los intereses políticos de quienes defendían el sistema colonial.