El espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano Luz y Caballero VIII

The Transforming and Creative Spirit of the Educational Project of the Cuban Teacher Luz y Caballero VIII

O espírito transformador e criativo do projeto educativo da professora cubana Luz y Caballero VIII

* Falconeri Lahera Martínez

*Universidad de Holguín. Cuba. Licenciado en Educación, especialidad Filosofía. Doctor en Ciencias Filosóficas. Profesor Titular. Correo: falconerilm@uho.edu.cu Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9254-2485

 

Resumen

Los resultados expuestos en este artículo dan continuidad al estudio presentado en números anteriores de esta revista sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano José de la Luz y Caballero. El objetivo fundamental del trabajo es revelar las contribuciones que al desarrollo de la educación patriótica y la enseñanza de la Filosofía, realiza el gran educador cubano mediante los artículos filosóficos publicados durante los meses de marzo y abril de 1840. El artículo presentado refleja cómo la teorización filosófica lucista en torno a la manifestación de problemas pedagógicos, sociales, políticos, teológicos, éticos, estéticos,  psicológicos, de las ciencias  naturales, el método, etc., contribuyeron al desmontaje del eclecticismo cousiniano y al nacimiento de un pensamiento filosófico auténticamente cubano. La investigación exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del tema, priorizándose  el trabajo con las fuentes reunidas, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos lógicos del conocimiento científico.

Palabras clave: educación patriótica, ecléctico espiritualista, filosofía, juventud, psicología.

Abstract

The results presented in this article follow this journal previous issues regarding the transforming and creative spirit of the educational project of the Cuban teacher José de la Luz y Caballero. The objective aims at revealing his contributions to the patriotic development as well as the teaching process of hilosophy through his published articles in March and April, 1940. This work reflects how the Luz´s philosophic theorizing regarding the manifestation of social, policy, ethics, psychological, science and method problems, etc., contributed to dismantling the cousiniano eclecticism and the consolidation of an authentically Cuban philosophic thought. The research demanded the application of the most feasible methods according to the topics characteristics; results which were generalized through logical procedures of the scientific knowledge.

Keywords: patriotic education, spiritual eclectic, philosophy, youth, psychology.

 

 

 
 
Resumo
Os resultados apresentados neste artigo dão continuidade ao estudo apresentado em números anteriores desta revista sobre o espírito transformador e criativo do projeto educativo do professor cubano José de la Luz y Caballero. O objetivo fundamental do trabalho é revelar as contribuições que o grande educador cubano dá ao desenvolvimento da educação patriótica e ao ensino da Filosofia por meio dos artigos filosóficos publicados durante os meses de março e abril de 1840. O artigo apresentado reflete como é a teorização da filosofia lucista em torno da manifestação de problemas pedagógicos, sociais, políticos, teológicos, éticos, estéticos, psicológicos, ciências naturais, método, etc., contribuíram para o desmantelamento do ecletismo cousiniano e o nascimento de um pensamento filosófico autenticamente cubano. A pesquisa exigiu a aplicação de métodos mais adequados às características do tema, priorizando o trabalho com as fontes coletadas, cujos dados foram generalizados por meio dos procedimentos lógicos do conhecimento científico.
Palavras-chave: educação patriótica, eclética espírita, filosofia, juventude, psicologia.

 

Introducción

Con este artículo su autor enriquece el estudio presentado en los números precedentes de esta revista, sobre el espíritu transformador y creador del proyecto educacional del maestro cubano José de la Luz y Caballero. Los lectores descubrirán aquí una visión renovada del rol desempeñado por el ilustre pensador en la conceptualización acerca de la enseñanza de la Filosofía y su uso como arma teórica de defensa de los nacientes intereses nacionales en 1840. El autor examina el despliegue teórico presentado por Luz, quien renueva los conceptos de Ciencias naturales, Educación, Moral, Estética, Psicología, Teología y Filosofía, para reforzar el carácter patriótico de su proyecto educacional, vigorizar la batalla de ideas desplegada contra el eclecticismo espiritualista y radicalizar la defensa del proceso de formación nacional cubano.

En esas condiciones elevó a un peldaño superior el espíritu transformador y creador de su pensamiento filosófico-pedagógico, al realizar nuevas contribuciones a la educación patriótica y a la enseñanza de la filosofía. La pesquisa científica desplegada exigió la aplicación de los métodos más ajustados a las características del tema. En virtud de ello fue priorizado el procesamiento de los textos reunidos, cuyos datos fueron generalizados mediante los procedimientos lógicos del conocimiento científico. El autor seleccionó los materiales de trabajo en correspondencia con las demandas del proceso de investigación, el cual orientó hacia el cumplimiento del objetivo declarado.

Resultado y discusión            

Durante los meses de marzo y abril de 1840 Luz desarrolló una intensa labor de enfrentamiento teórico a las abundantes publicaciones de los representantes del eclecticismo espiritualista, liderados por Manuel Gonzáles del Valle. Esas personalidades, apoyados en medios periodísticos como Noticioso y Lucero de La Habana, Correo de Trinidad y La Aurora de Matanzas, intentaron saturar la opinión pública con la divulgación sistemática de artículos dirigidos a dar a conocer las bases teóricas fundamentales de esa corriente filosófica y otros encaminados a desconocer el valor científico de los posicionamientos teóricos de Luz y sus seguidores, así como a descalificar el carácter patriótico del proyecto educacional lucista. El Diario de La Habana constituyó el medio periodístico principal desde el cual Luz enfrentó la avalancha ideológica enemiga, con la publicación de 25 artículos críticos entre marzo y abril de 1840. En el mes de marzo de 1840 publicó cuatro artículos dirigidos a iniciar el desmontaje de la concepción ecléctico espiritualista, presentada por Manuel González del Valle a través del artículo La Psicología según la doctrina de Cousin y otras publicaciones.

El maestro del Convento de San Francisco comenzó el examen de la publicación de Manuel Gonzáles del Valle estableciendo que el principio básico que debe direccionar la crítica filosófica es la discusión o el debate, y así lo afirma: “[…] en filosofía no se gobierna por la gracia de Dios ni por la gracia de nadie, ni se reconoce más Rey ni más Roque que la discusión […].”(Luz, 1946a, p. 161)

El artículo del ecléctico, entre otros propósitos, pretendía desviar la atención de los jóvenes y apartarlos de la educación patriótica inspirándoles una aparente confianza en los estudios de Psicología como solución universal a los diversos problemas de la ciencia y la vida social. En este sentido el maestro cubano pregunta: “¿De qué sirve que le inspiréis empeño en conseguir el cielo, si no le enseñáis el camino, ni le ponéis la escala para subir desde este suelo? […].”(Luz, 1946a, p. 165)

Luz advierte que el sistema espiritualista provoca graves heridas a las costumbres del naciente cubano y alerta el peligro que representa para la formación de los jóvenes las tendencias morales de esa nueva escuela. Asimismo, llamó la atención por el efecto ideológico que pueden provocar las intenciones políticas de la nueva escuela francesa en Cuba, cuyos representantes son defensores del status quo colonial impuesto por las autoridades españolas al país. Del mismo modo, denunció que los seguidores  de esa doctrina filosófica son fieles patrocinadores de los principios básicos del sistema educacional que representa los intereses de la monarquía española. Al respecto, aclaró: 

Pues yo sí hablo de política en mis artículos de filosofía; no para tratar de política, sino para inspirar a la juventud la justa desconfianza que debe animarla respecto de unos hombres que prostituyen la dignidad de la ciencia, haciéndola servir a los fines de la política, o de intereses especiales, cuando la ciencia es un ramo independiente, y no subordinado a nadie, más que a la naturaleza. (Luz, 1946b, p.180)

El distinguido educador expone cuatro tesis, a partir de la cuales es posible explicar el lugar que ocupa la psicología en el sistema de conocimientos científicos. 1º No es válido el punto de vista acerca de la psicología como la ciencia que se erige llave de las demás ciencias. 2º Los eclécticos espiritualistas no aportan argumentos que justifiquen el protagonismo que le adjudican a la psicología, porque existen otros ramos del saber que reflejan en la razón, con más dinamismo el movimiento de la realidad, aportando al pensamiento infinitas nociones primero que la psicología. “3º Porque el buen método ordena proceder de lo fácil a lo difícil. 4º Porque naturalmente nos ha de impresionar primero el mundo exterior que el interno […].”(Luz, 1946c, p. 185)

También denunció que los representantes de la corriente analizada distorsionan ante la juventud la actitud patriótica de los seguidores de la causa cubana con el propósito de confundirlos. Por esa razón su respuesta contiene conceptos que revelan la renovación de la enseñanza de la filosofía en Cuba, expresada en sus clases de esa materia en el Convento de San Francisco y la profundización del debate epistémico en torno a términos clave, que revelan el carácter histórico de la contradicción entre el materialismo y el idealismo. Por esa causa rechazó la acusación de González del Valle acerca de su supuesta negación de la realidad de los fenómenos del mundo interior y responde de manera contundente: “[…] ni aun los filósofos más materialistas han negado jamás la existencia de los fenómenos internos. La cuestión ha sido siempre entre materialistas y espiritualistas sobre si tales fenómenos, esto es, si las ideas, los sentimientos, etcétera son consecuencia de la organización, o si se deben al espíritu […].” (Luz, 1946c, p. 189)

El maestro cubano dejó bien claro a la opinión pública y especialmente a la juventud, que el combate contra el eclecticismo espiritualista constituía la mejor arma de defensa de los logros de la educación patriótica y la enseñanza científica de la filosofía.

De acuerdo con sus criterios, el empeño espiritualista de hacer derivar toda la ciencia del hecho de conciencia, niega el papel determinante de la experiencia como único crisol donde surge y puede probarse el saber humano. Desde ese posicionamiento, descalifica las sutilezas conceptuales de los espiritualistas y reprocha la ambigüedad de sus criterios. Es decir, cuando se analiza cualquiera de sus argumentos hasta revelar todos sus componentes, “[…] entonces claman por la síntesis, diciendo que dejamos las cosas como están, en su estado actual, envueltas en la corteza de la ignorancia humana, sin duda para que no se descubran, ni se vean en su verdadero punto de vista.”(Luz, 1946d, p. 198) Pero si se les demuestra que en sus análisis, adoptan posiciones idealistas porque personifican y dan vida propia a sus abstracciones como cosas existentes, por sí  mismas, entonces invocan “[…] a la diversidad de actos para abroquelar su pecho y autorizar la usurpación, que no merece otro nombre su procedimiento, pues entre los fenómenos internos no median esos abismos que ellos suponen, y pregonan, para aturdir a la pobre juventud.”(Ibídem, pp. 198-199)

El maestro cubano considera, que los espiritualistas ocultan que en la naturaleza todo se verifica y se enlaza al mismo tiempo, y aclara que la conciencia refleja fielmente esas interacciones, por eso asevera: “[…] y ved aquí a la variedad constituir lejos de destruir la unidad: síntesis sublime a donde ha de venir a elevarse toda ciencia que merezca el nombre de tal, por los pasos contados del análisis.”(Luz, 1946d, p. 199) Por consiguiente, concluyó que la ciencia solo separa para explicar, porque en la naturaleza de las cosas todo está unido y enlazado.

Según sus puntos de vista, Hamilton[1] combatió con energía la ontología y ponderó las ciencias experimentales y aunque habló de Cousin en los términos más respetuosos y encomiásticos, sus elogios contenían una amarga sátira contra el filósofo francés y la escuela ecléctica. Pero el maestro cubano estableció una diferenciación de principios entre su impugnación al eclecticismo y la crítica que a esa corriente realizó el referido filósofo:

Hamilton en el eclecticismo no combate más que el eclecticismo; mientras que yo en el eclecticismo combato al mismo tiempo la resurrección del espiritualismo; por lo cual he tenido que entrar en los antecedentes y tendencias de esta escuela en Francia; en una palabra, hacer ver sus miras políticas, para descargarle un golpe en el mismo corazón que acabara de desacreditarla en nuestro suelo [...]. El escocés [...] escribía en medio de una paz octaviana; acá estamos escribiendo entre el estruendo de las armas, después de haberse repetidamente empeñado la lucha; lucha tanto más necesaria, cuanto corríamos el riesgo inminente de que germinaran y fructificaran semejantes doctrinas en nuestro suelo virginal. (Ibídem, pp.209-210)

En el mes de abril de 1840 publicó 21 artículos dirigidos a precipitar el desmontaje teórico del eclecticismo espiritualista. El primer paso lo dirigió a enriquecer su crítica contra los posicionamientos de Manuel González del Valle acerca del método de la introspección y la división de la observación en interna y externa, porque consideró que aunque hay objetos internos y externos, todos son exteriores respecto del observante y del instrumento con que se observa. El segundo paso estuvo orientado a combatir los artículos de Víctor Cousin, publicados por sus seguidores con la intención de fortalecer  la divulgación de los fundamentos de la corriente estudiada, confundir a la juventud y apartarla de la educación patriótica. 

Otro momento importante de la batalla de Luz contra el eclecticismo espiritualista fue su denuncia al pacto de Cousin con el apriorismo kantiano acerca del espacio y el tiempo, al aceptar como válida la tesis de que “[…] el tiempo y el espacio son de una naturaleza tan a priori, que lejos de derivar de la experiencia, son por el contrario condiciones de toda experiencia.”(Luz, 1946e, pp. 267-268) De acuerdo con Luz, para elaborar la idea de tiempo o cualquier otra idea son necesarios “[…] objetos y facultades: luego las condiciones de todas las ideas son los objetos y facultades: luego lejos de ser la idea del tiempo condición de la experiencia, es la experiencia condición necesaria del tiempo.”(Luz, 1946e, p. 271)

El combativo filósofo cubano se alineó en torno al sensualismo materialista de J. Locke (1632-1704) y apeló a la conocida tesis: Nada existe en el entendimiento que antes no haya pasado por los sentidos, pero recordó la validez de la nota expuesta en el Elenco de 1835: “La distinción entre elementos sacados de la razón y de la experiencia desaparece ante un severo análisis: o en otras palabras, la razón humana jamás puede rigurosamente proceder a priori.”(Ibídem, p.273)

Desde una visión teológica muy avanzada rechazó la intención de los eclécticos de fundar una ciencia ontológica, a partir del argumento de que del mismo modo que se considera imprescindible estudiar el entendimiento humano respecto de su relación con la realidad objetiva, asimismo cualquier investigación que pretenda abarcar a Dios exige concebirlo dotado de características o propiedades. Por esa causa, la ciencia sobre Dios, “[…] forzosamente ha de recaer sobre sus atributos, y entonces ni aún la ciencia de Dios lo es, en cuanto ente o ser meramente tal; luego no es en rigor ciencia ontológica.”(Luz, 1946f, p. 289)

Con arreglo a sus puntos de vista, la existencia de Dios, que sería en todo caso el fundamento de la ontología, no puede ser objeto de inducción o deducción de esa pretendida ciencia. Su profunda concepción dialéctica acerca de la relación entre lo general y lo particular le permitió afirmar que la verdad acerca de la existencia divina “[…] es filosóficamente el resultado de la misma observación del hombre y del universo.”(Ibídem, p. 290)

Desde ese posicionamiento rebatió la maniobra de Cousin de pretender demostrar que la existencia divina no debe iniciarse por la ontología, sino por la psicología, como intentó fundamentar en la Lección 18ª de su Curso de 1829. En ese documento su autor sembró dudas acerca de la naturaleza del espacio, al cuestionar si el mismo es material o espiritual, si es sustancia o atributo, si es independiente de Dios o si está integrado él. El maestro cubano consideró que ese ardid distorsiona la enseñanza de la filosofía y deforma el significado real de sus conceptos esenciales para el estudio de los fenómenos de la realidad natural y social, y persuadido de que el objetivo de la divulgación de esa estratagema era confundir a los jóvenes señaló: “La justicia nos obliga a declararle pésima guía, y sobre todo para guía de la juventud.”(Ibídem, p. 292) Por esa causa aclaró: “[…] lo que filosóficamente se llama el espacio, es una formación de nuestro entendimiento, y bajo este concepto se le puede llamar intelectual o espiritual, desde ahora, sin tener que aguardar a esas profundas investigaciones ontológicas […].”(Ibídem, p. 293)

El filósofo cubano demostró el terminante carácter idealista del ontologismo y consideró sus manipulaciones filosóficas como una: “[…] manía que os aqueja a los idealistas de personificar los fenómenos, convirtiendo las abstracciones en realidades; o sea, dando una realidad entitativa a lo que sólo tiene una realidad fenomenal.”(Luz, 1946f, p. 303) Desde ese punto de vista ofrece la clave teórica para descubrir la raíz epistemológica del idealismo, latente en la concepción del eclecticismo espiritualista  acerca del yo, y en los fundamentos del método de la observación interior. El yo no existe como lo concibe el cousinismo, sino como efecto de otra causa, que es el alma humana; por consiguiente, el yo no pasa de la esfera del mero fenómeno, cuanto que aparece y desaparece en infinitos casos, entonces pregunta: “¿Pero no es más derecho y exacto decir lisa y llanamente que desaparece el fenómeno yo, quedando siempre la virtualidad del alma y de la vida, causa única de las facultades del hombre?”(Ibídem, p. 304)

Al retomar la crítica contra las concepciones de Manuel González del Valle acerca de la certeza de los fenómenos internos o hechos de conciencia aclaró que se puede estar muy seguro de una impresión acerca de un objeto interno, y sin embargo ser muy equivocado, el conocimiento sobre ese objeto, porque hay diferencias entre el hecho de conciencia y “[…] el hecho del conocimiento: lo primero es sentir, experimentar, creer que se sabe; lo segundo es saber realmente, es decir, que el conocimiento verdaderamente tal ha de ser un reflejo o representación de la realidad.”(Luz, 1946g, p. 318)

Según sus puntos de vista, la experiencia constituye el fundamento primario del saber humano y no la conciencia pura. Luego precisó que hasta los individuos más talentosos han de ser fecundados por los hechos y las necesidades sociales. “El hombre, pues, por grande que sea, y por mucho que deba al aguijón de su genio, es deudor en parte a su siglo, y a las circunstancias que también lo aguijan y rodean […].”(Ibídem, p. 323) El maestro cierra este análisis con la siguiente tesis: “Así esta misma guerra prueba que la ciencia de la conciencia no se puede levantar sólo sobre la conciencia propia individual.”(Ibídem, p. 327)

En otro momento de su crítica respondió con energía a las trivialidades del ecléctico Don Nicolás, Pardo y Pimentel por defender el retorno de los vicios escolásticos a la enseñanza de la filosofía, mediante El Altieri como texto de enseñanza filosófica en el Colegio de Jesús. Ante esta situación, orienta a los jóvenes el estudio de las ciencias naturales: “[…] matemáticas, física, química, fisiología, y no la metafísica de Cousin y de toda esa escuela farsante y pseudo-ecléctica.”(Luz, 1947a, p. 14)

Ante la insistencia de los eclécticos espiritualistas de confundir a los jóvenes presentado el Elenco de 1835 como cousinista, retomó el análisis crítico sobre ese documento realizado entre julio y septiembre de 1839, y comenzó revelar que el principio de la educación escolástica acerca de la autoridad de los maestros, entorpece la educación de los jóvenes y limita el aprendizaje de estos: “[…] la autoridad de los maestros es rémora para el progreso de los discípulos.”(Luz, 1947b, p. 86)

Otro tema analizado es el referido al origen de los conocimientos o ideas. En este sentido esclareció su carácter histórico y explicó que sus manifestaciones cambian en correspondencia con las características de cada época y el estado de desarrollo de la filosofía, “[…] pero siempre es el mismo problema que en todas las épocas atormenta y fertiliza el espíritu humano, y que a virtud de las diversas soluciones que acarrea, engendra todas las escuelas: se tiñe en cierto modo con todas los matices del tiempo en que se desarrolla; pero doquiera es el fondo de donde parten y a donde llegan todas las investigaciones filosóficas.” (Ibídem, p. 86)

De acuerdo con Luz, a primera vista el tema del origen de las ideas solo interesa a la Psicología o la Lógica, sin embargo, puede afirmarse que un análisis riguroso del asunto revela que su estudio concierne a todas las partes de la filosofía. En virtud de ello asumió las tesis fundamentales del sensualismo materialista de J. Locke (1632-1704), y para no dejar lugar a las dudas sostiene:

[…] es marcada y notoriamente anti-idealista el que estampó las siguientes proposiciones, y nada menos que a la portada de su obra:

1a La experiencia es el punto de partida de toda especie de conocimientos.

2a Aunque observamos en la infancia del hombre ciertas operaciones que no son realmente aprendidas, demostraremos sin embargo que no proceden de ideas innatas.

3a Con este motivo patentizaremos desde ahora la importancia del estudio de la Filosofía para formar una historia completa del hombre interno.

4a La distancia entre argumentos sacados de la razón y de la experiencia (¡ya escampan y llueven guijaros!; esta sola proposición es la más anti-idealista que pronunció jamás hombre nacido. ¿No veis, no veis, ciegos, o cegados, los colores vivísimos de mi bandera?) desaparece ante un severo análisis; o en otros términos: “la razón humana jamás puede rigurosamente proceder a priori”. Y con esto demos punto por hoy; y vaya una muestrecita del modo con que responde —con los hechos— a esas fogonadas sin plomo ni sustancia, y palabrería sin pruebas, vuestro apasionado. Filolezes. (Ibídem, pp. 87-88).

Luz (1947c) señala que su tercera proposición: “En esta materia se hace necesario distinguir el orden histórico del orden lógico de nuestras ideas”, tomada de Cousin, no da derecho a nadie de calificar de cousinista su Elenco de 1835, porque fue asumida por su objetividad, y no fue copiada como una aprobación del sistema de Cousin. Esa proposición no la inventó Cousin, sino que la tomó de otro y la utiliza como expresión de su conciliación mecánica del idealismo con el sensualismo.

El reconocimiento lucista de la distinción referida, se realiza desde la ciencia y reconoce el valor epistemológico de los posicionamientos filosóficos que le sirven de referentes teóricos, por esa causa, en el Elenco de 1839 aclara magistralmente el asunto en la proposición 57 cuando afirma: “La división luminosa de las ideas en dos órdenes, uno psicológico (éste es el histórico en la cuestión) y el otro lógico, concilia dos escuelas filosóficas con aprovechamiento de los trabajos de una y otra.” (Luz, 1947c, pp. 91-92)

De su análisis crítico el gran maestro cubano elabora una conclusión dirigida a poner en guardia a los jóvenes contra las estratagemas teóricas de los eclécticos espiritualistas.

Sí, señor, efectivamente los pseudo-eclécticos son los primeros a tomar del sensualismo los datos para sus demostraciones en los lances apretados, por haberse ellos mismos cerrado el libro de la naturaleza y de la historia; empero los sensualistas, por el contrario, nada piden ni han menester de los eclécticos de nuevo cuño, ni idealistas del antiguo; sin que por ello se pretenda negar que de todos los filósofos y de todas las escuelas se aprende y hay sobrado que aprender, más no para conciliar puntos que, reducidos a su última expresión, no admiten más que morir el uno, y quedar vivo el otro. (Luz, 1947c, p. 92).

En el artículo el juicio, publicado en el Diario de la Habana  el 26 de abril de 1840, Luz advierte que su oponente, el Señor Manuel González del Valle, en su manifiesto interés de anular el espíritu crítico del Elenco de 1835, ataca su proposición novena, declarándola coisinista: “Se infiere asimismo que no todos nuestros juicios son comparativos.”(Luz, 1947d, p. 101) Luego aclara al que el ecléctico cubano, quien también había sido discípulo de Varela antes de 1819, que cuando aún Cousin no había publicado sus obras en Francia ni era conocido en Cuba, el maestro Varela dio a conocer su teoría del juicio en su libro Miscelánea filosófica, página 16 y siguientes, la cual sirve de referente teórico a su Elenco de 1835.

Luz, siguiendo los pasos de su maestro, en el artículo referido, plantea que el concepto juicio tiene tres acepciones fundamentales: primero, el de opinión, aportada por los escolásticos; segundo, el de consideración no resultante de comparación de ideas anteriores; tercero, el de síntesis forzosa, y él asumió como propio el criterio vareliano de que emitir un juicio es expresar un objeto por una propiedad que se nos hace sensible, por esa causa el juicio es una síntesis forzosa.

Del análisis realizado elaboró una conclusión, dirigida a demostrar a la juventud la imparcialidad y objetividad de sus argumentos ante los ardides teóricos de quienes pretendían anular el  impacto formativo de la educación patriótica y adulterar el carácter científico de la enseñanza de la filosofía:

Y ved aquí, señores, el origen naturalísimo de la metáfora, y como el lenguaje figurado es hasta más natural que aquel abstracto a que suele darse este nombre. Empero no trato de discantar sobre tan rica como interesante materia, sino a mi propósito convencer que ni el germen ni mi proposición de 1835, ni sus consecuencias expresadas en el del 39 han sido tomados del corifeo de la escuela ecléctica, a quien sin embargo habría yo a mucha honra escogido por guía en la presente materia, pues, a decir verdad, su lección 23ª es la mejor que ha salido de su pluma en toda la impugnación a Juan Locke, borrándole uno que otro lunarcillo […]. (Luz, 1947d, p. 104).

A finales de abril de 1840 vuelve su atención hacia los escritos de Cousin para fortalecer la importancia del método de la observación en calidad de recurso empírico, que sustenta el valor del estudio de los hechos como base del conocimiento acerca de la génesis y desarrollo de las ideas. Además, explica que los filósofos sensualistas, como norma, no violan el protocolo metodológico de enseñar a los estudiantes de filosofía, que no es válido estudiar el origen de las ideas al margen de la facultad de observar los hechos, sus palabras así lo indican: “Si los filósofos sensualistas dijeran simplemente a sus discípulos: "éste es el origen de las ideas", sin patentizarlo por los hechos, sin poner en acción a nuestras facultades de observar, entonces sí podría hacérseles fundadamente el cargo de mal método, y aún de suponedores.”(Luz, 1947e, p. 112).

Luz sale en defensa del sensualismo de Locke ante el ataque de Cousin y sus cofrades, no por investigar el origen de las ideas, sino por demostrar la invalidez de la teoría de R. Descartes (1596-1650) acerca de las ideas innatas como uno de los fundamentos del idealismo que sustenta el eclecticismo espiritualista. El filósofo inglés no se equivocó, como comentan los eclécticos, en sus estudios sobre las ideas, al comenzar por investigar su origen. Locke hizo muy bien con no perder tiempo en la descripción de ciertos caracteres de las ideas para luego clasificarlas, sin conocer su origen. El procedimiento de clasificación propuesto por los eclécticos es superficial, porque su aplicación no debe suponer de antemano, sino estudiar el fenómeno, comprobar y describir sus características esenciales, tanto internas, como externos, y luego se procederá a la clasificación.

“[…] pues si la ciencia hubiera ido a esperar por el conocimiento de lo esencial e interno para comenzar la obra de la clasificación, mucho habría tardado en principiar: hoy estarían por formarse la mayor parte de ellas. ¿Quién que haya pisado los umbrales de cualquier ciencia, ignora que las clasificaciones tienen forzosamente un carácter de interinatura, por decirlo así, formándose primero con aquellos datos o materiales más ostensibles que ofrecen los objetos, hasta que avanzando en su conocimiento, nos vemos forzados a extender la misma clasificación a mayor número de individuos, o rompiendo las cualidades nuevamente descubiertas los antiguos moldes de la clasificación, como si dijéramos, llegamos al caso de introducirlas enteramente nuevas?”(Luz, 1947e, pp. 114-115)

El análisis realizado acerca de la aplicación oportuna de la clasificación en la investigación científica le permitió a Luz avanzar hacia la comprensión de la misma como un procedimiento revelador de las analogías y diferencias esenciales entre los objetos y como un recurso efectivo para ordenar y sistematizar los contenidos de la nueva filosofía que surgía al calor de la batalla de ideas contra el eclecticismo espiritualista.   

Conclusiones

Los artículos filosóficos publicados por José de la Luz y Caballero en marzo y abril de 1840, asestaron un duro golpe a las pretensiones de Manuel Gonzáles del Valle y sus seguidores de imponer un patrón ideológico entre los jóvenes en contra del proceso de educación patriótica y la enseñanza científica de la filosofía. Una de las más trascendentes contribuciones del notable educador cubano al desarrollo de ese proceso, fue su rica y variada conceptualización en torno a la manifestación de problemas pedagógicos, sociales, políticos, éticos, estéticos,  psicológicos, teológicos, de las ciencias naturales, el método, etc., con la cual contribuyó al desmontaje del eclecticismo espiritualista y dio pasos decisivos en el surgimiento de un pensamiento filosófico auténticamente cubano. La teorización científica en torno a la enseñanza de la filosofía y su uso como arma teórica de defensa de los nacientes intereses nacionales en 1840 contribuyó al éxito de la batalla de ideas desplegada contra el eclecticismo espiritualista y a la radicalización de la defensa del proceso de formación nacional cubano.

Los artículos de marzo y abril de 1840 publicados por Luz como protagonista de la vanguardia filosófica cubana, trascienden por lo que significaron para el desarrollo de las relaciones ideológicas y políticas en Cuba, a favor de promover cambios sustanciales al estatus quo colonial imperante. También repercuten porque impulsaron el naciente espíritu de cubanidad y representaron el embrión teórico de la nueva filosofía cubana que germinaba como componente indiscutible de la cultura nacional en formación.

Referencias

González del Valle, M. (1946). La Psicología según la doctrina de Cousin. Polémica sobre el eclecticismo I en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946a). Prolegómeno contra la Psicología según la doctrina de Cousin, por Manuel González del Valle. Diario de La Habana, marzo 13 de 1840. Polémica sobre el eclecticismo I en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946b). Segundo Artículo contra la Psicología según la doctrina de Cousin. Diario de La Habana, marzo 19 de 1840. Polémica sobre el eclecticismo I en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946c). El Epígrafe (I). Tercer artículo contra la Psicología según la doctrina de Cousin. Diario de La Habana, marzo 23 de 1840. Polémica sobre el eclecticismo I en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946d). El Epígrafe (II). Cuarto artículo contra la Psicología según la doctrina de Cousin. Diario de La Habana, marzo 30 de 1840. Polémica sobre el eclecticismo I en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946e). Observaciones sobre el juicio de Víctor Cousin acerca de Condillac,  recién publicado en el No. 6  del Tomo III de la Cartera cubana. Diario de La Habana, abril 6 de 1840 en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946f). La ontología embozada y desembozada. Diario de La Habana, abril 8 de 1840 en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1946g). Continúa la réplica de Filolezes a la primera respuesta del Doctor Don Manuel González del Valle. Diario de La Habana, 11 de abril de 1840, suplemento en La polémica filosófica, t. 3. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1947a). El Altieri como texto de enseñanza filosófica. Diario de La Habana, abril 11 de 1840 en La polémica filosófica, t. 4. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1947b). ¿Es cousinista el Elenco de 1835? Diario de La Habana, abril 22 de 1840 en La polémica filosófica, t. 4. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1947c). Tercera cucharada.  Diario de La Habana, abril 24 de 1840 en La polémica filosófica, t. 4. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1947d). El juicio. Diario de La Habana, abril 26 de 1840 en La polémica filosófica, t. 4. Universidad de La Habana.

de la Luz y Caballero, J. (1947e). Continúan las observaciones acerca del juicio de Víctor Cousin sobre Condillac, recién publicado en el No. 6º del Tomo 3º  de la Cartera Cubana. Diario de La Habana, abril 29 de 1840 en La polémica filosófica, t. 4. Universidad de La Habana.

 

 

 

 

 

 



[1] Hamilton, William (1788-1856): Filósofo idealista escocés, fue profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad de Edimburgo. Por la profundidad de sus publicaciones ha sido considerado como un significativo promotor cultural y un crítico literario agudo.